Capítulo 2

 

 

Que es Reiki

 

EL acto de la imposición de manos sobre el cuerpo humano o animal para confortar o para aliviar el dolor es tan antiguo como los instintos. Ante la sensación dolorosa, lo primero que hacemos es llevar las manos al lugar dolorido. Cuando una criatura cae y se despelleja la rodilla quiere que su madre la toque (o la bese), y se siente mejor enseguida. Cuando el niño tiene fiebre o está mareado, por instinto la madre apoya la palma de su mano sobre la frente de la criatura. El tacto humano transmite calor, consuelo y poder curativo. También expresa el cariño y el amor. Y también los animales, como el perro o el gato, cuando les duele algo se lamen por instinto la región dolorida, por la misma razón que los humemos aplicamos las manos. Las hembras de los animales lamen a las crías accidentadas. Y ese acto tan sencillo es la base de todas las técnicas de curación por el tacto.

 

Los cuerpos vivientes, humanos o animales, irradian calor y energía. Esta energía es la fuerza vital propiamente dicha y tiene tantos nombres como civilizaciones humanas han existido. En un libro titulado In Search of The Healing Energy (Destiny Books. 1978). Mary Coddington llenó todo un volumen con la historia de esta energía en las diferentes culturas. Los huna polinesios llamaron mana a esta fuerza salutífera, y los indios iroqueses de Norteamérica la conocieron como orenda; pero es también prana entre los hindúes, ruach entre los hebreos, baraka en los países islámicos, y ch’I para los chinos. Algunos sanadores individuales creyeron descubrir una energía orgánica (Wilhelm Reich), un magnetismo animal (Mesmer) o un archaeus (Paracelso). Los japoneses la llamaron ki y ésa es la raíz que aparece en la palabra Reiki.

 

Mantak Chia, un instructor Ch’I Kung, define a ch’I (equivalencia de ki en chino) como «energía, aire, aliento, viento, hálito vital, esencia vital... la energía activa del universo»25.

 

Ch`I Kung (o Qi Gong) es una antigua disciplina terapéutica de Asia basada en la potenciación y la conservación de ch'I mediante el control de los movimientos de esta energía en el organismo. Ch’I o ki es una energía de tipo eléctrico que configura el organismo y determina su estado de salud. Cuando ki se separa del organismo viviente, la vida abandona a éste. Pero ch’I o ki es también la fuerza vital esencial de la Tierra, los planetas, las estrellas y los cielos; y todas estas fuentes de energía influyen sobre el ki del cuerpo viviente. Todo lo que tiene vida contiene ki y lo irradia: es la energía biomagnética del aura.

 

En el régimen de la fuerza energética vital de Reiki, la persona que ha recibido los alineamientos como terapeuta Reiki tiene abiertos los canales de la energía, y despejadas las obstrucciones por efecto de dicho alineamiento. En estas condiciones no sólo aumenta su captación de esta energía vital o ki mejorando su propio estado, sino que además participa de la fuente de todo ch’I o ki universal. Para describir esa fuente sirve cualquier denominación que se elija. Yo prefiero llamarla Diosa; otros la llamarán Dios, Yo Superior. Primer Motor, Universo o de cualquier otra manera que implique la creación primordial o energía vital. En realidad Reiki no es una religión, ni obedece a los postulados de religión alguna. Esta fuerza o energía vital es la fuente de la misma vida y muy anterior, como realidad y como concepto, a cualquier sistema religioso o filosófico.

 

Ciertamente todos los seres vivos tienen ki, pero los alineamientos Reiki conectan al recipiendario de una manera más directa con esa fuente inagotable. Con su primer alineamiento para Reiki I el receptor o la receptora se convierte en un canal de esta energía curativa universal. Desde el momento en que lo recibe hasta el término de sus días, todo cuanto necesita hacer esa persona para ponerse en contacto con el ki terapéutico es posicionar las manos sobre sí misma o sobre otra, y la energía empezará a fluir automáticamente. El alineamiento, al poner a la persona en contacto directo con la fuente de ki, aumenta la energía vital de ésta, le aporta la curación, y le confiere el poder de sanar a otras personas sin agotar las propias reservas. En los breves minutos que dura el proceso del alineamiento, la persona que recibe la energía Reiki se beneficia de un regalo que va a cambiar su vida para siempre, y en sentido positivo desde cualquier punto de vista que se contemple.

 

Este proceso de alineamiento o iniciación diferencia el Reiki de cualquier otro sistema de curación por imposición de las manos o por el tacto. El alineamiento no es una sénior terapéutica; es la creación de un terapeuta. En Reiki I el discípulo o discípula recibe su primer alineamiento combinado (o los cuatro alineamientos, si se inicia bajo la dirección de un maestro o maestra de Reiki Tradicional), luego otro para el grado Reiki II y otro más para el Reiki III. Cada uno de éstos acentúa la potencia positiva de su capacidad para canalizar el ki. O dicho de otro modo, Reiki es los alineamientos mismos, sin tos cuales —que deben transmitirse directamente de maestro/enseñante a discípulo— el proceso no es un sistema de curación Reiki, sino otra cosa diferente.

 

