CAPITULO XXI

 

Steve estaba dormido sobre su escritorio cuando un pitido que sonaba lejano se fue haciendo cada vez más intenso hasta despertarlo. Sus monitores estaban encendidos, Melisa había encendido la unidad one y en un lapso de 20 minutos estaría lista para viajar. Saltando de emoción fue en busca de Susan, coordinaría las unidades y programaría el regreso.

Melisa observó con atención el monitor. –Parece que ya todo está en orden, sólo hay que esperar que termine de alinearse con la unidad principal.

-¿Cuánto tardará eso?

-Aquí dice que cómo 20 minutos aproximadamente. –lo miró con lágrimas en los ojos. Se estaba conteniendo para no llorar. –No me quisiera ir, lo sabes ¿verdad? Sabes que te amo.

-Lo sé y respetaré tu decisión aunque me valla la vida en ello. –la miró con esos ojos azules tan profundos y enigmáticos que ella tanto amaba. Se acercó a él y lo abrazó.

-Hay algo que quiero pedirte.

-Claro, lo que sea.

-Quiero llevarme tu sabor y quiero tener el recuerdo de tu piel, tu aroma, tu sabor, quiero atesorar esos recuerdos lo que me reste de vida.

Antoni la complació. La amó con todo su ser y ambos se despidieron de esa manera, sabiendo que no podrían estar separados si no fuera por esas extrañas circunstancias por las que ella llegó a él.

-Adiós amor mío, recuerda que prometimos tratar de ser felices. –le dijo mientras la luz se encendía y ella se desvaneció...

Antoni quedó devastado y se desplomó al suelo de rodillas.

-Melisaaaaaaaaaaaaaaaaaa –su grito retumbó en las ruinas de la hacienda.

 

-¿Qué pasa con Melisa? ¿Volverá un momento después de que partió? –preguntó Susan

-No. Como ya te comenté, el prototipo todavía no estaba terminado, por lo tanto no pude separar la línea paralela del tiempo. -respondió Steve.

-¿Línea paralela? –Susan lo miró perpleja.

-Verás, las maquinas no sólo están conectadas entre sí, sino que están sincronizadas, me faltó modificar el modulo de conteo del tiempo, este modulo debe parar de contar los días y este teclado digital que no pude instalar permitiría modificar la fecha destino. –Al ver el gran signo de interrogación que había en el rostro de Susan rió. –Te lo voy a explicar fácil. Si la unidad one permanece un día en el pasado o cualquier fecha a la que viaje, cuando regrese habrá pasado un día en el tiempo donde esté la máquina principal. Tu hermana va a regresar, pero no el día que partió, va a regresar aquí en cualquier momento.

Melisa apareció y estaba otra vez desorientada, como drogada. Susan la abrazó con fuerza y entre Steve y ella la llevaron a su habitación a su cama.

-Te dije que estaría muy desorientada. –Le dijo Steve a Susan mientras colocaba a Melisa sobre la cama.

 

Melisa despertó. Al ver su habitación supo que estaba de regreso en su antigua vida, Antoni era pasado. Se sentó en la cama y observó el anillo en su dedo, Antoni no dejó que se lo devolviera. Unas lagrimas rodaron por sus mejillas, entonces vio a Susan dormida en el silloncito junto al tocador, al parecer su hermana se había pasado la noche ahí cuidándola. Sabía que aunque se muriera de tristeza por estar lejos de Antoni, había tomado la decisión correcta.

En ese instante Susan abrió los ojos y se puso en pie. -¿Estás bien? ¿Ya te sientes mejor? Steve dice que después del viaje experimentas un episodio de desorientación y ansiedad muy fuertes, así que te dimos un sedante. Dormiste por todo un día. -Susan la miró con lágrimas en los ojos.

-¿Qué día es hoy? ¿Cuánto tiempo estuve perdida en el…. tiempo?

-Han pasado poco más de tres semanas. ¿Quieres contarme cómo fue? ¿Lo qué pasaste?

Melisa contó a su hermana todo con lujo de detalles, no se dejó nada en el tintero, le habló de Sebastián, de Lorrein y su trágico final, le contó de su sentido de impotencia ante el destino fatal de esa dulce chica. Le habló de Antoni, de su compromiso y lo mucho que le costó dejarlo.

-Sabes yo también estoy pasándolo fatal, sólo que tú dejaste y a mí me dejaron. Steve desapareció.

-¿Qué? ¿Tú y Steve? ¿Cómo es que…. –Melisa no podía imaginarlos juntos cómo pareja.

-Sé que suena raro pero el tiempo que estuviste perdida pasamos mucho tiempo juntos y eso nos unió, al menos eso creía yo. -dijo Susan triste.

