Capítulo 2
Que es Reiki
EL acto de la imposición de
manos sobre el cuerpo humano o animal para confortar o para aliviar
el dolor es tan antiguo como los instintos. Ante la sensación
dolorosa, lo primero que hacemos es llevar las manos al lugar
dolorido. Cuando una criatura cae y se despelleja la rodilla quiere
que su madre la toque (o la bese), y se siente mejor enseguida.
Cuando el niño tiene fiebre o está mareado, por instinto la madre
apoya la palma de su mano sobre la frente de la criatura. El tacto
humano transmite calor, consuelo y poder curativo. También expresa
el cariño y el amor. Y también los animales, como el perro o el
gato, cuando les duele algo se lamen por instinto la región
dolorida, por la misma razón que los humemos aplicamos las manos.
Las hembras de los animales lamen a las crías accidentadas. Y ese
acto tan sencillo es la base de todas las técnicas de curación por
el tacto.
Los cuerpos vivientes, humanos o animales,
irradian calor y energía. Esta energía es la fuerza vital
propiamente dicha y tiene tantos nombres como civilizaciones
humanas han existido. En un libro titulado In
Search of The Healing Energy (Destiny Books. 1978). Mary
Coddington llenó todo un volumen con la historia de esta energía en
las diferentes culturas. Los huna polinesios llamaron mana a esta
fuerza salutífera, y los indios iroqueses de Norteamérica la
conocieron como orenda; pero es también
prana entre los hindúes, ruach entre los hebreos, baraka en los países islámicos, y ch’I para los chinos. Algunos sanadores
individuales creyeron descubrir una energía orgánica (Wilhelm
Reich), un magnetismo animal (Mesmer) o
un archaeus (Paracelso). Los japoneses la
llamaron ki y ésa es la raíz que aparece
en la palabra Reiki.
Mantak Chia, un instructor Ch’I Kung, define
a ch’I (equivalencia de ki en chino) como «energía, aire, aliento,
viento, hálito vital, esencia vital... la energía activa del
universo»25.
Ch`I Kung (o Qi Gong) es una antigua
disciplina terapéutica de Asia basada en la potenciación y la
conservación de ch'I mediante el control de los movimientos de esta
energía en el organismo. Ch’I o ki es una energía de tipo eléctrico
que configura el organismo y determina su estado de salud. Cuando
ki se separa del organismo viviente, la vida abandona a éste. Pero
ch’I o ki es también la fuerza vital esencial de la Tierra, los
planetas, las estrellas y los cielos; y todas estas fuentes de
energía influyen sobre el ki del cuerpo viviente. Todo lo que tiene
vida contiene ki y lo irradia: es la energía biomagnética del
aura.
En el régimen de la fuerza energética vital
de Reiki, la persona que ha recibido los alineamientos como
terapeuta Reiki tiene abiertos los canales de la energía, y
despejadas las obstrucciones por efecto de dicho alineamiento. En
estas condiciones no sólo aumenta su captación de esta energía
vital o ki mejorando su propio estado, sino que además participa de
la fuente de todo ch’I o ki universal. Para describir esa fuente
sirve cualquier denominación que se elija. Yo prefiero llamarla
Diosa; otros la llamarán Dios, Yo Superior. Primer Motor, Universo
o de cualquier otra manera que implique la creación primordial o
energía vital. En realidad Reiki no es una religión, ni obedece a
los postulados de religión alguna. Esta fuerza o energía vital es
la fuente de la misma vida y muy anterior, como realidad y como
concepto, a cualquier sistema religioso o filosófico.
Ciertamente todos los seres vivos tienen ki,
pero los alineamientos Reiki conectan al recipiendario de una
manera más directa con esa fuente inagotable. Con su primer
alineamiento para Reiki I el receptor o la receptora se convierte
en un canal de esta energía curativa universal. Desde el momento en
que lo recibe hasta el término de sus días, todo cuanto necesita
hacer esa persona para ponerse en contacto con el ki terapéutico es
posicionar las manos sobre sí misma o sobre otra, y la energía
empezará a fluir automáticamente. El alineamiento, al poner a la
persona en contacto directo con la fuente de ki, aumenta la energía
vital de ésta, le aporta la curación, y le confiere el poder de
sanar a otras personas sin agotar las propias reservas. En los
breves minutos que dura el proceso del alineamiento, la persona que
recibe la energía Reiki se beneficia de un regalo que va a cambiar
su vida para siempre, y en sentido positivo desde cualquier punto
de vista que se contemple.
Este proceso de alineamiento o iniciación
diferencia el Reiki de cualquier otro sistema de curación por
imposición de las manos o por el tacto. El alineamiento no es una
sénior terapéutica; es la creación de un terapeuta. En Reiki I el
discípulo o discípula recibe su primer alineamiento combinado (o
los cuatro alineamientos, si se inicia bajo la dirección de un
maestro o maestra de Reiki Tradicional), luego otro para el grado
Reiki II y otro más para el Reiki III. Cada uno de éstos acentúa la
potencia positiva de su capacidad para canalizar el ki. O dicho de
otro modo, Reiki es los alineamientos mismos, sin tos cuales —que
deben transmitirse directamente de maestro/enseñante a discípulo—
el proceso no es un sistema de curación Reiki, sino otra cosa
diferente.
Los alineamientos se administran de uno en
uno, y esto puede ser un bello rito, o un proceso de urgencia y
desprovisto de ceremonia; en cualquier caso se trata de la
transmisor de un poder mágico. En este proceso la persona enseñante
se sitúa a espaldas de la persona a iniciar y se trazan los
símbolos. Luego repite la misma operación colocándose delante, y
por último se coloca otra vez detrás. Las personas recipiendarias
experimentan determinadas sensaciones, aunque cada caso es
diferente. A veces dicen haber visto colores, o imágenes; en otras
ocasiones se produce la revisión de las existencias anteriores
—sobre todo si éstas han estado también conectadas con Reiki—, o la
sensación de llenarse de luz, o un sentimiento de paz total, de
asombro maravillado o de amor. Algunos iniciados perciben más que
otros; las sensaciones son siempre definidas, pero agradables, muy
suaves. Cuando se le pide que posicione las manos sobre otra
persona para ensayar la transmisión de la energía, el nuevo sanador
o la nueva sanadora Reiki tal vez experimentará por primera vez la
característica sensación de un calor que irradia de aquéllas.
A partir de este momento la persona que ha
recibido el alineamiento es terapeuta Reiki y posee unas facultades
que no sabía que tuviese, pues de hecho el alineamiento no aporta
nada nuevo; sólo abre y pone en sintonía, «alinea», lo que ya
estaba en esa persona. Podríamos describir el proceso diciendo que
es como enchufar una lámpara en una casa cuya instalación eléctrica
se halla ya conectada a la red; cuando el terapeuta impone sus
manos con intención de sanar, es como si encendiera la lámpara. Los
maestros tradicionales dicen que cuando tú recibes el Reiki en este
tránsito vital, ello significa que ya lo has poseído en otras
encarnaciones anteriores. En este sentido recibir el Reiki es
recordar, pero yo creo que hay mucho más que eso, que todos hemos
recibido el Reiki en existencias pasadas, ya que forma parte del
patrimonio genético de todos y es nuestra herencia.
Los tres grados en que se divide tienen la
significación siguiente. En Reiki I el alinea—miento sana en el
plano físico los malestares de la persona que lo recibe: la salud
física suele acusar una mejoría perceptible durante los meses
siguientes a la iniciación, y las sesiones de Reiki I son
primordialmente auto—terapéuticas. El terapeuta Reiki I también
puede obtener la curación de una persona físicamente presente. Es
el proceso que se llama de curación directa; el sanador o sanadora
debe imponer las manos directamente sobre sí mismo o sobre el
paciente. En el capítulo siguiente pasaremos a explicar las
posiciones de las manos correspondientes al nivel Reiki I.