Los alineamientos se administran de uno en uno, y esto puede ser un bello rito, o un proceso de urgencia y desprovisto de ceremonia; en cualquier caso se trata de la transmisor de un poder mágico. En este proceso la persona enseñante se sitúa a espaldas de la persona a iniciar y se trazan los símbolos. Luego repite la misma operación colocándose delante, y por último se coloca otra vez detrás. Las personas recipiendarias experimentan determinadas sensaciones, aunque cada caso es diferente. A veces dicen haber visto colores, o imágenes; en otras ocasiones se produce la revisión de las existencias anteriores —sobre todo si éstas han estado también conectadas con Reiki—, o la sensación de llenarse de luz, o un sentimiento de paz total, de asombro maravillado o de amor. Algunos iniciados perciben más que otros; las sensaciones son siempre definidas, pero agradables, muy suaves. Cuando se le pide que posicione las manos sobre otra persona para ensayar la transmisión de la energía, el nuevo sanador o la nueva sanadora Reiki tal vez experimentará por primera vez la característica sensación de un calor que irradia de aquéllas.
A partir de este momento la persona que ha recibido el alineamiento es terapeuta Reiki y posee unas facultades que no sabía que tuviese, pues de hecho el alineamiento no aporta nada nuevo; sólo abre y pone en sintonía, «alinea», lo que ya estaba en esa persona. Podríamos describir el proceso diciendo que es como enchufar una lámpara en una casa cuya instalación eléctrica se halla ya conectada a la red; cuando el terapeuta impone sus manos con intención de sanar, es como si encendiera la lámpara. Los maestros tradicionales dicen que cuando tú recibes el Reiki en este tránsito vital, ello significa que ya lo has poseído en otras encarnaciones anteriores. En este sentido recibir el Reiki es recordar, pero yo creo que hay mucho más que eso, que todos hemos recibido el Reiki en existencias pasadas, ya que forma parte del patrimonio genético de todos y es nuestra herencia.
Los tres grados en que se divide tienen la significación siguiente. En Reiki I el alinea—miento sana en el plano físico los malestares de la persona que lo recibe: la salud física suele acusar una mejoría perceptible durante los meses siguientes a la iniciación, y las sesiones de Reiki I son primordialmente auto—terapéuticas. El terapeuta Reiki I también puede obtener la curación de una persona físicamente presente. Es el proceso que se llama de curación directa; el sanador o sanadora debe imponer las manos directamente sobre sí mismo o sobre el paciente. En el capítulo siguiente pasaremos a explicar las posiciones de las manos correspondientes al nivel Reiki I.
Se tarda unas tres o cuatro semanas en adaptarse al alineamiento Reiki I: durante dicho período, a veces la energía Reiki se manifiesta en momentos insólitos, no relacionados con ningún acto terapéutico. La persona sentirá quizás un ligero vértigo, o un cosquilleo, o tendrá sueños intensos incluyendo posiblemente rememoraciones de vidas anteriores, o padecerá síndrome de desintoxicación con síntomas tales como diarreas, flujo nasal o micciones más frecuentes. Estas incomodidades no indican ningún malestar, sino sencillamente que la energía se adapta, al tiempo que aumenta la capacidad del nuevo terapeuta para canalizarla. Está entrando en su aura y su organismo un flujo de energía ki más intenso que cuanto haya experimentado antes, lo cual purifica el aura y los chakras. En caso de que las sensaciones lleguen a ser verdaderamente desagradables, una breve sesión auto—terapéutica o con ayuda de otra persona reequilibra esa energía, con lo que aquéllas remiten. Por este motivo, después de recibir el Reiki I es aconsejable practicar cuantas sesiones de curación sean posibles, al menos durante el primer mes e incluyendo una sesión diaria de auto terapia.
El alineamiento Reiki II aumenta considerablemente la cantidad de energía curativa, dirigiéndose ésta de manera más específica a los aspectos emocionales, mentales y cárnicos de la curación en quien lo recibe. Después de recibirlo, las emociones antiguas, las situaciones no resueltas del pasado, las vidas anteriores y las pautas mentales negativas resurgen y se resuelven al fin en la curación completa. Esta fase puede durar hasta seis mesas y es positiva y necesaria, aunque no siempre cómoda.
La curación en el nivel Reiki II incrementa en gran medida la potencia de las sesiones directas: además se añaden los métodos y los instrumentos para sanar a alguien que no esté físicamente presente—, es la curación a distancia. En Reiki II se explican tres de los símbolos Reiki y se aprende a usarlos de una manera consciente. Estos símbolos estaban ya en el aura del sanador Reiki I y emergen de sus manos inconscientemente cuando cura; en Reiki II empezamos a dirigir sus energías. Además se obtiene información preliminar acerca de cómo canalizar la energía necesaria para pasar los alineamientos en el Reiki III.
Reiki III es el grado de maestro/enseñante, entendiendo por maestro sencillamente lo que indica la palabra, alguien que ha llegado a dominar por completo una disciplina y puede enseñarla, sin añadir ninguna connotación de vanidad ni sentido de la propiedad alguno. El alineamiento pone en juego las energías del nivel espiritual y activa la curación espiritual en la persona recipiendaria. Esta energía es felicidad pura, unidad con toda vida, comunicación con la Divinidad/Fuente. En comparación con el duro trabajo que se nos exige después de recibir el alineamiento Reiki II, el Reiki III viene a ser como un obsequio muy precioso. En la práctica de las sesiones, el terapeuta Reiki III experimenta una acentuación todavía mayor de su capacidad para canalizar la energía salutífera, y también la facultad de curar alcanza niveles más elevados. Reiki DI comprende otras dos claves simbólicas, nuevas informaciones esotéricas sobre los símbolos, y el método para pasar los alineamientos. Este grado se recomienda sólo a quien pretenda dedicarse en serio a la curación y más en particular a los que piensan enseñar Reiki y hacer del método una parte fundamental de su vida.
El proceso de aprendizaje debe principiar por Reiki I. Una vez recibido el alineamiento inicial, la persona no tiene más que imponer ambas manos para curar, bien sea sobre la zona dolorida, o utilizando las posiciones manuales Reiki sobre el cuerpo completo. La energía ki hace lo demás sin que intervenga la voluntad, y fluye a través de las manos del sanador. Éste tal vez sepa cuál es la parte afectada y que necesita curación, o tal vez no, pero la energía tiene una inteligencia muy superior a la humana y se dirigirá a donde haga falta. No se extrae de la persona del sanador ni de su aura, sino que proviene directamente de la Divinidad/fuente vital. El terapeuta se limita a posicionar la» manos en las distintas maneras que constituyen una sesión, y Reiki hace lo demás, interviniendo en todos los planos de la persona, el físico, el emotivo, el mental y el espiritual.
La curación Reiki se dirige a la persona entera. Al curar un dolor de cabeza, por ejemplo, Reiki tal vez sanará otros órganos y niveles. Aunque el sanador haya posicionado las mano» sobre la región que le duele al paciente, la cabeza, muchas veces las cefalalgias se originan en el aparato digestivo. Si la causa del dolor era un trastorno intestinal, la energía curativa se dirigirá a los intestinos y no sólo al dolor de cabeza. Esto hablando en el plano de lo físico; pero si la causa del dolor fuese emocional, por ejemplo un estrés, Reiki también actuará en ese plano, y lo mismo si el origen de la afección se situase en los niveles mental o espiritual del individuo. Y si la persona que recibe el tratamiento padece además otro tipo de malestar, por ejemplo una alergia. Reiki actuará sobre ésta con independencia de que se le haya mencionado tal circunstancia al sanador o no.
Los humanos y los animales son Entidades no sólo físicas. Tenemos un cuerpo físico denso, es decir perceptible directamente a la vista y el tacto, pero también otros tres cuerpos no visibles, no físicos, que son niveles de energía formados por ki y determinan el estado del cuerpo físico. Nunca la curación puede ser solamente física, sino que debe abarcar esos cuerpos de energía vibracional. Allí donde el médico trata sólo el cuerpo físico, el sanador, y más particularmente el sanador Reiki, atiende los cuatro cuerpos. La curación metafísica, por consiguiente, va mucho más lejos que la medicina y es mucho más completa en cuanto a sus resultados. Siguiendo con el ejemplo del dolor de cabeza, si tomamos una aspirina tal vez aliviaremos el síntoma pero no habremos hecho nada por subsanar la causa. Reiki no se dirige sólo al dolor evidente, sino que va a la causa del dolor. Con la aspirina, éste regresará seguramente al cabo de tres horas; con Reiki desaparecerá de manera permanente.
La importancia de este punto se entiende más plenamente si consideramos el caso de las afecciones graves. En el origen de cualquier mal—estar físico habrá probablemente algo más que lo físico, y las causas no físicas deben ser curadas también para que desaparezca el dolor corporal. O mejor dicho, muchos sanadores creen que todas las dolencias físicas tienen su raíz en lo no físico, en traumas emocionales, pautas mentales negativas o conflictos espirituales. Para remediar el malestar será preciso descubrir y tratar esas raíces; tal ha sido la preocupación principal de dos mujeres, Louise Hay (Sana tu cuerpo, y Usted puede sanar su vida, Urano, 1992 y 1989) y aún antes Alice Steadman (Who’s The Matter With Me?, ESPress 1966). Ambas autoras proponen unas lisias de partes corporales o de malestares con sus definiciones en cuanto a los orígenes de las dolencias.
ORIGENES EMOCIONALES DE LA ENFERMEDAD26

 

Problema Fuente
Accidentes Manifestaciones de ira, frustración, rebeldía.

 

Anorexia Bulimia Odio a sí mismo, de privación del alimento vital, sentimiento de «no ser lo bastante bueno».
Anquilosamientos Cuerpo rígido = mente rígida, inflexibilidad, temores, "único camino", resistencia al cambio. Lugar en donde se manifiesta = localización de la pauta.

 

 

Apoplejía Pensamiento negativo, pérdida súbita de la alegría, cambio de orientación forzado.
Artritis Pauta autocritica, o hipercrítica frente a los demás, perfeccionismo.
Asma Deseo de ser mimado, remordimientos, complejo de inferioridad.
Brazos Capacidad para abarcar, emociones antiguas retenidas en las articulaciones.
Cabeza Nosotros, lo que mostramos al mundo; algo radicalmente equivocado.
Cáncer Resentimiento profundo, desconfianza, autocompasión, desesperación, desvalimiento.

 

Cefalalgias Invalidez del yo.

