Capítulo 22

Diez mitos en torno al dormir

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En este capítulo

Image Dormir sólo es dormir

Image Las alteraciones del sueño son normales

Image Siempre que estás cansado, duermes

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Proyectas tu vida, la planificas al dedillo en tu agenda digital y te llevas el portátil a todas partes para aprovechar cada minuto del día. Porque de noche no hay nada que hacer ni pensar, dormir es un acto reflejo que nadie te ofreció y que te toca aceptar.

Por eso, afirmas que duermes si estás cansado, y vives la vida en tanto que dispones de energía. Sea la hora que sea. Ah, y que mientras haya una cama, tampoco hay que darle más vueltas al asunto. ¡Oye, pues entérate de que duermes más que cualquier otra cosa en la vida! Apúntatelo en la agenda, junto con otras ideas erradas que cabe desterrar.

Dormir menos hoy y compensar mañana

La creencia de que cuanto más dormimos, más sueño tenemos, está muy extendida. De ahí que a muchos no les importe perder horas de sueño, creyendo que así van a rendir más en el trabajo. Como si el sueño fuera un chicle que se estira y se recoge en función de lo que nos convenga ese día.

Nada de eso es cierto. Nunca duermes más de lo que necesitas.

¿Que los adultos jóvenes duermen menos horas de las necesarias durante la semana y después “recuperan” el fin de semana? Enorme error: el sueño no se recupera. Es como si te alimentaras sólo los lunes, y el sábado y el domingo intentaras comer lo que no has ingerido entre semana. El sueño se pierde como el tiempo, y únicamente recuperas un pequeño porcentaje si dejas dormir a tu cerebro lo que precisa.

image Por consiguiente, es una grave equivocación pensar que con 5 o 6 horas pasas entre semana y los festivos te puedes poner al día con una larga sesión de cama.

La pérdida de horas de sueño es acumulativa. Si duermes una hora menos cada día, no tirarás a la basura simplemente una hora, sino que se irán sumando a las que perderás después. Es decir, la sensación después de dormir 6 horas diarias, durante tres días seguidos equivale a haber dormido 3 horas cada día (que son las que has dejado de cumplir).

La gente que duerme menos de lo que necesita tiene un 40 % más de posibilidades de tener accidentes de circulación, de no concentrarse y de sufrir trastornos psiquiátricos como ansiedad y depresión.

Yo nunca sueño. ¿Debería?

Todos soñamos pero no todos recordamos los sueños. Los ensueños se producen en la fase REM, que supone del 15 al 20 % de nuestro tiempo de sueño. Exactamente el tiempo que soñamos cada noche.

image Ocurre que para recordar los sueños necesitamos despertarnos y tener la suficiente claridad mental. De hecho, a medida que nos hacemos mayores los despertares aumentan, y por eso los ancianos explican con más detalle sus sueños. En cambio, los jóvenes y los adultos apenas pueden contar el último sueño que han tenido antes de que se despertaran. También es totalmente normal que algunos no los recuerden nunca.

Duermes igual toda la vida

Con los años el sueño de una persona sana experimenta cambios destacables. La arquitectura del sueño se modifica durante la vejez. Dormimos menos de noche y, además, de manera menos continuada. Por otra parte, hacemos unas cuantas siestas durante el día, que se suman al horario nocturno. De esta manera, el tiempo dormido durante todo un día, en conjunto, resulta en horas más o menos similar al de un adulto.

Según esto, es normal que una persona de 70 años duerma entre 5 y 6 horas de noche y haga un par de siestas de 10 a 20 minutos durante el día. Pero tampoco es anormal que pueda dormir 7 u 8 horas de noche. En realidad, los ancianos pasan más tiempo en la cama descansando que durmiendo. Tienen poca necesidad de sueño y, en cambio, muchas horas para estar en la cama. Los jóvenes tienen mucho sueño y poco tiempo para estar en la cama.

image También por esa dificultad de prolongar el sueño nocturno, muchas veces pensamos que las siestas diurnas de las personas mayores les roban el sueño por la noche y, equivocadamente, las despertamos o distraemos para impedir que duerman, para que se acuesten más cansadas y descansen más horas. Pero el sueño del día y el de la noche son distintos y complementarios.