Se tarda unas tres o cuatro semanas en
adaptarse al alineamiento Reiki I: durante dicho período, a veces
la energía Reiki se manifiesta en momentos insólitos, no
relacionados con ningún acto terapéutico. La persona sentirá quizás
un ligero vértigo, o un cosquilleo, o tendrá sueños intensos
incluyendo posiblemente rememoraciones de vidas anteriores, o
padecerá síndrome de desintoxicación con síntomas tales como
diarreas, flujo nasal o micciones más frecuentes. Estas
incomodidades no indican ningún malestar, sino sencillamente que la
energía se adapta, al tiempo que aumenta la capacidad del nuevo
terapeuta para canalizarla. Está entrando en su aura y su organismo
un flujo de energía ki más intenso que cuanto haya experimentado
antes, lo cual purifica el aura y los chakras. En caso de que las
sensaciones lleguen a ser verdaderamente desagradables, una breve
sesión auto—terapéutica o con ayuda de otra persona reequilibra esa
energía, con lo que aquéllas remiten. Por este motivo, después de
recibir el Reiki I es aconsejable practicar cuantas sesiones de
curación sean posibles, al menos durante el primer mes e incluyendo
una sesión diaria de auto terapia.
El alineamiento Reiki II aumenta
considerablemente la cantidad de energía curativa, dirigiéndose
ésta de manera más específica a los aspectos emocionales, mentales
y cárnicos de la curación en quien lo recibe. Después de recibirlo,
las emociones antiguas, las situaciones no resueltas del pasado,
las vidas anteriores y las pautas mentales negativas resurgen y se
resuelven al fin en la curación completa. Esta fase puede durar
hasta seis mesas y es positiva y necesaria, aunque no siempre
cómoda.
La curación en el nivel Reiki II incrementa
en gran medida la potencia de las sesiones directas: además se
añaden los métodos y los instrumentos para sanar a alguien que no
esté físicamente presente—, es la curación a distancia. En Reiki II
se explican tres de los símbolos Reiki y se aprende a usarlos de
una manera consciente. Estos símbolos estaban ya en el aura del
sanador Reiki I y emergen de sus manos inconscientemente cuando
cura; en Reiki II empezamos a dirigir sus energías. Además se
obtiene información preliminar acerca de cómo canalizar la energía
necesaria para pasar los alineamientos en el Reiki III.
Reiki III es el grado de maestro/enseñante,
entendiendo por maestro sencillamente lo que indica la palabra,
alguien que ha llegado a dominar por completo una disciplina y
puede enseñarla, sin añadir ninguna connotación de vanidad ni
sentido de la propiedad alguno. El alineamiento pone en juego las
energías del nivel espiritual y activa la curación espiritual en la
persona recipiendaria. Esta energía es felicidad pura, unidad con
toda vida, comunicación con la Divinidad/Fuente. En comparación con
el duro trabajo que se nos exige después de recibir el alineamiento
Reiki II, el Reiki III viene a ser como un obsequio muy precioso.
En la práctica de las sesiones, el terapeuta Reiki III experimenta
una acentuación todavía mayor de su capacidad para canalizar la
energía salutífera, y también la facultad de curar alcanza niveles
más elevados. Reiki DI comprende otras dos claves simbólicas,
nuevas informaciones esotéricas sobre los símbolos, y el método
para pasar los alineamientos. Este grado se recomienda sólo a quien
pretenda dedicarse en serio a la curación y más en particular a los
que piensan enseñar Reiki y hacer del método una parte fundamental
de su vida.
El proceso de aprendizaje debe principiar
por Reiki I. Una vez recibido el alineamiento inicial, la persona
no tiene más que imponer ambas manos para curar, bien sea sobre la
zona dolorida, o utilizando las posiciones manuales Reiki sobre el
cuerpo completo. La energía ki hace lo demás sin que intervenga la
voluntad, y fluye a través de las manos del sanador. Éste tal vez
sepa cuál es la parte afectada y que necesita curación, o tal vez
no, pero la energía tiene una inteligencia muy superior a la humana
y se dirigirá a donde haga falta. No se extrae de la persona del
sanador ni de su aura, sino que proviene directamente de la
Divinidad/fuente vital. El terapeuta se limita a posicionar la»
manos en las distintas maneras que constituyen una sesión, y Reiki
hace lo demás, interviniendo en todos los planos de la persona, el
físico, el emotivo, el mental y el espiritual.
La curación Reiki se dirige a la persona
entera. Al curar un dolor de cabeza, por ejemplo, Reiki tal vez
sanará otros órganos y niveles. Aunque el sanador haya posicionado
las mano» sobre la región que le duele al paciente, la cabeza,
muchas veces las cefalalgias se originan en el aparato digestivo.
Si la causa del dolor era un trastorno intestinal, la energía
curativa se dirigirá a los intestinos y no sólo al dolor de cabeza.
Esto hablando en el plano de lo físico; pero si la causa del dolor
fuese emocional, por ejemplo un estrés, Reiki también actuará en
ese plano, y lo mismo si el origen de la afección se situase en los
niveles mental o espiritual del individuo. Y si la persona que
recibe el tratamiento padece además otro tipo de malestar, por
ejemplo una alergia. Reiki actuará sobre ésta con independencia de
que se le haya mencionado tal circunstancia al sanador o no.
Los humanos y los animales son Entidades no
sólo físicas. Tenemos un cuerpo físico denso, es decir perceptible
directamente a la vista y el tacto, pero también otros tres cuerpos
no visibles, no físicos, que son niveles de energía formados por ki
y determinan el estado del cuerpo físico. Nunca la curación puede
ser solamente física, sino que debe abarcar esos cuerpos de energía
vibracional. Allí donde el médico trata sólo el cuerpo físico, el
sanador, y más particularmente el sanador Reiki, atiende los cuatro
cuerpos. La curación metafísica, por consiguiente, va mucho más
lejos que la medicina y es mucho más completa en cuanto a sus
resultados. Siguiendo con el ejemplo del dolor de cabeza, si
tomamos una aspirina tal vez aliviaremos el síntoma pero no
habremos hecho nada por subsanar la causa. Reiki no se dirige sólo
al dolor evidente, sino que va a la causa del dolor. Con la
aspirina, éste regresará seguramente al cabo de tres horas; con
Reiki desaparecerá de manera permanente.
La importancia de este punto se entiende más
plenamente si consideramos el caso de las afecciones graves. En el
origen de cualquier mal—estar físico habrá probablemente algo más
que lo físico, y las causas no físicas deben ser curadas también
para que desaparezca el dolor corporal. O mejor dicho, muchos
sanadores creen que todas las dolencias físicas tienen su raíz en
lo no físico, en traumas emocionales, pautas mentales negativas o
conflictos espirituales. Para remediar el malestar será preciso
descubrir y tratar esas raíces; tal ha sido la preocupación
principal de dos mujeres, Louise Hay (Sana tu
cuerpo, y Usted puede sanar su vida, Urano, 1992 y 1989) y aún
antes Alice Steadman (Who’s The Matter With
Me?, ESPress 1966). Ambas autoras proponen unas lisias de
partes corporales o de malestares con sus definiciones en cuanto a
los orígenes de las dolencias.
ORIGENES
EMOCIONALES DE LA ENFERMEDAD26
Problema Fuente
Accidentes Manifestaciones de ira,
frustración, rebeldía.
Anorexia Bulimia Odio a sí mismo, de privación del alimento vital, sentimiento de «no ser lo bastante bueno».Anquilosamientos Cuerpo rígido = mente rígida, inflexibilidad, temores, "único camino", resistencia al cambio. Lugar en donde se manifiesta = localización de la pauta.
Apoplejía Pensamiento negativo, pérdida súbita de la alegría, cambio de orientación forzado.Artritis Pauta autocritica, o hipercrítica frente a los demás, perfeccionismo.Asma Deseo de ser mimado, remordimientos, complejo de inferioridad.Brazos Capacidad para abarcar, emociones antiguas retenidas en las articulaciones.Cabeza Nosotros, lo que mostramos al mundo; algo radicalmente equivocado.Cáncer Resentimiento profundo, desconfianza, autocompasión, desesperación, desvalimiento.
Cefalalgias Invalidez del yo.
