Capítulo 8

¿Los animales también sueñan?

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En este capítulo

Image Necesidades de descanso de los animales

Image Adaptación al medio

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¿Sueñan los peces? ¿Y las moscas? ¿Y tu perro o gato? ¿Son pesadillas lo que altera a nuestra mascota y hace que corra aterrorizada por toda la casa?

La ciencia ha descubierto que mientras un animal duerme puede distinguirse la fase REM, en la que los humanos soñamos, pero no se ha podido confirmar que ellos también lo hagan. También es difícil averiguar cuáles son sus necesidades de descanso. Ojalá nos lo pudiesen contar.

Lo que sí está demostrado científicamente es que tanto insectos como mamíferos, pájaros, peces y reptiles alternan períodos de actividad con períodos de descanso, en los que reducen su ritmo cerebral. De todos modos, no se acogen exactamente a los ritmos circadianos, ya que pueden cazar de noche y dormir más durante el día.

Lo que dice la ciencia sobre las distintas especies

A continuación presentamos algunos datos interesantes sobre el sueño de diversos animales según su fisiología, el lecho que escogen para dormir y su condición de cazadores o presas.

El sueño y la fisiología

El sueño es mucho más elaborado cuanto más compleja es la fisiología del animal. Así, los primates disfrutan del sueño más perfeccionado. Chimpancés, gorilas y orangutanes tienen un largo, profundo y nocturno sueño (los gorilas pueden llegar a dormir hasta 20 horas seguidas). En cambio, para otros mamíferos dormir supone pequeños descansos entre períodos de actividad, de duración variable: desconexiones más o menos superficiales que no tienen por qué coincidir con los ritmos biológicos circadianos.

Entre los más dormilones tenemos, cómo no, al koala, que vive prácticamente colgado de un eucalipto la mayor parte del tiempo, ahorrando energía. Duerme unas 18 horas al día, como los felinos domésticos (los gatos en estado salvaje pueden pasar toda la noche cazando ratones y dormir sólo de 5 a 6 horas durante el día).

El sueño y el lecho

image La evolución distingue los comportamientos de los animales más primitivos y sofisticados también en cuestiones como el lecho donde duermen. Los gorilas nómadas de las montañas cambian de guarida cada atardecer. Si no hay depredadores, cada gorila construye su cama en un claro del bosque al nivel del suelo. Y los orangutanes también preparan un nuevo lecho cada noche, pero a una altura de 20 a 30 metros, sobre ramas que resistan sus más de 80 kilos durante las, aproximadamente, 14 horas que dura su sueño. La hembra y el macho construyen sus lechos separados.

La cama que escojan los animales determinará si tienen un sueño más largo y profundo, o todo lo contrario. Cuanto más seguro sea el sitio elegido, mejor dormirán. El elefante utiliza su trompa como almohada. Sobre ella aguanta unas dos o tres horas, porque de las 4 o 5 horas que suele dormir por la noche, dos las pasa de pie.

En circunstancias especiales, como una maternidad, el rigor con el que los padres custodian a sus crías les obliga a hipotecar en buena parte su descanso. El pingüino incuba su huevo de pie durante dos meses y lo vigila durmiendo sólo unos minutos al día.

El sueño y la condición de depredador o presa

Otro determinante del tipo de sueño de cada animal es su condición de depredador o presa. La caza, muchas veces, marca el ritmo de sueño, más que el día o la noche. Los ratones duermen el 80 % de día y el 20 % durante la noche. Por su parte, osos y leones duermen mucho más que sus presas, que apenas concilian el sueño con tal de mantenerse alerta. Algunos de estos animales susceptibles de ser cazados han desarrollado increíbles sistemas de camuflaje. Los camaleones tienen, incluso, párpados transparentes. Uno podría pensar que tiene los ojos abiertos y ve a sus enemigos, pero está echando una cabezadita. Algunos peces también duermen confundidos entre la arena o las piedras de las que copian su color. El erizo se enrolla sobre sí mismo para dormir. Y el mandril, que vive en la sabana africana, duerme en las ramas más altas de los árboles. Allí es casi imposible que su sueño sea profundo y probablemente no llegue nunca a la fase REM, porque la parálisis de sus músculos podría hacer que cayese del árbol.