En ese momento el teléfono comenzó a sonar, al ver el número Susan dijo: -Es Bryan. Llama casi todos los días para saber de ti y preguntar si ya vas a regresar de tus vacaciones con la tía Jean en Europa.

-¿La tía Jean de Europa?

-Algo tenía que inventar ¿no crees? No podía andar por ahí diciendo que mi hermana estaba tomando unas vacaciones en 1817 y que no sabía cuando regresaría o sí regresaría. La gente pensaría que estoy loca. –rió. – ¿Vas a contestarle o prefieres que lo haga yo?

-Dile que estoy de vuelta y que estaré en su oficina por la tarde. Es tiempo de finiquitar ese asunto.

-Ahora cuéntame, ¿Qué pasó con Steve? –le preguntó cuando terminó la llamada.

-Pasábamos día y noche monitoreando la máquina principal por si tu encendías la unidad one. –Susan omitió los detalles de la intimidad vivida. -Por fin me confesó que llevaba años enamorado de mí y yo...

-Lo amas también.

-Sí y ese es el problema, yo ya no entiendo nada, después de tu regreso me ayudó a traerte, te dejó en tu cama, me dio un beso y me dijo que en seguida regresaba, que tenía que apagar y reordenar todo.

-Y ¿Qué pasó?

-No lo sé, desde entonces no lo he visto. Fui a su departamento y todo está vacío, como si él nunca hubiera vivido allí.

-¡Oh! Susan, lo siento tanto, parece que estamos destinadas a estar solas.

 

Melisa se paró unos minutos a contemplar el corporativo Livingston & Mc Daniel´s. Era la primera vez en su vida que no se alegraba por llegar, ni siquiera tenía prisa por entrar y ver a Bryan. Sólo podía pensar en un hombre. Antoni Beamont.

-Buenas tardes Stan. –saludó como normalmente lo hacía con el guardia de seguridad.

-Buenas tardes ¿señorita Summers? -El guardia la miró con la boca abierta, recuperando la compostura continuó. -luce usted muy guapa, le sentaron de maravilla sus vacaciones. –la miró con admiración.

-Gracias Stan...

 

Miró su imagen en las puertas de metal del ascensor de ejecutivos, ya no se sentía ajena a esa piel, es más ya no se imaginaba a sí misma de otra manera. Cuando entró en el que fue su despacho una chica flacucha y llamativa la recibió.

-¿En qué puedo ayudarla?

-Bryan me está esperando, soy Melisa Summers.

La joven alzó las cejas mirándola con sorpresa, después reaccionó y por el interfono la anunció.

Melisa imaginó que más de una de las compañeras chismosas pusieron a la chica en antecedentes sobre su antiguo yo, sólo eso explicaría el asombro de la joven que lo más probable es que esperara a una Melisa fea y desalineada. No la culpó, tomó las cosas con buen humor.

-Pasé por favor. –se puso en pie.

-Gracias, conozco el camino. –dijo ella y se dirigió al despacho de Bryan.

Cuando Melisa entró Bryan tenía los ojos en el monitor de su PC. –Un segundo. –le dijo sin mirarla. –sólo déjame terminar esto... Entonces levantó la mirada y la vio.

Melisa disfrutó de su conmoción y después su escrutinio visual. Ella traía un traje sastre de falda corta y saco en color uva y una blusa color perla sin mangas. Tacones, perfume y maquillaje. Lucia espectacular y las gafas habían desaparecido.

“Que ironías del destino” pensó. Años buscando su atención y admiración y ahora que las tenía no le interesaban. Le permitió que la viera unos minutos más, por fin Bryan la veía cómo mujer y la sensación era maravillosa.

-Voy a ir directa al grano. –tomó asiento y cruzó las piernas. Bryan estaba boquiabierto, miró sus muslos que quedaban algo al descubierto por la falda. –Sé que hice mal en ausentarme de la forma como lo hice pero era necesario, así que entenderé si no quieres darme tus recomendaciones.

Bryan se molestó. –Sigues con esa tontería de irte. Creí que esas vacaciones te convencerían de lo contrario.

-Te equivocas, ahora más que nunca estoy decidida y como soy una mujer de palabra, te daré sólo las dos semanas que acordamos en el principio. Tómalo o déjalo. –lo miró decidida.

Bryan quedó desconcertado ¿Qué había pasado con su pequeña, dulce y complaciente Melisa? Pero tuvo que admitir que la nueva Melisa lo intrigaba demasiado.

¿Por qué nunca se dio cuenta de lo hermosa que era su secretaria? y ¿esas curvas como pudieron pasarle desapercibidas? La mujer que tenia frente a él era la perfección misma, belleza e intelecto.

Lo pensó por un momento, si aceptaba tendría dos semanas para convencerla, de lo contrario se marcharía en ese mismo instante. Tenía que convencerla que se quedara y lo haría, más que nunca estaba decidido a no dejarla marchar ni de la oficina ni mucho menos de su vida.

