CAPÍTULO DOCE

ALEX

Del Kilómetro 41 al 35

Todos se despertaron alrededor de las 7 (al igual que lo habrían hecho en la tienda).

Todo el mundo despertó con hambre y Niko repartió una lata de atún y un cuarto de barra energética para cada uno.

Jean se movilizó por la generosidad de esto y nos dio a todos una lata de Fresca[3]

Fresca caliente y atún seco. Delicioso.

A Sahalia se le escapó que tenía algo de goma de mascar, pero que no la compartiría. Ni siquiera un pequeño pedacito. Afortunadamente, Jean me dejó frotar un poco de pasta de dientes en mis encías así no tendría el aliento como si hubiera estado comiendo el trasero de un burro todo el día.

Podría haber pensado que todos querríamos quedarnos aquí en el tráiler tanto como fuera posible, pero sorprendentemente, no era así.

Estoy escribiendo esta última parte y después nos vamos. Creo que es porque es muy pequeño aquí. Estamos uno encima de otro.

Y cuando los chicos oyeron que los tipos del Ejército estaban sólo a 16 kilómetros, todos se entusiasmaron.

—¡Podemos hacer 16 kilómetros sin problema! —cantó Max—. ¡Podemos hacer 16 kilómetros mientras dormimos!

¡Si, señor, vamos a hacerlo! ¡No, señor, no quiero decir quizás![4]—cantó Ulises en su acento mexicano. Dónde lo aprendió, no podría decirlo.

—No lo sé —dijo Batista—. 16 kilómetros es un mucho.

—Va a ser un trabajo duro, pero sé que podemos hacerlo —dijo Josie, acariciándole el brazo a Batista. Ella siempre alentando a los pequeños. Creo que incluso si estuviéramos dirigiéndonos a un acantilado, ella podría mantener a todos vivaces y emocionados.

—Pero Max se queda —afirmó Jean—. Cariño, ahora estás en casa y te voy a mantener realmente a salvo aquí conmigo. ¿Te quedas, verdad, amigo?

Max pensó al respecto durante unos 3 segundos.

—No te ofendas, tía Jean, pero estos chicos son mi familia tanto como tú.

—¡Pero soy un adulto, Max! ¡Y quizás tu padre venga aquí para buscarme!

Max hizo una mueca como si realmente no creyera eso.

Jean se agachó y lo miró directamente a los ojos. —Ésta es tu mejor oportunidad, cariño. ¡Te quedas!

—¿Tía Jean, alguna vez conociste a mi perro, Lucky? —dijo Max—. Tenía a este perro que se llamaba Lucky y era un perro callejero que encontramos en la parte trasera del Safeway[5] y le faltaba un ojo. Mi padre dijo: “Oh, hicieron bien en dejarlo con la basura, hijo. Ése pero no es bueno.” Pero juré y juré que lo cuidaría si me dejaban quedarme con él y mi mamá dijo: “Sobre mi cadáver,” y entonces mi papá dijo: “Quizá no es tan mala idea,” y eso pasó cerca de cuando mi papá se mudó. De todos modos, llevé a Lucky a la clínica gratuita de animales y ellos le quitaron las pulgas y me dieron gotas antiparasitarias para él y también le cortaron sus partes de hombre. Quedó bien limpio. Pero mi mamá seguía odiándolo. No sé por qué.

—Cariño, todo lo que digo es que quiero que te quedes conmigo… —Jean trató de interrumpir.

Supongo que nunca escuchó a Max contar una historia. Él simplemente continuó.

—Así que para Navidad, mi mamá va y consigue un cachorrito nuevo de la tienda de mascotas. Un Chow[6], bien esponjoso y con un moño. Y ella dice: “Puedes quedarte con este nuevo, cariño, pero tienes que dejar que me lleve al viejo Lucky al refugio,” y yo dije: “De ninguna manera.” Oh, ella gritó y armó un escándalo y dijo cómo puedes no querer a este Chow precioso y esponjoso y en cambio quieres a ese mestizo sarnoso y apestoso.

—Simplemente creo que vas a estar más a salvo aquí...

—Y luego ella fue y le dio ese perro Chow a su hermana Raylene y actuó como si siempre hubiera querido que fuera para ella de todos modos. Bueno, entonces el último día de vacaciones, ¿saben qué sucedió? —Max nos preguntó a todos—. Yo estaba caminando en el lote detrás de la planta de tratamiento de aguas residuales y Lucky comenzó a ladrar como loco, ¿y qué veo? ¡Que estoy a punto de pisar una serpiente de cascabel! Está allí durmiendo sobre un tanque de agua sucia, donde el suelo es lindo y cálido y está sacudiendo su cola y siseándome, ¡y entonces Lucky se precipita hacia adelante y muerde a la cosa en el cuello y la mata!

