Capítulo 20

No dejan pegar ojo a los demás

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En este capítulo

Image Conocer las consecuencias de roncar

Image Controlar las apneas del sueño

Image Caraterísticas del sonambulismo y otras parasomnias

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Hay problemas que nos quitan el sueño, amores que no nos dejan dormir y vecinos con los que descansar es una misión imposible. Pero la peor situación se da cuando quien no nos deja dormir se acuesta con nosotros. Y, además, noche tras noche.

El ronquido y el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) son dos dolencias que producen bastante malestar a los acompañantes. Otros fenómenos que nos pueden interrumpir el sueño son las denominadas parasomnias, entre ellas, las pesadillas. Si recuerdas cómo te amargaban la noche cuando eras pequeño, es comprensible que, cuando tus hijos se pasen a tu cama de madrugada porque tienen miedo, los consueles. Craso error, pues la escapada del pequeño al dormitorio de los padres suele ser una excusa para evadir su obligación de dormirse solito.

El ronquido, la apnea del sueño y las parasomnias no son fenómenos peligrosos, pero conviene erradicarlos o aliviarlos por el bien de quienes los padecen y de quienes tienen que soportarlos.

Ronquidos inoportunos

De las parejas en que uno de los dos ronca, muchos admiran al que duerme cada noche al lado del roncador. ¡Eso sí que es amor verdadero! No. No nos equivoquemos. Nada tiene que ver el amor con una tortura como el ronquido. En esta situación, el roncador pasivo es el equivalente al fumador pasivo que, como algunos estudios aseguran, se lleva la peor parte.

Nuestra versión de los hechos aboga por remediar esa situación. La vida diaria en el trabajo o en el cole ya es lo suficientemente dura como para que encima, al llegar a casa, tengamos que soportar el estruendo de un ronquido a pocos centímetros de nuestro oído cuando nos morimos por desconectar de todo.

Las estadísticas señalan que el 95 % de la población ronca en algún momento de su vida. En detalle:

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Figura 20-1: En algunas ocasiones los ronquidos afectan al descanso de la pareja

Ellos suenan más

Los hombres no roncan más porque tengan la voz más grave, la nuez de la garganta más grande o porque fumen, duerman más profundamente o no se preocupen tanto por los problemas. Los hombres roncan más porque carecen de una hormona protectora que las mujeres sí secretan hasta la menopausia: la progesterona. Esta hormona es la responsable, entre otras cosas, de aumentar el tono de los músculos que pueden estabilizar las vías respiratorias superiores.

¿Por qué roncamos?

Roncar es un acto anómalo que sólo se produce mientras dormimos y es consecuencia de la vibración de los tejidos blandos de la parte posterior de la garganta (orofaringe), porque el aire que inspiramos pasa más rápido. El ronquido empieza cuando nos dormimos y se incrementa poco a poco hasta alcanzar su máxima intensidad en la fase 3-4. Durante la fase REM se reduce, detalle curioso si tenemos en cuenta que en esta fase el tono muscular es mínimo y eso tendría que favorecerlo.

Lo normal en todo proceso respiratorio es que el aire entre por la nariz, atraviese las fosas nasales, pase por detrás del velo del paladar y, bajando por la faringe y la tráquea, llegue hasta los pulmones. Cuando estamos despiertos el tono de los músculos que componen todos estos pasillos respiratorios es suficiente para mantenerlos abiertos. Pero durante el sueño, nuestros músculos se relajan. Por esta razón nos tenemos que tumbar para dormir o, de lo contrario, nos desplomaríamos inmediatamente. Pues bien, los músculos en esas vías respiratorias altas —los pasillos desde la nariz a los pulmones— también se relajan. Y entonces se estrechan y obstaculizan el paso del aire. Al rozar, el aire debe aumentar su velocidad para llenar los pulmones, lo que provoca la vibración de las cuerdas vocales y las partes blandas del cuello. Esa vibración es el ronquido.

Un ejemplo: caso clínico para aliviar el ronquido

Manuel tiene 46 años, está casado y es funcionario de la administración local.

Motivo de su consulta

Acude a la consulta por solicitud de su esposa e hijos, ya que ronca de manera muy molesta y sufre paradas respiratorias durante el sueño.

Enfermedad actual

Desde hace más de 20 años Manuel presenta un ronquido intenso que ha ido aumentando. Actualmente, él y su mujer duermen en camas separadas debido al ruido (aún mayor después de una cena copiosa con abundante consumo de alcohol).

