Capítulo 4

 

 

Los símbolos Reiki

 

MUCHAS personas acuden a mí para solicitarme el Reiki m sin haber entendido el segundo grado que precede a aquél. Alguien les ha enseñado los símbolos del Reiki II, les ha dicho que debían memorizarlos y les ha pasado los alineamientos, pero no recibieron ninguna otra enseñanza. Una mujer me contó que sus clases Reiki II habían durado media hora, y puedo corroborarlo porque mi propia formación Reiki II fue algo por el estilo. Los discípulos del sistema tradicional pasan muchos días aprendiendo a dibujar los tres símbolos, pero no se hace gran cosa para que comprenden lo que son esos símbolos ni para qué sirven. Quienes vienen a consultarme acerca del Reiki m suelen haber olvidado ya cómo se escriben e incluso los nombres de ellos, lo cual me obliga a enseñarles de nuevo el Reiki II antes de poder pasar al grado superior.

 

Tradicionalmente, a los Reiki II no se les permite llevarse copias de los símbolos; deben estudiarlos en clase, deben prometer que no sacarán copias para llevárselas a casa, y todas las semanas, al final de las clases, se celebra una ceremonia ritual de quema de las hojas que les han servido para practicar. Una vez en casa, invariablemente los olvidan. La memoria humana dista de ser perfecta e incluso las personas que utilizan los símbolos con regularidad acaban por deformarlos. Yo he visto por lo menos cuatro versiones distintas del Hon—Sha—Ze—Sho—Nen, el más complejo de los símbolos Reiki D. Si alguna vez has practicado el juego del teléfono, consistente en un círculo de personas que se pasan un «secreto» en voz baja, ya sabrás que cuando el mensaje ha dado toda la vuelta suele decir otra cosa bastante diferente de lo que decía al principio. Si nos empeñamos en confiarlos a la falible memoria humana, andando el tiempo arriesgamos la pérdida total de esos símbolos.

 

Por estas razones, entre otras, he tomado la polémica decisión de dar los símbolos Reiki a la imprenta y explicarlos completamente en este libro. Si no se hacía pronto, incurríamos en el peligro de que desaparecieran para siempre o quedaran irremediablemente desfigurados. Aunque tampoco la información recogida en un libro queda «esculpida en la piedra», al menos se facilita el acceso de un mayor número de personas a aquélla y la difusión por escrito implica una cierta normalización. Me ha parecido, por otra parte, que muchos o la mayoría de los Reiki II apenas han recibido la mitad de las enseñanzas que necesitarían para saber cómo usar estos símbolos. En realidad, parte de la información ha desaparecido ya.
Mediante una canalización de Suzanne Wagner he podido saber que hubo en otros tiempos trescientos símbolos Reiki, de los cuales veintidós se usaban con asiduidad. De ellos quedan en total cinco en Reiki II y III, si bien estos cinco símbolos componen un sistema bellamente unificado. Se dice que los demás se conservan todavía en el Tíbet, en las bibliotecas de algunas remotas lamaserías. Hoy por hoy, como sabemos, el Tíbet está en poder de China comunista, y se halla en marcha un programa dé sistemática persecución contra su espiritualidad y sus tradiciones. Lo poco que sabemos es lo que llevan de contrabando algunos monjes que consiguen huir a la India, pero muchos de los monasterios y de los antiguos textos han quedado destruidos para siempre. El dar a la imprenta la poca o la mucha información disponible es una manera de conservarla para la posteridad.
En su libro The Tan trie Mysticism of Tibet, John Blofeld ha descrito las ideas actuales de los tibetanos en cuanto a estos misterios:

 

Durante más de mil años, estas técnicas... se transmitieron de maestro a discípulo y se evitaba cuidadosamente, su revelación a los extranjeros. Pero en época reciente, la tragedia capó sobre el Tíbet y sus gentes se vieron obligadas a huir por millares atravesando las fronteras. Desde entonces los lamas han comprendido que, o bien recuperan su territorio nacional antes de que transcurra una generación, o tal vez sus sagrados conocimientos decaerán y desaparecerán; de ahí su interés actual por enseñar a cuantos sinceramente manifiestan el deseo de aprender. En este sentido, y sólo en este, la tragedia del Tíbet quizás haya beneficiado a toda la humanidad43.

 

