Capítulo 4
Los símbolos Reiki
MUCHAS personas acuden a mí
para solicitarme el Reiki m sin haber entendido el segundo grado
que precede a aquél. Alguien les ha enseñado los símbolos del Reiki
II, les ha dicho que debían memorizarlos y les ha pasado los
alineamientos, pero no recibieron ninguna otra enseñanza. Una mujer
me contó que sus clases Reiki II habían durado media hora, y puedo
corroborarlo porque mi propia formación Reiki II fue algo por el
estilo. Los discípulos del sistema tradicional pasan muchos días
aprendiendo a dibujar los tres símbolos, pero no se hace gran cosa
para que comprenden lo que son esos símbolos ni para qué sirven.
Quienes vienen a consultarme acerca del Reiki m suelen haber
olvidado ya cómo se escriben e incluso los nombres de ellos, lo
cual me obliga a enseñarles de nuevo el Reiki II antes de poder
pasar al grado superior.
Tradicionalmente, a los Reiki II no se les
permite llevarse copias de los símbolos; deben estudiarlos en
clase, deben prometer que no sacarán copias para llevárselas a
casa, y todas las semanas, al final de las clases, se celebra una
ceremonia ritual de quema de las hojas que les han servido para
practicar. Una vez en casa, invariablemente los olvidan. La memoria
humana dista de ser perfecta e incluso las personas que utilizan
los símbolos con regularidad acaban por deformarlos. Yo he visto
por lo menos cuatro versiones distintas del Hon—Sha—Ze—Sho—Nen, el
más complejo de los símbolos Reiki D. Si alguna vez has practicado
el juego del teléfono, consistente en un círculo de personas que se
pasan un «secreto» en voz baja, ya sabrás que cuando el mensaje ha
dado toda la vuelta suele decir otra cosa bastante diferente de lo
que decía al principio. Si nos empeñamos en confiarlos a la falible
memoria humana, andando el tiempo arriesgamos la pérdida total de
esos símbolos.
Por estas razones, entre otras, he tomado la
polémica decisión de dar los símbolos Reiki a la imprenta y
explicarlos completamente en este libro. Si no se hacía pronto,
incurríamos en el peligro de que desaparecieran para siempre o
quedaran irremediablemente desfigurados. Aunque tampoco la
información recogida en un libro queda «esculpida en la piedra», al
menos se facilita el acceso de un mayor número de personas a
aquélla y la difusión por escrito implica una cierta normalización.
Me ha parecido, por otra parte, que muchos o la mayoría de los
Reiki II apenas han recibido la mitad de las enseñanzas que
necesitarían para saber cómo usar estos símbolos. En realidad,
parte de la información ha desaparecido ya.
Mediante una canalización de Suzanne Wagner
he podido saber que hubo en otros tiempos trescientos símbolos
Reiki, de los cuales veintidós se usaban con asiduidad. De ellos
quedan en total cinco en Reiki II y III, si bien estos cinco
símbolos componen un sistema bellamente unificado. Se dice que los
demás se conservan todavía en el Tíbet, en las bibliotecas de
algunas remotas lamaserías. Hoy por hoy, como sabemos, el Tíbet
está en poder de China comunista, y se halla en marcha un programa
dé sistemática persecución contra su espiritualidad y sus
tradiciones. Lo poco que sabemos es lo que llevan de contrabando
algunos monjes que consiguen huir a la India, pero muchos de los
monasterios y de los antiguos textos han quedado destruidos para
siempre. El dar a la imprenta la poca o la mucha información
disponible es una manera de conservarla para la posteridad.
En su libro The Tan trie Mysticism of Tibet,
John Blofeld ha descrito las ideas actuales de los tibetanos en
cuanto a estos misterios:
Durante más de mil
años, estas técnicas... se transmitieron de maestro a discípulo y
se evitaba cuidadosamente, su revelación a los extranjeros. Pero en
época reciente, la tragedia capó sobre el Tíbet y sus gentes se
vieron obligadas a huir por millares atravesando las fronteras.
Desde entonces los lamas han comprendido que, o bien recuperan su
territorio nacional antes de que transcurra una generación, o tal
vez sus sagrados conocimientos decaerán y desaparecerán; de ahí su
interés actual por enseñar a cuantos sinceramente manifiestan el
deseo de aprender. En este sentido, y sólo en este, la tragedia del
Tíbet quizás haya beneficiado a toda la humanidad43.
Reiki es uno de esos misterios amenazados, y
no sólo por la ocupación china del Tíbet. La técnica también corre
el peligro de diluirse en el marasmo de las enseñanzas
occidentales.
El argumento de la escuela Tradicional para
mantener en secreto incluso los nombres de esos símbolos es que son
sagrados. Lo son en efecto, lo que pasa es que hoy día sagrado y
secreto han dejado de ser sinónimos. Para que las gentes aprendan
lo sagrado es menester ponerlo a su disposición. Hoy ya no podemos
permitirnos el lujo de largos años de iniciación privada bajo la
dirección de un gran erudito o maestro/gurú. En el mundo van
quedando pocos lugares donde puedan formarse los maestros de ese
género, y pocas personas en condiciones de dedicar toda la vida,
exclusivamente, a seguir la senda de lo sagrado. La tradición de la
enseñanza oral ha dejado de existir.
£n estos tiempos casi todos somos unos
solitarios. Aprendemos de los medios de comunicación de masas, o de
los libros, y ahí es, lógicamente, donde hay que poner a
disposición la información necesaria. El planeta y sus habitantes
se hallan en un estado de extrema crisis moral y física. Para
cambiar esta situación, o mejor dicho para sobrevivir, se necesita
la espiritualidad y una clave de lo sagrado. ¿Adónde irán a buscar
tales cosas las gentes, sino en lo que puedan encontrar en su
propia cultura?