Él nos miró, como si su historia respondiera totalmente a las preocupaciones de Jean.

Después de un momento, ella dijo: —Cariño, no entiendo tu historia. ¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, quédate con el pero que conoces, Tía Jean —le dijo Max—. Quédate con el perro que conoces.

Niko quiere que todos bebamos mucha agua. Dio como razón que los chicos que necesiten mantener sus máscaras puestas no podrán beber afuera. Sigo olvidando eso, pero tiene razón. Si levantan sus máscaras, van a ser golpeados por los compuestos y podrían morir.

O Josie podría convertirse en un monstruo O y matarnos.

Jean tuvo la idea de que deberíamos llevar algunos cigarrillos con nosotros. Entonces podríamos meternos en un auto y Sahalia y yo podemos llenarlo con humo así los otros pueden quitarse sus máscaras y beber.

Suena como un montón de trabajo sólo para beber algo, pero es todo lo que tenemos. No tenemos realmente la necesidad de preocuparnos por los efectos nocivos del humo de cigarrillo, a este punto.

Jean le dio a Niko tres paquetes, lo que es un regalo bastante caro.

Todo el tiempo estuvo llorando e hizo que Niko prometiera que si conseguíamos ayuda, que enviáramos a alguien por ella.

Dejamos el parque de remolques y seguimos la autopista.

Niko nos hizo caminar en este orden: él, luego Max y Ulises, tomados de la mano, luego Sahalia, después Batista y yo, tomados de la mano, luego Josie en la retaguardia.

Me molestó que tuviera que ir de la mano con Batista, pero me acostumbré a ello. Y él estaba realmente asustado, así que era una buena idea.

Sólo Niko tenía permitido llevar una linterna. Tenía razón, porque cuando los pequeños las tienen, alumbraban hacia todos lados y eso era peor que no ver, porque de vez en cuando encontrarían cuerpos y se pondrían a gritar y a llorar.

Niko mantuvo su luz en el suelo. A pocos metros por delante. Estable y medido.

Es difícil caminar en la oscuridad, pero como que está bien, porque es como si tuviéramos los ojos vendados.

No podíamos ver a la izquierda, o a la derecha, sólo donde estaba la linterna.

No caminamos en la carretera. Niko sentía que podíamos ser atacados. En su lugar, caminamos en uno de los lados, cerca de 6 metros en paralelo al camino.

En el camino había montones de autos y montones de cuerpos. Las cosas estaban perdiendo forma, una pelusa blanca creciendo en surcos sobre coches y cuerpos.

Me hizo pensar en el señor Culleton, en Estudios de la Tierra, y nuestro bloque de compostaje[7]. Él dijo que en una pila de abono, las cosas volvían a su forma más densa y nutritiva.

Si el sol vuelve, quizá ésta sea la mejor tierra fértil de todas.

Sé que es una exageración, pero es la única cosa agradable que puedo decir sobre todo el moho y el barro.

De todos modos, caminamos.

Y a Batista le salieron ampollas, cosa que me contó, y le dio sed, cosa que me contó, y le dio hambre, cosa que me contó.

Y yo dije: “Lamento eso, Batista,” cada vez y de hecho parecía ayudarlo.

Fue una caminata muy, muy difícil.

Finalmente, Niko nos llevó de vuelta a la carretera. Comenzó a iluminar dentro de los autos.

Le di un codazo a Batista. —¡Apuesto a que vamos a parar para una pausa para beber!

Él me sonrió, y apretó mi mano.

Niko iluminó a un par de autos, pero había cuerpos dentro. Nos hizo parar detrás de él y no nos dejó mirar adentro.

No me molestó esperar detrás. No necesitaba ver ningún otro cuerpo y ninguno de los niños lo necesitaban tampoco.

En algunos coches, Niko intentó con las puertas, pero no pudo conseguir abrirlas.

Entonces, repentinamente, se agachó, y nos indicó a todos que nos agacháramos. Apagó las luces.

Venía una motocicleta.

Se lanzó y viró entre los coches. La luz parecía muy brillante y me hizo dar cuenta de que mis ojos de alguna manera se habían ajustado a la oscuridad.

Se acercó más y más.

Era un motociclista que llevaba gafas —tenía una barba larga, y una campera de cuero y todo. Y montado en la parte de atrás había un pequeño anciano. Tenía un gorro de nieve y una chaqueta que parecía demasiado grande para él.

Ellos nos pasaron justo por al lado y no nos vieron para nada.

—Quizás es su padre —dijo Batista.

—Es lo más probable —concordé—. O simplemente alguien a quien el motociclista encontró y quiso salvar.

Debía de haber tenido la motocicleta guardada en algún lugar hermético, como nuestro autobús.