Reiki es uno de esos misterios amenazados, y no sólo por la ocupación china del Tíbet. La técnica también corre el peligro de diluirse en el marasmo de las enseñanzas occidentales.
El argumento de la escuela Tradicional para mantener en secreto incluso los nombres de esos símbolos es que son sagrados. Lo son en efecto, lo que pasa es que hoy día sagrado y secreto han dejado de ser sinónimos. Para que las gentes aprendan lo sagrado es menester ponerlo a su disposición. Hoy ya no podemos permitirnos el lujo de largos años de iniciación privada bajo la dirección de un gran erudito o maestro/gurú. En el mundo van quedando pocos lugares donde puedan formarse los maestros de ese género, y pocas personas en condiciones de dedicar toda la vida, exclusivamente, a seguir la senda de lo sagrado. La tradición de la enseñanza oral ha dejado de existir.
£n estos tiempos casi todos somos unos solitarios. Aprendemos de los medios de comunicación de masas, o de los libros, y ahí es, lógicamente, donde hay que poner a disposición la información necesaria. El planeta y sus habitantes se hallan en un estado de extrema crisis moral y física. Para cambiar esta situación, o mejor dicho para sobrevivir, se necesita la espiritualidad y una clave de lo sagrado. ¿Adónde irán a buscar tales cosas las gentes, sino en lo que puedan encontrar en su propia cultura?
Por eso publico el sistema Reiki entero, tal como yo lo conozco y lo enserio. Mis métodos de enseñanza son los modernos; se trata de sistematizar un sistema energético para que funcione de manera óptima. Pongo fin al secreto poniendo lo sagrado a disposición de quienes lo necesitan y desean tenerlo. Desde ese punto de vista, este libro y la información que contiene es un acto radical. Los símbolos Reiki II y III, la información correspondiente y sus métodos nunca se habían dado a la imprenta... al menos, desde épocas sánscritas muy remotas. No faltará quien hallándose en desacuerdo con mis procedimientos trate de desacreditarme diciendo que mis métodos no son Reiki, aunque lo sean y bien genuinos por cierto. Sólo les pido que entiendan mis razones para hacerlo; la necesidad es evidente para cualquiera que medite sobre el asunto con el corazón en la mano. Mis guías espirituales venían instándome a hacerlo desde hace años, y lo he escrito con más celeridad que ninguno de mis libros anteriores. Las palabras acuden a la mente con rapidez muy superior a mi capacidad para teclearlas, e incluso de noche, cuando dejo de escribir, el caudal continúa. Va siendo hora de dar esos secretos a la imprenta, de poner Reiki al alcance de todo el mundo, tal como era su vocación originaria.
He recibido formación tanto en los métodos tradicionales como en los modernos, por lo cual explicaré en qué difiero de las enseñanzas tradicionales cada vez que se presente la oportunidad. Si me aparto de la escuela Tradicional es porque he hallado otros métodos más potentes y más sencillos. Algunas de las modificaciones provienen también de otras fuentes de información más profundas: la comprensión de por qué se hada algo de una determinada manera, o de cómo debió hacerse al principio, derivada del estudio o de la orientación espiritual. Muchas veces, mientras enseñaba o mientras escribo estas líneas, he recibido de mis guías el mensaje de «hazlo así». Nunca se me ha demostrado que ninguna de esas informaciones fuese equivocada; vivimos en un mundo que cambia y Reiki cambia también.
Otro motivo que suele aducirse para mantener en secreto los símbolos Reiki y las enseñanzas de Reiki II y III es que podrían servir para hacer daño si cayeran en malas manos. Según mi guía y experiencia, así como también según me indican otras personas, parece bastante claro que es imposible desviar estos materiales hacia usos perniciosos. Como digo al principio de este libro y siempre hada constar Mikao Usui, esta información no se activa por sí misma. Los alineamientos Reiki de cada grado son indispensables para realizar la virtualidad de los métodos de curación y los datos correspondientes; y dichos alineamientos sólo puede pasarlos un instructor debidamente formado y que los haya recibido de otro a su vez.
Además Reiki es un sistema cuidadosamente concebido; los guías y los líderes de este planeta que nos lo trajeron no dejaron nada al azar. Reiki se concibió a prueba de errores; si alguien pretendiera usarlo para fines que no fuesen positivos, no sucedería absolutamente nada y no podrían hacer ningún daño. Por otra parte, no olvidemos que la energía es una fuerza neutral: el fuego puede guisar nuestros alimentos o incendiar una ciudad.

 