En los últimos 5 años, y de forma progresiva, la esposa ha ido observando la aparición de paradas respiratorias que interrumpen el ronquido, van seguidas de un fuerte suspiro y terminan con un movimiento brusco de Manuel. Esta situación es continua durante toda la noche y hace que Manuel no pare de moverse en la cama.

Manuel ignora la existencia de los síntomas referidos por su mujer, aunque admite que su sueño es algo irregular, superficial y de mala calidad. Como consecuencia, padece somnolencia excesiva durante el día, que le impide realizar su trabajo con normalidad. Además, conducir es una pesadilla, ya que se duerme incluso en los semáforos, y tampoco puede asistir a reuniones de trabajo que se prolonguen mas de 30 minutos por dificultades de atención. Ha tenido varios sustos conduciendo, y uno de ellos incluso provocó un vuelco del vehículo, afortunadamente sin consecuencias físicas.

La mujer de Manuel comenta que el carácter de su esposo ha cambiado, que ahora él es más irritable y tiene menor interés por la vida social. No quiere salir de noche, e incluso se niega a ir al cine o al teatro porque se duerme. Sus relaciones sexuales también se han visto afectadas por su apatía.

Manuel asegura sentir una gran sensación de cansancio al levantarse, incluso con cefalea y pesadez, que sólo mejora después de 2 o 3 horas de haberse levantado. También se despierta varias veces durante la noche con la boca seca y necesidad de orinar. Piensa que puede tener algún problema de próstata.

La esposa explica que Manuel suda mucho mientras duerme, y que el sudor tiene un olor peculiar. Por la mañana, la almohada está ligeramente sucia, con un círculo de color rojizo, por excesiva secreción salivar.

Antecedentes familiares

Padre de Manuel: roncador intenso, aunque nunca le habían dado mayor importancia al fenómeno porque “todo el mundo sabe que roncar es cosa de hombres”. El padre de Manuel falleció a los 65 años a causa de un infarto mientras dormía. Era hipertenso y obeso.

Exploración clínica

Manuel tiene sobrepeso (15 kilos más de lo esperado para su edad y talla) con un acúmulo importante en el abdomen. Cuello ancho y corto. Voz nasal, y discreta hipertrofia de la campanilla de la garganta (úvula). Hipertensión diastólica (100).

Pruebas complementarias específicas

El médico le practicó una polisomnografía nocturna de 8 horas de duración que reveló la presencia de un índice de apnea por hora de sueño de 46 y una desaturación de oxígeno de 75 en su punto más bajo. No disfruta de fase profunda de sueño y cada una de las apneas va seguida de una reacción de despertar, con lo que el sueño está fragmentado.

Diagnóstico

Manuel sufre un síndrome de apnea obstructiva del sueño de carácter grave.

Tratamiento

El doctor descarta el tratamiento quirúrgico porque no hay una causa mecánica que justifique el proceso. Manuel usará un equipo CPAP (aire a presión positiva continua) después de realizar una nueva polisomnografía nocturna para averiguar la presión necesaria para solventar su problema.

Evolución

Desde el primer día de uso del CPAP, Manuel presenta una mejoría espectacular con desaparición de la somnolencia diurna y una excelente sensación de descanso al despertar por la mañana. Su mujer explica que ya no ronca y que tampoco hace apneas; que duerme seguido y sin movimientos. Progresivamente, se normalizan sus funciones cognitivas (atención, memoria y concentración), recupera el interés sexual y mejora su hipertensión.

Como efectos secundarios, sólo se queja de una ligera molestia por el ruido que produce el compresor del CPAP y un muy discreto enrojecimiento facial en el área de apoyo de la mascarilla.

Como complemento del tratamiento, Manuel sigue una dieta para perder peso.

Los niños también

Entre el 7 y el 10 % de los niños roncan todas las noches. De hecho, el ronquido puede empezar a cualquier edad, aunque es más probable que en los lactantes, a diferencia de en los niños mayores, se deba a anomalías estructurales del sistema respiratorio. Antes de la pubertad la frecuencia del ronquido es más o menos igual en ambos sexos, mientras que después de la pubertad predomina en los chicos.

image Hay dos tipos principales de ronquido: el continuo y el intermitente. En el ronquido continuo el ruido suena igual y no suele revestir riesgo. En el caso del ronquido intermitente el ruido crece y decrece con frecuentes intervalos de silencio, que son las apneas o pausas en la respiración. Estos vacíos respiratorios sí merecen nuestra atención.