Colon El estreñimiento = incapacidad para abandonarse; diarrea = temor a retener; estreñimiento también = falta de seguridad acerca de si tenemos bastante, afán de acaparar.Corazón El corazón es amor y la sangre es felicidad; el ataque cardiaco es la negación, la supresión brusca del amor y de la felicidad.
Dedos Índice = el ego, la ira y el
miedo.
Pulgar = preocupación.
Medio = ira; el derecho: un hombre; el izquierdo: una mujer,
Anular = uniones, penas.
Meñique = parientes, pretendientes.
Dolor Culpabilidad que busca el castigo; obsérvese en qué manera se manifiesta.Edemas Mentalidad estancada; temores inexpresados, sentirse como en una trampa.Espalda Parte superior = falta de comprensión emocional, búsqueda de ayuda. Parte media = remordimiento.Parte inferior = agotamiento, preocupaciones económicas.Estómago Incapacidad para digerir ideas y experiencias. No podemos "tragar'" a alguien o a algo. Miedo.Garganta Miedo al cambio, incapacidad para expresarse, ira, creatividad contrariada. Laringitis = demasiado furioso para hablar; irritación = ira; amigdalitis o tiroides. = creatividad sofocada; más profunda en el caso de la leucemia.
ORÍGENES
EMOCIONALES DE LA ENFERMEDAD²
Problema Fuente
Genitales Cuestiones relativas a la feminidad o la masculinidad, rechazo de la sexualidad, "cosas sucias", "impureza del cuerpo femenino".Infecciones de la vejiga: contrariedad; la retención que perjudica.Vaginitis: desaire Infligido por la pareja, romanticismo herido.
Próstata: autoestima y orgullo sexual.
Impotencia: miedo o aversión a la
pareja.
Frigidez: miedo, remordimientos sexuales, falta de autoestima.Síndrome premenstrual: negación del ciclo femenino, baja estima como mujer. ETS: remordimientos sexuales.
Inflamaciones, Ira
ardores, fiebres,
picores, irritaciones,
hinchazones
Jaquecas Ira y perfeccionismo, frustración. Masturbarse para que desaparezca.Mamas Instinto maternal de protección, tal vez excesivo en relación con una persona/cosa/lugar/experiencia. Cáncer de mama: resentimiento profundo resultante de tal situación.Manos Retener con demasiado empeño un dinero, una relación. Artritis = autocritica, espíritu hipercrítico interiorizado o contra otros.
Nuca Cuestiones relacionadas con la
flexibilidad.
Oídos Demasiado difícil
admitir lo que dicen.
Dolor de oídos = ira: sordera = no
quiere
oír.
Peso excesivo Necesidad de protección,
inseguridad.
Piel Amenaza que afecta a la individualidad; cuando estamos sometidos a otros.Piel fina = exceso de sensibilidad, sensación de ser «despellejado», afán de mimarse a sí mismo.Piernas Temor a progresar, o escasa voluntad de hacerlo. Venas varicosas: permanecer en una situación que odiamos.Pies Imagen que tenemos de nosotros mismos. Progreso.Pulmones Incapacidad para dar y recibir energía vital; negación de la vida. Enfisema, abuso del tabaco = negación de la vida, inferioridad.Rodillas Inflexibilidad: incapacidad para someterse, orgullo, ego, tozudez, miedo al cambio, afán justiciero.
Sinusitis Irritación causada por
alguien.
Tumores Crecimiento erróneo; ofensa antigua que atormenta y no se olvida. Tumores uterinos: resentimientos en relación con la feminidad, misoginia.Úlceras Miedo; dudas en cuanto a la propia valía, falta de autoestima,
Estas definiciones podrán ser muy exactas
para algunas personas, y no tanto o nada para otras. Ninguna de las
dos autoras tiene conciencia de lo políticamente correcto y ello
trasluce en sus definiciones, por ejemplo cuando dicen que las
molestias menstruales reflejan «rechazo a la propia feminidad» en
lugar de rechazo frente al papel secundario que nuestra sociedad
asigna a la mujer27.
Si se corrigen las proposiciones con arreglo a este criterio,
mejora su validez. Sucede a veces que los sanadores metafísicos
abusan de semejantes definiciones así como de la noción de karma
(el «arrastre» de situaciones originarias de existencias
anteriores); es la actitud que también se encuentra entre algunos
médicos: «Usted tiene la culpa de lo que le pasa; ahora ya lo sabe,
así que vaya y enmiéndese». Esta postura se basa en el razonamiento
de que, si la enfermedad es kármica y si es un castigo, son las
personas quienes eligen sus propios malestares y sus dolencias, y
también podrían elegir no tenerías.
La ley del karma no es tan simplista. Lo que
postula es que cada tránsito vital comprende una serie de cosas que
aprender, convenidas en existencias anteriores, y tal vez un
malestar o una dolencia sea una manera de establecer determinada
enseñanza. Según su etimología, karma no significa otra cosa sino
acción, y cada acción implica una reacción; o dicho de otro modo y
citando el adagio mágico: «Todo cuanto emites retoma a ti.» Los
errores de la vida reclaman una enmienda, una comprensión o un
cambio de actitud si queremos subsanarlos. Quizás no se necesite
más que vivenciar a fondo las emociones para resolverlas. Y si esto
no se ha producido en el decurso del tránsito vital que ha
planteado la situación, tal vez suceda en el siguiente, lo cual no
debe interpretarse, como un castigo.
Puede ocurrir que una persona desarrolle un
malestar como manera de acceder a una enseñanza necesaria. La que
sea muy impaciente en uno de sus tránsitos vitales, por ejemplo,
tal vez aceptará verse minusválida o confinada a una silla de
ruedas en el próximo y así aprenderá lo que es la paciencia. Pero
las situaciones casi nunca son tan a claras ni tan sencillas; sería
demasiado fácil afirmar que cuando te rompes una pierna en esta
vida, ello se debe a que has sido la causante de que otra persona
se rompiese la suya en una existencia anterior; y también
interpretaríamos mal el karma si creyéramos que alguien elige sus
enfermedades. Porque tales elecciones y ajustes se realizan en la
fase previa a la reencarnación y en ella no existen la conciencia
ni la voluntad del plano corporal.
Los budistas consideran que el karma se debe
a las ataduras emocionales que transportamos de un tránsito vital
al siguiente, y ésa es la fuerza que obliga a regresar una y otra
vez a la Tierra para que se resuelvan esas sensaciones y esas
emociones. Consideraran que la Senda de la Iluminación subsana todo
karma y nos libera del ciclo de las reencarnaciones; pero esa
resolución kármica sólo es posible dentro de un estado de
encarnación corporal. De ahí que los sanadores pregunten a veces si
el hecho de curar un malestar significa una interferencia con el
karma de una persona, o si exige que el sanador se haga
kármicamente responsable de esa persona. Mi interpretación en
cuanto a este problema es que cuando alguien recibe la curación
gracias a Reiki o por cualquier otro medio, este suceso también es
una realización de su karma, o de lo contrario no habría ocurrido.
El sanador o sanadora no es responsable por cuanto su papel se
limita a servir de canal para la energía. La curación se
desenvuelve entre la persona que la recibe, sus propios
espíritus—guías y la Divinidad. Reanudaremos esta discusión sobre
el karma cuando abordemos la explicación de Reiki II.
Teniendo esto presente, ¿cómo emplea la
curación Reiki las fuentes emocionales y el karma? De una manera
suave, compasiva y respetuosa. Si utilizamos para la curación^ una
definición como las de Louise Hay o Alice Steadman, centradas en el
tránsito actual, hay que convertir la proposición afirmativa en una
pregunta: «¿Es posible que estés experimentando una erupción de la
piel a causa de tu contacto con una persona que «te irrita»? Si la
persona receptora contesta negativamente, le preguntaremos cuál
interpreta ella que sea la causa. En el estado de relajación propio
del acto terapéutico es posible que logre acceder a esa causa,
aunque la desconociese antes de comenzar la sesión. Por ejemplo, si
emerge un recuerdo de una existencia anterior, en cuyo caso suele
ser suficiente con ver la situación para resolverla. Aprovecha la
respuesta, no para juzgar a esa persona sino para ayudaría a
mejorar su conciencia de sí misma. Si atribuye el mal—estar a una
amenaza percibida en una situación actual de su vida, pongamos por
caso, le preguntarás lo que sería preciso hacer para cambiar tal
situación y de qué manera puedes ayudar tú como terapeuta.