La intención de la energía retorna siempre sobre el emisor. Lo que tú transmites siempre vuelve a ti, para bien o para mal. El intento de perjudicar a otra persona mediante un sistema concebido para la salud, resulte o no pasa a formar parte del karma de quien albergó tal intención. Por un razonamiento recíproco, la intención de hacer el bien mediante un sistema concebido para ayudar y sanar a otros compensa cualquier déficit de información en que tal vez hayamos incurrido. Al poner tu buena voluntad en el empleo de Reiki para el bien, Reiki te ayuda a completar lo que te falta.
La guía Reiki es un factor que empieza a manifestarse ya con el Reiki I, pero pocos lo advierten de manera consciente hasta que reciben el Segundo Grado. En toda curación Reiki participa un grupo de sanadores desencarnados. El practicante Reiki I probablemente ni siquiera se dará cuenta de su presencia. En el nivel Reiki II ellos mismos procuran darse a conocer, y en Reiki III ¡se hacen con todo el control de la situación! Así pues, y mientras muy pocos de mis alumnos Reiki I conocen la existencia de unos espíritus—guías, cuando una persona ha recibido la formación Reiki II durante algunos meses ya trabaja contando conscientemente con la presencia de estos guías en todas las sesiones. Para mí, éste fue el cambio más importante que introdujo Reiki D en mi trabajo como sanadora, y supone un ensanchamiento considerable de nuestra perspectiva.
El trabajar conscientemente bajo la guía espiritual hace de cada acto una alegría y una maravilla. Cuando esa guía todavía no ha penetrado en la conciencia, quizás el sanador o sanadora opera bajo la impresión de hallarse en un estado de intuición extraordinaria^ mente lúcida. Una misma «no sabe cómo se le ocurrió», siendo «eso que se le ocurrió» una pieza de información esencial para el acto terapéutico, o también un instrumento nuevo para sesiones futuras, o para la auto terapia. En una situación terapéutica, cuando no sepas qué hacer limítate a pedir ayuda, y la solución se te aparecerá o, sencillamente, ocurrirá. En consecuencia, se plantean situaciones más complicadas en Reiki II que en Reiki I. Y dada tu intención positiva de actuar lo mejor que puedas, se te suministran todos los instrumentos y toda la información que vayas a necesitar. Cuando incurrimos en un error de técnica, por ejemplo, dibujar mal un símbolo Reiki, los guías Reiki lo corregirán. A veces incluso resulta posible el observar físicamente dicha intervención.
Yo no albergo el más mínimo temor en cuanto a que Reiki pudiera ser degradado o utilizado para hacer el mal, ni por error, ni por mala intención. Los guías sencillamente no lo permitirían. En muchas sesiones he interrogado a los guías Reiki sobre si convenía poner todas estas informaciones en un libro, y siempre he recibido su total anuencia, así como toda la ayuda necesaria para localizar materiales precisos. De esta manera supe que algunos de los símbolos sí habían aparecido en forma impresa44, y que además eran conocidos y utilizados por los estudiosos del budismo (como veremos al tratar del Reiki III). En tiempos remotos Reiki pertenecía a todo el mundo, y los guías Reiki desean que así vuelva a ser; el mismo hecho de que estés leyendo estas líneas indica que ellos desean que tú poseas esa información.
El Segundo Grado de Reiki, tal como yo lo enseño, consiste en la información sobre tres de estos símbolos y sus usos, el karma terapéutico, la curación a distancia, los usos de los símbolos en situaciones no terapéuticas y el contacto con los guías espirituales. Asimismo incluyo en Reiki II los ejercicios y las técnicas kundalini/Hara que intervienen en mi método no tradicional para pasar los alineamientos, y que vienen a constituir una especie de puente entre Reiki II y III. Aparte esta información, el grado en sí se completa con un alineamiento. En mis clases de Reiki II los símbolos se distribuyen con la documentación que se facilita y que puede llevarse a casa el alumno o alumna.
Los símbolos son la esencia y la fórmula de Reiki, las claves para la utilización y la transmisión de ese sistema terapéutico. Todas las cosas profundas y de afirmación vital son sencillas, y Reiki es un método de sencillez suma, constituido fundamentalmente por los símbolos. Éstos son la fórmula que Mikao Usui halló en los Su tras. Tres de ellos se enseñan en Reiki II y dos más en el Tercer Grado. No es difícil acceder a ellos a través del budismo, que no los considera secretos ni información reservada. Al final de este libro se hallará una discusión completa de los símbolos así como de la Senda de la Iluminación. En Reiki II empezamos a utilizar estas claves profundas de la energía; la sencillez se preserva dejando las informaciones adicionales para más adelante, es decir, para una fase más avanzada de la instrucción.
Ocurre con frecuencia que después de pasar los alineamientos Reiki I, una o más de las personas que asisten a mis clases dicen; «He visto una escritura extraña.» Cuando les pido que me dibujen lo que han visto, por lo general trazan uno o más de los símbolos. Y pese a la complejidad de algunas de estas figuras, no es raro el caso de que una alumna o alumno acierte a dibujarlos todos, y además correctamente. El alineamiento Reiki I sitúa estos símbolos en el aura, es decir que entran a formar parte de toda sanadora Reiki; con frecuencia el alumno que acierta a dibujarlos antes de haberíos visto escritos en parte alguna me comunica su sensación de haber recordado una forma familiar; otros discípulos, cuando los ven escritos por primera vez durante la instrucción para el Reiki ü. también creen recordar que han visto antes uno o varios de ellos, y algunos incluso han empezado a utilizarlos. Antes de verlos físicamente en Reiki II, estas personas canalizaban ya los símbolos con la energía Reiki transmitida a través de sus manos.
Una vez obtenidos visualmente pasan a formar parte de las sesiones de curación directa o de auto terapia, además de servir como base para la curación a distancia. Curación directa es la situación que te permite imponer las manos sobre la persona receptora o sobre tu propio cuerpo; en la curación Reiki a distancia no es necesario que la persona o el animal estén físicamente presentes. Para incluir los símbolos en una sesión Reiki directa basta con visualizarlos (es decir, imaginar que están ahí). Tenlos presentes en tu mente, y con eso se activarán. También puedes trazarlos con ademanes en el aire antes de comenzar una sesión o una postura, o dibujarlos imaginariamente sobre el cuerpo de la receptora, o dibujarlos con la punta de la lengua en el paladar. Úsalos de esta manera para la curación directa; en el capítulo siguiente trataremos de la curación a distancia.
El primero de los símbolos es el Cho—Ku—Rei, cuya utilidad consiste en aumentar la potencia. En Reiki se le da el sobrenombre de «el interruptor». En otro lugar he comparado la energía Reiki con la electricidad45. Cuando impones las manos para curar, es como si accionaras un interruptor; pues bien, si se hace con la adición de Cho—Ku—Rei es como si hubiéramos reemplazado nuestra bombilla de cincuenta vatios por otra de cien vatios. Y continuando con el símil, el paso a Reiki II equivale a cambiar nuestra red doméstica de 110 voltios por una instalación de fuerza a 220 voltios; y Reiki ID es como una línea de corriente continua de alta tensión.
Al visualizar el símbolo Cho—Ku—Rei se multiplica tu capacidad para acceder a la energía Reiki. Probablemente acabarás usándolo en todas las sesiones. Cho—Ku—Rei concentra la energía enfocándola en un punto e invocando todos los recursos de la Divinidad Universal El trazo recto y la espiral de este símbolo representan el Laberinto, un espacio iniciático sito en el antiguo templo que tenía la Diosa en el palacio cretense de Knossos. En la arqueología de este planeta, las espirales representan siempre la energía de b Diosa.

 

En la figura explicativa las flechas de trazo fino indican el sentido en que se mueve el pincel para dibujar el símbolo. Los símbolos hay que memorizarlos y debes ser capaz de dibujarlos con exactitud. A mí me enseñaron el Cho—Ku—Rei con la espiral trazada en el sentido de las agujas del reloj, es decir de izquierda a derecha, mientras que el Cho—Ku—Rei Tradicional se dibuja a izquierdas, es decir en sentido contrario al de las agujas del reloj. Yo lo he probado de las dos maneras, y lo mismo muchos de mis alumnos y alumnas; todos convienen conmigo en que el trazo en el sentido de las agujas del reloj multiplica la energía, de acuerdo con las atribuciones del símbolo, y que ello no sucede con el dibujado en sentido contrario.

