Historia del mundo (II)
Les habla Fox, en la radio, desde África para el mundo del mañana. He estado pensando en la muerte. He oído hablar de los que se hacen llamar «Leales a Fox», salvajes que vagan por el mundo asesinando, violando y secuestrando niños. Se jactan de experimentar con el umbral del dolor de los bebés y niños pequeños que encuentran, violan a sus madres y las obligan a mirar cómo torturan a sus hijos. Son monstruos. Odio que se hagan llamar mis leales, porque no lo son. No representan en absoluto mis ideales ni mis deseos y tampoco actúan bajo mi mando. Son salvajes. Si les encontráis, matadles. Esas sí que son mis órdenes.
No quiero que nazcan más niños, pero esa no es razón para torturarles. La eliminación de la raza humana debe ser rápida e indolora. He estado pensando en la muerte. Siento el cáncer creciendo dentro de mí. Es una experiencia única, saber que la muerte se abre paso dentro de tu cuerpo, saber que ahora estás y dentro de un segundo podrías desaparecer. Saber que el mundo no se detendrá por tu ausencia.
¡Escondeos en vuestros campamentos! ¡Soñad con el amanecer! Pero debéis saber que no hay vida. No hay esperanza. No hay un mañana. Entregamos nuestras almas a religiones, a la tecnología, a las modas, a los cantantes, a los actores de Hollywood y a las estrellas de rock. Criamos a nuestros hijos para que fuesen mezquinos y desagradecidos. Construimos trenes, aviones, coches, quemamos el oxígeno y nos agarramos a la vida como garrapatas. ¡Basta! ¡La muerte es lo único que merecemos, todos y cada uno de nosotros! Escuchadme, supervivientes, si fueseis lo suficientemente valientes entregaríais vuestra vida para salvar la del planeta.