Por eso publico el sistema Reiki entero, tal
como yo lo conozco y lo enserio. Mis métodos de enseñanza son los
modernos; se trata de sistematizar un sistema energético para que
funcione de manera óptima. Pongo fin al secreto poniendo lo sagrado
a disposición de quienes lo necesitan y desean tenerlo. Desde ese
punto de vista, este libro y la información que contiene es un acto
radical. Los símbolos Reiki II y III, la información
correspondiente y sus métodos nunca se habían dado a la imprenta...
al menos, desde épocas sánscritas muy remotas. No faltará quien
hallándose en desacuerdo con mis procedimientos trate de
desacreditarme diciendo que mis métodos no son Reiki, aunque lo
sean y bien genuinos por cierto. Sólo les pido que entiendan mis
razones para hacerlo; la necesidad es evidente para cualquiera que
medite sobre el asunto con el corazón en la mano. Mis guías
espirituales venían instándome a hacerlo desde hace años, y lo he
escrito con más celeridad que ninguno de mis libros anteriores. Las
palabras acuden a la mente con rapidez muy superior a mi capacidad
para teclearlas, e incluso de noche, cuando dejo de escribir, el
caudal continúa. Va siendo hora de dar esos secretos a la imprenta,
de poner Reiki al alcance de todo el mundo, tal como era su
vocación originaria.
He recibido formación tanto en los métodos
tradicionales como en los modernos, por lo cual explicaré en qué
difiero de las enseñanzas tradicionales cada vez que se presente la
oportunidad. Si me aparto de la escuela Tradicional es porque he
hallado otros métodos más potentes y más sencillos. Algunas de las
modificaciones provienen también de otras fuentes de información
más profundas: la comprensión de por qué se hada algo de una
determinada manera, o de cómo debió hacerse al principio, derivada
del estudio o de la orientación espiritual. Muchas veces, mientras
enseñaba o mientras escribo estas líneas, he recibido de mis guías
el mensaje de «hazlo así». Nunca se me ha demostrado que ninguna de
esas informaciones fuese equivocada; vivimos en un mundo que cambia
y Reiki cambia también.
Otro motivo que suele aducirse para mantener
en secreto los símbolos Reiki y las enseñanzas de Reiki II y III es
que podrían servir para hacer daño si cayeran en malas manos. Según
mi guía y experiencia, así como también según me indican otras
personas, parece bastante claro que es imposible desviar estos
materiales hacia usos perniciosos. Como digo al principio de este
libro y siempre hada constar Mikao Usui, esta información no se
activa por sí misma. Los alineamientos Reiki de cada grado son
indispensables para realizar la virtualidad de los métodos de
curación y los datos correspondientes; y dichos alineamientos sólo
puede pasarlos un instructor debidamente formado y que los haya
recibido de otro a su vez.
Además Reiki es un sistema cuidadosamente
concebido; los guías y los líderes de este planeta que nos lo
trajeron no dejaron nada al azar. Reiki se concibió a prueba de
errores; si alguien pretendiera usarlo para fines que no fuesen
positivos, no sucedería absolutamente nada y no podrían hacer
ningún daño. Por otra parte, no olvidemos que la energía es una
fuerza neutral: el fuego puede guisar nuestros alimentos o
incendiar una ciudad.
La intención de la energía retorna siempre
sobre el emisor. Lo que tú transmites siempre vuelve a ti, para
bien o para mal. El intento de perjudicar a otra persona mediante
un sistema concebido para la salud, resulte o no pasa a formar
parte del karma de quien albergó tal intención. Por un razonamiento
recíproco, la intención de hacer el bien mediante un sistema
concebido para ayudar y sanar a otros compensa cualquier déficit de
información en que tal vez hayamos incurrido. Al poner tu buena
voluntad en el empleo de Reiki para el bien, Reiki te ayuda a
completar lo que te falta.
La guía Reiki es un factor que empieza a
manifestarse ya con el Reiki I, pero pocos lo advierten de manera
consciente hasta que reciben el Segundo Grado. En toda curación
Reiki participa un grupo de sanadores desencarnados. El practicante
Reiki I probablemente ni siquiera se dará cuenta de su presencia.
En el nivel Reiki II ellos mismos procuran darse a conocer, y en
Reiki III ¡se hacen con todo el control de la situación! Así pues,
y mientras muy pocos de mis alumnos Reiki I conocen la existencia
de unos espíritus—guías, cuando una persona ha recibido la
formación Reiki II durante algunos meses ya trabaja contando
conscientemente con la presencia de estos guías en todas las
sesiones. Para mí, éste fue el cambio más importante que introdujo
Reiki D en mi trabajo como sanadora, y supone un ensanchamiento
considerable de nuestra perspectiva.
El trabajar conscientemente bajo la guía
espiritual hace de cada acto una alegría y una maravilla. Cuando
esa guía todavía no ha penetrado en la conciencia, quizás el
sanador o sanadora opera bajo la impresión de hallarse en un estado
de intuición extraordinaria^ mente lúcida. Una misma «no sabe cómo
se le ocurrió», siendo «eso que se le ocurrió» una pieza de
información esencial para el acto terapéutico, o también un
instrumento nuevo para sesiones futuras, o para la auto terapia. En
una situación terapéutica, cuando no sepas qué hacer limítate a
pedir ayuda, y la solución se te aparecerá o, sencillamente,
ocurrirá. En consecuencia, se plantean situaciones más complicadas
en Reiki II que en Reiki I. Y dada tu intención positiva de actuar
lo mejor que puedas, se te suministran todos los instrumentos y
toda la información que vayas a necesitar. Cuando incurrimos en un
error de técnica, por ejemplo, dibujar mal un símbolo Reiki, los
guías Reiki lo corregirán. A veces incluso resulta posible el
observar físicamente dicha intervención.