 

En toda obra metafísica o energética incluyendo las de wicca, la rotación en el sentido del reloj es, para el hemisferio Norte, la del progreso y la prosperidad, mientras que el movimiento antihorario es el de la merma y la dispersión; en el hemisferio Meridional rigen los valores contrarios. Pero el factor determinante sigue siendo, como siempre, la intención. Inténtalo de las dos maneras y decide cuál es la que más te conviene. Una vez hayas averiguado cuál es el trazado que te permite obtener la multiplicación de potencia, adóptalo y úsalo con regularidad, ya que tal es la finalidad del símbolo.

 

 

 

Sólo en una ocasión me vi conducida a utilizar el símbolo trazado en sentido contrario al de las agujas del reloj. Estaba yo tratando a una mujer que padecía un tumor abdominal. Tras visualizar el Cho—Ku—Rei dibujado en sentido horario como de costumbre, y en el momento de ir a posicionar las manos sobre el tumor, me sentí dirigida a intentarlo de la otra manera. Como el trazado de derecha a izquierda significa dispersión, la idea no era tan absurda. Pocas veces, y siempre en situaciones de tipo parecido, he utilizado, luego el símbolo trazado «al revés». En cualquier caso, lo que cuenta por encima de todo es la intención; si te has propuesto multiplicar, el símbolo te dará la multiplicación cualquiera que sea el sentido en que se dibuje. Para la manifestación se utiliza un doble Cho— Ku—Rei, el uno dibujado a derechas y el otro a izquierdas; sobre esto volveremos en el capítulo siguiente.
El segundo símbolo es el Sei—He—ki, reservado por la escuela Tradicional a la curación de la emotividad. A mí se me enseñó a utilizarlo concretamente cuando durante la sesión terapéutica se plantease alguna sensación de contrariedad, enfado o trastorno emocional, pero en ningún otro caso; y me lo definieron como «Reunión, de Dios con el hombre», lo cual ofendía un poco mi feminismo: ¿Por qué no decían «reunión de Dios con la mujer» o «reunión de la Divinidad con lo humano»? Otra definición también válida podría ser: «Todo lo que está arriba, también está abajo.» El símbolo introduce la divinidad en las pautas de la energía humana y alinea los chakras superiores.
Me parece interesante una observación, y es que he visto muchas menos variantes y versiones del Sei—He—Ki que de los demás símbolos; existe sólo una variante caligráfica' que lo alarga un poco. Pues bien, aunque haya menos divergencia en el símbolo, las opiniones discrepan en cuanto a su aplicación. Tradicionalmente se enseña que sirve para las curaciones a nivel mental y para sanear la emotividad. Sin embargo, a mí me parece que esto es un error. El cuerpo mental tiene su propio símbolo que lo rige, el Hon—Sha— Ze—Sho—Nen. Más adelante volveremos sobre la discusión de los símbolos y aduciré algunas pruebas que dilucidan esta cuestión.
Cuanto más practico la actividad terapéutica más me persuado de que prácticamente todos los mal—estar es del plano físico tienen una coordenada emocional. Poco importa que la causa del mal—estar sea un estado emocional presente o un trauma del pasado, como plantean Louise Hay y Alice Steadman, o que el mal—estar mismo haya acarreado ese estado emocional y mental anómalo; la cuestión es que las emociones dolorosas y el malestar van juntos, y que curar el mal—estar equivale a curar también las emociones que lo acompañan. La vida humana está llena de tribulaciones o traumas grandes y pequeños; además a muchos se nos ha educado en la creencia de que no es correcto, o de buena educación, el hacer demostración de los propios sentimientos. Así que cuando nos duele algo, en vez de limitarnos a sentirlo y manifestarlo, las emociones quedan prisioneras; y cuando un dolor queda dentro y no se le concede otra vía de desahogo, acaba por manifestarse a través de una enfermedad física.
La energía Reíkí acude allí donde hace falta sanar, en todos los planos de los cuerpos físico, emocional, mental y espiritual. Cuando utilizamos el Sei—He—Ki nos dirigimos más específicamente al aspecto emocional, y muchas veces resulta que éste era la clave de la curación. Se ha sacado a la superficie una emoción penosa o un trauma que hasta entonces hablan permanecido retenidos en el interior. La persona receptora vuelve a conectar un instante con ese dolor, lo suficiente para procesado y desprenderse de él. Con el desahogo de las emociones a menudo desaparece el mal—estar físico. La ira, la frustración, el miedo, la pena y la soledad son causas más corrientes de los malestares humanos que ninguna bacteria, ningún virus o ningún desgaste orgánico. Teniendo esto presente, prefiero utilizar el Sei—He—Ki en casi todas mis sesiones.
Los animales, al igual que los humanos, manifiestan el mal—estar como medio para dar curso a las emociones que de otro modo no logran desahogar, pues no hay que olvidar que sienten y experimentan las mismas emociones que los humanos, aunque su entendimiento y su capacidad para asumir el dominio de la propia existencia no alcancen los niveles de aquéllos. En particular los animales de compañía revelan síntomas de frustración o miedo, y sobre todos los perros y los gatos que comparten lazos de cariño muy intensos con sus amos son propensos a participar de los malestares y los estados emocionales de la persona, sacrificándose a sí mismos en ese proceso. Muchas veces los animales de compañía asumen la tarea de purificar las energías patógenas que están afectando a la familia y a la casa en donde viven; en una situación de crisis familiar, por ejemplo, el animal la hace suya y puede ocurrir que carezca del vigor necesario para transformar esa energía. El Séi—He—Ki es tan eficaz para aliviar las afecciones emocionales de los animales como las de los humanos y mediante su intervención se consigue curar el mal—estar.
Pero Sei—He—Ki tiene otras aplicaciones tanto en la situación terapéutica como fuera de ella. Cabe la posibilidad de invocarlo a fines de protección y purificación, para evacuar energías negativas y deshacer impedimentos espirituales, o para guardar una habitación evitando la irrupción de emociones, afecciones o entidades negativas. Sin embargo, a mí no se me enseñaron estos usos, ni creo que haya muchas personas que sepan gran cosa acerca de ellos; éste es otro campo de informaciones que tal vez esté a punto de perderse definitivamente. En el capítulo siguiente abordaremos la discusión de éstas y las demás aplicaciones de Sei—He—Ki; en esta introducción sobre los símbolos me limitaré a su utilidad fundamental para sanar por imposición de las manos de acuerdo con los procedimientos explicados al tratar de Reiki I. En este contexto utilizo yo el Sei—He—Ki durante muchas de mis sesiones terapéuticas, como ayuda para facilitar el desahogo de las fuentes emocionales del mal—estar.
El Sei—He—Ki adquiere suma importancia cuando la persona receptora de una sesión terapéutica inicia un desahogo emocional. Si vemos que intenta liberar emociones pero no consigue hablar, ni llorar, este símbolo puede ayudarla. Aplica el Sei—He—Ki visualizándolo, pronunciando su nombre mentalmente, dibujándolo con la punta de la lengua en el paladar o trazando el símbolo con la mano sobre el cuerpo de la receptora. También cabe la posibilidad de trazarlo sobre el chakra Corona de esa persona antes de iniciar las imposiciones, si nos consta que los conflictos emocionales figuran entre los motores primarios de la situación.