 

Colon El estreñimiento = incapacidad para abandonarse; diarrea = temor a retener; estreñimiento también = falta de seguridad acerca de si tenemos bastante, afán de acaparar.
Corazón El corazón es amor y la sangre es felicidad; el ataque cardiaco es la negación, la supresión brusca del amor y de la felicidad.

 

Dedos Índice = el ego, la ira y el miedo.
Pulgar = preocupación.

 

Medio = ira; el derecho: un hombre; el izquierdo: una mujer,

 

Anular = uniones, penas.
Meñique = parientes, pretendientes.

 

Dolor Culpabilidad que busca el castigo; obsérvese en qué manera se manifiesta.
Edemas Mentalidad estancada; temores inexpresados, sentirse como en una trampa.
Espalda Parte superior = falta de comprensión emocional, búsqueda de ayuda. Parte media = remordimiento.
Parte inferior = agotamiento, preocupaciones económicas.
Estómago Incapacidad para digerir ideas y experiencias. No podemos "tragar'" a alguien o a algo. Miedo.
Garganta Miedo al cambio, incapacidad para expresarse, ira, creatividad contrariada. Laringitis = demasiado furioso para hablar; irritación = ira; amigdalitis o tiroides. = creatividad sofocada; más profunda en el caso de la leucemia.

 

ORÍGENES EMOCIONALES DE LA ENFERMEDAD²
Problema Fuente

 

Genitales Cuestiones relativas a la feminidad o la masculinidad, rechazo de la sexualidad, "cosas sucias", "impureza del cuerpo femenino".
Infecciones de la vejiga: contrariedad; la retención que perjudica.
Vaginitis: desaire Infligido por la pareja, romanticismo herido.

 

Próstata: autoestima y orgullo sexual.
Impotencia: miedo o aversión a la pareja.

 

Frigidez: miedo, remordimientos sexuales, falta de autoestima.
Síndrome premenstrual: negación del ciclo femenino, baja estima como mujer. ETS: remordimientos sexuales.

 

Inflamaciones, Ira
ardores, fiebres,
picores, irritaciones,
hinchazones

 

Jaquecas Ira y perfeccionismo, frustración. Masturbarse para que desaparezca.
Mamas Instinto maternal de protección, tal vez excesivo en relación con una persona/cosa/lugar/experiencia. Cáncer de mama: resentimiento profundo resultante de tal situación.
Manos Retener con demasiado empeño un dinero, una relación. Artritis = autocritica, espíritu hipercrítico interiorizado o contra otros.

 

Nuca Cuestiones relacionadas con la
flexibilidad.
Oídos Demasiado difícil
admitir lo que dicen.
Dolor de oídos = ira: sordera = no quiere
oír.
Peso excesivo Necesidad de protección, inseguridad.

 

Piel Amenaza que afecta a la individualidad; cuando estamos sometidos a otros.
Piel fina = exceso de sensibilidad, sensación de ser «despellejado», afán de mimarse a sí mismo.
Piernas Temor a progresar, o escasa voluntad de hacerlo. Venas varicosas: permanecer en una situación que odiamos.
Pies Imagen que tenemos de nosotros mismos. Progreso.
Pulmones Incapacidad para dar y recibir energía vital; negación de la vida. Enfisema, abuso del tabaco = negación de la vida, inferioridad.
Rodillas Inflexibilidad: incapacidad para someterse, orgullo, ego, tozudez, miedo al cambio, afán justiciero.

 

Sinusitis Irritación causada por alguien.

 

Tumores Crecimiento erróneo; ofensa antigua que atormenta y no se olvida. Tumores uterinos: resentimientos en relación con la feminidad, misoginia.
Úlceras Miedo; dudas en cuanto a la propia valía, falta de autoestima,

 

Estas definiciones podrán ser muy exactas para algunas personas, y no tanto o nada para otras. Ninguna de las dos autoras tiene conciencia de lo políticamente correcto y ello trasluce en sus definiciones, por ejemplo cuando dicen que las molestias menstruales reflejan «rechazo a la propia feminidad» en lugar de rechazo frente al papel secundario que nuestra sociedad asigna a la mujer27. Si se corrigen las proposiciones con arreglo a este criterio, mejora su validez. Sucede a veces que los sanadores metafísicos abusan de semejantes definiciones así como de la noción de karma (el «arrastre» de situaciones originarias de existencias anteriores); es la actitud que también se encuentra entre algunos médicos: «Usted tiene la culpa de lo que le pasa; ahora ya lo sabe, así que vaya y enmiéndese». Esta postura se basa en el razonamiento de que, si la enfermedad es kármica y si es un castigo, son las personas quienes eligen sus propios malestares y sus dolencias, y también podrían elegir no tenerías.
La ley del karma no es tan simplista. Lo que postula es que cada tránsito vital comprende una serie de cosas que aprender, convenidas en existencias anteriores, y tal vez un malestar o una dolencia sea una manera de establecer determinada enseñanza. Según su etimología, karma no significa otra cosa sino acción, y cada acción implica una reacción; o dicho de otro modo y citando el adagio mágico: «Todo cuanto emites retoma a ti.» Los errores de la vida reclaman una enmienda, una comprensión o un cambio de actitud si queremos subsanarlos. Quizás no se necesite más que vivenciar a fondo las emociones para resolverlas. Y si esto no se ha producido en el decurso del tránsito vital que ha planteado la situación, tal vez suceda en el siguiente, lo cual no debe interpretarse, como un castigo.

 

Puede ocurrir que una persona desarrolle un malestar como manera de acceder a una enseñanza necesaria. La que sea muy impaciente en uno de sus tránsitos vitales, por ejemplo, tal vez aceptará verse minusválida o confinada a una silla de ruedas en el próximo y así aprenderá lo que es la paciencia. Pero las situaciones casi nunca son tan a claras ni tan sencillas; sería demasiado fácil afirmar que cuando te rompes una pierna en esta vida, ello se debe a que has sido la causante de que otra persona se rompiese la suya en una existencia anterior; y también interpretaríamos mal el karma si creyéramos que alguien elige sus enfermedades. Porque tales elecciones y ajustes se realizan en la fase previa a la reencarnación y en ella no existen la conciencia ni la voluntad del plano corporal.

 

Los budistas consideran que el karma se debe a las ataduras emocionales que transportamos de un tránsito vital al siguiente, y ésa es la fuerza que obliga a regresar una y otra vez a la Tierra para que se resuelvan esas sensaciones y esas emociones. Consideraran que la Senda de la Iluminación subsana todo karma y nos libera del ciclo de las reencarnaciones; pero esa resolución kármica sólo es posible dentro de un estado de encarnación corporal. De ahí que los sanadores pregunten a veces si el hecho de curar un malestar significa una interferencia con el karma de una persona, o si exige que el sanador se haga kármicamente responsable de esa persona. Mi interpretación en cuanto a este problema es que cuando alguien recibe la curación gracias a Reiki o por cualquier otro medio, este suceso también es una realización de su karma, o de lo contrario no habría ocurrido. El sanador o sanadora no es responsable por cuanto su papel se limita a servir de canal para la energía. La curación se desenvuelve entre la persona que la recibe, sus propios espíritus—guías y la Divinidad. Reanudaremos esta discusión sobre el karma cuando abordemos la explicación de Reiki II.

 

Teniendo esto presente, ¿cómo emplea la curación Reiki las fuentes emocionales y el karma? De una manera suave, compasiva y respetuosa. Si utilizamos para la curación^ una definición como las de Louise Hay o Alice Steadman, centradas en el tránsito actual, hay que convertir la proposición afirmativa en una pregunta: «¿Es posible que estés experimentando una erupción de la piel a causa de tu contacto con una persona que «te irrita»? Si la persona receptora contesta negativamente, le preguntaremos cuál interpreta ella que sea la causa. En el estado de relajación propio del acto terapéutico es posible que logre acceder a esa causa, aunque la desconociese antes de comenzar la sesión. Por ejemplo, si emerge un recuerdo de una existencia anterior, en cuyo caso suele ser suficiente con ver la situación para resolverla. Aprovecha la respuesta, no para juzgar a esa persona sino para ayudaría a mejorar su conciencia de sí misma. Si atribuye el mal—estar a una amenaza percibida en una situación actual de su vida, pongamos por caso, le preguntarás lo que sería preciso hacer para cambiar tal situación y de qué manera puedes ayudar tú como terapeuta.