Esto implica el prestar atención mientras la
otra persona nos cuenta sus dificultades, o hacer de la situación
terapéutica un lugar seguro, en donde ella pueda manifestar su ira,
o |orar La experiencia indica que en una de cada cuatro sesiones de
curación Reiki, por lo general mientras él o la terapeuta ha
posicionado las manos sobre la garganta o el corazón, la persona
que recibe el tratamiento atraviesa una fase de desahogo emocional.
Significa esto que expresará sus emociones en relación con el
mal—estar o la situación motivante, y más frecuentemente las
emociones reprimidas que son la fuente directa de aquél. Es posible
que llore, que grite con gran enfado, o que empiece a hablar de lo
que le ocurre entre risas de azoramiento o muestras de fuerte
alteración. El o la terapeuta colabora en esto permaneciendo al
lado de la persona que se desahoga, dejando que esta fase siga su
curso y manteniendo la posición Reiki de las manos así como la
continuidad del acto terapéutico.
La actitud terapéutica debe ser totalmente
imparcial. Aunque se digan cosas horripilantes, no hay que
reaccionar. Nuestro cometido estriba en lograr que la persona que
expresa sus emociones se halle en total seguridad y sepa que se la
escucha. Si la receptora llora, digámosle «está bien llorar, puedes
hacerlo aquí; está bien desahogarse, continúa así». Si la persona
describe la angustia de un trauma existencial, por ejemplo el haber
<ido víctima de un incesto en su infancia, nos compadeceremos de
su dolor y le diremos algo por el estilo de «mira si eres fuerte,
que has logrado superarlo; ahora ya pasó, y no volverá a ocurrir
jamás; eres buena y maravillosa». Si da muestras de cólera, diremos
«tienes razón al estar enfadada, desahógalo todo ahora». Y si
emerge un trauma de una existencia anterior, considera que tal vez
se ha abierto la fuente de una pauta que afecta al tránsito actual.
Al colaborar en el desahogo contribuimos a la expresión de las
emociones causantes del mal—estar y con esto vamos a lo principal
del acto terapéutico; esa persona va a sanar ahora, cuando antes no
habría sido posible.
Si la mujer se pone muy nerviosa, o vemos
que quiere hablar pero no lo consigue, pro—curaremos que exprese lo
que necesita decir. En nuestra cultura las personas, y más
especialmente las mujeres, sufrimos un condicionamiento: los
sentimientos no deben expresarse, las manifestaciones emocionales
fuertes nos infunden un pánico a veces invencible. De ahí la
necesidad de convertir la sesión terapéutica en un espacio
protegido, de manera que sea posible la expresión, la necesaria
exteriorización de las emociones. Empezamos preguntando, por
ejemplo «¿podrías describirme lo que te pasa?», o «¿sabrías
describirme lo que has visto?» Si vemos que la persona todavía no
está dispuesta a hablar, no hay que forzar la situación. Pero,
¡atención!, que cuando empiece a hablar es muy posible que
sobrevenga luego el llanto, o las manifestaciones de cólera.
Repitámoslo una vez más, esta exteriorización de las emociones
retenidas, de por sí, es parte del proceso de la curación.
La primera vez que el sanador o la sanadora
novel se enfrenta al desahogo emocional de la persona a quien está
curando probablemente sentirá miedo. Por lo general la abreacción
sólo dura escasos minutos y cuando lleguemos a la imposición de las
manos sobre las piernas habrá cesado. Aunque muchas veces sea
intensa y no poco sobrecogedora para él o la terapeuta, es
sumamente beneficiosa para la persona que recibe el tratamiento
Reiki. Por otra parte, parece que el Universo protege a los
sanadores inexpertos presentándoles sólo aquellas situaciones que
son capaces de asumir. Las sesiones más serias e intensas
sobrevienen luego cuando el terapeuta se halla ya más preparado;
además, cuando empezamos a utilizar el Reiki notamos que la
curación está siendo cada vez mejor dirigida; al conectar con los
espíritus—guías, conscientemente o no. resulta que el sanador o la
sanadora sabe en todo momento lo que debe decir y cómo y cuándo
decirlo. Ante el desahogo emocional u otras situaciones por el
estilo, sabe lo que debe hacer aunque a veces se pregunte luego
cómo se le ocurrió.
Después de la abreacción emocional la
persona experimenta un alivio inconmensurable y una mejoría, pero
también ha progresado quien ejerció el rol de sanadora. En este
momento se puede hablar ya de otras medidas, como el ingreso en un
grupo de ayuda a personas seviciadas, o emprender la interpretación
de una pauta transportada de una existencia anterior. Teniendo en
cuenta el carácter protector de la energía Reiki, es poco probable
que el o la terapeuta reciba los efectos del dolor o la alteración
emocional de la persona paciente, a diferencia de lo que sucede en
otras formas de curación. Cuando se da el caso, basta con asumirlo
y liberarlo; después de la sesión Reiki ambas personas se hallarán
llenas de energía y reequilibradas. Quien ha aportado a otra
persona la energía Reiki a través de sus manos se beneficia también
de una forma de curación.
Debido a estos aspectos complejos y como la
energía Reiki cura todo cuanto precise curación, es imposible
predecir lo que ocurrirá durante una sesión. Ésta literalmente
escapa de las manos del o de la terapeuta, aunque sean éstas el
instrumento. Lo único que podemos prometer es que Reiki beneficiará
a quien lo experimente, pero no que la sesión Reiki vaya a curar
una dolencia determinada o, si a eso viene, ningún otro resultado
concreto. Reiki alivia el dolor, acelera el proceso de la curación,
detiene las hemorragias, relaja a la persona receptora y
reequilibra sus chakras y su energía áurica. La respiración se
vuelve más lenta durante la sesión, la tensión sanguínea disminuye
y las emociones se sosiegan; todo lo demás depende de la Divinidad
o Fuente de la energía, y no es predecible.
Lo cual no significa que no sean posibles
los milagros, pues ocurren con frecuencia. Toda persona que haya
trabajado con la energía Reiki tiene sus anécdotas en cuanto a los
resultados. Una vez, por ejemplo, colaboré con mis dos conocidos
gays en sesiones de auxilio a un joven paciente del sida que estaba
moribundo en el hospital. Tenía una fiebre de 42,1 grados y nadie
creía que sobreviviese a la próxima noche. Estaba inconsciente,
alucinaba y presentaba fuerte agitación. Durante la sesión uno de
mis conocidos se encargó de la imposición sobre la cabeza, el otro
sostuvo los pies del paciente y yo me encargué de las imposiciones
Reiki para el torso. Mientras actuábamos me di cuenta, no sé cómo
—pues no tenía ninguna manera objetiva de saberla— de que la
temperatura del paciente bajaba tres grados. Después de la sesión
volvimos a conectar el monitor de la temperatura, que habíamos
desconectado para poder acercarnos mejor al lecho del paciente, y
entonces vimos que la fiebre había bajado efectivamente tres
grados.
Tras media hora de descanso realizamos una
segunda sesión y esta vez logramos vencer la fiebre; el monitor
permaneció conectado y todos pudimos observar cómo iban variando
las indicaciones de la pantalla digital. El joven volvió en si
cuando aún no habíamos abandonado la habitación y pidió ver a su
madre. Estuvo hablando con ella toda la noche; existían entre ambos
muchas cuestiones pendientes y la curación les concedió tiempo para
resolverlas. El paciente murió a la mañana siguiente, en medio de
un sueño tranquilo y profundo. La madre nos llamó entonces y nos
agradeció que hubiéramos hecho posible un tránsito sereno, tanto
para el hijo como para ella misma. En efecto Reiki no conseguirá
evitar el fallecimiento de un enfermo terminal, pero hace más
llevadero el proceso.