 

 

 

Cho—Ku—Rei Sei—He—Ki46
en sentido horario

 

 

 

Al invocar el Sei—He—Ki enfocamos la energía Reiki sobre el cuerpo «nocional e intensificamos sus efectos. Su presencia es una ayuda para la receptora, que le sirve para encarar las emociones específicamente correspondientes a su necesidad de curación y desahogarlas de la manera más rápida y fácil posible. Lo usaremos una vez al comienzo de la sesión y/o todas las veces que se evidencie necesario. Si tu intuición no te representa en absoluto el Sei—He—ki puedes suponer que no se necesita para la curación.

 

Seguramente fue A.J. Mackenzie Clay, en su libro The Challenge to Teach Reiki (New Dimensions. 1992) el primero que dio a la imprenta el símbolo Sei—He—Ki. La versión publicada por él es conforme a la representación visual que se me enseñó a mí. Clay lo describe diciendo que «activa la Fuente interior» y lo define como despertador y purificador de la kundalini, además de aludir a su capacidad para reconfigurar las pautas cerebrales y sanar la conexión cuerpo—mente a través del subconsciente. En otro libro posterior, One Step Forward for Reiki, Clay reproduce el símbolo duplicado: son dos Sei—He—Ki enfrentados y dibujados de arriba abajo, aduciendo que utilizado de esta manera el símbolo realiza la integración de los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo47.
En The Challenge to Teach Reiki, A.J. Mackenzie Clay publicó también una variante del Hon—Sha—Ze—Sho—Nen (página 9). Éste es el símbolo que presenta más variantes y versiones, probablemente debido a su complejidad, que dificulta su memorización y reproducción. Al igual que los demás símbolos visuales, es un ideograma del japonés y trata de transmitir una imagen. Hon—Sha—Ze—Sho—Nen es de estructura piramidal y viene a representar el cuerpo humano; en Occidente recibe el sobrenombre de «La Pagoda», aunque seguramente sería más correcto llamarlo «Stupa», una figura más antigua que representa, según las ideas del budismo tántrico, los chakras o los cinco elementos en figura estatuaria o arquitectónica48. Se me ha comunicado que el símbolo describe una frase que traducida significa: «Ni pasado, ni presente, ni futuro.»
A muchos terapeutas se les ha enseñado únicamente que es el símbolo para la curación a distancia. Lo cual es verdad, pero representa sólo el principio en relación con los múltiples usos de esta muy poderosa figura. El Hon—Sha—Ze—Sho—Nen es la energía que transmite la curación Reiki a través de las distancias de espacio y tiempo. Siempre se emplea en las curaciones a distancia o de personas ausentes, y también en las sesiones de imposición de manos y en la auto terapia. Alcanza la máxima intensidad en el modo de curación directa. En cuanto a su alcance e intención es la más potente y compleja de las claves energéticas Reiki II, e incluso más, posiblemente, que ninguno de los símbolos Reiki III.
El Hon—Sha—Ze—Sho—Nen también es una vía de acceso a los Archivos Akáshicos o improntas vitales de cada alma; en consecuencia, su aplicación principal, entre otras, consiste en sanar el karma. Estos Archivos Akáshicos describen la deuda kármica, las obligaciones los compromisos y los objetivos vitales de cada una de las muchas reencarnaciones de cada alma, incluida el tránsito terrestre actual. Mediante el uso del símbolo en la curación los traumas de la vida presente pueden reprogramarse, lo cual equivale literalmente a cambiar el futuro. También es posible descubrir pautas de vidas pasadas y resolverlas, o liquidar deudas kármicas. Todo esto sucede en las sesiones terapéuticas de imposición directa de manos, o mejor dicho en series de tales sesiones; pero el método también se utiliza en auto terapia.
He aquí varios ejemplos de uso de este símbolo para la liberación kármica, empezando por la existencia actual. Una mujer que se sometió a la sesión Reiki había sido víctima de un incesto cuando era niña, y recibe actualmente tratamiento con el fin de paliar las secuelas En la circunstancia a que me refiero estaba ya muy adelantado el trabajo y ella tenía un conocimiento completo de lo sucedido, que es un requisito indispensable para poder desprenderse del pasado. El Hon—Sha—Ze—Sho—Nen opera sobre la mente consciente, o cuerpo mental, a diferencia del Sei—He—Ki que enfoca hacia el subconsciente y, por tanto, aquél va a intervenir en la fase siguiente del proceso. Una vez liberadas las emociones, es posible que Hon—Sha—Ze—Sho—Nen ofrezca nuevas opciones y nuevas líneas de acción. Cuando administremos la terapia a alguien que no haya entendido todavía la situación por completo y quizá no haya recorrido aún las emociones que aquélla implica, prolongaremos las sesiones con el Sei—He—Ki hasta que haya alcanzado ese punto.

