La tía Georgina
En realidad, latía Georgina
era una tía de mi papá.
De una personalidad encantadora,
hacía un flan de leche
fuera de concurso.
Siendo casi vecina,
la visitábamos con cierta frecuencia
porque nos caía bien ella
o su flan.
A la edad que yo tendría
de unos cinco oseis años,
no se distinguía bien
una cosa de la otra.
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