Yo no albergo el más mínimo temor en cuanto
a que Reiki pudiera ser degradado o utilizado para hacer el mal, ni
por error, ni por mala intención. Los guías sencillamente no lo
permitirían. En muchas sesiones he interrogado a los guías Reiki
sobre si convenía poner todas estas informaciones en un libro, y
siempre he recibido su total anuencia, así como toda la ayuda
necesaria para localizar materiales precisos. De esta manera supe
que algunos de los símbolos sí habían aparecido en forma
impresa44,
y que además eran conocidos y utilizados por los estudiosos del
budismo (como veremos al tratar del Reiki III). En tiempos remotos
Reiki pertenecía a todo el mundo, y los guías Reiki desean que así
vuelva a ser; el mismo hecho de que estés leyendo estas líneas
indica que ellos desean que tú poseas esa información.
El Segundo Grado de Reiki, tal como yo lo
enseño, consiste en la información sobre tres de estos símbolos y
sus usos, el karma terapéutico, la curación a distancia, los usos
de los símbolos en situaciones no terapéuticas y el contacto con
los guías espirituales. Asimismo incluyo en Reiki II los ejercicios
y las técnicas kundalini/Hara que intervienen en mi método no
tradicional para pasar los alineamientos, y que vienen a constituir
una especie de puente entre Reiki II y III. Aparte esta
información, el grado en sí se completa con un alineamiento. En mis
clases de Reiki II los símbolos se distribuyen con la documentación
que se facilita y que puede llevarse a casa el alumno o
alumna.
Los símbolos son la esencia y la fórmula de
Reiki, las claves para la utilización y la transmisión de ese
sistema terapéutico. Todas las cosas profundas y de afirmación
vital son sencillas, y Reiki es un método de sencillez suma,
constituido fundamentalmente por los símbolos. Éstos son la fórmula
que Mikao Usui halló en los Su tras. Tres de ellos se enseñan en
Reiki II y dos más en el Tercer Grado. No es difícil acceder a
ellos a través del budismo, que no los considera secretos ni
información reservada. Al final de este libro se hallará una
discusión completa de los símbolos así como de la Senda de la
Iluminación. En Reiki II empezamos a utilizar estas claves
profundas de la energía; la sencillez se preserva dejando las
informaciones adicionales para más adelante, es decir, para una
fase más avanzada de la instrucción.
Ocurre con frecuencia que después de pasar
los alineamientos Reiki I, una o más de las personas que asisten a
mis clases dicen; «He visto una escritura extraña.» Cuando les pido
que me dibujen lo que han visto, por lo general trazan uno o más de
los símbolos. Y pese a la complejidad de algunas de estas figuras,
no es raro el caso de que una alumna o alumno acierte a dibujarlos
todos, y además correctamente. El alineamiento Reiki I sitúa estos
símbolos en el aura, es decir que entran a formar parte de toda
sanadora Reiki; con frecuencia el alumno que acierta a dibujarlos
antes de haberíos visto escritos en parte alguna me comunica su
sensación de haber recordado una forma familiar; otros discípulos,
cuando los ven escritos por primera vez durante la instrucción para
el Reiki ü. también creen recordar que han visto antes uno o varios
de ellos, y algunos incluso han empezado a utilizarlos. Antes de
verlos físicamente en Reiki II, estas personas canalizaban ya los
símbolos con la energía Reiki transmitida a través de sus
manos.
Una vez obtenidos visualmente pasan a formar
parte de las sesiones de curación directa o de auto terapia, además
de servir como base para la curación a distancia. Curación directa
es la situación que te permite imponer las manos sobre la persona
receptora o sobre tu propio cuerpo; en la curación Reiki a
distancia no es necesario que la persona o el animal estén
físicamente presentes. Para incluir los símbolos en una sesión
Reiki directa basta con visualizarlos (es decir, imaginar que están
ahí). Tenlos presentes en tu mente, y con eso se activarán. También
puedes trazarlos con ademanes en el aire antes de comenzar una
sesión o una postura, o dibujarlos imaginariamente sobre el cuerpo
de la receptora, o dibujarlos con la punta de la lengua en el
paladar. Úsalos de esta manera para la curación directa; en el
capítulo siguiente trataremos de la curación a distancia.
El primero de los símbolos es el Cho—Ku—Rei,
cuya utilidad consiste en aumentar la potencia. En Reiki se le da
el sobrenombre de «el interruptor». En otro lugar he comparado la
energía Reiki con la electricidad45.
Cuando impones las manos para curar, es como si accionaras un
interruptor; pues bien, si se hace con la adición de Cho—Ku—Rei es
como si hubiéramos reemplazado nuestra bombilla de cincuenta vatios
por otra de cien vatios. Y continuando con el símil, el paso a
Reiki II equivale a cambiar nuestra red doméstica de 110 voltios
por una instalación de fuerza a 220 voltios; y Reiki ID es como una
línea de corriente continua de alta tensión.
Al visualizar el símbolo Cho—Ku—Rei se
multiplica tu capacidad para acceder a la energía Reiki.
Probablemente acabarás usándolo en todas las sesiones. Cho—Ku—Rei
concentra la energía enfocándola en un punto e invocando todos los
recursos de la Divinidad Universal El trazo recto y la espiral de
este símbolo representan el Laberinto, un espacio iniciático sito
en el antiguo templo que tenía la Diosa en el palacio cretense de
Knossos. En la arqueología de este planeta, las espirales
representan siempre la energía de b Diosa.
En la figura explicativa las flechas de
trazo fino indican el sentido en que se mueve el pincel para
dibujar el símbolo. Los símbolos hay que memorizarlos y debes ser
capaz de dibujarlos con exactitud. A mí me enseñaron el Cho—Ku—Rei
con la espiral trazada en el sentido de las agujas del reloj, es
decir de izquierda a derecha, mientras que el Cho—Ku—Rei
Tradicional se dibuja a izquierdas, es decir en sentido contrario
al de las agujas del reloj. Yo lo he probado de las dos maneras, y
lo mismo muchos de mis alumnos y alumnas; todos convienen conmigo
en que el trazo en el sentido de las agujas del reloj multiplica la
energía, de acuerdo con las atribuciones del símbolo, y que ello no
sucede con el dibujado en sentido contrario.