 

Esto implica el prestar atención mientras la otra persona nos cuenta sus dificultades, o hacer de la situación terapéutica un lugar seguro, en donde ella pueda manifestar su ira, o |orar La experiencia indica que en una de cada cuatro sesiones de curación Reiki, por lo general mientras él o la terapeuta ha posicionado las manos sobre la garganta o el corazón, la persona que recibe el tratamiento atraviesa una fase de desahogo emocional. Significa esto que expresará sus emociones en relación con el mal—estar o la situación motivante, y más frecuentemente las emociones reprimidas que son la fuente directa de aquél. Es posible que llore, que grite con gran enfado, o que empiece a hablar de lo que le ocurre entre risas de azoramiento o muestras de fuerte alteración. El o la terapeuta colabora en esto permaneciendo al lado de la persona que se desahoga, dejando que esta fase siga su curso y manteniendo la posición Reiki de las manos así como la continuidad del acto terapéutico.
La actitud terapéutica debe ser totalmente imparcial. Aunque se digan cosas horripilantes, no hay que reaccionar. Nuestro cometido estriba en lograr que la persona que expresa sus emociones se halle en total seguridad y sepa que se la escucha. Si la receptora llora, digámosle «está bien llorar, puedes hacerlo aquí; está bien desahogarse, continúa así». Si la persona describe la angustia de un trauma existencial, por ejemplo el haber <ido víctima de un incesto en su infancia, nos compadeceremos de su dolor y le diremos algo por el estilo de «mira si eres fuerte, que has logrado superarlo; ahora ya pasó, y no volverá a ocurrir jamás; eres buena y maravillosa». Si da muestras de cólera, diremos «tienes razón al estar enfadada, desahógalo todo ahora». Y si emerge un trauma de una existencia anterior, considera que tal vez se ha abierto la fuente de una pauta que afecta al tránsito actual. Al colaborar en el desahogo contribuimos a la expresión de las emociones causantes del mal—estar y con esto vamos a lo principal del acto terapéutico; esa persona va a sanar ahora, cuando antes no habría sido posible.
Si la mujer se pone muy nerviosa, o vemos que quiere hablar pero no lo consigue, pro—curaremos que exprese lo que necesita decir. En nuestra cultura las personas, y más especialmente las mujeres, sufrimos un condicionamiento: los sentimientos no deben expresarse, las manifestaciones emocionales fuertes nos infunden un pánico a veces invencible. De ahí la necesidad de convertir la sesión terapéutica en un espacio protegido, de manera que sea posible la expresión, la necesaria exteriorización de las emociones. Empezamos preguntando, por ejemplo «¿podrías describirme lo que te pasa?», o «¿sabrías describirme lo que has visto?» Si vemos que la persona todavía no está dispuesta a hablar, no hay que forzar la situación. Pero, ¡atención!, que cuando empiece a hablar es muy posible que sobrevenga luego el llanto, o las manifestaciones de cólera. Repitámoslo una vez más, esta exteriorización de las emociones retenidas, de por sí, es parte del proceso de la curación.
La primera vez que el sanador o la sanadora novel se enfrenta al desahogo emocional de la persona a quien está curando probablemente sentirá miedo. Por lo general la abreacción sólo dura escasos minutos y cuando lleguemos a la imposición de las manos sobre las piernas habrá cesado. Aunque muchas veces sea intensa y no poco sobrecogedora para él o la terapeuta, es sumamente beneficiosa para la persona que recibe el tratamiento Reiki. Por otra parte, parece que el Universo protege a los sanadores inexpertos presentándoles sólo aquellas situaciones que son capaces de asumir. Las sesiones más serias e intensas sobrevienen luego cuando el terapeuta se halla ya más preparado; además, cuando empezamos a utilizar el Reiki notamos que la curación está siendo cada vez mejor dirigida; al conectar con los espíritus—guías, conscientemente o no. resulta que el sanador o la sanadora sabe en todo momento lo que debe decir y cómo y cuándo decirlo. Ante el desahogo emocional u otras situaciones por el estilo, sabe lo que debe hacer aunque a veces se pregunte luego cómo se le ocurrió.
Después de la abreacción emocional la persona experimenta un alivio inconmensurable y una mejoría, pero también ha progresado quien ejerció el rol de sanadora. En este momento se puede hablar ya de otras medidas, como el ingreso en un grupo de ayuda a personas seviciadas, o emprender la interpretación de una pauta transportada de una existencia anterior. Teniendo en cuenta el carácter protector de la energía Reiki, es poco probable que el o la terapeuta reciba los efectos del dolor o la alteración emocional de la persona paciente, a diferencia de lo que sucede en otras formas de curación. Cuando se da el caso, basta con asumirlo y liberarlo; después de la sesión Reiki ambas personas se hallarán llenas de energía y reequilibradas. Quien ha aportado a otra persona la energía Reiki a través de sus manos se beneficia también de una forma de curación.
Debido a estos aspectos complejos y como la energía Reiki cura todo cuanto precise curación, es imposible predecir lo que ocurrirá durante una sesión. Ésta literalmente escapa de las manos del o de la terapeuta, aunque sean éstas el instrumento. Lo único que podemos prometer es que Reiki beneficiará a quien lo experimente, pero no que la sesión Reiki vaya a curar una dolencia determinada o, si a eso viene, ningún otro resultado concreto. Reiki alivia el dolor, acelera el proceso de la curación, detiene las hemorragias, relaja a la persona receptora y reequilibra sus chakras y su energía áurica. La respiración se vuelve más lenta durante la sesión, la tensión sanguínea disminuye y las emociones se sosiegan; todo lo demás depende de la Divinidad o Fuente de la energía, y no es predecible.
Lo cual no significa que no sean posibles los milagros, pues ocurren con frecuencia. Toda persona que haya trabajado con la energía Reiki tiene sus anécdotas en cuanto a los resultados. Una vez, por ejemplo, colaboré con mis dos conocidos gays en sesiones de auxilio a un joven paciente del sida que estaba moribundo en el hospital. Tenía una fiebre de 42,1 grados y nadie creía que sobreviviese a la próxima noche. Estaba inconsciente, alucinaba y presentaba fuerte agitación. Durante la sesión uno de mis conocidos se encargó de la imposición sobre la cabeza, el otro sostuvo los pies del paciente y yo me encargué de las imposiciones Reiki para el torso. Mientras actuábamos me di cuenta, no sé cómo —pues no tenía ninguna manera objetiva de saberla— de que la temperatura del paciente bajaba tres grados. Después de la sesión volvimos a conectar el monitor de la temperatura, que habíamos desconectado para poder acercarnos mejor al lecho del paciente, y entonces vimos que la fiebre había bajado efectivamente tres grados.
Tras media hora de descanso realizamos una segunda sesión y esta vez logramos vencer la fiebre; el monitor permaneció conectado y todos pudimos observar cómo iban variando las indicaciones de la pantalla digital. El joven volvió en si cuando aún no habíamos abandonado la habitación y pidió ver a su madre. Estuvo hablando con ella toda la noche; existían entre ambos muchas cuestiones pendientes y la curación les concedió tiempo para resolverlas. El paciente murió a la mañana siguiente, en medio de un sueño tranquilo y profundo. La madre nos llamó entonces y nos agradeció que hubiéramos hecho posible un tránsito sereno, tanto para el hijo como para ella misma. En efecto Reiki no conseguirá evitar el fallecimiento de un enfermo terminal, pero hace más llevadero el proceso.