Tanto en niños como en adultos un ronquido vinculado a otros síntomas, como las apneas obstructivas del sueño, necesita consulta médica. Hasta hoy nadie solía consultar al médico por roncar. Más bien se envidiaba al roncador porque dormía a pierna suelta. Pues sucede al revés: cuanto más roncas, peor duermes.

A medida que avanzamos en el estudio del ronquido descubrimos más consecuencias negativas para la salud. Todos los estudios epidemiológicos han mostrado que el ronquido representa un factor de riesgo para el corazón y la circulación sanguínea en hombres de entre 30 y 60 años. Los mecanismos que lo causan no están, sin embargo, demasiado claros, pero podemos enumerar algunas razones que inciden en el ronquido:

¿Podemos evitarlo?

Lo intentaremos. Para ello es preciso tener en cuenta:

El síndrome de apnea obstructiva del sueño (la respiración falla)

El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) consiste en el cese repetido del flujo respiratorio (apnea) mientras estamos dormidos, lo que conlleva un descenso en la concentración de oxígeno en la sangre y un sueño fragmentado poco reparador. La sangre, por mucho que recobres la respiración, no recupera ese oxígeno. De ahí que una apnea pueda resultar peligrosa para la salud.

La apnea es una alteración nocturna del sueño en la que se produce una interrupción del flujo respiratorio, provocando un despertar o un cambio de estadio a un sueño menos profundo. Se considera que existe síndrome de apnea si los episodios tienen una duración de más de diez segundos y el índice de apnea es superior a cinco por hora.

image La apnea se clasifica en dos tipos, clínicamente hablando:

También se pueden detectar episodios obstructivos precedidos por una apnea central denominada apnea mixta.

Las apneas de sueño suelen aumentar con la edad, son más habituales en los hombres y la más común es la de tipo obstructiva. La apnea causa una gran alteración de los ciclos de sueño, ronquido intenso y somnolencia diurna. Además está relacionada con incrementos de la presión sanguínea arterial y pulmonar, arritmias cardíacas, deterioro del sistema cardiovascular y puede provocar incluso la muerte.

El tratamiento de la apnea incluye:

image Una de cada 20 personas que te cruzas por la calle tiene SAOS o, lo que es lo mismo, el 4,7 % de la población sufre apneas con regularidad. Además de reducir la calidad de vida, el SAOS constituye un factor de riesgo en accidentes. Como de noche las personas con SAOS no descansan, durante el día tienen mucho sueño. Su memoria se ve afectada y en casa se quedan dormidas en el sofá antes de comer o cenar, muestran escasa atención por lo que les rodea y carecen de deseo sexual.

Las apneas estropean el sueño de manera crónica y derivan en:

image Como las apneas restan oxígeno a la sangre, el corazón se ve forzado a trabajar con poco oxígeno y puede fallar. Muchas muertes nocturnas inexplicadas tienen lugar durante una de estas apneas. Los pacientes diagnosticados con la enfermedad representan el 32 % de las personas que acuden a las unidades del sueño.

Factores que lo agravan

Las apneas tienen relación con nuestra estructura anatómica y con la relajación de la musculatura de la garganta que se da cuando dormimos. Así pues, cualquier circunstancia que interfiera en un correcto funcionamiento del cuerpo puede causar y/o empeorar el síndrome. Enumeramos algunos factores:

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Ideas para tratarlo

El primer paso para aliviar los fallos de respiración nocturnos es, por supuesto, confirmar el diagnóstico de apnea obstructiva del sueño. Ésta es tarea del médico, que realiza una exploración otorrinolaringológica del sistema respiratorio y análisis para comprobar la salud de tu glándula tiroides y el número de glóbulos rojos en la sangre. Es imprescindible realizar un estudio del sueño nocturno en una unidad especializada. El tratamiento del SAOS depende del grado de obstrucción de las vías respiratorias, es decir, de lo que te cueste respirar bien.