En toda obra metafísica o energética
incluyendo las de wicca, la rotación en
el sentido del reloj es, para el hemisferio Norte, la del progreso
y la prosperidad, mientras que el movimiento antihorario es el de
la merma y la dispersión; en el hemisferio Meridional rigen los
valores contrarios. Pero el factor determinante sigue siendo, como
siempre, la intención. Inténtalo de las dos maneras y decide cuál
es la que más te conviene. Una vez hayas averiguado cuál es el
trazado que te permite obtener la multiplicación de potencia,
adóptalo y úsalo con regularidad, ya que tal es la finalidad del
símbolo.
Sólo en una ocasión me vi conducida a
utilizar el símbolo trazado en sentido contrario al de las agujas
del reloj. Estaba yo tratando a una mujer que padecía un tumor
abdominal. Tras visualizar el Cho—Ku—Rei dibujado en sentido
horario como de costumbre, y en el momento de ir a posicionar las
manos sobre el tumor, me sentí dirigida a intentarlo de la otra
manera. Como el trazado de derecha a izquierda significa
dispersión, la idea no era tan absurda. Pocas veces, y siempre en
situaciones de tipo parecido, he utilizado, luego el símbolo
trazado «al revés». En cualquier caso, lo que cuenta por encima de
todo es la intención; si te has propuesto multiplicar, el símbolo
te dará la multiplicación cualquiera que sea el sentido en que se
dibuje. Para la manifestación se utiliza un doble Cho— Ku—Rei, el
uno dibujado a derechas y el otro a izquierdas; sobre esto
volveremos en el capítulo siguiente.
El segundo símbolo es el Sei—He—ki,
reservado por la escuela Tradicional a la curación de la
emotividad. A mí se me enseñó a utilizarlo concretamente cuando
durante la sesión terapéutica se plantease alguna sensación de
contrariedad, enfado o trastorno emocional, pero en ningún otro
caso; y me lo definieron como «Reunión, de Dios con el hombre», lo
cual ofendía un poco mi feminismo: ¿Por qué no decían «reunión de
Dios con la mujer» o «reunión de la Divinidad con lo humano»? Otra
definición también válida podría ser: «Todo lo que está arriba,
también está abajo.» El símbolo introduce la divinidad en las
pautas de la energía humana y alinea los chakras superiores.
Me parece interesante una observación, y es
que he visto muchas menos variantes y versiones del Sei—He—Ki que
de los demás símbolos; existe sólo una variante caligráfica' que lo
alarga un poco. Pues bien, aunque haya menos divergencia en el
símbolo, las opiniones discrepan en cuanto a su aplicación.
Tradicionalmente se enseña que sirve para las curaciones a nivel
mental y para sanear la emotividad. Sin embargo, a mí me parece que
esto es un error. El cuerpo mental tiene su propio símbolo que lo
rige, el Hon—Sha— Ze—Sho—Nen. Más adelante volveremos sobre la
discusión de los símbolos y aduciré algunas pruebas que dilucidan
esta cuestión.
Cuanto más practico la actividad terapéutica
más me persuado de que prácticamente todos los mal—estar es del
plano físico tienen una coordenada emocional. Poco importa que la
causa del mal—estar sea un estado emocional presente o un trauma
del pasado, como plantean Louise Hay y Alice Steadman, o que el
mal—estar mismo haya acarreado ese estado emocional y mental
anómalo; la cuestión es que las emociones dolorosas y el malestar
van juntos, y que curar el mal—estar equivale a curar también las
emociones que lo acompañan. La vida humana está llena de
tribulaciones o traumas grandes y pequeños; además a muchos se nos
ha educado en la creencia de que no es correcto, o de buena
educación, el hacer demostración de los propios sentimientos. Así
que cuando nos duele algo, en vez de limitarnos a sentirlo y
manifestarlo, las emociones quedan prisioneras; y cuando un dolor
queda dentro y no se le concede otra vía de desahogo, acaba por
manifestarse a través de una enfermedad física.
La energía Reíkí acude allí donde hace falta
sanar, en todos los planos de los cuerpos físico, emocional, mental
y espiritual. Cuando utilizamos el Sei—He—Ki nos dirigimos más
específicamente al aspecto emocional, y muchas veces resulta que
éste era la clave de la curación. Se ha sacado a la superficie una
emoción penosa o un trauma que hasta entonces hablan permanecido
retenidos en el interior. La persona receptora vuelve a conectar un
instante con ese dolor, lo suficiente para procesado y desprenderse
de él. Con el desahogo de las emociones a menudo desaparece el
mal—estar físico. La ira, la frustración, el miedo, la pena y la
soledad son causas más corrientes de los malestares humanos que
ninguna bacteria, ningún virus o ningún desgaste orgánico. Teniendo
esto presente, prefiero utilizar el Sei—He—Ki en casi todas mis
sesiones.
Los animales, al igual que los humanos,
manifiestan el mal—estar como medio para dar curso a las emociones
que de otro modo no logran desahogar, pues no hay que olvidar que
sienten y experimentan las mismas emociones que los humanos, aunque
su entendimiento y su capacidad para asumir el dominio de la propia
existencia no alcancen los niveles de aquéllos. En particular los
animales de compañía revelan síntomas de frustración o miedo, y
sobre todos los perros y los gatos que comparten lazos de cariño
muy intensos con sus amos son propensos a participar de los
malestares y los estados emocionales de la persona, sacrificándose
a sí mismos en ese proceso. Muchas veces los animales de compañía
asumen la tarea de purificar las energías patógenas que están
afectando a la familia y a la casa en donde viven; en una situación
de crisis familiar, por ejemplo, el animal la hace suya y puede
ocurrir que carezca del vigor necesario para transformar esa
energía. El Séi—He—Ki es tan eficaz para aliviar las afecciones
emocionales de los animales como las de los humanos y mediante su
intervención se consigue curar el mal—estar.