 

Durante la sesión, la mujer habla de lo sucedido y de cómo interpreta ahora las consecuencias del incesto en su vida. En este caso, el primer modo de utilizar el Hon—Sha—Ze—Sho—Nen consiste en trazarlo o visualizarlo al tiempo que le pedimos que se describa a sí misma cuando era niña. Luego, y al tiempo que continuamos con la imposición de las manos, le pedimos que se revisite a sí misma como niña para sanar ese yo infantil.
Que transmita la energía infantil a esa niña víctima y que sepa que ha dejado de estar sola. Mientras esto sucede seguimos visualizando el Hon—Sha—Ze—Sho—Nen, y probablemente convendrá añadir el Sei—He—Ki también. Es posible que la criatura quiera solicitar algo de su yo adulto; dejemos que la mujer le proporcione lo que pide. Así descrito parece fácil, pero estas curaciones muchas veces son profundamente emotivas, conmovedoras y de profundos efectos sanadores. Es posible que la receptora necesite luego varios días de descanso, para ayudarla a asimilar la sesión.

 

Tal vez en otra sesión la llevaremos de nuevo hacia su yo infantil, quizás a la víspera o la velada anterior al primer incesto. Le pediremos que describa ese día, y lo que la niña hizo, sintió y pensó. Que imagine cómo habría sido su vida de no haber ocurrido ese día o esa noche lo que ocurrió, de no haber entrado el ofensor en su habitación. En este punto empezaremos a usar el Hon—Sha—Ze—Sho—Nen. Si el incesto no hubiese ocurrido entonces, ¿cómo habría transcurrido la noche? Dile que te lo describa.

 

De esta manera seguirás introduciendo a la mujer en una nueva vida. ¿Cómo habría sido la jomada siguiente, de no haber intervenido los sucesos de la noche anterior? ¿Cómo habría sido su vida seis meses más tarde, si no hubiese ocurrido el incesto? ¿Y un año más tarde? ¿Habría sido diferente su vida cinco años después? ¿O diez? ¿Y no sería ella una mujer diferente ahora, si no hubiese sido en absoluto víctima de un incesto? Gradualmente fomentaremos en la receptora la idea de imaginar su vida si no hubiese ocurrido aquel acontecimiento clave, y éste es un proceso que puede utilizarse ante toda clase de traumas de los que modifican la existencia de una manera, en principio, definitiva.

 

Una vez hayamos reconducido a la mujer hacia el presente, le pediremos que introduzca estos cambios en su presente y su futuro, de manera que pasen a formar parte de su vida. Lo haremos enviando al mismo tiempo grandes cantidades de Hon—Sha—Ze—Sho—Nen. En este punto es posible que se rebele y diga «¿cómo voy a fingir que esas cosas no ocurrieron, si ocurrieron en realidad?» No se trata de inducir una negación de la realidad, sino de cambiar y sanar los daños mentales que han permanecido remanentes hasta el momento actual. Por eso le contestarás a esa mujer: «Claro que ocurrió, pero tú acabas de crear otra realidad distinta. ¿En cuál de las dos realidades prefieres vivir?» Sin duda ella preferirá escoger la imaginada/visualizada. Dile entonces que la lleve al presente y la haga suya; hecho esto pasaréis a visualizar el futuro, de nuevo repitiendo d símbolo.

 

Al término de esta sesión haremos que la mujer descanse un rato mucho más largo de lo habitud, ya que por ahora estará redefiniéndose todo su cuerpo mental y probablemente seguirá haciéndolo durante varios días o una semana. En ese período conviene que permanezca a solas cuanto le sea posible y rodeada de la mayor tranquilidad. Tal vez necesitará dormir más horas de lo normal, y así debería hacerlo si nota esa necesidad. También es posible que en estos momentos de recogimiento contemple una serie de imágenes del suceso incestuoso, a manera de fotogramas de una antigua película. La manera de enfrentarse a esto consiste simplemente en mirarías y dejar que pasen, sin tratar de luchar contra das ni resistirse; si sobrevienen acompañadas de reacciones de la emotividad, esas emociones serán pasajeras; una vez más, se limitará a experimentarlas pasivamente y luego prescindiré de ellas.

 