Casos leves

En los casos leves con pérdidas de oxígeno no superiores al 5 % y evidencia de sobrepeso, las medidas de higiene y los hábitos correctos son el primer punto que debes tener en cuenta. En tal caso, te serán útiles las siguientes recomendaciones:

Casos graves

He aquí algunas recomendaciones para tratarlos:

image Gracias a un pequeño compresor conectado a una mascarilla, el CPAP permite introducir aire por la nariz a mayor presión que la ambiental, o sea, a presión positiva continua. La mascarilla se fija en la nariz con unas tiras autoadhesivas.

El equipo terapéutico pesa entre 2 y 3 kilos y es portátil. Funciona con corriente eléctrica y emite un ruido ambiental similar al de un aparato de aire acondicionado. Existen varias marcas comerciales que compiten en el mercado, ofreciendo cada vez mejores servicios, equipos más ligeros y menos ruidosos.

image Si tienes apneas fuertes es esencial que entiendas que el CPAP no cura tu enfermedad, sino que la corrige y alivia los síntomas, del mismo modo que las gafas contrarrestan la miopía. El uso de la mascarilla cada noche hará que al día siguiente te despiertes descansado, sin sueño y de buen humor.

Por cierto, en los casos más graves los primeros tratamientos incluían practicar una traqueotomía. Por suerte, hoy sólo recurrimos a la intervención quirúrgica de modo esporádico, en situaciones agudas extremas.

Sin miedo a las parasomnias

Otro de los fenómenos más recurrentes que perturban el sueño y que el cine y la literatura han alimentado son las parasomnias. Entendidas como conductas motoras (movimientos) y/o vegetativas (palidez, sudoración), surgen en un estado entre el sueño y la vigilia parcial, algo que siempre sorprende a padres, hermanos, amigos o pareja del afectado.

Para nuestra tranquilidad, se trata de situaciones poco importantes, pero se prestan a la confusión porque quienes las sufren no son conscientes de ellas, y quienes están a su alrededor no entienden qué está pasando. Con todo, una vez sabemos de qué van las parasomnias, y que suelen ceder espontáneamente o tratarse en una unidad de alteraciones del sueño, nos reiremos del susto.

image Las parasomnias habituales en los niños son: sonambulismo, somniloquia (hablar durmiendo), parálisis del sueño, terrores nocturnos, pesadillas, bruxismo (chirriar de dientes) y automecimientos. Los adultos, menos proclives a padecerlas, también pueden ser sonámbulos o tener pesadillas. Por su parte, las personas mayores acusan trastornos de conducta en fase REM.

Sonambulismo

Este despertar brusco durante la primera mitad de la noche es una de las parasomnias más “populares”. El sonámbulo, medio despierto y medio dormido, reproduce torpemente rutinas o acciones que ha aprendido durante el día. Se sienta en la cama, camina o corre por la casa… incluso se queda dormido allí donde cae, en la cocina, el lavabo o el recibidor. No es que se quiera tirar por una ventana, pero sí puede caerse accidentalmente por una falta de coordinación fruto del adormecimiento.

Pequeños sonámbulos

En los niños, el sonambulismo suele aparecer sobre los 2 o 3 años, como una consecuencia de haberles retirado la siesta. Se sienten tan cansados cuando llega la hora de dormir, que se despiertan en las fases profundas del sueño. Están dormidos y, a la vez, despiertos. Caminan y van con los ojos abiertos, pero se muestran torpes, y al día siguiente no recuerdan nada. Suelen hacer cosas incoherentes, como ir al baño y hacer pipí en el suelo, sin darse cuenta.

image Padres y hermanos: mantened la calma, por favor. Acompañad al sonámbulo e indicadle, suavemente y sólo con monosílabos, que vuelva a la cama. “Ven, vamos a la cama, sígueme” son palabras que entenderá sin dificultad. No le deis conversación ni los despertéis. Pero sí tenéis que adoptar medidas de seguridad en casa para evitar cualquier accidente fortuito del niño.

Como la causa del sonambulismo no se ha esclarecido aún, no existe ningún tratamiento concreto para solucionarlo.

En adultos

El sonambulismo en adolescentes o adultos es bastante más aparatoso porque la persona, medio dormida, intenta mover los muebles, llevar el colchón a otra habitación o incluso golpear a quien le ayuda. Por ejemplo, si sueña que está dando una patada a un balón, la persona que comparte su cama puede acabar pagando el pato.