Pero Sei—He—Ki tiene otras aplicaciones
tanto en la situación terapéutica como fuera de ella. Cabe la
posibilidad de invocarlo a fines de protección y purificación, para
evacuar energías negativas y deshacer impedimentos espirituales, o
para guardar una habitación evitando la irrupción de emociones,
afecciones o entidades negativas. Sin embargo, a mí no se me
enseñaron estos usos, ni creo que haya muchas personas que sepan
gran cosa acerca de ellos; éste es otro campo de informaciones que
tal vez esté a punto de perderse definitivamente. En el capítulo
siguiente abordaremos la discusión de éstas y las demás
aplicaciones de Sei—He—Ki; en esta introducción sobre los símbolos
me limitaré a su utilidad fundamental para sanar por imposición de
las manos de acuerdo con los procedimientos explicados al tratar de
Reiki I. En este contexto utilizo yo el Sei—He—Ki durante muchas de
mis sesiones terapéuticas, como ayuda para facilitar el desahogo de
las fuentes emocionales del mal—estar.
El Sei—He—Ki adquiere suma importancia
cuando la persona receptora de una sesión terapéutica inicia un
desahogo emocional. Si vemos que intenta liberar emociones pero no
consigue hablar, ni llorar, este símbolo puede ayudarla. Aplica el
Sei—He—Ki visualizándolo, pronunciando su nombre mentalmente,
dibujándolo con la punta de la lengua en el paladar o trazando el
símbolo con la mano sobre el cuerpo de la receptora. También cabe
la posibilidad de trazarlo sobre el chakra Corona de esa persona
antes de iniciar las imposiciones, si nos consta que los conflictos
emocionales figuran entre los motores primarios de la
situación.
Cho—Ku—Rei Sei—He—Ki46
en sentido horario
Al invocar el Sei—He—Ki enfocamos la
energía Reiki sobre el cuerpo «nocional e intensificamos sus
efectos. Su presencia es una ayuda para la receptora, que le sirve
para encarar las emociones específicamente correspondientes a su
necesidad de curación y desahogarlas de la manera más rápida y
fácil posible. Lo usaremos una vez al comienzo de la sesión y/o
todas las veces que se evidencie necesario. Si tu intuición no te
representa en absoluto el Sei—He—ki puedes suponer que no se
necesita para la curación.
Seguramente fue A.J. Mackenzie Clay, en su
libro The Challenge to Teach Reiki (New Dimensions. 1992) el
primero que dio a la imprenta el símbolo Sei—He—Ki. La versión
publicada por él es conforme a la representación visual que se me
enseñó a mí. Clay lo describe diciendo que «activa la Fuente
interior» y lo define como despertador y purificador de la
kundalini, además de aludir a su capacidad para reconfigurar las
pautas cerebrales y sanar la conexión cuerpo—mente a través del
subconsciente. En otro libro posterior, One Step Forward for Reiki,
Clay reproduce el símbolo duplicado: son dos Sei—He—Ki enfrentados
y dibujados de arriba abajo, aduciendo que utilizado de esta manera
el símbolo realiza la integración de los hemisferios cerebrales
derecho e izquierdo47.
En The Challenge to Teach Reiki, A.J.
Mackenzie Clay publicó también una variante del Hon—Sha—Ze—Sho—Nen
(página 9). Éste es el símbolo que presenta más variantes y
versiones, probablemente debido a su complejidad, que dificulta su
memorización y reproducción. Al igual que los demás símbolos
visuales, es un ideograma del japonés y trata de transmitir una
imagen. Hon—Sha—Ze—Sho—Nen es de estructura piramidal y viene a
representar el cuerpo humano; en Occidente recibe el sobrenombre de
«La Pagoda», aunque seguramente sería más correcto llamarlo
«Stupa», una figura más antigua que representa, según las ideas del
budismo tántrico, los chakras o los cinco elementos en figura
estatuaria o arquitectónica48.
Se me ha comunicado que el símbolo describe una frase que traducida
significa: «Ni pasado, ni presente, ni futuro.»
A muchos terapeutas se les ha enseñado
únicamente que es el símbolo para la curación a distancia. Lo cual
es verdad, pero representa sólo el principio en relación con los
múltiples usos de esta muy poderosa figura. El Hon—Sha—Ze—Sho—Nen
es la energía que transmite la curación Reiki a través de las
distancias de espacio y tiempo. Siempre se emplea en las curaciones
a distancia o de personas ausentes, y también en las sesiones de
imposición de manos y en la auto terapia. Alcanza la máxima
intensidad en el modo de curación directa. En cuanto a su alcance e
intención es la más potente y compleja de las claves energéticas
Reiki II, e incluso más, posiblemente, que ninguno de los símbolos
Reiki III.
El Hon—Sha—Ze—Sho—Nen también es una vía de
acceso a los Archivos Akáshicos o improntas vitales de cada alma;
en consecuencia, su aplicación principal, entre otras, consiste en
sanar el karma. Estos Archivos Akáshicos describen la deuda
kármica, las obligaciones los compromisos y los objetivos vitales
de cada una de las muchas reencarnaciones de cada alma, incluida el
tránsito terrestre actual. Mediante el uso del símbolo en la
curación los traumas de la vida presente pueden reprogramarse, lo
cual equivale literalmente a cambiar el futuro. También es posible
descubrir pautas de vidas pasadas y resolverlas, o liquidar deudas
kármicas. Todo esto sucede en las sesiones terapéuticas de
imposición directa de manos, o mejor dicho en series de tales
sesiones; pero el método también se utiliza en auto terapia.
He aquí varios ejemplos de uso de este
símbolo para la liberación kármica, empezando por la existencia
actual. Una mujer que se sometió a la sesión Reiki había sido
víctima de un incesto cuando era niña, y recibe actualmente
tratamiento con el fin de paliar las secuelas En la circunstancia a
que me refiero estaba ya muy adelantado el trabajo y ella tenía un
conocimiento completo de lo sucedido, que es un requisito
indispensable para poder desprenderse del pasado. El
Hon—Sha—Ze—Sho—Nen opera sobre la mente consciente, o cuerpo
mental, a diferencia del Sei—He—Ki que enfoca hacia el
subconsciente y, por tanto, aquél va a intervenir en la fase
siguiente del proceso. Una vez liberadas las emociones, es posible
que Hon—Sha—Ze—Sho—Nen ofrezca nuevas opciones y nuevas líneas de
acción. Cuando administremos la terapia a alguien que no haya
entendido todavía la situación por completo y quizá no haya
recorrido aún las emociones que aquélla implica, prolongaremos las
sesiones con el Sei—He—Ki hasta que haya alcanzado ese punto.