Los efectos de esta curación equivalen a un cambio radical para toda la vida. Con la liberación de las antiguas emociones (cuerpo emocional, Sei—He—Ki) y la recreación de las imágenes (cuerpo mental, Hon—Sha—Ze—Sho—Nen), esa mujer podrá progresar en su vida, habiendo borrado de sus Archivos Akáshicos la experiencia del incesto y resuelto su karma. Aunque nada pueda cambiar el hecho de que el incesto sucedió, la curación ha cambiado las pautas mentales y por consiguiente ha reparado el daño. El proceso típico de recuperación de las consecuencias de un incesto suele ser un proceso muy lento y difícil; este tipo de curación puede restarle muchos años. Y lo que quizá sea todavía más importante, evita que ese trauma se convierta en una pauta kármica y por tanto vuelva a repetirse en otros tránsitos vitales.
A veces son pautas remanentes de vidas anteriores las que necesitan ser liberadas y despejadas. Una mujer me contaba que padecía una severa depresión crónica, o mejor dicho manifestó que había vivido siempre deprimida y sin saber el motivo de ello. Consultó a psiquiatras que le recetaron fármacos, los cuales no la aliviaron pero sí la perjudicaron con sus efectos secundarios. Por eso había decidido intentarlo por la vía de la curación holística. Durante una de las sesiones terapéuticas le pedí que se retrotrayera a la primera vez que había sentido tan gran depresión, creyendo que descubriríamos algún trauma de la vida infantil. Pero lo que ella me describió fue un hombre en la Grecia del siglo ni a.C., el cual había sufrido una gran humillación y una quiebra económica, tras lo cual, desesperado, se había arrojado al mar desde unos arrecifes.
En este momento empecé a utilizar los símbolos Hon—Sha—Ze—Sho—Nen. Le pedí que retrocediera al día de la víspera del suicidio y que imaginase de qué otra manera habría saneado su situación. Dijo que se habría necesitado mucho dinero para eso, pero no tenía a nadie a quien pedírselo.
—Imagina que tu padre el millonario te daba el dinero y un gran abrazo.
Ella lo hizo, y se puso a describir cómo salía a pagar todas sus deudas y luego pasaba una velada tranquila, con la satisfacción de haber recobrado su reputación. Siempre administrándole los símbolos, le pregunté cómo imaginaba su vida un año más tarde. Acababa de ser padre de un robusto muchacho. Luego le pedí que me describiera su vida cinco años después. Había pasado a ser miembro del Consejo de su ciudad.
—¿Cómo ocurrió tu muerte en ese tránsito vital? —le pregunté—. Considérala sin emoción, como si estuvieras viendo una película.
Ella describió la muerte de un anciano en su cama, rodeado de todos sus hijos y nietos, y confortado por el aprecio de todos sus conciudadanos. Entonces le pedí que trasladase a la vida actual el remedio que había hallado en aquella existencia anterior. Tras k> cual completamos la sesión Reiki, y la mujer pasó varios días dedicada a restablecerse y asimilar la curación. Que lo fue, porque nunca más volvió a padecer depresiones.
En otra sesión con la misma mujer le pedí que regresara otra vez a aquella existencia anterior y me la describiera. El panorama que me pintó fue totalmente distinto del que había descrito la primera vez: ni humillación, ni ruina financiera, ni suicidio. Le pregunté si hubo otras existencias anteriores con episodios depresivos, o quizá suicidios. En esta sesión ella me introdujo en otros cuatro tránsitos terrenales anteriores, y pasamos rápida revista a las situaciones de cada uno de ellos. Al haberse remediado la situación primaria en Grecia, fue mucho más fácil sanar las existencias ulteriores que repetían la pauta. De nuevo recorrió un proceso de integración durante una semana, durante la cual emergieron imágenes y emociones; mientras duró esta purga emocional durmió más horas de las acostumbradas y dijo sentirse «como si estuviera reordenando todas mis moléculas».
En la próxima sesión la llevé de nuevo a las vidas pasadas que habíamos visitado anteriormente, y una vez más el panorama fue bien distinto. Al preguntarle si tenía recuerdo de otras existencias anteriores marcadas por la depresión o por el suicidio, no apareció nada. Habíamos depurado la pauta kármica. Las situaciones recurren hasta que sucede algo que las borre de los Archivos Akáshicos. Para los budistas toda realidad es «una operación de la Mente» y así es como definen también el karma. Al cambiar las pautas conscientemente (en el cuerpo mental) una vez procesadas las emociones (la mujer conoció la depresión y supo que era una pauta recurrente), se liberó y resolvió el karma de la situación. La vida de esa mujer ha cambiado mucho después del proceso descrito.
Éste es uno de los principales usos del Hon—Sha—Ze—Sho—Nen durante la curación directa. En Reiki III se comunica más información sobre las bases que lo justifican y cómo se hace. Son sesiones muy intensas, típicas de lo que le espera al sanador o la sanadora Reiki II mientras prepara la obtención del grado siguiente. Pero no tendrá que enfrentarse a estas situaciones mientras no sea capaz de guiar a otra persona a través de procesos así. Recordemos que el método también puede utilizarse a solas, en modalidad de auto terapia si resulta necesaria, pero siempre es más positivo contar con la colaboración de una guía. Estas curaciones se te presentarán en su momento y cuando esto suceda, estarás en disposición de enfrentarte a ellas. Pero de todas maneras, conviene recabar el máximo posible de informaciones acerca de la situación antes de comenzar. Es necesario procesar las emociones, o por lo menos identificarlas, para que ocurra luego la curación en el plano mental. La mujer que esta misma semana acaba de darse cuenta de que fue víctima de abusos sexuales en su infancia todavía no está preparada.
Al cambiar el pasado y llevar esos cambios al presente modificamos también el futuro. Todo momento presente era futuro hasta que alcanzó el ahora e inmediatamente queda re—legado al pasado. Al influir sobre un acontecimiento pasado, el presente y el futuro reaccionan también, en una especie de efecto dominó que puede aprovecharse para conseguir resultados sumamente beneficiosos. Cuando visualizamos un cambio en esta vida o en los traumas de una existencia anterior, es preciso asegurarse de que los cambios deseados pasen a formar parte efectiva del presente y del futuro. Que las nuevas soluciones creadas sean positivas y que no se visualicen sino alternativas positivas. Quien se dedique a la curación mental directa o a distancia no tardará en aprender que «todo momento es presente».
El Hon—Sha—Ze—Sho—Nen es también el mecanismo para transmitir la energía terapéutica a través del espacio en la curación a distancia, o de personas ausentes (más sobre esto en el próximo capítulo). La traducción del nombre Hon—Sha—Ze—Sho—Nen como «ni pasado, ni presente, ni futuro» nos proporciona una indicación en cuanto a sus múltiples usos. Cuando me enseñaron el Reiki II me dijeron que significaba: «Abre el libro de la vida, y ahora lee.» Otra interpretación posible es la del saludo budista Namaste: «La Divinidad que hay en mí saluda a la Divinidad que hay en ti.» De cualquier manera que se defina, el símbolo sana el pasado, el presente y el futuro en éste y en otros tránsitos terrenales Empleando el símbolo duplicado, dos imágenes la una al lado de la otra, accedemos directamente al futuro y lo sanamos. Una de las figuras aparece en la visualización casi como si estuviera detrás de la otra.

