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«En el futuro, la lluvia quema», escribe en la pared de la caverna.

—Nuestra generación tenía esperanza en el mañana, en su dominio del mundo. Creíamos en el control, en el poder del dinero y en la suerte. Creíamos en que el mundo era nuestro. El futuro era partícipe de nuestra voluntad. Todo el odio acumulado por vivir según las condiciones de nuestro cerebro nos hizo estallar en llamas. Jodimos nuestro propio mundo. Pero teníamos un motivo.

«El mundo se merecía la destrucción», escribe en la pared.

A lo lejos, tras las gotas de lluvia ácida, la llama de una de las velas todavía aguanta. Nate se pregunta a sí mismo cómo ha llegado hasta allí. Piensa en Dahlia, en el instituto y en el juego de asfixia. Piensa en la voz de Fox y en el tiempo que ha pasado desde que la escuchó por última vez. Piensa en el mundo en el que vivía antes y en el mundo en que vive ahora. Y se pregunta en qué momento empezó todo. Cuando sonaron las primeras explosiones. Qué sintió. Y qué sintió el resto del mundo. Se pregunta si todo tiene algún sentido.

Y no tiene respuesta para ninguna de esas preguntas.

La bicicleta que ha encontrado es vieja, pero espera que pueda aguantar lo suficiente como para llegar a Europa. El túnel aún tiene que estar en perfectas condiciones y es probable que haya gente viviendo en su oscuridad. Posiblemente, caníbales. Lleva el arma con suficientes balas como para sobrevivir por su cuenta. Nate se sienta en el suelo, al lado de la bicicleta, y medita las posibilidades reales de que él sea el último ser humano. La bicicleta, la carretilla, los paquetes de comida y agua, el camino, la lluvia, las malditas velas… Todo parece no llevar a ninguna parte. A lo mejor todo tenía que terminar así. Si Fox no hubiese encendido la mecha, otro lo habría hecho.

Nate se siente sin fuerzas de seguir preparando el viaje y se queda sentado, tirado en el suelo mirando al vacío. La primera gota de lluvia ácida cae en su mano y le quema, ligeramente, con un escozor que le deja la zona enrojecida. Nate mira hacia el cielo, que es de color verde oscuro, y se pregunta por qué llueve. Antes, el agua que caía del cielo era dulce. Abre la boca y varias gotas le queman la lengua. A lo mejor todo fue culpa de Dahlia. A lo mejor él no tendría que estar vivo y camino de África.

A lo mejor ha llegado el momento de olvidar.