Tipos de sueño en la naturaleza

La gente que asegura ser capaz de dormir de pie, ¿a quién se lo habrá copiado?

Posición vertical

Su altura impide a la jirafa adoptar una posición horizontal para dormir. Si así lo hiciera, levantar de nuevo su largo cuello pondría en peligro su integridad física. El león, uno de sus peores enemigos, lo tendría demasiado fácil para echársele encima. De todas maneras, ella duerme a ratos, con el cuello apoyado en una rama.

Otro animal que depende de su cuello para descansar es la foca. Lo infla con aire, como un flotador, para dormir verticalmente en el agua.

Los caballos y las vacas pasan la mitad de su sueño de pie, pero al llegar a la fase REM tienen que acostarse o se caerían.

Los pájaros no tienen que acostarse para dormir porque su centro de gravedad se localiza muy abajo, justo por encima de las patas. Éstas, además, están dotadas de un hueso que se encuentra encima de la rodilla y trabaja como una polea. En posición de descanso, la pata se inclina ligeramente mientras la polea obstruye los tendones, con lo que las patas se quedan rectas. También el pequeño lirón utiliza este mecanismo.

En el agua, existen otros animales que también descansan a ratos. Eso quiere decir que uno de los hemisferios de su cerebro está despierto mientras que el otro no. Los patos, por ejemplo, duermen superficialmente, meciéndose como corchos en el agua.

El flamenco permanece paralizado como si estuviera hipnotizado al dormir; si bien recoge una pata bajo el abdomen para ahorrar energía y mantenerla más caliente, a la mínima señal de peligro se activa de inmediato. El flamenco, el gorrión y los pájaros en general se balancean mientras duermen para mantener el equilibrio. Este movimiento está gobernado por el cerebro, que funciona tanto si el pájaro está consciente como si no. Otra manera de reconocer que un pájaro está durmiendo es observar su cuello: si lo tiene relajado, está descansando.

Posición horizontal

En el grupo de los animales que se pueden permitir dormir tumbados y a gusto porque tienen la opción de despistar a sus depredadores están los mamíferos. Las marmotas duermen en grupos en el interior de una madriguera y, más concretamente, en una cama de heno. Concilian el sueño apretadas una contra la otra. En verano les encanta la siesta, fuera ya de su escondrijo. En estado de alerta, la marmota duerme con los ojos abiertos.

El oso también es de los que prepara su sueño invernal. Excava una especie de gran nido en un sitio tranquilo y de difícil acceso para el hombre. Pasará ahí muchas semanas, y las hembras embarazadas parirán y criarán a sus oseznos en ese espacio. El sueño del oso se puede prolongar entre los meses de diciembre o enero hasta la primavera. No obstante, el letargo no es profundo. En posición fetal, la temperatura de su cuerpo se reduce entre 3 y 5 grados, y también disminuyen sus ritmos cardíaco y respiratorio. Pero el oso está alerta. Consigue pasar meses quieto obstruyendo su intestino. Durmiendo estará ahorrando un 75 % de su consumo habitual de energía, y sus reservas de grasa le garantizan de sobras lo que necesita para la hibernación.

image La hibernación consiste en reducir las funciones del cuerpo y comporta un cambio de temperatura que a veces roza la congelación. Se consideró una forma de dormir durante mucho tiempo, pero hoy sabemos que se aproxima más a un estado de reposo. Hibernar es una estrategia para sobrevivir en condiciones adversas.

Los mamíferos marinos han desarrollado distintos tipos de sueño, especialmente adaptados a su medio. Tal vez uno de los mamíferos cuyo sueño llame más la atención sea el delfín. Duerme por partes, es decir, con un hemisferio desconectado cada vez. Así, siempre hay un hemisferio alerta, y el animal sigue nadando y respirando al mismo tiempo.

En posición horizontal, y con recarga solar, también duermen las serpientes. Salen de la madriguera durante el día y trepan a un árbol en busca de la luz del sol para alcanzar la temperatura mínima que necesitan para estar activas. Con la llegada del frío, todas las serpientes tienen que tomarse dos o tres meses de hibernación para aclimatarse. Y si se encuentran en las altas montañas o en latitud boreal, deben hibernar hasta 8 meses para mantenerse calientes.