En otro caso, una amiga mía sufrió una caída
y se hizo daño en la espalda. Le diagnosticaron cuatro hernias
discales y la ruptura de otro disco intervertebral. Por su exceso
de peso, edad y salud deficiente en general (afección cardíaca,
diabetes y secuelas de una polio) se desaconsejó la intervención
quirúrgica y decidieron internarla seis meses en un centro de
recuperación, donde la enseñarían a vivir en una silla de ruedas La
visité cuando todavía estaba en la clínica y ella me enseñó un
bulto de considerable tamaño que tenía sobre la rodilla, del cual
los médicos habían tomado incluso una biopsia porque sospechaban la
presencia de un tumor. Al posicionar las manos sobre dicho bulto
noté que era un espasmo muscular, el cual se resolvió enseguida
bajo mis manos. Tras esta breve sesión, los análisis de sangre que
se le practicaban a diario revelaron súbitamente que ya no era
necesario darle inyecciones de insulina, y ésta era una paciente
que venía administrándose 75 unidades diarias desde hacía trece
años. El personal auxiliar siguió realizando análisis varias veces
al día, pero la necesidad de aportación exterior de insulina no
volvió a presentarse.
Cuando ingresó en el centro de recuperación
fui a verla en compañía de dos alumnas mías y practicamos una
sesión de cuerpo completo. Una semana más tarde volvimos allí, y la
encontramos en el patio, andando sin ayuda. Realizamos otra sesión.
La mujer permaneció en el centro dos semanas y media, en vez de los
seis meses previstos, y salió por su propio pie. Los médicos y
demás personal no tenían ni la menor idea acerca de cómo había
sucedido. La misma tarde que estuvimos en el patio también curé el
perrillo de otra visita, que se había acercado a mí para
solicitarme energía. Digo bien, que el perro me la pidió, aunque la
propietaria no acertó a interpretar la actitud del animal: en
cuanto a mi amiga, al ver que yo efectuaba los pases de Reiki se
limitó a sonreír. Pocas semanas después supe que Ralph (el perro)
había curado de una dolencia hepática que amenazaba su vida. Según
demostraba un análisis reciente, la enfermedad había desaparecido
por completo; el cuadro hematológico del perro había recobrado la
normalidad y su propietaria nunca supo cómo había sucedido; por mi
parte, cuando se me acercó el perro en el patio yo no tenía ni la
menor idea de que Ralph estuviera enfermo del hígado.
En otro caso me consultó una mujer por tres
bultos en un pecho, el más pequeño del tamaño de una nuez y el más
grande como un limón. Quise persuadirla de que acudiese a un médico
pero ella había tomado la firme decisión de no someterse a una
intervención de la medicina convencional que le amputase la mama.
Al principio, a mí me pareció que aquellos bultos estaban demasiado
desarrollados para confiar en un éxito del tratamiento holístico;
de todas maneras iniciamos sesiones semanales con la ayuda de otras
dos terapeutas Reiki III. Al mismo tiempo, ella comenzó un
tratamiento de remedios naturistas: uva de América, una
fitolacácea, en infusiones así como en compresas, otras compresas
con aceite de ricino y de bellota de chaparro, y cartílago de
tiburón.
Al cabo de un mes se le formó en el pecho
una mancha circular oscura y nos pareció que se produciría un
absceso. En vista de ello le aconsejamos que no interrumpiera el
tratamiento; transcurridos casi otros tres meses, y con ayuda de
cierto ungüento secante mexicano, por último el pecho desarrolló el
absceso más grande que yo haya visto en toda mi vida, de unos cinco
centímetros de diámetro. Tardó varias semanas en drenarse y por
último los tres quistes, o lo que fuesen, hablan desaparecido. Le
dije que se hiciera recetar por su médico un antibiótico para
combatir la infección, y así lo hizo. Aunque el proceso fue
doloroso y no poco preocupante para ella, el pronóstico de un
absceso suele ser bastante más optimista que el de un cáncer.
Una alumna mía me contó el caso siguiente:
Su hija había tenido un niño, el primogénito, afectado por una
severa disminución de la capacidad auditiva, que era de apenas un
diez por ciento de la normal. La abuela realizó frecuentes sesiones
de curación y llegó a constituirse un vínculo bastante profundo
entre la abuela y el bebé. Cierto día, cuando éste apenas había
cumplido cinco meses, la madre llamó desesperada a la abuela porque
el niño estaba chillando de una manera insólita y aquélla no sabía
qué hacer. Mi alumna fue a ver qué pasaba y calmó al niño con unos
pases de Reiki; luego dijo «por si acaso, haz que le miren otra vez
el oído». Y cuando visitaron de nuevo al pediatra supieron que la
criatura oía ya normalmente.
Desde luego son experiencias impresionantes.
Reiki no proviene del sanador o sanadora, sino del Universo,
utilizando como mediadora a esa persona. Ella no puede atribuirse
ningún mérito por la curación que haya tenido lugar. Y de hecho, a
veces no ocurre nada, o por lo menos nada apreciable de momento.
Tampoco es responsable el terapeuta si no se produce ninguna
curación; esa eventualidad quizá se halle justificada si resulta
que el karma determina la necesidad de vivir plenamente el
mal—estar, aunque conduzca a un desenlace fatal. También la muerte
puede considerarse como una curación.
Tal vez la persona destinataria de la
curación la rechaza, conscientemente o no, prefiriendo continuar
con su mal—estar, o quizás incluso morir. Algunas optarán por
conservar su mal—estar cuando éste les permite conseguir algo que
no obtendrían de otra manera, como las atenciones de quienes las
rodean. Cuando me doy cuenta de que la situación se plantea en
estos términos, procuro que la paciente lo comprenda, no porque
deba juzgarse en un sentido ni en otro —todos tenemos nuestro libre
albedrío—, sino para que sepa de una manera consciente en qué
consiste el proceso. Una vez adquirida conciencia de éste, la
persona quizá considere la situación de otro modo y tal vez realice
una elección diferente. Pero si elige morir, sin embargo, así
sucederá sin duda.
Me parece que nunca nos es lícito decir «yo
he curado a esta persona». Nunca curamos sino a nosotros mismos; la
curación es algo que sucede en nuestro propio cuerpo, no en otro.
La función del sanador o sanadora consiste sencillamente en
canalizar la energía y la recipiendaria la utilizará en la manera
más idónea según sus necesidades. Por mi parte, interpreto la
curación como una especie de acuerdo a tres bandas, es decir entre
tres entidades: la sanadora, la receptora y la Divinidad/Fuente. Un
terapeuta nunca cura a alguien, sino con alguien. Sin el acuerdo y
la participación de la receptora no hay curación posible. La única
regla de Reiki I es que la persona receptora debe dar permiso para
que la sanadora proceda a la curación y una vez obtenido ese
acuerdo previo, durante la sesión ocurrirá lo que deba
ocurrir.
Reiki es un método positivo sin excepción, y
no perjudica a ningún ser vivo cualquiera que sea su estado o
circunstancia; es válido para usarlo con cualquiera, por muy joven,
viejo o frágil que sea. Los ancianos, los bebés y los niños
responden bien al tratamiento Reiki, lo mismo que los animales de
compañía y las plantas. A cualquiera que esté enfermo, dolorido o
emocionalmente afligido, Reiki le sirve de ayuda. En las personas o
los animales de compañía sanos, Reiki relaja y rejuvenece. Las
posturas equilibran los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo,
y armonizan todos los chakras y el campo energético. Depuran y
aumentan el flujo de la fuerza vital ki en el organismo animal o
humano. Cuando alguien va a morir, Reiki ayuda a sobrellevar el
proceso pero no impediré el tránsito de la persona o del animal en
su momento destinado; sí, en cambio, servirá de ayuda y consuelo a
los seres queridos que lloran la pérdida.