En momentos de sonambulismo puede emerger también otra parasomnia, la somniloquia, cuando el sonámbulo pronuncia palabras o intenta estructurar frases ininteligibles. Y, a veces, el medio dormido está pálido, suda y experimenta taquicardia. Los familiares de los sonámbulos adultos relatan que parece que huye o se pelea con alguien, o que pretende proteger a la familia de supuestos agresores o intrusos, como un héroe. En esos arrebatos de defensa y nerviosismo, los sonámbulos pueden autolesionarse, por lo que al día siguiente se descubrirán rasguños o inflamaciones sospechosas. Lo tendremos en cuenta a la hora de colocar muebles y objetos con los que puedan topar.

El sonambulismo responde a la medicación a los dos o tres meses de uso, y muchos sonámbulos agradecen un apoyo psicológico profesional adicional.

Los mayores

Los adultos mayores, además, presentan durante el sueño REM los llamados trastornos del comportamiento. Mientras que el sonambulismo a otras edades tiene lugar en la primera fase del sueño, con los años pueden surgir conductas agresivas y violentas en la fase REM. Las personas representan situaciones que viven en sueños, pueden hacerse daño o herir a otros con una fuerza sorprendente. El llamado síndrome del ocaso se caracteriza por la confusión y desorientación asociada a deambulación nocturna entre cortos períodos de sueño. Durante estos episodios las personas mayores suelen experimentar alucinaciones hipnogógicas, que a su vez pueden derivar en comportamientos agresivos. La oscuridad puede desencadenar o agravar el problema.

Este síndrome suele estar asociado a pacientes con cierto grado de demencia u otras enfermedades neurológicas como el Alzheimer. Las medidas terapéuticas son poco eficaces, aunque algunos cambios medioambientales —como disponer luces nocturnas, recolocar los muebles en la habitación y una rutina estricta— ayudan.

Estas alteraciones son habituales en personas que viven en centros geriátricos y, en el 60 % de los casos, no tienen una causa precisa. En el 40 % restante, el trastorno responde a problemas neurológicos, como demencias, alteraciones vasculares cerebrales, hemorragias subaracnoideas, esclerosis múltiple o tumores del tronco cerebral.

image El estudio del sueño nocturno (polisomnografía) es básico para confirmar el diagnóstico de estos trastornos y, sobre todo, para diferenciarlos de las crisis epilépticas nocturnas.

En cuanto al tratamiento, el médico prescribe los fármacos correspondientes, teniendo siempre en cuenta los efectos secundarios. Cuando los efectos colaterales perjudican más que el propio trastorno, conviene replantear el tratamiento.

Somniloquia

Esta parasomnia es, para empezar, inocua. Cuando oigamos a alguien cuchichear o emitir sonidos sin significado, gritar, reír o incluso llorar en sueños, no tenemos por qué preocuparnos. Los niños ni lo recuerdan, y los adolescentes pueden llegar a pronunciar verdaderos discursos en cualquier momento de la noche sin despertar más que a sus compañeros de habitación. En estados febriles pueden ser más evidentes; son muy típicos cuando el niño inicia la guardería o la escuela. No existe un tratamiento específico para la inofensiva somniloquia.

Un ejemplo: caso clínico de sonambulismo agresivo

Pedro tiene 20 años, está soltero y es estudiante.

Motivo de su consulta

Pedro muestra una conducta agresiva durante el sueño, con autolesiones ocasionales.

Enfermedad actual

Durante los dos últimos años vive episodios de deambulación nocturna con actividad motora intensa (corre, grita, busca cosas, habla o se pelea con otras personas) y después vuelve a acostarse. Al día siguiente no recuerda el episodio, pero tiene la vaga sensación de que algo ha pasado. Está cansado y nota que no ha dormido bien.

Sus padres se muestran preocupados ya que el tamaño y la fuerza de su hijo les impide llevarlo de nuevo a la cama o enfrentarse con él durante sus paseos nocturnos.

La frecuencia de los episodios es variable (dos o tres por semana) y la intensidad siempre es similar. Aparecen durante la primera mitad de la noche y son más evidentes antes de exámenes o después de algún enfado.

Antecedentes personales

Desde pequeño, Pedro ha tenido episodios esporádicos de sonambulismo, aunque sin la aparatosidad de los actuales.

Antecedentes familiares

Tiene un hermano con problemas similares, resueltos espontáneamente después de la pubertad.

Exploración

Exploración física y psíquica dentro de los límites de la normalidad.