-Aceptaré esas dos semanas pero con una condición. –la miró con esa sonrisa irresistible que solía derretirla.

-¿Una condición? ¿Qué condición? –preguntó alzando las cejas.

-Que aceptes cenar conmigo.

-¿Qué? Bryan no creo que sea buena idea... Yo...

-Por favor, me lo debes por irte y dejarme así... Además quiero ponerme al día contigo.

Melisa pensó que quizá era una buena forma de cerrar ese capítulo con Bryan. –Está bien acepto, pero si crees que con una cena vas a convencerme para que me quede en la compañía, estas muy equivocado.

Bryan hizo la seña como si le clavara un puñal en el corazón. –Me ofende tu desconfianza, sólo somos dos amigos poniéndose al día. Dame unos minutos para arreglar unos pendientes y nos vamos.

 

Bryan la llevó a un exclusivo restaurante y la cena estuvo exquisita. Pidió un buen vino y fue la cita que Melisa siempre anheló. Una suave melodía interpretada por un cuarteto inundo de romanticismo el lugar.

Bryan la invitó a bailar, la tomó por la cintura y la apretó fuerte contra sí disfrutando de su aroma y cercanía. Se preguntó ¿cómo es que pudo perderse de Melisa tantos años? La deseaba y la deseaba como nunca en su vida había deseado una mujer. Ella lo estimulaba en todos los sentidos y por primera vez en su vida también emocionalmente.

Ella se dejaba llevar por la suave música y a cambio él la seducía.

La velada era de ensueño, La melodía terminó y sin avisar Bryan la besó, fue el beso que Melisa esperó por años, ella siempre deseó que Bryan la besara como lo estaba haciendo en ese momento, un beso cálido lleno de ternura. Aunque que caprichosa es la vida, ese beso llegó demasiado tarde, ahora ella sólo se sentía culpable. Conocía muy bien a Bryan y sabía bien lo que él pretendía, pero ella no podía dárselo y sólo podía pensar en Antoni.

¿Cómo pudo pensar que lo olvidaría? Sí todo se lo recordaba, simplemente en ese momento estaba en brazos de Bryan deseando que fuera Antoni quien la besara, entonces comprendió que Antoni se le había metido hasta lo más profundo de su ser y que de ahí nadie lo sacaría. Su ser moría por él y su cuerpo pedía a gritos las caricias de aquel al que no podía tener.

Bryan pidió la cuenta y ya en su auto la miró a los ojos como buscando algo. Ella tenía los ojos más hermosos y expresivos que había visto nunca.

Melisa desvió la mirada, no podía mirarlo de frente teniendo en mente a otro hombre, tenía que terminar con eso de una vez y para siempre.

Hace más de tres semanas habría dado lo que fuera porque Bryan la mirara como mujer y mataría por pasar una noche con él aunque estuviera comprometido con Becca, pero ahora no podía hacer eso, no tenia intensión de ser la otra o desbaratar una boda por un hombre por el cual sólo sentía un profundo agradecimiento.

Bryan... -comenzó ella.

-Shhhh. No digas nada, no quiero escuchar nada, sólo déjate llevar pequeña. –Silenció sus labios con los suyos.

Bryan sabía de maravilla y sus labios expertos la tentaban, pero ella sólo pensaba en Antoni. En lo mucho que la impresionó cuando lo conoció y en lo bien que le sentaba el esmoquin o el traje de bandido el día del baile, pensaba en sus ojos, su mirada ardiente y profunda y sus besos, esos besos que la estremecían hasta la lo más hondo de su ser y la dejaban sin aliento, esa sonrisa que le llenaba el estomago de mariposas y en su cuerpo magnifico... Por muy bien que besara Bryan no despertaba en ella todas esas sensaciones y emociones que Antoni logró despertar. El amor.

Apartó sus labios de los de él, la situación se estaba poniendo demasiado intensa y ella no tenía la más mínima intención de llegar a más. –Es mejor que nos vayamos, es tarde y mañana hay que madrugar y nos espera mucho trabajo por hacer. –le dijo con cautela en los ojos.

Bryan estaba a punto de ebullición y no estaba dispuesto a dejar que ella se le escapase. Tenía que tenerla a su lado en la oficina y en su cama, ahora que probó el sabor de ella estaba seguro que no podía dejar que se fuera ni de la oficina pero menos aún de su vida. –Olvida el trabajo en este momento, éste es nuestro momento, sólo para nosotros dos. –le dijo con voz ronca y volvió abrazarla. –Eres la mujer más irresistible y tentadora que he conocido.

-¿Tentadora? Bryan soy yo, Melisa Summers ¿recuerdas? Nunca antes pensaste que fuera tentadora.

