La buena educación

Hombre medido y discreto,

cede asientos a las damas en el metro.

Si está cerca de la puerta,

oprime el botón

hasta que el ascensor se desocupe.

Detalles de gente civilizada

que no cuestan mayor cosa

y hacen la vida mas amable

en esta jungla azarosa.

En la oficina puede elegir

de corbata o informal,

pero la tradición lo inclina

hacia el lado más formal.

La elegancia le sienta bien

a sus buenas maneras,

que sobre todo le notan

las compañeras.

En este mundo no estamos solos

y hay que socializar.

Por ejemplo ene l restaurante

repleto al mediodía,

preguntándole a un joven

si acepta su compañía.

El joven levanta la vista,

lo mira atentamente y sin titubear

le indica su preferencia de estar solo.

Desconcertando la sonrisa acostumbrada

que va camino a mueca desencajada.

Asaltado en su buena educación,

balbucea un "salvaje descortés"

amortiguado entre el bullicio.

Su buena educación

llega hasta unno

inesperado.

****