Diagnóstico

Sonambulismo agresivo.

Tratamiento

El médico receta inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, sobre todo paroxetina, en dosis de 20 mg en una sola toma nocturna.

Evolución

Desaparición progresiva del cuadro de sonambulismo después de 3 meses de tratamiento. Reaparición del mismo, pero con menor intensidad y frecuencia, cuando se retira la medicación.

Parálisis del sueño

A punto de conciliar el sueño o justo al abrir los ojos, notamos que no podemos movernos ni, quizá, hablar ni respirar profundamente, pese a estar despiertos y conscientes. La sensación, por descontado, es tremenda y suele desaparecer en segundos o minutos. En algún caso excepcional dura hasta 10 minutos.

image Una parálisis semanal del sueño durante 6 meses seguidos requiere medicación. Más allá de los fármacos, dormir las horas recomendadas cada día, reducir el estrés y hacer algún tipo de ejercicio de manera regular, aunque no antes de acostarnos, mejora las condiciones de los que experimentan parálisis del sueño.

Terrores nocturnos

Durante la primera mitad de la noche, cuando el niño duerme profundamente, puede empezar a llorar, con expresión de miedo en la cara y sudores fríos. Es muy difícil despertarle porque está profundamente dormido y, si lo conseguimos, se sentirá confundido y desamparado. Los terrores nocturnos pueden darse a partir de los 2 o 3 años y ceden de forma espontánea al llegar a la adolescencia.

Ante una noche con terrores, lo mejor es que los padres vigilen que el niño no se caiga de la cama. Ni le hablaremos ni le despertaremos. El episodio terminará a los 5 minutos y el niño seguirá en su sueño como si nada hubiese sucedido.

Pesadillas

Se diferencian de los terrores nocturnos por dos hechos concretos:

1. Siempre se producen en la segunda mitad de la noche, durante la fase de sueño REM.

Parasomnias y enfermedades en la gente mayor

Lo adultos veteranos que toman fármacos, que actúan sobre el sueño REM, pueden sufrir con frecuencia pesadillas o ensueños intensos de carácter angustioso. Esto sucede en tratamientos con propanolol, reserpina u otros antihipertensivos, que pueden propiciar pesadillas al iniciar o al suspender el tratamiento. El alcohol o los fármacos antiparkinsonianos también pueden provocar un efecto similar.

Cuando aparecen de manera brusca la presencia de paseos nocturnos, el médico puede sospechar que existe una patología del lóbulo temporal, epilepsia o probabilidad de infarto.

El delirio también resulta común entre las personas mayores, sobre todo cuando sufren demencia o padecen alguna enfermedad neurológica. Éste se caracteriza por síntomas como confusión, alteración cognitiva global, trastorno de la memoria, alucinaciones, agitación o letargo y alteraciones del ritmo vigilia-sueño. Las alucinaciones se presentan en casi la mitad de las personas con delirio y son de carácter auditivo o visual. El delirio se produce más a menudo durante la noche. La causas de este trastorno pueden ser: una intervención quirúrgica, la privación de sueño, el uso de fármacos con efecto anticolinérgico central, la neumonía, el infarto de miocardio, el trastorno metabólico, el trauma psíquico o la privación aguda de la vista o el oído.

Por último, otro de los trastornos que pueden afectar a las personas mayores son las fantasmagorias, ensueños intensos, desagradables, con sensación de persecución y que se acompañan de gritos, saltos o salidas de la cama, carreras y, como consecuencia de ello, accidentes. Esta alteración se presenta en personas mayores con riesgo de enfermedad cerebrovascular y lesiones en el tronco cerebral. Si aparecen fantasmagorias, pueden ser síntoma de alguna alteración neurológica como, por ejemplo, la enfermedad de Parkinson.

Cuando una persona mayor acusa insomnio y el tratamiento supone administrar fármacos hipnóticos, es importante tener en cuenta algunas particularidades:

image Que el fármaco no tenga una vida larga para evitar una sedación diurna.

image Ajustar la dosis a cada caso para evitar reacciones tóxicas o adversas, ya que hay cambios en la absorción, el metabolismo y la excreción de estos compuestos durante la vejez.

image Procurar que el fármaco no produzca una excesiva sedación nocturna para no disminuir la capacidad de respuesta ante situaciones de emergencia, empeorar la apnea de sueño o aumentar el riesgo de caídas nocturnas.

image Cuando existe la dificultad de conciliar el sueño está indicado el uso de una benzodiazepina, de rápida absorción pero de vida corta.

image Intentar evitar la tolerancia a un fármaco. Si una dosis ya resulta eficaz, es mejor no aumentarla. El medicamento deberá retirarse gradualmente y restituir la dosis utilizada con anterioridad.

image Evitar el uso crónico de hipnóticos, ya que no existen datos sobre su seguridad y eficacia.