 

Estos son los tres símbolos del Reiki II, a falta de otros dos que se imparten con las enseñanzas del Tercer Grado. El Cho—Ku—Rei actúa primordialmente sobre el cuerpo físico en la curación, el Sei—He—ki sobre el cuerpo emocional o subconsciente, y el Hon— Sha—Ze—Sho—Nen dirige la energía Reiki hacia el cuerpo mental o mente consciente. En la curación directa no será infrecuente que utilicemos los tres, aunque no necesariamente tiene por qué ocurrir siempre. Usa los símbolos durante la sesión cuando algo te diga que hacen falta; si no sientes la necesidad significa que no se precisa esa intervención. Si usas sólo un símbolo, bien está, lo mismo que si usas varios; confía en tu intuición, la cual adquiere gran potencia y lucidez con la práctica del Reiki II. Si quieres también puedes trazarlos en un soporte físico y colocarlos debajo de la camilla o al lado de ella durante las sesiones.
En cualquier caso es imprescindible memorizarlos y esto lleva a veces algún tiempo. Es menester aprendérselos hasta ser capaces de dibujarlos de memoria y de conformidad con las instrucciones de los diagramas, siguiendo el orden indicado para cada trazo, y el aspecto final debe ser idéntico al representado en las ilustraciones. Una vez te hayas familiarizado con ellos y aunque todavía no los hayas memorizado a la perfección, puedes emplearlos en la sesión terapéutica por el procedimiento de transmitidos «enteros»: recita el nombre mentalmente al tiempo que intentas visualizarlos tan completos como puedas. Entonces la imagen surge espontáneamente y completa, con todos los trazos en su lugar, como me sucedió a mí pocas horas después de recibir mi formación y alineamiento Reiki II. Todavía necesité varias semanas más hasta que hube aprendido los símbolos de memoria y me vi capaz de dibujarlos correctamente.
A mí se me enseñó a visualizarlos de color violeta exclusivamente, pero durante las sesiones de curación hallo que los colores tienden a variar. Creo correcto cualquier color con que se manifiesten, siempre y cuando sea puro y brillante. Practica dibujándolos con la mano en el aire, para lo cual es mejor utilizar la mano entera, no trazar el símbolo con un dedo. Los chakras a través de los cuales fluye la energía se localizan principalmente en las palmas de las manos. Si recibieras el Reiki II de mí o de alguna alumna mía tendrías situados los símbolos Reiki en ambas manos; en el sistema Tradicional se te pregunta cuál es tu «mano sanadora» y se sitúan los símbolos sólo en la palma de ésta.
Mientras visualizas los símbolos, o los estudias, o durante la sesión terapéutica, intenta apoyar la punta de la lengua sobre el paladar, en un punto localizado detrás de los dientes incisivos superiores. Esta postura realiza la conexión de dos canales principales de energía kundalini/Hara y multiplica la capacidad de emisión de los símbolos. Sobre esto hallarás más información y cómo usarla en el capítulo sexto, Apertura de la kundalini. Ya que Reiki actúa sobre el sistema eléctrico humano del cual éste forma parte.
He tenido ocasión de observar una interesante variedad de trazados para los símbolos Reiki, y sobre todo del Hon—Sha—Ze—Sho—Nen. A mis alumnas que me consultan para la obtención del Reiki III les digo que sigan utilizando cualquier versión de los símbolos que estén acostumbradas a emplear. Todas las versiones funcionan... o mejor dicho, creo que probablemente ninguno de los símbolos que conocemos es absolutamente correcto, y que los guías Reiki los modifican para conferirles su eficacia. En el empleo de los símbolos es de suma importancia la intención. Los guías Reiki desean que este sistema de curación se manifieste en el Plano Terrenal actual por todas las vías posibles. Y contribuirán a que suceda por todos los medios a su alcance. Sin embargo, lo dicho aquí no debe excusar la memorización de los símbolos con la mayor exactitud posible. Los guías no toleran la pereza; en cambio, recompensan cualquier esfuerzo emprendido con intención sincera.
Consideremos siempre con el máximo respeto los símbolos Reiki. Son representaciones sagradas de una energía ancestral y, al mismo tiempo, vehículos de día. En la enseñanza Tradicional los alumnos deben prometer que no mostrarán los símbolos a ninguna persona que no posea por lo menos el segundo grado de iniciación. En mi opinión es imposible usarlos para perjudicar a nadie, en modo alguno, y además no se activan san los alineamientos. Lo cual no quita que deban ser usados con discreción. A veces los he mostrado a alumnos de Reiki I que los habían visto mientras recibían los alineamientos. Por cm parte, cuando era una Reiki I novel tuve algunas visiones fragmentarias y cuando pregunté lo que eran, recibí contestaciones deliberadamente equívocas. Tales mentiras me parecen poco coherentes con la ética que debe mantener el sanador y además son inneceserias. Mi proposición es que se muestren cuando sea oportuno y a quien juzguemos digno, pero sin caer en secretismos.

 

En el próximo capítulo profundizamos en los usos de los símbolos Reiki II y explicaré la curación a distancia o de personas ausentes, los usos no terapéuticos de los tres símbolos clave y el trabajo con los espíritus—guías. El sanador o sanadora Reiki I novel se ha convertido ya en una persona experta y preparada para abordar tareas más avanzadas.