 

En otro caso, una amiga mía sufrió una caída y se hizo daño en la espalda. Le diagnosticaron cuatro hernias discales y la ruptura de otro disco intervertebral. Por su exceso de peso, edad y salud deficiente en general (afección cardíaca, diabetes y secuelas de una polio) se desaconsejó la intervención quirúrgica y decidieron internarla seis meses en un centro de recuperación, donde la enseñarían a vivir en una silla de ruedas La visité cuando todavía estaba en la clínica y ella me enseñó un bulto de considerable tamaño que tenía sobre la rodilla, del cual los médicos habían tomado incluso una biopsia porque sospechaban la presencia de un tumor. Al posicionar las manos sobre dicho bulto noté que era un espasmo muscular, el cual se resolvió enseguida bajo mis manos. Tras esta breve sesión, los análisis de sangre que se le practicaban a diario revelaron súbitamente que ya no era necesario darle inyecciones de insulina, y ésta era una paciente que venía administrándose 75 unidades diarias desde hacía trece años. El personal auxiliar siguió realizando análisis varias veces al día, pero la necesidad de aportación exterior de insulina no volvió a presentarse.
Cuando ingresó en el centro de recuperación fui a verla en compañía de dos alumnas mías y practicamos una sesión de cuerpo completo. Una semana más tarde volvimos allí, y la encontramos en el patio, andando sin ayuda. Realizamos otra sesión. La mujer permaneció en el centro dos semanas y media, en vez de los seis meses previstos, y salió por su propio pie. Los médicos y demás personal no tenían ni la menor idea acerca de cómo había sucedido. La misma tarde que estuvimos en el patio también curé el perrillo de otra visita, que se había acercado a mí para solicitarme energía. Digo bien, que el perro me la pidió, aunque la propietaria no acertó a interpretar la actitud del animal: en cuanto a mi amiga, al ver que yo efectuaba los pases de Reiki se limitó a sonreír. Pocas semanas después supe que Ralph (el perro) había curado de una dolencia hepática que amenazaba su vida. Según demostraba un análisis reciente, la enfermedad había desaparecido por completo; el cuadro hematológico del perro había recobrado la normalidad y su propietaria nunca supo cómo había sucedido; por mi parte, cuando se me acercó el perro en el patio yo no tenía ni la menor idea de que Ralph estuviera enfermo del hígado.
En otro caso me consultó una mujer por tres bultos en un pecho, el más pequeño del tamaño de una nuez y el más grande como un limón. Quise persuadirla de que acudiese a un médico pero ella había tomado la firme decisión de no someterse a una intervención de la medicina convencional que le amputase la mama. Al principio, a mí me pareció que aquellos bultos estaban demasiado desarrollados para confiar en un éxito del tratamiento holístico; de todas maneras iniciamos sesiones semanales con la ayuda de otras dos terapeutas Reiki III. Al mismo tiempo, ella comenzó un tratamiento de remedios naturistas: uva de América, una fitolacácea, en infusiones así como en compresas, otras compresas con aceite de ricino y de bellota de chaparro, y cartílago de tiburón.
Al cabo de un mes se le formó en el pecho una mancha circular oscura y nos pareció que se produciría un absceso. En vista de ello le aconsejamos que no interrumpiera el tratamiento; transcurridos casi otros tres meses, y con ayuda de cierto ungüento secante mexicano, por último el pecho desarrolló el absceso más grande que yo haya visto en toda mi vida, de unos cinco centímetros de diámetro. Tardó varias semanas en drenarse y por último los tres quistes, o lo que fuesen, hablan desaparecido. Le dije que se hiciera recetar por su médico un antibiótico para combatir la infección, y así lo hizo. Aunque el proceso fue doloroso y no poco preocupante para ella, el pronóstico de un absceso suele ser bastante más optimista que el de un cáncer.
Una alumna mía me contó el caso siguiente: Su hija había tenido un niño, el primogénito, afectado por una severa disminución de la capacidad auditiva, que era de apenas un diez por ciento de la normal. La abuela realizó frecuentes sesiones de curación y llegó a constituirse un vínculo bastante profundo entre la abuela y el bebé. Cierto día, cuando éste apenas había cumplido cinco meses, la madre llamó desesperada a la abuela porque el niño estaba chillando de una manera insólita y aquélla no sabía qué hacer. Mi alumna fue a ver qué pasaba y calmó al niño con unos pases de Reiki; luego dijo «por si acaso, haz que le miren otra vez el oído». Y cuando visitaron de nuevo al pediatra supieron que la criatura oía ya normalmente.
Desde luego son experiencias impresionantes. Reiki no proviene del sanador o sanadora, sino del Universo, utilizando como mediadora a esa persona. Ella no puede atribuirse ningún mérito por la curación que haya tenido lugar. Y de hecho, a veces no ocurre nada, o por lo menos nada apreciable de momento. Tampoco es responsable el terapeuta si no se produce ninguna curación; esa eventualidad quizá se halle justificada si resulta que el karma determina la necesidad de vivir plenamente el mal—estar, aunque conduzca a un desenlace fatal. También la muerte puede considerarse como una curación.
Tal vez la persona destinataria de la curación la rechaza, conscientemente o no, prefiriendo continuar con su mal—estar, o quizás incluso morir. Algunas optarán por conservar su mal—estar cuando éste les permite conseguir algo que no obtendrían de otra manera, como las atenciones de quienes las rodean. Cuando me doy cuenta de que la situación se plantea en estos términos, procuro que la paciente lo comprenda, no porque deba juzgarse en un sentido ni en otro —todos tenemos nuestro libre albedrío—, sino para que sepa de una manera consciente en qué consiste el proceso. Una vez adquirida conciencia de éste, la persona quizá considere la situación de otro modo y tal vez realice una elección diferente. Pero si elige morir, sin embargo, así sucederá sin duda.
Me parece que nunca nos es lícito decir «yo he curado a esta persona». Nunca curamos sino a nosotros mismos; la curación es algo que sucede en nuestro propio cuerpo, no en otro. La función del sanador o sanadora consiste sencillamente en canalizar la energía y la recipiendaria la utilizará en la manera más idónea según sus necesidades. Por mi parte, interpreto la curación como una especie de acuerdo a tres bandas, es decir entre tres entidades: la sanadora, la receptora y la Divinidad/Fuente. Un terapeuta nunca cura a alguien, sino con alguien. Sin el acuerdo y la participación de la receptora no hay curación posible. La única regla de Reiki I es que la persona receptora debe dar permiso para que la sanadora proceda a la curación y una vez obtenido ese acuerdo previo, durante la sesión ocurrirá lo que deba ocurrir.
Reiki es un método positivo sin excepción, y no perjudica a ningún ser vivo cualquiera que sea su estado o circunstancia; es válido para usarlo con cualquiera, por muy joven, viejo o frágil que sea. Los ancianos, los bebés y los niños responden bien al tratamiento Reiki, lo mismo que los animales de compañía y las plantas. A cualquiera que esté enfermo, dolorido o emocionalmente afligido, Reiki le sirve de ayuda. En las personas o los animales de compañía sanos, Reiki relaja y rejuvenece. Las posturas equilibran los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo, y armonizan todos los chakras y el campo energético. Depuran y aumentan el flujo de la fuerza vital ki en el organismo animal o humano. Cuando alguien va a morir, Reiki ayuda a sobrellevar el proceso pero no impediré el tránsito de la persona o del animal en su momento destinado; sí, en cambio, servirá de ayuda y consuelo a los seres queridos que lloran la pérdida.
Aunque Reiki no cura la mayoría de los defectos congénitos, sin embargo puede aportar mejorías evidentes incluso en situaciones a primera vista irremediables. En el caso de la persona afligida por una incapacidad, y aunque la energía Reiki no logre corregiría, tal vez haga mucho más llevadera la vida de aquélla. Es una energía que ayuda a soportar el dolor, relaja los músculos agarrotados y tranquiliza las emociones. Al amputado de un miembro o un órgano, Reiki no le reemplazará la parte que falta, pero facilitará el proceso de adaptación y la búsqueda de una nueva funcionalidad.
Sin embargo, yo he visto curaciones «imposibles» en algunos de estos casos. Recuerdo el de un niño nacido con lesiones cerebrales, el cual, sometido a sesiones diarias de Reiki, experimentó un desarrollo mental rápido y bastante superior a cuanto habían pre— dicho los médicos. Otro de estos casos fue el de un bebé de tres semanas que había nacido con el tabique del corazón perforado. Unas alumnas mías lo trataron durante la semana anterior a la intervención quirúrgica correctora; el resultado fue que ésta se desarrolló con menos complicaciones y el restablecimiento fue más fácil de lo esperado. Durante la operación los Cirujanos descubrieron que el defecto no era tan grave como habían dado a entender las radiografías, y la criatura superó el incidente dando muestras de notable robustez. He comprobado este fenómeno en otros preoperatorios con aplicación de Reiki, y siempre se dan estas observaciones de convalecencia más rápida y problema menos complicado de lo que se preveía.