Aunque Reiki no cura la mayoría de los
defectos congénitos, sin embargo puede aportar mejorías evidentes
incluso en situaciones a primera vista irremediables. En el caso de
la persona afligida por una incapacidad, y aunque la energía Reiki
no logre corregiría, tal vez haga mucho más llevadera la vida de
aquélla. Es una energía que ayuda a soportar el dolor, relaja los
músculos agarrotados y tranquiliza las emociones. Al amputado de un
miembro o un órgano, Reiki no le reemplazará la parte que falta,
pero facilitará el proceso de adaptación y la búsqueda de una nueva
funcionalidad.
Sin embargo, yo he visto curaciones
«imposibles» en algunos de estos casos. Recuerdo el de un niño
nacido con lesiones cerebrales, el cual, sometido a sesiones
diarias de Reiki, experimentó un desarrollo mental rápido y
bastante superior a cuanto habían pre— dicho los médicos. Otro de
estos casos fue el de un bebé de tres semanas que había nacido con
el tabique del corazón perforado. Unas alumnas mías lo trataron
durante la semana anterior a la intervención quirúrgica correctora;
el resultado fue que ésta se desarrolló con menos complicaciones y
el restablecimiento fue más fácil de lo esperado. Durante la
operación los Cirujanos descubrieron que el defecto no era tan
grave como habían dado a entender las radiografías, y la criatura
superó el incidente dando muestras de notable robustez. He
comprobado este fenómeno en otros preoperatorios con aplicación de
Reiki, y siempre se dan estas observaciones de convalecencia más
rápida y problema menos complicado de lo que se preveía.
Durante una gira de conferencias y
demostraciones, una mujer me presentó una criatura de seis o siete
meses de edad.
—Esta criatura se halla en estado de muerte
cerebral, según lo que me dijeron los médicos —explicó.
A mí me pareció una criatura perfectamente
sana y así se lo dije.
Entonces la mujer me contó la
historia.
—Hacia los seis meses del embarazo los
médicos empezaron a hacerme muchas pruebas y tomaron muchas
ecografías, pero no querían decirme el porqué. Por último me
anunciaron que el bebé era anencéfalo, es decir, que nacería sin
cerebro y moriría a los pocos días, en ausencia de actividad
cerebral. Yo estaba horrorizada. Como pertenezco a un grupo ritual
femenino y tres de mis compañeras tenían el grado Reiki 1, nos
reuníamos dos veces al mes, y formaban en círculo, y a mí me ponían
en el centro para la sesión de curación. La criatura nació normal y
los médicos todavía no saben cómo ocurrió. Eso sí, se quedaron con
muchas imágenes de un feto sin cerebro. Además el parto fue el más
fácil de los tres que he tenido.
Algunas veces, después de una sesión o
durante una serie de sesiones terapéuticas, la persona o el animal
que reciben el Reiki comienzan a desintoxicarse. Se observan
entonces fenómenos parecidos a los que suceden tras la recepción
del primer alineamiento Reiki: diarreas, heces de olor o aspecto
anómalo, poliuria, alteración del olor corporal, erupciones
cutáneas pasajeras, aumento de la secreción nasal, transpiración
sobreabundante u otros. Todo ello indica que el organismo está
eliminando toxinas patógenas, por lo que no trataremos de evitar
esos síntomas, aunque sean molestos. El sanador o la sanadora debe
recordar que esto puede suceder y que no es perjudicial; por tanto,
le dirá a su cliente que en vez de tomar ningún fármaco supresor
debe dejar que las toxinas abandonen el organismo a su
manera.
La fase de desintoxicación viene a durar
varios días. Lo que distingue esta reacción purificadora de un
verdadero proceso patógeno es que durante la depuración, y pese a
las molestias, la persona no deja de encontrarse bien. Le
aconsejaremos que beba un vaso de agua pura varias veces al día y
que tome comidas ligeras o se ponga a dieta líquida varios días.
Una vez superada esta «crisis de curación», como le llaman algunos,
se sentirá mejor de lo que había estado en mucho tiempo y ello
indica que la curación avanza. A partir de este punto la
eliminación del malestar realizará rápidos progresos.
Algunas veces llega a conocimiento del o de
la terapeuta que la persona tratada no cree en el tratamiento. Si
ella ha concedido su permiso y mantiene una actitud abierta, sin
embargo, la curación se instaura con o sin la fe. Pero otras veces,
y cuando la actitud no es abierta o hay un rechazo interior, el
proceso puede bloquearse. Para algunas personas, aun cuando
consientan en someterse a la sesión, la idea de una curación no
médica es más de lo que su sistema de creencias puede asimilar. De
palabra dicen que sí, pero en el fondo se niegan a admitir la
energía. Cuando sucede esto, por lo general el o la terapeuta
intuye la presencia del bloqueo. Lo que procede es comunicar esta
observación con amabilidad y dejando bien claro que la elección
incumbe, como siempre, a la receptora.
Reiki no violenta el libre albedrío de
nadie; si la persona se niega a recibir la energía, el o la
terapeuta nada más puede hacer. Cuando se le presenta esta
situación a una terapeuta novel o inexperimentada, puede ser un
buen golpe para su confianza en sí misma, sobre todo si la
receptora le asegura que está aceptando la energía, pero no lo
hace. El problema lo padece la persona receptora y no la terapeuta;
en consecuencia, tendremos presente la posibilidad del rechazo y
nos conformaremos con hacer lo que esté en nuestras manos. Esto me
ocurrió a mí en una de mis primeras sesiones terapéuticas, y tardé
años en comprender lo que había ocurrido.
A veces también sucede que la receptora dice
no sentir nada; en otros casos, la sesión Reiki termina y la
sanadora tiene la impresión de que no ha ocurrido nada, en contra
de lo que atestigua la paciente. En estos casos hay que confiar en
la energía Reiki; algo sucede, lo hayan percibido o no las personas
participantes. En ocasiones, durante la sesión la destinataria dice
notar un súbito aumento de su dolor; el episodio dura sólo unos
momentos, y yo siempre les digo que «respiren y resistan» mientras
dura. Cuando esto sucede Reiki condensa varios días de jaqueca u
otro mal—estar en breves instantes, y vale la pena resistir, porque
cuando termina y desaparece ese dolor añadido, todo el dolor se
desvanece. Yo les pido a mis guías—sanadores que aceleren la fase
álgida y procuren hacerte soportable. Pero es necesaria a veces, y
en cualquier caso nunca dura demasiado ni hace ningún daño.
Cuando administramos Reiki a la mujer que
padecía aquellos quistes de mama, ésta sufrió varias veces una
intensa sensación de quemadura en la región afectada. Lo cual
resultó muy doloroso, más de lo que suele ocurrir habitualmente, y
además el episodio espantó a la mujer y me preocupó a mí. Repetidas
veces solicité a mis espíritus—guías que fuesen indulgentes, pero
replicaron que no podía ser, y que no duraría mucho. Los episodios
álgidos eran de unos diez minutos en cada sesión, pero el efecto
fue que cauterizaron los tumores y éstos desaparecieron por
completo.
Reiki puede usarse como único tratamiento, o
en conjunción con el tratamiento médico (o veterinario), puesto que
no interviene con la medicación ni otros procedimientos, a no ser
en el sentido de conferirles mayor eficacia y mejorar el estado
general del paciente. La energía acelera la curación, a veces a
pesar de la intervención médica convencional: por ejemplo en los
casos de quimioterapias —un tipo de tratamiento que desde el punió
de vista de los terapeutas holísticos hace más daño que bien— Reiki
colabora en los efectos positivos y ayuda a paliar los negativos.
Colabora más feliz y eficazmente con los métodos holísticos dé un
tipo más positivo en orden a la curación corporal; por ejemplo
Reiki y remedios herbales, o Reiki y homeopatía, son asociaciones
afortunadas. También se recomienda el energizar los medicamentos o
los remedios holísticos antes de su administración, para aumentar
su eficacia. En medicaciones de larga duración, por ejemplo con
insulina o con depresores de la tensión arterial, es aconsejable
controlar con más frecuencia los niveles en sangre, porque puede
suceder que disminuya la necesidad del medicamento.