La siesta es perjudicial

Qué va. Para los adultos resulta muy saludable desconectar a diario unos 20 minutos. Este tiempo basta para afrontar la tarde con un poco más de energía natural. Si dormimos más, puede que profundicemos demasiado en el sueño y el despertar sea confusional. Por eso hay gente que dice que la siesta no le sienta bien, y es porque la prolonga demasiado.

La siesta nunca debe servir para compensar las pocas horas de sueño nocturno. Sólo sirve para afrontar mejor la tarde, porque cumple las pequeñas necesidades de sueño que tiene nuestro cerebro entre las 14.00 y las 16.00 horas.

Siempre dormimos de un tirón

Aunque muchas veces pensemos que hemos dormido de un tirón, esa sensación sólo nos indica que hemos dormido bien. En realidad, durante la noche hemos vivido pequeños despertares. Emergiendo de cualquiera de las fases del sueño que configuran una noche, se producen entre 6 y 8 despertares de muy corta duración, que en el caso de niños y adultos no superan los 30 segundos, y que para las personas mayores se pueden prolongar entre 2 y 5 minutos. No somos conscientes de estos despertares, que aprovechamos para cambiar de posición o taparnos si sentimos frío.

La alteración del sueño, un achaque más

Las alteraciones del sueño se presentan con parecida frecuencia a lo largo de toda la vida, aunque sí es verdad que las personas mayores acusan más algunas de ellas. Por ejemplo, y aunque sueñen igual, el hecho de tener más despertares nocturnos y de poder recordar los sueños también las hace susceptibles de recordar más las pesadillas.

El ronquido es cosa de hombres

El ronquido es el ruido que produce el aire al entrar y salir de nuestros pulmones porque se relajan los músculos internos del cuello. Es un ruido habitual a medida que avanzamos en edad, de ahí que sea muy común en los ancianos. El ronquido se da más entre los hombres cuando son adultos, pero después de la menopausia las mujeres también suelen roncar igual que ellos.

Al contrario de lo que se creía hasta ahora, cuanto más se ronca menos se descansa, porque el ronquido impide que el sueño sea profundo. Dormir boca arriba es la postura que más favorece el ronquido, porque la relajación de los músculos de la lengua contribuye a cerrar el paso del aire hacia los pulmones.

image No te esfuerces en propinarle golpecitos a un roncador. Al despertarse, sus músculos se fortalecen y el cuello se abre. Así, deja de roncar durante unos segundos, pero inmediatamente vuelve a relajarse y a entonar la sinfonía.

Despertar a un sonámbulo

Puede parecer una broma de niños, pero caminar dormido no resulta muy divertido para los sonámbulos ni para los que conviven con ellos. Los que pasean en sueños no son conscientes de su entorno ni controlan sus reflejos, por lo que corren el riesgo de tener un accidente y hacerse daño.

El sonambulismo es un desorden que debemos tomarnos en serio. Si ése es tu caso, es conveniente que acondiciones la disposición de los muebles u objetos en casa de modo que no entorpezcan la caminata inconsciente.

Puedes instalar algún tipo de alarma sutil que te despierte y te permita devolver al sonámbulo sano y salvo a la cama. Eso sí, no te empecines en despertarlo ni mucho menos lo zarandees, o la persona creerá que la atacas y se defenderá. Cógela de la mano y condúcela con suavidad de vuelta a las sábanas. Si aún se resiste, llámala por su nombre.

El cansancio propicia el sueño

Que si un chorrito de brandy en un vasito de leche caliente, que si una copa (o más) de una bebida alcohólica, que si esa costumbre de ir al gimnasio al caer la noche para liberar estrés, que por qué no preparar una comida fuerte que te amodorre… ¡Tu higiene del sueño necesita una revisión urgente! El cansancio proviene de una estimulación excesiva del organismo que, al final, te impide descansar. Esto es aplicable a aquellos que prácticamente duermen con la tele encendida o que afirman necesitar adormecerse en el sofá para luego pasar a la cama.

image Demasiado trajín e interrupciones implican que el sueño sea superficial y que te levantes confuso y molido.

Un buen colchón dura toda la vida

De eso nada. Un colchón se deforma, comienza a molestar con ruiditos extraños, se llena de ácaros y está condenado a envejecer. No sólo cabe cambiar de colchón cada 5 o 10 años, sino que debes esmerarte a la hora de probarlo, escogerlo y combinarlo con un buen soporte, con una almohada apropiada y con la ropa de cama adecuada.