-Debí estar ciego porque me resultas muy tentadora. –le miró los labios y se acercó con la intención de besarla de nuevo.

-Bryan esto no va ir a ningún lado y lo sabes. Tu estas comprometido con Becca y me conoces muy bien yo jamás seré la otra. –sus palabras lo enfriaron como si le hubiese arrojado un balde con agua fría. Ella tenía razón, la conocía muy bien, Melisa no era mujer para una aventura, con ella era todo o nada y en este momento él no estaba seguro de poder darle un todo.

-Aunque mi aspecto cambio, sigo siendo la misma, sólo estas deslumbrado por mi nuevo yo. Jamás me habías invitado a cenar y menos a tu cama si me siguiera viendo como antes y eso no es muy halagador. –le dijo indignada.

-¡No es lo que parece! Aunque viéndolo desde tu punto de vista suena espantoso. Cuando entraste en mi oficina yo esperaba a mi pequeña, extrañé a mi pequeña, no al bombón que tengo ahora enfrente.

-¿Me extrañaste?

-Como un loco y lo sabes, estoy seguro que Susan ya te puso al tanto de mis llamadas y me debe estar alucinando por eso. Cuando me dejaste me sentí perdido y entonces Alec me dijo algo y lo comprendí...

-¿Qué? ¿Qué comprendiste?

-¡Es que vas a hacérmelo decir! –le dijo él exasperado, Melisa sabía que el infierno se congelaría antes que él admitiera sus sentimientos por una mujer.

Permaneció en silencio quería oírlo, aunque era tarde se lo debía, se lo debía por todos esos años de entrega incondicional y absoluta.

Habían llegado a la puerta del apartamento de ella.

-Tienes razón es mejor que me vaya, te veo mañana. –la besó en los labios y se fue.

Melisa entró desconcertada, Susan la miró y le dijo: -Creo que en lugar de preguntarte ¿de dónde vienes? te preguntaré ¿Qué pasó?

-Bryan me invitó a cenar y fue una cita maravillosa y romántica pero...

-¿Pero?

-No puedo dejar de pensar en Antoni. Sé que suena horrible pero a ti sí te lo puedo decir, mientras Bryan me besaba yo sólo podía pensar en Antoni y desee que fuera él y no Bryan quien me besara y estuviera conmigo.

-¿Bryan te besó? –preguntó Susan emocionada.

-Sí. Sé que suena absurdo pero tú sabes que hace tres semanas ese habría sido mi máximo, pero ahora...

-¿Vas a decirme que cuándo te besó no sentiste nada?

-Sí, no soy de piedra, pero no sentí lo que debería, solo mera atracción física. –hizo una pausa y se desplomó en el sofá desolada. -Susan, Antoni se clavó aquí –hizo una seña en el corazón –y no tiene intención de irse, estoy segura que si lo conocieras me entenderías. Él es único, maravilloso y no es sólo lo increíblemente guapo que es... su presencia, su temple, su manera de ser, de actuar, todo él. –suspiró. -Cuando estoy con él, el mundo parece desaparecer, cuando me toca descargas eléctricas me recorren el cuerpo y cuando estamos juntos saltan chispas entre los dos, cuando sonrie de ese modo tan seductor, tan suyo, me derrite y miles de mariposas revolotean en mi interior, cuando me besa me estremece toda y el dolor de no tenerlo es insoportable. –las lágrimas se negaron a quedarse en sus ojos.

-Si tanto lo amas ¿Por qué volviste? –preguntó Susan triste.

-Por ti, porque también te amo y tampoco podría vivir sin ti. –abrazó a su hermana y juntas lloraron.

-No sabes cuanto lo siento, como desearía que Antoni Beamont estuviera a tu alcance.

-Lo sé y te agradezco que estés conmigo, eso hace que me sienta mejor ante la pérdida de Antoni pero tenía que volver, éste es mi tiempo y mi lugar y aunque me duela tengo que aceptarlo.

-¿Le hablaste a Bryan de él?

-No. Bryan no me dejó, es un necio que sólo escucha lo que quiere oír, pero lo haré no tengas dudas de ello.

-¿No crees que podrías darte una oportunidad con Bryan? quizá te ayude a olvidar.

-No. Al menos ahora no puedo estar ni con Bryan ni con nadie, Antoni está demasiado presente en mí.

-Te entiendo, a mi me pasa lo mismo con Steve. ¿Sabes? Dicen que las penas se ahogan con un buen tequila ¿Qué dices?

-Que ojalá tengas razón...

 

Se pusieron una borrachera de las buenas, cantaron, lloraron, rieron, volvieron a llorar...

-Por ellos, aunque nos duela... -dijo Susan arrastrando las palabras y se bebió su tequila de un sólo trago.

-Por ellos...-respondió Melisa y brindó con su hermana...