Reiki puede contribuir a acelerar la
soldadura de un hueso roto, pero se aconseja esperar a que la
fractura haya sido correctamente reducida y el miembro inmovilizado
antes de proceder a la imposición directa sobre aquélla. A veces la
energía Reiki induce una curación muy rápida y si la reducción
todavía no se ha realizado tal circunstancia podría resultar
contraproducente. En estos casos practicaremos Reiki sobre el resto
del cuerpo pero nos abstendremos de tratar directamente la
fractura. Nunca tocaremos con las manos una herida abierta; basta
con acercarlas y la energía acudirá a donde haga falta sin
arriesgar más dolor o una infección. Una vez reducida la fractura
Reiki puede operar perfectamente a través de la escayola.
Aunque se me advirtió durante mi formación
que no practicase el Reiki sobre un hueso roto sin haberse reducido
la fractura, tengo otra anécdota diferente que contar. Una amiga
mía cayó por un lado de su porche y enseguida se echó de ver que se
había roto un tobillo. Le aconsejé que se hiciera una radiografía
pero ella se negó y me pidió que la curase. Esa persona no quería
acudir a ningún médico ni siquiera por una fractura ósea; la
situación era muy comprometida para mí, pero me avine ha intentado.
Al posicionar las manos sobre el tobillo recibí enseguida la
confirmación de que el hueso estaba roto, por lo que rogué en
silencio a mis guías: «Esta es la única curación que va a recibir
para la fractura. Hagámoslo bien desde el principio.» Enseguida
sentí que el hueso retomaba al lugar correcto bajo mis manos. La
mujer se puso unas botas de caña larga durante varias semanas, a
modo de soporte mecánico para la pierna, y tomó vitamina C y
consuelda para bajar la inflamación. Al principio la extremidad
lesionada presentaba un feo aspecto, con grandes cardenales, pero
curó bien. Me parece que tuvo suerte, pero no recomiendo el
procedimiento.
Aduciré otro caso para justificar la
conveniencia de aguardar antes de proceder al tratamiento Reiki. Un
hombre se cortó accidentalmente un dedo mientras aserraba madera
Enseguida puso el dedo amputado en un vaso con agua e ingresó en la
sección de urgencias de una clínica; durante el recorrido él mismo
practicó la imposición Reiki sobre su mano. Durante el
reconocimiento le preguntaron por qué había tardado tanto en
presentarse; la cicatrización de la herida había progresado
demasiado para que fuese posible reimplantar el dedo por vía
quirúrgica. El accidente ocurrió sólo veinte minutos antes, pero la
energía Reiki había acelerado drásticamente la curación28.
Hemos aludido a la posibilidad de cargar con
energía Reiki los medicamentos y los remedios. Para hacerlo,
tomamos el recipiente entre las manos y dejamos que fluya la
energía, aunque existen otros procedimientos, como la imposición de
las manos palmas abajo, en la postura tradicionalmente utilizada
para bendecir los alimentos. Cuando se dirige la energía Reiki
hacia un recipiente con agua, el líquido mismo adquiere propiedades
curativas; también es posible cargar similarmente los apósitos y
vendajes que se vayan a utilizar, y puede hacerse con las gemas y
los cristales, aunque la eficacia será mayor en este caso cuando
hayamos recibido los símbolos de Reiki II o Reiki III. Por mi parte
he llegado a energizar mi propio coche, cuando vivía en una región
de inviernos muy crudos, para asegurarme de que arrancase a primera
hora de la mañana.
Aunque tenemos en nuestras manos un sistema
terapéutico de gran potencia, importa tener presente que es casi
imposible hacer nada equivocado; la energía Reiki posee una
inteligencia propia, muy superior a cualquier conocimiento humano,
y no hace falta otra cosa para activarla sino imponer las manos en
determinadas posturas prescritas, o sobre el lugar afectado. La
energía hará la curación, y la hará bien. La terapeuta no necesita
facultades psíquicas excepcionales, ni siquiera un entendimiento
consciente del proceso. Sin embargo, uno de los beneficios añadidos
y consecuencias de la formación Reiki es que las facultades
psíquicas de la sanadora empiezan a progresar casi desde el momento
en que recibe el primer alineamiento, y además ese progreso se
registra en todos los sentidos.
Una de las primeras observaciones que
realicé después de recibir el Reiki I fue que estaba desarrollando
la facultad de diagnosticar por vía psíquica. Al imponer las manos
sobre una región álgida, con frecuencia captaba inmediatamente lo
que iba mal; en algunos casos esta facultad alcanza una precisión
insólita. Tengamos en cuenta, no obstante, que una persona no
colegiada incurre en un delito si expresa un diagnóstico; por
tanto, es aconsejable la máxima precaución al utilizar esa
facultad. En la sesión terapéutica guardaremos reserva sobre lo que
hayamos visto y lo pensaremos mucho antes de comunicar nada. Si
creemos haber descubierto algo grave, propondremos la visita al
médico; sería imprudencia imperdonable anunciar sin más ni más un
diagnóstico de cáncer, por ejemplo. Creo en la sinceridad
terapéutica, pero siempre subordinada a la debida responsabilidad.
Salvo excepciones, tampoco sería prudente anunciarle a otra persona
su fallecimiento inminente. La información psíquica a veces se
evidencia errónea, o el curso de la enfermedad puede dar un giro
inesperado durante el proceso de la curación. En todo momento la
compasión es indispensable.
La curación es algo que todos necesitamos en
esta época terminal de una era planetaria Ante la crisis no es
posible dedicar largos años a una lenta iniciación para llegar a
dominar una facultad. En Reiki, lo único que se necesita es el
alineamiento, que convierte al discípulo en sanador. Necesitamos
cuantos terapeutas sea posible conseguir, y más aún. La capacidad
de auto—potenciación que implica Reiki es tremenda, y especialmente
beneficiosa para las mujeres. Recordemos que lo que se potencia en
este caso no es el amor propio sino una facultad auténtica. Para la
persona que recibe el tratamiento Reiki, el beneficio es muchas
veces inmediato, a la primera sesión. Lo cual nos permite asumir la
responsabilidad de nuestra propia salud y, muchas veces, evitar los
costes ruinosos así como la inhumanidad y los tratamientos
agresivos de la medicina convencional. Reiki no puede reemplazar a
ésta, pero con frecuencia sí consigue cosas que la medicina no
alcanza, y ello de una manera mucho más tolerable y positiva.
En los episodios de mal—estar agudo e
incapacitante (digamos, una gripe, un resfriado, un dolor
articular), una sola sesión de Reiki puede ser suficiente. Las
afecciones graves y las dolencias crónicas, en cambio, suelen
requerir muchas sesiones. Para mí Reiki es comparable a la carga de
una batería; si la persona se hallaba en relativo buen estado, a lo
mejor sólo precisa un poco de recarga; pero si se halla seriamente
enferma, tardará más en reponer las energías agotadas. En la
clínica Reiki de Chujiro Hayashí, los pacientes eran atendidos por
equipos de sanadores en sesiones diarias o más frecuentes aún,
hasta lograr el restablecimiento. En el caso de un enfermo de
cáncer o de sida, las sesiones diarias seguramente resultarán mejor
que las semanales y en cualquier caso se tardará más en observar un
cambio apreciable. En presencia de una enfermedad crónica yo
aconsejaría que el mismo paciente reciba los alineamientos Reiki,
para ponerle en condiciones de curarse a sí mismo, y además por los
beneficios que implica el propio alineamiento. Cuando hayas
recibido los alineamientos Reiki, procura efectuar una auto terapia
diaria aunque no hayas notado ningún mal—estar. Conforme va
cargándose la batería de una persona iremos reduciendo la
frecuencia de las sesiones.
Existen varías diferencias entre el método
Reiki y otros basados en la imposición de las manos o el tacto
terapéutico. Para mí la más importante ha sido que al utilizar
Reiki he dejado de absorber los síntomas de mis pacientes. Antes
curaba, por ejemplo, a una mujer que sufría dolores menstruales y
la paciente se despedía tan contenta, pero los dolores se quedaban
conmigo. Más adelante aprendí a relajar la energía hacia la Tierra
mediante una toma de fundamento, pero esto suele requerir otro rito
casi tan largo como la misma sesión terapéutica. Muchas veces he
sufrido mareos o malestar después de las sesiones, pero esta
situación cambió por completo tan pronto como recibí mi primer
Reiki I. He dejado de absorber los dolores de otras personas,
aunque a veces, durante la sesión, capto sensaciones corporales que
me comunican información. En esta situación basta con asumir el
conocimiento recibido para que las sensaciones desaparezcan.
