Los líquidos

Para alegría del caminante,

por entre las dunas del desierto

finalmente apareció

aquel puesto remoto.

—Buen hombre necesito

agua para mi camión

recalentado unos kilómetros atrás.

—Me gustaría complacerlo

pero tengo órdenes estrictas

de no entregarla

hasta tener combustible

para accionarlas motobombas.

Fueron infructuosas

las propuestas razonables

que el caminante le planteó,

debiendo regresar desilusionado

a su carro tanque con gasolina.

A lo largo del camino

pensó en el cretino

que habíalo grado convertir

a un buen hombre

en un completo idiota.

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