Durante una gira de conferencias y demostraciones, una mujer me presentó una criatura de seis o siete meses de edad.
—Esta criatura se halla en estado de muerte cerebral, según lo que me dijeron los médicos —explicó.
A mí me pareció una criatura perfectamente sana y así se lo dije.
Entonces la mujer me contó la historia.
—Hacia los seis meses del embarazo los médicos empezaron a hacerme muchas pruebas y tomaron muchas ecografías, pero no querían decirme el porqué. Por último me anunciaron que el bebé era anencéfalo, es decir, que nacería sin cerebro y moriría a los pocos días, en ausencia de actividad cerebral. Yo estaba horrorizada. Como pertenezco a un grupo ritual femenino y tres de mis compañeras tenían el grado Reiki 1, nos reuníamos dos veces al mes, y formaban en círculo, y a mí me ponían en el centro para la sesión de curación. La criatura nació normal y los médicos todavía no saben cómo ocurrió. Eso sí, se quedaron con muchas imágenes de un feto sin cerebro. Además el parto fue el más fácil de los tres que he tenido.
Algunas veces, después de una sesión o durante una serie de sesiones terapéuticas, la persona o el animal que reciben el Reiki comienzan a desintoxicarse. Se observan entonces fenómenos parecidos a los que suceden tras la recepción del primer alineamiento Reiki: diarreas, heces de olor o aspecto anómalo, poliuria, alteración del olor corporal, erupciones cutáneas pasajeras, aumento de la secreción nasal, transpiración sobreabundante u otros. Todo ello indica que el organismo está eliminando toxinas patógenas, por lo que no trataremos de evitar esos síntomas, aunque sean molestos. El sanador o la sanadora debe recordar que esto puede suceder y que no es perjudicial; por tanto, le dirá a su cliente que en vez de tomar ningún fármaco supresor debe dejar que las toxinas abandonen el organismo a su manera.
La fase de desintoxicación viene a durar varios días. Lo que distingue esta reacción purificadora de un verdadero proceso patógeno es que durante la depuración, y pese a las molestias, la persona no deja de encontrarse bien. Le aconsejaremos que beba un vaso de agua pura varias veces al día y que tome comidas ligeras o se ponga a dieta líquida varios días. Una vez superada esta «crisis de curación», como le llaman algunos, se sentirá mejor de lo que había estado en mucho tiempo y ello indica que la curación avanza. A partir de este punto la eliminación del malestar realizará rápidos progresos.
Algunas veces llega a conocimiento del o de la terapeuta que la persona tratada no cree en el tratamiento. Si ella ha concedido su permiso y mantiene una actitud abierta, sin embargo, la curación se instaura con o sin la fe. Pero otras veces, y cuando la actitud no es abierta o hay un rechazo interior, el proceso puede bloquearse. Para algunas personas, aun cuando consientan en someterse a la sesión, la idea de una curación no médica es más de lo que su sistema de creencias puede asimilar. De palabra dicen que sí, pero en el fondo se niegan a admitir la energía. Cuando sucede esto, por lo general el o la terapeuta intuye la presencia del bloqueo. Lo que procede es comunicar esta observación con amabilidad y dejando bien claro que la elección incumbe, como siempre, a la receptora.
Reiki no violenta el libre albedrío de nadie; si la persona se niega a recibir la energía, el o la terapeuta nada más puede hacer. Cuando se le presenta esta situación a una terapeuta novel o inexperimentada, puede ser un buen golpe para su confianza en sí misma, sobre todo si la receptora le asegura que está aceptando la energía, pero no lo hace. El problema lo padece la persona receptora y no la terapeuta; en consecuencia, tendremos presente la posibilidad del rechazo y nos conformaremos con hacer lo que esté en nuestras manos. Esto me ocurrió a mí en una de mis primeras sesiones terapéuticas, y tardé años en comprender lo que había ocurrido.
A veces también sucede que la receptora dice no sentir nada; en otros casos, la sesión Reiki termina y la sanadora tiene la impresión de que no ha ocurrido nada, en contra de lo que atestigua la paciente. En estos casos hay que confiar en la energía Reiki; algo sucede, lo hayan percibido o no las personas participantes. En ocasiones, durante la sesión la destinataria dice notar un súbito aumento de su dolor; el episodio dura sólo unos momentos, y yo siempre les digo que «respiren y resistan» mientras dura. Cuando esto sucede Reiki condensa varios días de jaqueca u otro mal—estar en breves instantes, y vale la pena resistir, porque cuando termina y desaparece ese dolor añadido, todo el dolor se desvanece. Yo les pido a mis guías—sanadores que aceleren la fase álgida y procuren hacerte soportable. Pero es necesaria a veces, y en cualquier caso nunca dura demasiado ni hace ningún daño.
Cuando administramos Reiki a la mujer que padecía aquellos quistes de mama, ésta sufrió varias veces una intensa sensación de quemadura en la región afectada. Lo cual resultó muy doloroso, más de lo que suele ocurrir habitualmente, y además el episodio espantó a la mujer y me preocupó a mí. Repetidas veces solicité a mis espíritus—guías que fuesen indulgentes, pero replicaron que no podía ser, y que no duraría mucho. Los episodios álgidos eran de unos diez minutos en cada sesión, pero el efecto fue que cauterizaron los tumores y éstos desaparecieron por completo.
Reiki puede usarse como único tratamiento, o en conjunción con el tratamiento médico (o veterinario), puesto que no interviene con la medicación ni otros procedimientos, a no ser en el sentido de conferirles mayor eficacia y mejorar el estado general del paciente. La energía acelera la curación, a veces a pesar de la intervención médica convencional: por ejemplo en los casos de quimioterapias —un tipo de tratamiento que desde el punió de vista de los terapeutas holísticos hace más daño que bien— Reiki colabora en los efectos positivos y ayuda a paliar los negativos. Colabora más feliz y eficazmente con los métodos holísticos dé un tipo más positivo en orden a la curación corporal; por ejemplo Reiki y remedios herbales, o Reiki y homeopatía, son asociaciones afortunadas. También se recomienda el energizar los medicamentos o los remedios holísticos antes de su administración, para aumentar su eficacia. En medicaciones de larga duración, por ejemplo con insulina o con depresores de la tensión arterial, es aconsejable controlar con más frecuencia los niveles en sangre, porque puede suceder que disminuya la necesidad del medicamento.
Reiki puede contribuir a acelerar la soldadura de un hueso roto, pero se aconseja esperar a que la fractura haya sido correctamente reducida y el miembro inmovilizado antes de proceder a la imposición directa sobre aquélla. A veces la energía Reiki induce una curación muy rápida y si la reducción todavía no se ha realizado tal circunstancia podría resultar contraproducente. En estos casos practicaremos Reiki sobre el resto del cuerpo pero nos abstendremos de tratar directamente la fractura. Nunca tocaremos con las manos una herida abierta; basta con acercarlas y la energía acudirá a donde haga falta sin arriesgar más dolor o una infección. Una vez reducida la fractura Reiki puede operar perfectamente a través de la escayola.
Aunque se me advirtió durante mi formación que no practicase el Reiki sobre un hueso roto sin haberse reducido la fractura, tengo otra anécdota diferente que contar. Una amiga mía cayó por un lado de su porche y enseguida se echó de ver que se había roto un tobillo. Le aconsejé que se hiciera una radiografía pero ella se negó y me pidió que la curase. Esa persona no quería acudir a ningún médico ni siquiera por una fractura ósea; la situación era muy comprometida para mí, pero me avine ha intentado. Al posicionar las manos sobre el tobillo recibí enseguida la confirmación de que el hueso estaba roto, por lo que rogué en silencio a mis guías: «Esta es la única curación que va a recibir para la fractura. Hagámoslo bien desde el principio.» Enseguida sentí que el hueso retomaba al lugar correcto bajo mis manos. La mujer se puso unas botas de caña larga durante varias semanas, a modo de soporte mecánico para la pierna, y tomó vitamina C y consuelda para bajar la inflamación. Al principio la extremidad lesionada presentaba un feo aspecto, con grandes cardenales, pero curó bien. Me parece que tuvo suerte, pero no recomiendo el procedimiento.
Aduciré otro caso para justificar la conveniencia de aguardar antes de proceder al tratamiento Reiki. Un hombre se cortó accidentalmente un dedo mientras aserraba madera Enseguida puso el dedo amputado en un vaso con agua e ingresó en la sección de urgencias de una clínica; durante el recorrido él mismo practicó la imposición Reiki sobre su mano. Durante el reconocimiento le preguntaron por qué había tardado tanto en presentarse; la cicatrización de la herida había progresado demasiado para que fuese posible reimplantar el dedo por vía quirúrgica. El accidente ocurrió sólo veinte minutos antes, pero la energía Reiki había acelerado drásticamente la curación28.