2. El niño es capaz de explicar claramente qué ha soñado y qué le ha despertado. En general, una pesadilla encierra hechos angustiosos relacionados con el miedo, animales que atacan o conflictos con otros niños.

Las pesadillas, disparadas por una vivencia determinada, duran unas semanas. Según desaparece la ansiedad diurna, los malos sueños se esfuman.

image Calmaremos al niño, que está despierto y plenamente consciente, tratando de restar importancia a lo que ha soñado. También las pesadillas suelen desaparecer con la adolescencia. Si persisten, es bueno que investiguemos la raíz del problema con ayuda de un psicoterapeuta.

En los adultos, además del sonambulismo, las pesadillas también son una parasomnia común. Sus características son similares a las de los niños en cuanto a que aparecen en la segunda mitad de la noche. Lo que soñamos, eso sí, es fruto de mucha ansiedad o del miedo. La solución se traduce en ayuda farmacológica que recete el médico y otras técnicas, incluida la psicoterapia.

Bruxismo (chirriar de dientes)

De nuevo, los niños protagonizan esta parasomnia, causada por la contractura excesiva de los maxilares. El chirriar de dientes, o el sonido desagradable, agobia a los padres, a pesar de que no despierta a los niños. Si la contractura es muy importante puede provocar daños en los dientes.

Más anormalidades

Al cerrar los ojos, también pueden invadirnos:

image Erecciones peneanas dolorosas: En la fase de sueño REM aumenta la irrigación sanguínea del tejido del pene en el hombre y del clítoris en la mujer, algo que se manifiesta en una erección. Pues bien, a veces, esta erección es tan dolorosa que interrumpe el sueño de la persona. No conocemos la causa, sólo que aparece a partir de los 40 años y suele empeorar con la edad.

image Deglución anormal: La persona traga de forma involuntaria mientras duerme y se despierta, precisamente, por atragantamiento.

image Laringo-espasmo: Es una sensación de ahogo brusca que nos obliga a despertarnos.

image Hiperhidrosis: O cuando nos despertamos bañados en sudor y debemos cambiarnos de ropa. Es independiente de la temperatura, y tiene un tratamiento médico efectivo.

image Crisis de pánico: Desagradables episodios en los que abrimos de pronto los ojos, sudados, con la sensación de que vamos a morir y sentimos una opresión en el pecho y taquicardia.

El bruxismo no está unido a ninguna fase de sueño en especial, ni se asocia tampoco a ninguna actividad mental específica. Es muy típico en niños con malformaciones maxilo-faciales y con mala oclusión dental, y especialmente en las personas con síndrome de Down. Como no conocemos la causa, no tenemos una solución específica para el bruxismo. Sin embargo se pueden minimizar sus efectos sobre los dientes con prótesis dentales que recete el médico.

Mecimientos

Algunos niños efectúan movimientos automáticos de mecimiento para conciliar el sueño. Empiezan hacia los 9 meses y raramente persisten más allá de los 2 años. Podemos observar cómo los niños que se automecen mueven la cabeza o todo el cuerpo hasta que consiguen dormirse. A veces también emiten sonidos guturales.

image Aquí englobamos los golpes de la cabeza sobre la almohada o el balanceo de todo el cuerpo cuando el niño está boca abajo. Los movimientos pueden resultar tan espectaculares que angustien a los padres: imaginemos que nuestro hijo desplaza la cuna o hace mucho ruido o tiene rozaduras en la barbilla porque se mece. Sin embargo, los movimientos rítmicos desaparecen de repente antes de la adolescencia.

Ante esta conducta no hay un tratamiento específico. Los padres y cuidadores deben estar calmados y adecuar la cuna o la camita del niño. Los objetivos: que no haga ruido ni se haga daño. Cuando el niño tiene más de 5 años es recomendable que el neurólogo y el psiquiatra valoren su caso. La higiene del sueño también contribuye a erradicar este mal hábito.