Durante la sesión, la mujer habla de lo
sucedido y de cómo interpreta ahora las consecuencias del incesto
en su vida. En este caso, el primer modo de utilizar el
Hon—Sha—Ze—Sho—Nen consiste en trazarlo o visualizarlo al tiempo
que le pedimos que se describa a sí misma cuando era niña. Luego, y
al tiempo que continuamos con la imposición de las manos, le
pedimos que se revisite a sí misma como niña para sanar ese yo
infantil.
Que transmita la energía infantil a esa niña
víctima y que sepa que ha dejado de estar sola. Mientras esto
sucede seguimos visualizando el Hon—Sha—Ze—Sho—Nen, y probablemente
convendrá añadir el Sei—He—Ki también. Es posible que la criatura
quiera solicitar algo de su yo adulto; dejemos que la mujer le
proporcione lo que pide. Así descrito parece fácil, pero estas
curaciones muchas veces son profundamente emotivas, conmovedoras y
de profundos efectos sanadores. Es posible que la receptora
necesite luego varios días de descanso, para ayudarla a asimilar la
sesión.
Tal vez en otra sesión la llevaremos de
nuevo hacia su yo infantil, quizás a la víspera o la velada
anterior al primer incesto. Le pediremos que describa ese día, y lo
que la niña hizo, sintió y pensó. Que imagine cómo habría sido su
vida de no haber ocurrido ese día o esa noche lo que ocurrió, de no
haber entrado el ofensor en su habitación. En este punto
empezaremos a usar el Hon—Sha—Ze—Sho—Nen. Si el incesto no hubiese
ocurrido entonces, ¿cómo habría transcurrido la noche? Dile que te
lo describa.
De esta manera seguirás introduciendo a la
mujer en una nueva vida. ¿Cómo habría sido la jomada siguiente, de
no haber intervenido los sucesos de la noche anterior? ¿Cómo habría
sido su vida seis meses más tarde, si no hubiese ocurrido el
incesto? ¿Y un año más tarde? ¿Habría sido diferente su vida cinco
años después? ¿O diez? ¿Y no sería ella una mujer diferente ahora,
si no hubiese sido en absoluto víctima de un incesto? Gradualmente
fomentaremos en la receptora la idea de imaginar su vida si no
hubiese ocurrido aquel acontecimiento clave, y éste es un proceso
que puede utilizarse ante toda clase de traumas de los que
modifican la existencia de una manera, en principio,
definitiva.
Una vez hayamos reconducido a la mujer hacia
el presente, le pediremos que introduzca estos cambios en su
presente y su futuro, de manera que pasen a formar parte de su
vida. Lo haremos enviando al mismo tiempo grandes cantidades de
Hon—Sha—Ze—Sho—Nen. En este punto es posible que se rebele y diga
«¿cómo voy a fingir que esas cosas no ocurrieron, si ocurrieron en
realidad?» No se trata de inducir una negación de la realidad, sino
de cambiar y sanar los daños mentales que han permanecido
remanentes hasta el momento actual. Por eso le contestarás a esa
mujer: «Claro que ocurrió, pero tú acabas de crear otra realidad
distinta. ¿En cuál de las dos realidades prefieres vivir?» Sin duda
ella preferirá escoger la imaginada/visualizada. Dile entonces que
la lleve al presente y la haga suya; hecho esto pasaréis a
visualizar el futuro, de nuevo repitiendo d símbolo.
Al término de esta sesión haremos que la
mujer descanse un rato mucho más largo de lo habitud, ya que por
ahora estará redefiniéndose todo su cuerpo mental y probablemente
seguirá haciéndolo durante varios días o una semana. En ese período
conviene que permanezca a solas cuanto le sea posible y rodeada de
la mayor tranquilidad. Tal vez necesitará dormir más horas de lo
normal, y así debería hacerlo si nota esa necesidad. También es
posible que en estos momentos de recogimiento contemple una serie
de imágenes del suceso incestuoso, a manera de fotogramas de una
antigua película. La manera de enfrentarse a esto consiste
simplemente en mirarías y dejar que pasen, sin tratar de luchar
contra das ni resistirse; si sobrevienen acompañadas de reacciones
de la emotividad, esas emociones serán pasajeras; una vez más, se
limitará a experimentarlas pasivamente y luego prescindiré de
ellas.
Los efectos de esta curación equivalen a un
cambio radical para toda la vida. Con la liberación de las antiguas
emociones (cuerpo emocional, Sei—He—Ki) y la recreación de las
imágenes (cuerpo mental, Hon—Sha—Ze—Sho—Nen), esa mujer podrá
progresar en su vida, habiendo borrado de sus Archivos Akáshicos la
experiencia del incesto y resuelto su karma. Aunque nada pueda
cambiar el hecho de que el incesto sucedió, la curación ha cambiado
las pautas mentales y por consiguiente ha reparado el daño. El
proceso típico de recuperación de las consecuencias de un incesto
suele ser un proceso muy lento y difícil; este tipo de curación
puede restarle muchos años. Y lo que quizá sea todavía más
importante, evita que ese trauma se convierta en una pauta kármica
y por tanto vuelva a repetirse en otros tránsitos vitales.