Me pregunté cuánto tiempo habían durado los neumáticos en nuestro autobús. Esperaba que se hubieran podrido en pedazos.

Niko encontró un coche. Era un Nissan Murano plateado.

Nos hizo señas y nos apuramos a entrar en el coche. Max y Ulises se dejaron caer en la parte trasera. Yo me senté en el asiento trasero con Sahalia. Batista, Niko y Josie estaban en la delantera. Como un viaje en un coche familiar. Sólo que no lo era en absoluto.

Sahalia y yo sacamos los cigarrillos y comenzamos a fumar.

¿Sabes cuán horribles son los cigarrillos? El humo se te mete en el pecho y te hace toser. Te da una buena sensación en el cerebro. Un tipo de apertura. Pero eso es todo.

Estaba soplando el humo a la parte trasera y Sahalia hacia el frente.

—¿Fumar es un pecado? —Batista le preguntó a Niko.

—No —respondió Niko—. No es saludable, pero no es un pecado.

—Entonces creo que voy a fumar también.

—Está bien —dijo Niko, encogiéndose de hombros.

—¡No es justo! —Max y Ulises protestaron.

Sahalia encendió un cigarrillo para Batista y se lo pasó.

—No inhales demasiado —advirtió—. O vas a vomitar.

Sostuve mi cigarrillo entre mi dedo índice y el pulgar, pero Batista lo sostuvo entre sus primeros dos dedos, como una V. Él se parecía un poco a un pequeño francés.

Sahalia lo miró por un segundo y luego se rió a carcajadas.

Batista levantó una ceja y dijo: —¿Qué?

De alguna manera, eso fue demasiado gracioso.

Él, todo sucio, vistiendo Dios sabe cuántas capas de ropa, pero con una cara redonda y limpia, su gorro encaramado en la cabeza, y el cigarrillo.

Todos nos echamos a reír.

La risa fue del tipo de las que estalla. Del tipo que te hace llorar y jadear por aire.

Cuando dejamos de reír vi que Max se había quitado la máscara.

Parecía estar bien. Se estaba riendo como un loco.

Niko se quitó su máscara, y luego Josie.

—Parece funcionar —dijo Niko—. El humo.

—Todos vamos a tener cáncer de pulmón —dijo Josie con gravedad.

Esto, también, pareció ser realmente divertido y todos empezamos a reírnos nuevamente.

Josie puso los ojos en blanco y bebió un poco de agua.

Niko entregó las barras de proteína.

—Gracias, Dios, por esta comida, amén —dijo Batista rápidamente antes de comer su barra.

—¿Niko, es verdad lo que dijo ese cadete? —preguntó Max.

—¿Sobre qué?

—Sobre que están matando personas en el aeropuerto —murmuró.

—De ninguna manera —dijo Niko—. Él estaba mintiendo o siendo paranoico.

—¿Qué pasó? —preguntó Josie, preocupada.

Niko le explicó lo que Payton nos había contado.

—¡Si pudiera ponerle las manos encima a ese tipo! —gruñó ella.

Ella hizo sonar su cuello. Ulises, observándola, comenzó a lloriquear. Sus ojos lucían dilatados —para nada bien.

—No. Nop —dijo ella—. Estoy comenzando a sentirlo. ¡El humo no está funcionando!

Entonces se puso la máscara de vuelta.

Max tosió y dejó escapar un lloriqueo.

El guante en el que tosió estaba sangriento.

—¡Pónganse las máscaras de nuevo! —gritó Niko. Ulises gritó, alejándose de Max.

—¡Tú también, Ulises! ¡Ayúdenlo! —Niko nos ordenó a Sahalia y a mí.

Sahalia y yo intentamos ir hacia atrás y ayudar a Ulises a ponerse su máscara, pero éste luchó contra las manos de Sahalia, gritando en español.

Finalmente lo agarré por la parte de atrás del cuello y Sahalia le puso la máscara.

Max abrazó a su amigo, sujetando sus brazos hacia abajo. —Está bien, Ulises. Sólo somos nosotros. Sólo nosotros.

Ulises se calmó luego de unos minutos.

Demasiado para la idea del coche lleno de humo.

Pero al menos conseguimos tomar un poco de agua y un bocadillo.

—Movámonos —dijo Niko.

[3] Bebida cítrica gasificada de dieta hecha por The Coca-Cola Company.

[4] Adaptación de lo que dice Ulises que de lo contrario no tendría sentido en el contexto traducción literal: “Si, señor, ese es mi bebé. No, señor, no quiero decir quizás.”

[5] Safeway: Cadenas de supermercados norte-americana.

[6] Chow: Raza de perro originaria de china.

[7] Compostaje: Método que se utiliza para conseguir abono orgánico que se utiliza como fertilizante.