Hemos aludido a la posibilidad de cargar con energía Reiki los medicamentos y los remedios. Para hacerlo, tomamos el recipiente entre las manos y dejamos que fluya la energía, aunque existen otros procedimientos, como la imposición de las manos palmas abajo, en la postura tradicionalmente utilizada para bendecir los alimentos. Cuando se dirige la energía Reiki hacia un recipiente con agua, el líquido mismo adquiere propiedades curativas; también es posible cargar similarmente los apósitos y vendajes que se vayan a utilizar, y puede hacerse con las gemas y los cristales, aunque la eficacia será mayor en este caso cuando hayamos recibido los símbolos de Reiki II o Reiki III. Por mi parte he llegado a energizar mi propio coche, cuando vivía en una región de inviernos muy crudos, para asegurarme de que arrancase a primera hora de la mañana.
Aunque tenemos en nuestras manos un sistema terapéutico de gran potencia, importa tener presente que es casi imposible hacer nada equivocado; la energía Reiki posee una inteligencia propia, muy superior a cualquier conocimiento humano, y no hace falta otra cosa para activarla sino imponer las manos en determinadas posturas prescritas, o sobre el lugar afectado. La energía hará la curación, y la hará bien. La terapeuta no necesita facultades psíquicas excepcionales, ni siquiera un entendimiento consciente del proceso. Sin embargo, uno de los beneficios añadidos y consecuencias de la formación Reiki es que las facultades psíquicas de la sanadora empiezan a progresar casi desde el momento en que recibe el primer alineamiento, y además ese progreso se registra en todos los sentidos.
Una de las primeras observaciones que realicé después de recibir el Reiki I fue que estaba desarrollando la facultad de diagnosticar por vía psíquica. Al imponer las manos sobre una región álgida, con frecuencia captaba inmediatamente lo que iba mal; en algunos casos esta facultad alcanza una precisión insólita. Tengamos en cuenta, no obstante, que una persona no colegiada incurre en un delito si expresa un diagnóstico; por tanto, es aconsejable la máxima precaución al utilizar esa facultad. En la sesión terapéutica guardaremos reserva sobre lo que hayamos visto y lo pensaremos mucho antes de comunicar nada. Si creemos haber descubierto algo grave, propondremos la visita al médico; sería imprudencia imperdonable anunciar sin más ni más un diagnóstico de cáncer, por ejemplo. Creo en la sinceridad terapéutica, pero siempre subordinada a la debida responsabilidad. Salvo excepciones, tampoco sería prudente anunciarle a otra persona su fallecimiento inminente. La información psíquica a veces se evidencia errónea, o el curso de la enfermedad puede dar un giro inesperado durante el proceso de la curación. En todo momento la compasión es indispensable.
La curación es algo que todos necesitamos en esta época terminal de una era planetaria Ante la crisis no es posible dedicar largos años a una lenta iniciación para llegar a dominar una facultad. En Reiki, lo único que se necesita es el alineamiento, que convierte al discípulo en sanador. Necesitamos cuantos terapeutas sea posible conseguir, y más aún. La capacidad de auto—potenciación que implica Reiki es tremenda, y especialmente beneficiosa para las mujeres. Recordemos que lo que se potencia en este caso no es el amor propio sino una facultad auténtica. Para la persona que recibe el tratamiento Reiki, el beneficio es muchas veces inmediato, a la primera sesión. Lo cual nos permite asumir la responsabilidad de nuestra propia salud y, muchas veces, evitar los costes ruinosos así como la inhumanidad y los tratamientos agresivos de la medicina convencional. Reiki no puede reemplazar a ésta, pero con frecuencia sí consigue cosas que la medicina no alcanza, y ello de una manera mucho más tolerable y positiva.
En los episodios de mal—estar agudo e incapacitante (digamos, una gripe, un resfriado, un dolor articular), una sola sesión de Reiki puede ser suficiente. Las afecciones graves y las dolencias crónicas, en cambio, suelen requerir muchas sesiones. Para mí Reiki es comparable a la carga de una batería; si la persona se hallaba en relativo buen estado, a lo mejor sólo precisa un poco de recarga; pero si se halla seriamente enferma, tardará más en reponer las energías agotadas. En la clínica Reiki de Chujiro Hayashí, los pacientes eran atendidos por equipos de sanadores en sesiones diarias o más frecuentes aún, hasta lograr el restablecimiento. En el caso de un enfermo de cáncer o de sida, las sesiones diarias seguramente resultarán mejor que las semanales y en cualquier caso se tardará más en observar un cambio apreciable. En presencia de una enfermedad crónica yo aconsejaría que el mismo paciente reciba los alineamientos Reiki, para ponerle en condiciones de curarse a sí mismo, y además por los beneficios que implica el propio alineamiento. Cuando hayas recibido los alineamientos Reiki, procura efectuar una auto terapia diaria aunque no hayas notado ningún mal—estar. Conforme va cargándose la batería de una persona iremos reduciendo la frecuencia de las sesiones.
Existen varías diferencias entre el método Reiki y otros basados en la imposición de las manos o el tacto terapéutico. Para mí la más importante ha sido que al utilizar Reiki he dejado de absorber los síntomas de mis pacientes. Antes curaba, por ejemplo, a una mujer que sufría dolores menstruales y la paciente se despedía tan contenta, pero los dolores se quedaban conmigo. Más adelante aprendí a relajar la energía hacia la Tierra mediante una toma de fundamento, pero esto suele requerir otro rito casi tan largo como la misma sesión terapéutica. Muchas veces he sufrido mareos o malestar después de las sesiones, pero esta situación cambió por completo tan pronto como recibí mi primer Reiki I. He dejado de absorber los dolores de otras personas, aunque a veces, durante la sesión, capto sensaciones corporales que me comunican información. En esta situación basta con asumir el conocimiento recibido para que las sensaciones desaparezcan.
Naturalmente, no me habría sido posible auxiliar a los enfermos de sida en un entorno hospitalario si hubiera continuado absorbiendo los síntomas de esa manera, ni podría dedicarme tan intensamente a las sesiones terapéuticas si éstas me produjeran un estado de agotamiento tan absoluto, como sucedía antes de iniciarme en el Reiki. Ahora, al término de las sesiones me hallo perfectamente lúcida, equilibrada, llena de fundamento y energía: es el bienestar, en una palabra. Si se me presenta la necesidad de sanarme a mí misma mientras estoy actuando en beneficio de otra persona, recibo energía Reiki automáticamente a través del propio procedimiento, y sin restársela en modo alguno a la paciente que también la necesita. (Pero, en todo caso, evitaremos dedicamos a la sesión Reda, ni a ningún otro tipo de actividad terapéutica, cuando nos hallemos enfermos o en situación de fuerte trastorno emocional, como podría ser un enfado.) Con el Reiki he encontrado la intensificación de mi poder y mi eficacia que había buscado tanto tiempo. Cuanto más a menudo utilicemos esta energía Reiki más mejoramos nuestra facultad sanadora.
Tiene Reiki otra característica exclusiva, y la he dejado deliberadamente para el final. Me refiero a los Principios Reiki. Pues, aunque Reiki no sea una religión, sino anterior a todas las religiones, no por ello deja de ser fiel a sus orígenes orientales. Reiki proviene de un espacio cultural que ha suministrado a Occidente casi todas sus técnicas metafísicas y probablemente la mayor parte de nuestras normas éticas. El budismo mahayana y su derivación vajrayana desarrollaron desde la más remota antigüedad los métodos de la meditación, la visualización, los rituales, los sistemas de curación espiritual, el empleo de Las hierba medicinales, la curación por los sueños, la muerte consciente, la curación sexual respetuosa para la condición femenina, la regresión a vidas anteriores y prácticamente todas las variedades de desarrollo y facultades del orden psíquico, entre otras cosas. Cuando me puse a estudiar el budismo tántrico (vajrayana) tuve la sorpresa de hallar en esa disciplina las raíces de todas las religiones, incluyendo la wicca que yo profeso29. ¡Cuán diferente habría sido la historia del mundo si las verdaderas enseñanzas de Jesús hubiesen inspirado la religión cristiana!
Conozco diversas variantes de los cinco principios elementales Reiki; casi todos los tratados dan una versión diferente, aunque siempre se retrotrae la transcripción original a Mikao Usui. La versión que da Hawayo Takata en su cinta de audio The History of Reiki as Told by Mrs. Takata (Vision Publications, página 11 de la transcripción) es probablemente la más próxima al original:

 

Sólo por hoy, no haya ira.
Sólo por hoy, no haya preocupación.
Contaremos nuestras bendiciones y honraremos a nuestros progenitores así como
a nuestros maestros, nuestro prójimo y nuestros alimentos.
Vive en la honestidad
y en la piedad ante todo lo que tiene vida.

 

Otra versión de los Principios Reiki citada por Larry Arnold y Sandy Nevius en The Reiki Handbook dice:

 

Sólo por hoy, daré gracias por mis muchas bendiciones.
Sólo por hoy, no tendré preocupación.
Sólo por hoy, no tendré ira.
Sólo por hoy, llevaré a cabo mi tarea con honestidad.
Sólo por hoy, tendré piedad ante mi prójimo y ante todo ser vivo30.

 

En otros lugares hallo la variante:

 

Sólo por hoy, no estaré preocupado.
Sólo por hoy, no haya ira.
Honra a tus padres, maestros y antepasados.
Te ganarás la vida honradamente.
Darás las gracias por todas las cosas31.

 

Por mi parte, he utilizado esta última versión, pero añadiendo un sexto principio, «respetaré la Unidad de toda Vida», con lo cual vamos, en sustancia, a la versión de la señora Takata (que yo no he conocido hasta época relativamente reciente). Estos principios merecen una consideración detenida y su ejercicio diario convierte a Reiki en un estilo de vida, que por otra parte no contraviene los mandamientos ni las normas éticas de ninguna religión.
La interpretación de estos preceptos generales de caridad puede variar en fundón de) individuo. A veces se me pregunta: «Yo que he sido víctima de un incesto, ¿cómo podré honrar a mis padres?» Entonces yo le pregunto a esa persona si se considera capaz de honrar al otro progenitor, o bien a cualquier otra persona que haya asumido el papel de verdadero padre para ella. Otras veces se expresan dudas ante el precepto que impone el renunciar a la ira. Me parece que nunca es conveniente alimentar resentimientos ni cóleras reprimidas, ni retenerlos hasta que estallen. Expresar con sinceridad los propios sentimientos y despejar el ambiente no permitiendo que se enconen: en esto veo yo la esencia de dicho Principio.
En la vida de una persona, la formación Reiki I es un hito fundamental; a partir de la recepción del alineamiento nada vuelve a ser como antes. Y aunque estos cambios sean totalmente positivos, el sanador novel tal vez necesitará una base firme en que apoyarse conforme todo va resultando tan diferente de cuanto anteriormente conocía. Los Principios Reiki pueden ayudar en ese proceso de crecimiento acelerado y nuevo comienzo. El meditar sobre ellos nos calmará y nos fortalecerá, y resulta muy aconsejable hacerlo durante las sesiones de auto terapia. A mis alumnos les pido que los estudien y los tengan en cuenta, que no los dejen de lado con indiferencia. De entre todos ellos, el que dice «darás las gracias por todas las cosas» me parece tal vez el más importante.
Buena parte de las enseñanzas acerca de Reiki provienen de la práctica activa; dejemos que la energía misma enseñe al sanador. A mis alumnos y alumnas les aconsejo que practiquen una sesión auto—terapéutica diaria después de haber recibido el alineamiento, y por lo menos tres sesiones de cuerpo completo en beneficio de otras personas durante el primer mes. Cuanto más utiliza Reiki el discente, más aprende, y más intensifica su facultad de curación. El uso asiduo moviliza cantidades cada vez más grandes de Reiki en beneficio del progreso personal y la auto—curación del o de la terapeuta.
Por mi parte me he planteado la intención de enseñar a cuantas personas puedan beneficiarse de estos conocimientos. Procuro aprender todas las técnicas de curación a mi alcance y busco siempre procedimientos más eficaces para transmitidos a otros que tal vez los necesiten. Por otra parte, Reiki me proporciona algo que ningún otro sistema ofrece: la posibilidad de hablar durante una tarde a personas que no tenían ninguna noción de técnicas terapéuticas o de energía y despedirme de ellas habiéndolas convertido en competentes terapeutas Reiki. Cualquier otra disciplina requiere largos años de estudio para alcanzar el nivel de competencia. Cuando estos noveles Reiki I salen de mis clases, quedo absolutamente segura de su capacidad y sé que todo cuanto hagan será positivo. Reiki no puede hacer ningún daño ni deja margen para el error. Ésta es sin duda la razón más importante, entre otras muchas, de mi alta estima hacia Reiki, y nunca ningún alumno mío ha discrepado de mí en este punto.

 

LOS PRINCIPIOS REIKI32
Sólo por hoy, daré gracias por mis muchas bendiciones.
Sólo por hoy, no tendré preocupación.
Sólo por hoy, no tendré ira.
Sólo por hoy, llevaré a cabo mi tarea con honestidad.
Sólo por hoy, tendré piedad ante mi prójimo y ante todo ser vivo.