AGRADECIMIENTOS

Si bien la mayoría de los libros llevan el nombre de un autor en la cubierta, yo siempre he pensado que son un esfuerzo colectivo, y especialmente este. No es una hazaña sencilla pasar de elaborar ensayos históricos destinados a adultos a escribir una novela para un público juvenil.

En mis libros anteriores, desenterraba hechos fascinantes y los entrelazaba de forma entretenida. En realidad, era muy sencillo, casi como tejer. En esta novela, he tenido que crear un mundo entero, vibrante, lleno de imágenes, sonidos y olores, tan riguroso históricamente como fuera posible, a pesar de los elementos fantásticos, y mostrarlo desde las perspectivas de siete personajes diferentes, seis de los cuales son adolescentes. Debía crear diálogos realistas y mantener un ritmo ágil.

Las novelas elaboradas con mayor ingenio suelen ser fáciles de leer, lo que puede llevar a la errónea percepción de que escribirlas precisa poca habilidad. Ahora soy consciente de que escribir una buena novela es como cuando un patinador realiza una triple pirueta. Los espectadores dan por sentado que lo conseguirá porque parece elegante y sencillo. Lo que no perciben es todo el trabajo que tiene lugar antes de la actuación, en el que se incluyen las innumerables veces que el patinador se ha dado una buena culada.

A mis profesoras de Paper Lantern Lit, Lexa Hillyer y Kamilla Benko, muchísimas gracias por confiar en que sería capaz de llevar esto a buen puerto. Gracias por vuestro consejo y apoyo, y por las risas que compartimos, gran parte de ellas en los márgenes del Control de cambios. En el mundo literario de hoy, tan competitivo, muchos agentes y editores no se toman ya tiempo para desarrollar el talento. Vosotras me habéis enseñado tanto sobre este excitante campo nuevo, que os estaré eternamente agradecida.

También quiero darle las gracias a Alexa Wejko, la editora en prácticas estrella de Paper Lantern, que ha metido incontables horas de trabajo entre bastidores en apoyar el desarrollo de este proyecto. Y gracias también a Tara Sonin, la encargada de marketing de Paper Lantern, por todo el esfuerzo realizado, sobre todo el de guiar mis pasos por las redes sociales.

Vaya también mi reconocimiento a Stephen Barbara por lograr el contrato con Harlequin Teen y por su continuo apoyo durante el año pasado. Y muchas gracias a Jessica Regel de Foundry Literary and Media, que se encargó de vender —y sigue haciéndolo— los derechos de publicación en el extranjero.

Dentro de Harlequin Teen, me gustaría dar las gracias a Natashya Wilson, directora ejecutiva, y a Amy Jones, Mary Sheldon y a toda la impresionante gente de marketing, publicidad y diseño, que trabajan tanto para que Legado real sea un éxito.

También me gustaría dar las gracias a mi fabulosa prima, Emily Heddleson, que nunca dejó de leer literatura juvenil, adora trabajar en el sector y me dio un buen empujón en esta dirección. Cuando era pequeña y vivía a cinco mil kilómetros de mí, yo le escribía historias de sirenas y princesas y espíritus mágicos del bosque. Tal vez estas historias sembraron las primeras semillas de su amor por la literatura juvenil. Si es así, me ha correspondido más que de sobra al ponerme en contacto con su amiga Lauren Oliver, cofundadora de Paper Lantern Lit. Gracias, Lauren, por insistir a Lexa para que se pusiera en contacto conmigo y por todo tu trabajo en el manuscrito.

Y por último, aunque sin duda no menos importante, me gustaría darle las gracias a mi marido, Michael Dyment, por aguantar a una esposa excéntrica cuya cabeza sigue firmemente ligada al pasado y que convive con cuatro gatos enormes pegados a su escritorio.