A veces son pautas remanentes de vidas
anteriores las que necesitan ser liberadas y despejadas. Una mujer
me contaba que padecía una severa depresión crónica, o mejor dicho
manifestó que había vivido siempre deprimida y sin saber el motivo
de ello. Consultó a psiquiatras que le recetaron fármacos, los
cuales no la aliviaron pero sí la perjudicaron con sus efectos
secundarios. Por eso había decidido intentarlo por la vía de la
curación holística. Durante una de las sesiones terapéuticas le
pedí que se retrotrayera a la primera vez que había sentido tan
gran depresión, creyendo que descubriríamos algún trauma de la vida
infantil. Pero lo que ella me describió fue un hombre en la Grecia
del siglo ni a.C., el cual había sufrido una gran humillación y una
quiebra económica, tras lo cual, desesperado, se había arrojado al
mar desde unos arrecifes.
En este momento empecé a utilizar los
símbolos Hon—Sha—Ze—Sho—Nen. Le pedí que retrocediera al día de la
víspera del suicidio y que imaginase de qué otra manera habría
saneado su situación. Dijo que se habría necesitado mucho dinero
para eso, pero no tenía a nadie a quien pedírselo.
—Imagina que tu padre el millonario te daba
el dinero y un gran abrazo.
Ella lo hizo, y se puso a describir cómo
salía a pagar todas sus deudas y luego pasaba una velada tranquila,
con la satisfacción de haber recobrado su reputación. Siempre
administrándole los símbolos, le pregunté cómo imaginaba su vida un
año más tarde. Acababa de ser padre de un robusto muchacho. Luego
le pedí que me describiera su vida cinco años después. Había pasado
a ser miembro del Consejo de su ciudad.
—¿Cómo ocurrió tu muerte en ese tránsito
vital? —le pregunté—. Considérala sin emoción, como si estuvieras
viendo una película.
Ella describió la muerte de un anciano en su
cama, rodeado de todos sus hijos y nietos, y confortado por el
aprecio de todos sus conciudadanos. Entonces le pedí que trasladase
a la vida actual el remedio que había hallado en aquella existencia
anterior. Tras k> cual completamos la sesión Reiki, y la mujer
pasó varios días dedicada a restablecerse y asimilar la curación.
Que lo fue, porque nunca más volvió a padecer depresiones.
En otra sesión con la misma mujer le pedí
que regresara otra vez a aquella existencia anterior y me la
describiera. El panorama que me pintó fue totalmente distinto del
que había descrito la primera vez: ni humillación, ni ruina
financiera, ni suicidio. Le pregunté si hubo otras existencias
anteriores con episodios depresivos, o quizá suicidios. En esta
sesión ella me introdujo en otros cuatro tránsitos terrenales
anteriores, y pasamos rápida revista a las situaciones de cada uno
de ellos. Al haberse remediado la situación primaria en Grecia, fue
mucho más fácil sanar las existencias ulteriores que repetían la
pauta. De nuevo recorrió un proceso de integración durante una
semana, durante la cual emergieron imágenes y emociones; mientras
duró esta purga emocional durmió más horas de las acostumbradas y
dijo sentirse «como si estuviera reordenando todas mis
moléculas».
En la próxima sesión la llevé de nuevo a las
vidas pasadas que habíamos visitado anteriormente, y una vez más el
panorama fue bien distinto. Al preguntarle si tenía recuerdo de
otras existencias anteriores marcadas por la depresión o por el
suicidio, no apareció nada. Habíamos depurado la pauta kármica. Las
situaciones recurren hasta que sucede algo que las borre de los
Archivos Akáshicos. Para los budistas toda realidad es «una
operación de la Mente» y así es como definen también el karma. Al
cambiar las pautas conscientemente (en el cuerpo mental) una vez
procesadas las emociones (la mujer conoció la depresión y supo que
era una pauta recurrente), se liberó y resolvió el karma de la
situación. La vida de esa mujer ha cambiado mucho después del
proceso descrito.
Éste es uno de los principales usos del
Hon—Sha—Ze—Sho—Nen durante la curación directa. En Reiki III se
comunica más información sobre las bases que lo justifican y cómo
se hace. Son sesiones muy intensas, típicas de lo que le espera al
sanador o la sanadora Reiki II mientras prepara la obtención del
grado siguiente. Pero no tendrá que enfrentarse a estas situaciones
mientras no sea capaz de guiar a otra persona a través de procesos
así. Recordemos que el método también puede utilizarse a solas, en
modalidad de auto terapia si resulta necesaria, pero siempre es más
positivo contar con la colaboración de una guía. Estas curaciones
se te presentarán en su momento y cuando esto suceda, estarás en
disposición de enfrentarte a ellas. Pero de todas maneras, conviene
recabar el máximo posible de informaciones acerca de la situación
antes de comenzar. Es necesario procesar las emociones, o por lo
menos identificarlas, para que ocurra luego la curación en el plano
mental. La mujer que esta misma semana acaba de darse cuenta de que
fue víctima de abusos sexuales en su infancia todavía no está
preparada.
Al cambiar el pasado y llevar esos cambios
al presente modificamos también el futuro. Todo momento presente
era futuro hasta que alcanzó el ahora e inmediatamente queda
re—legado al pasado. Al influir sobre un acontecimiento pasado, el
presente y el futuro reaccionan también, en una especie de efecto
dominó que puede aprovecharse para conseguir resultados sumamente
beneficiosos. Cuando visualizamos un cambio en esta vida o en los
traumas de una existencia anterior, es preciso asegurarse de que
los cambios deseados pasen a formar parte efectiva del presente y
del futuro. Que las nuevas soluciones creadas sean positivas y que
no se visualicen sino alternativas positivas. Quien se dedique a la
curación mental directa o a distancia no tardará en aprender que
«todo momento es presente».