Naturalmente, no me habría sido posible
auxiliar a los enfermos de sida en un entorno hospitalario si
hubiera continuado absorbiendo los síntomas de esa manera, ni
podría dedicarme tan intensamente a las sesiones terapéuticas si
éstas me produjeran un estado de agotamiento tan absoluto, como
sucedía antes de iniciarme en el Reiki. Ahora, al término de las
sesiones me hallo perfectamente lúcida, equilibrada, llena de
fundamento y energía: es el bienestar, en una palabra. Si se me
presenta la necesidad de sanarme a mí misma mientras estoy actuando
en beneficio de otra persona, recibo energía Reiki automáticamente
a través del propio procedimiento, y sin restársela en modo alguno
a la paciente que también la necesita. (Pero, en todo caso,
evitaremos dedicamos a la sesión Reda, ni a ningún otro tipo de
actividad terapéutica, cuando nos hallemos enfermos o en situación
de fuerte trastorno emocional, como podría ser un enfado.) Con el
Reiki he encontrado la intensificación de mi poder y mi eficacia
que había buscado tanto tiempo. Cuanto más a menudo utilicemos esta
energía Reiki más mejoramos nuestra facultad sanadora.
Tiene Reiki otra característica exclusiva, y
la he dejado deliberadamente para el final. Me refiero a los
Principios Reiki. Pues, aunque Reiki no sea una religión, sino
anterior a todas las religiones, no por ello deja de ser fiel a sus
orígenes orientales. Reiki proviene de un espacio cultural que ha
suministrado a Occidente casi todas sus técnicas metafísicas y
probablemente la mayor parte de nuestras normas éticas. El budismo
mahayana y su derivación vajrayana desarrollaron desde la más
remota antigüedad los métodos de la meditación, la visualización,
los rituales, los sistemas de curación espiritual, el empleo de Las
hierba medicinales, la curación por los sueños, la muerte
consciente, la curación sexual respetuosa para la condición
femenina, la regresión a vidas anteriores y prácticamente todas las
variedades de desarrollo y facultades del orden psíquico, entre
otras cosas. Cuando me puse a estudiar el budismo tántrico
(vajrayana) tuve la sorpresa de hallar en esa disciplina las raíces
de todas las religiones, incluyendo la wicca que yo profeso29.
¡Cuán diferente habría sido la historia del mundo si las verdaderas
enseñanzas de Jesús hubiesen inspirado la religión cristiana!
Conozco diversas variantes de los cinco
principios elementales Reiki; casi todos los tratados dan una
versión diferente, aunque siempre se retrotrae la transcripción
original a Mikao Usui. La versión que da Hawayo Takata en su cinta
de audio The History of Reiki as Told by Mrs. Takata (Vision
Publications, página 11 de la transcripción) es probablemente la
más próxima al original:
Sólo por hoy, no haya
ira.
Sólo por hoy, no haya
preocupación.
Contaremos nuestras
bendiciones y honraremos a nuestros progenitores así
como
a nuestros maestros,
nuestro prójimo y nuestros alimentos.
Vive en la
honestidad
y en la piedad ante
todo lo que tiene vida.
Otra versión de los Principios Reiki citada
por Larry Arnold y Sandy Nevius en The Reiki
Handbook dice:
Sólo por hoy, daré
gracias por mis muchas bendiciones.
Sólo por hoy, no tendré
preocupación.
Sólo por hoy, no tendré
ira.
Sólo por hoy, llevaré a
cabo mi tarea con honestidad.
Sólo por hoy, tendré
piedad ante mi prójimo y ante todo ser vivo30.
En otros lugares hallo la variante:
Sólo por hoy, no estaré
preocupado.
Sólo por hoy, no haya
ira.
Honra a tus padres,
maestros y antepasados.
Te ganarás la vida
honradamente.
Darás las gracias por
todas las cosas31.
Por mi parte, he utilizado esta última
versión, pero añadiendo un sexto principio, «respetaré la Unidad de
toda Vida», con lo cual vamos, en sustancia, a la versión de la
señora Takata (que yo no he conocido hasta época relativamente
reciente). Estos principios merecen una consideración detenida y su
ejercicio diario convierte a Reiki en un estilo de vida, que por
otra parte no contraviene los mandamientos ni las normas éticas de
ninguna religión.
La interpretación de estos preceptos
generales de caridad puede variar en fundón de) individuo. A veces
se me pregunta: «Yo que he sido víctima de un incesto, ¿cómo podré
honrar a mis padres?» Entonces yo le pregunto a esa persona si se
considera capaz de honrar al otro progenitor, o bien a cualquier
otra persona que haya asumido el papel de verdadero padre para
ella. Otras veces se expresan dudas ante el precepto que impone el
renunciar a la ira. Me parece que nunca es conveniente alimentar
resentimientos ni cóleras reprimidas, ni retenerlos hasta que
estallen. Expresar con sinceridad los propios sentimientos y
despejar el ambiente no permitiendo que se enconen: en esto veo yo
la esencia de dicho Principio.
En la vida de una persona, la formación
Reiki I es un hito fundamental; a partir de la recepción del
alineamiento nada vuelve a ser como antes. Y aunque estos cambios
sean totalmente positivos, el sanador novel tal vez necesitará una
base firme en que apoyarse conforme todo va resultando tan
diferente de cuanto anteriormente conocía. Los Principios Reiki
pueden ayudar en ese proceso de crecimiento acelerado y nuevo
comienzo. El meditar sobre ellos nos calmará y nos fortalecerá, y
resulta muy aconsejable hacerlo durante las sesiones de auto
terapia. A mis alumnos les pido que los estudien y los tengan en
cuenta, que no los dejen de lado con indiferencia. De entre todos
ellos, el que dice «darás las gracias por todas las cosas» me
parece tal vez el más importante.
Buena parte de las enseñanzas acerca de
Reiki provienen de la práctica activa; dejemos que la energía misma
enseñe al sanador. A mis alumnos y alumnas les aconsejo que
practiquen una sesión auto—terapéutica diaria después de haber
recibido el alineamiento, y por lo menos tres sesiones de cuerpo
completo en beneficio de otras personas durante el primer mes.
Cuanto más utiliza Reiki el discente, más aprende, y más
intensifica su facultad de curación. El uso asiduo moviliza
cantidades cada vez más grandes de Reiki en beneficio del progreso
personal y la auto—curación del o de la terapeuta.
Por mi parte me he planteado la intención de
enseñar a cuantas personas puedan beneficiarse de estos
conocimientos. Procuro aprender todas las técnicas de curación a mi
alcance y busco siempre procedimientos más eficaces para
transmitidos a otros que tal vez los necesiten. Por otra parte,
Reiki me proporciona algo que ningún otro sistema ofrece: la
posibilidad de hablar durante una tarde a personas que no tenían
ninguna noción de técnicas terapéuticas o de energía y despedirme
de ellas habiéndolas convertido en competentes terapeutas Reiki.
Cualquier otra disciplina requiere largos años de estudio para
alcanzar el nivel de competencia. Cuando estos noveles Reiki I
salen de mis clases, quedo absolutamente segura de su capacidad y
sé que todo cuanto hagan será positivo. Reiki no puede hacer ningún
daño ni deja margen para el error. Ésta es sin duda la razón más
importante, entre otras muchas, de mi alta estima hacia Reiki, y
nunca ningún alumno mío ha discrepado de mí en este punto.
LOS PRINCIPIOS REIKI32
Sólo por hoy, daré
gracias por mis muchas bendiciones.
Sólo por hoy, no tendré
preocupación.
Sólo por hoy, no tendré
ira.
Sólo por hoy, llevaré a
cabo mi tarea con honestidad.
Sólo por hoy, tendré
piedad ante mi prójimo y ante todo ser vivo.