El Hon—Sha—Ze—Sho—Nen es también el
mecanismo para transmitir la energía terapéutica a través del
espacio en la curación a distancia, o de personas ausentes (más
sobre esto en el próximo capítulo). La traducción del nombre
Hon—Sha—Ze—Sho—Nen como «ni pasado, ni presente, ni futuro» nos
proporciona una indicación en cuanto a sus múltiples usos. Cuando
me enseñaron el Reiki II me dijeron que significaba: «Abre el libro
de la vida, y ahora lee.» Otra interpretación posible es la del
saludo budista Namaste: «La Divinidad que hay en mí saluda a la
Divinidad que hay en ti.» De cualquier manera que se defina, el
símbolo sana el pasado, el presente y el futuro en éste y en otros
tránsitos terrenales Empleando el símbolo duplicado, dos imágenes
la una al lado de la otra, accedemos directamente al futuro y lo
sanamos. Una de las figuras aparece en la visualización casi como
si estuviera detrás de la otra.
Estos son los tres símbolos del Reiki II, a
falta de otros dos que se imparten con las enseñanzas del Tercer
Grado. El Cho—Ku—Rei actúa primordialmente sobre el cuerpo físico
en la curación, el Sei—He—ki sobre el cuerpo emocional o
subconsciente, y el Hon— Sha—Ze—Sho—Nen dirige la energía Reiki
hacia el cuerpo mental o mente consciente. En la curación directa
no será infrecuente que utilicemos los tres, aunque no
necesariamente tiene por qué ocurrir siempre. Usa los símbolos
durante la sesión cuando algo te diga que hacen falta; si no
sientes la necesidad significa que no se precisa esa intervención.
Si usas sólo un símbolo, bien está, lo mismo que si usas varios;
confía en tu intuición, la cual adquiere gran potencia y lucidez
con la práctica del Reiki II. Si quieres también puedes trazarlos
en un soporte físico y colocarlos debajo de la camilla o al lado de
ella durante las sesiones.
En cualquier caso es imprescindible
memorizarlos y esto lleva a veces algún tiempo. Es menester
aprendérselos hasta ser capaces de dibujarlos de memoria y de
conformidad con las instrucciones de los diagramas, siguiendo el
orden indicado para cada trazo, y el aspecto final debe ser
idéntico al representado en las ilustraciones. Una vez te hayas
familiarizado con ellos y aunque todavía no los hayas memorizado a
la perfección, puedes emplearlos en la sesión terapéutica por el
procedimiento de transmitidos «enteros»: recita el nombre
mentalmente al tiempo que intentas visualizarlos tan completos como
puedas. Entonces la imagen surge espontáneamente y completa, con
todos los trazos en su lugar, como me sucedió a mí pocas horas
después de recibir mi formación y alineamiento Reiki II. Todavía
necesité varias semanas más hasta que hube aprendido los símbolos
de memoria y me vi capaz de dibujarlos correctamente.
A mí se me enseñó a visualizarlos de color
violeta exclusivamente, pero durante las sesiones de curación hallo
que los colores tienden a variar. Creo correcto cualquier color con
que se manifiesten, siempre y cuando sea puro y brillante. Practica
dibujándolos con la mano en el aire, para lo cual es mejor utilizar
la mano entera, no trazar el símbolo con un dedo. Los chakras a
través de los cuales fluye la energía se localizan principalmente
en las palmas de las manos. Si recibieras el Reiki II de mí o de
alguna alumna mía tendrías situados los símbolos Reiki en ambas
manos; en el sistema Tradicional se te pregunta cuál es tu «mano
sanadora» y se sitúan los símbolos sólo en la palma de ésta.
Mientras visualizas los símbolos, o los
estudias, o durante la sesión terapéutica, intenta apoyar la punta
de la lengua sobre el paladar, en un punto localizado detrás de los
dientes incisivos superiores. Esta postura realiza la conexión de
dos canales principales de energía kundalini/Hara y multiplica la
capacidad de emisión de los símbolos. Sobre esto hallarás más
información y cómo usarla en el capítulo sexto, Apertura de la
kundalini. Ya que Reiki actúa sobre el sistema eléctrico humano del
cual éste forma parte.
He tenido ocasión de observar una
interesante variedad de trazados para los símbolos Reiki, y sobre
todo del Hon—Sha—Ze—Sho—Nen. A mis alumnas que me consultan para la
obtención del Reiki III les digo que sigan utilizando cualquier
versión de los símbolos que estén acostumbradas a emplear. Todas
las versiones funcionan... o mejor dicho, creo que probablemente
ninguno de los símbolos que conocemos es absolutamente correcto, y
que los guías Reiki los modifican para conferirles su eficacia. En
el empleo de los símbolos es de suma importancia la intención. Los
guías Reiki desean que este sistema de curación se manifieste en el
Plano Terrenal actual por todas las vías posibles. Y contribuirán a
que suceda por todos los medios a su alcance. Sin embargo, lo dicho
aquí no debe excusar la memorización de los símbolos con la mayor
exactitud posible. Los guías no toleran la pereza; en cambio,
recompensan cualquier esfuerzo emprendido con intención
sincera.
Consideremos siempre con el máximo respeto
los símbolos Reiki. Son representaciones sagradas de una energía
ancestral y, al mismo tiempo, vehículos de día. En la enseñanza
Tradicional los alumnos deben prometer que no mostrarán los
símbolos a ninguna persona que no posea por lo menos el segundo
grado de iniciación. En mi opinión es imposible usarlos para
perjudicar a nadie, en modo alguno, y además no se activan san los
alineamientos. Lo cual no quita que deban ser usados con
discreción. A veces los he mostrado a alumnos de Reiki I que los
habían visto mientras recibían los alineamientos. Por cm parte,
cuando era una Reiki I novel tuve algunas visiones fragmentarias y
cuando pregunté lo que eran, recibí contestaciones deliberadamente
equívocas. Tales mentiras me parecen poco coherentes con la ética
que debe mantener el sanador y además son inneceserias. Mi
proposición es que se muestren cuando sea oportuno y a quien
juzguemos digno, pero sin caer en secretismos.
En el próximo capítulo profundizamos en los
usos de los símbolos Reiki II y explicaré la curación a distancia o
de personas ausentes, los usos no terapéuticos de los tres símbolos
clave y el trabajo con los espíritus—guías. El sanador o sanadora
Reiki I novel se ha convertido ya en una persona experta y
preparada para abordar tareas más avanzadas.