Muestrario
Improvisación
Tómate cinco segundos
Hace diecinueve siglos, el filósofo estoico de origen griego Epícteto dijo: «La naturaleza ha dado al hombre una lengua, pero dos oídos para que podamos oír el doble de lo que hablamos».
Lamentablemente, pocas personas le prestaron atención.
Tú puedes evitar ese error tomándote en serio el consejo de Epícteto. Una de las formas más sencillas de hacerlo —reducir tu propia proporción entre hablar y escuchar— es simplemente aminorar el ritmo.
Elige un día de la semana para que sea tu día lento. Cuando estés conversando, tómate cinco segundos antes de responder. En serio. Cada vez. Al principio, te parecerá raro, y tu interlocutor quizá se pregunte si has recibido algún golpe en la cabeza recientemente. Pero pausar unos segundos adicionales antes de responder puede mejorar tu habilidad para escuchar casi del mismo modo que saborear un trozo de chocolate, en lugar de engullirlo, puede mejorar tu paladar. (Si un día entero es demasiado, empieza por algo más corto; inténtalo durante una hora.)
Lainie Heneghan, una consultora británica partidaria de lo que ella denomina «escucha radical», ofrece algunas formas para probar si has echado el freno lo suficiente. ¿Tus interlocutores acaban sus frases? ¿La gente llega a exponer completamente su perspectiva sin que los interrumpas? ¿Tienen tiempo de respirar antes de que empieces a levantar la voz? Haciendo las cosas con más calma, llegarás más lejos.
Di «Sí, y»
Un ejercicio clásico de improvisación es el «juego de la publicidad». Veamos cómo funciona.
Selecciona cuatro o cinco participantes. Después pídeles que inventen un producto nuevo y que diseñen una campaña publicitaria para promocionarlo. Cuando los participantes aporten opiniones, demostraciones o eslóganes, tienen que comenzar cada frase con «Sí, y», lo cual les obliga a basarse en la idea anterior. No se puede refutar lo que dicen los compañeros. Tampoco ignorarlo. Y no se debe planificar con antelación. Simplemente di «Sí, y», acepta lo que te ofrece la persona que tienes delante y utilízalo para mejorar la campaña.
«Hay personas que prefieren decir “Sí”, y hay otras que prefieren decir “No” —escribe Keith Johnstone—. Las que dicen “Sí” obtienen la recompensa de las aventuras que viven. Las que dicen “No” tienen su recompensa en la seguridad que obtienen.»
Juega a «una palabra cada vez»
Éste es otro juego clásico de improvisación que ha generado numerosas variaciones, aunque yo prefiero la versión de Johnstone. Las reglas son simples. Entre seis y ocho personas se sientan en círculo e inventan una historia entre todos. La dificultad estriba en que cada persona sólo puede añadir una palabra y sólo en su turno.
En Improvisación para narradores, Johnstone describe una sesión con dos compañeros que le ayudan a crear. Él comenzó con la palabra «Sally» y la historia discurrió así:
— empezó...
— a…
(Me vuelve a tocar, y voy a animar la cosa:)
— enfadarse...
— porque…
— su…
— padre…
— quería…
— que…
— guardara…
— su…
— caballo…
— en...
— el...
— establo.
Johnstone dice: «Algunas de estas historias se diluyen después de una frase, pero otras pueden llegar a completarse». Al margen de cómo se desarrollen las historias, este ejercicio es estupendo para ayudarte a pensar con rapidez y afinar tus oídos a las ofertas.
Haz una lista del poder de las preguntas
Vale la pena que practiques por tu cuenta uno de los ejercicios de Salit con los que más disfruté: «tengo curiosidad». Busca una pareja. Después escoge un tema polémico que tenga dos bandos claramente opuestos. Antes de empezar, tu compañero debe decidir su postura en la controversia, y tú adoptarás la postura contraria. Entonces el otro deberá argumentar su posición, pero tú sólo podrás responder con preguntas (ni con afirmaciones, ni contraargumentos, ni insultos).
Las preguntas tienen que ceñirse a tres reglas: (1) no se pueden formular preguntas de sí-no; (2) las preguntas no pueden ser opiniones encubiertas; (3) tu pareja debe responder a todas las preguntas.
Esto es más difícil de lo que parece. Pero con práctica aprenderás a utilizar las preguntas para avanzar y comprometer tanto a tu compañero como a ti mismo.
Lee los siguientes libros
• Impro: Improvisación y el teatro, de Keith Johnstone. Si la improvisación teatral tiene un Lenin —un revolucionario de verbo fácil que proporciona a un movimiento sus fundamentos intelectuales—, esa persona es Johnstone. Su libro no es siempre de lectura fácil, pues es tanto un tratado filosófico como la guía que aspira a ser. No obstante, se trata de una excelente introducción para comprender los principios subyacentes de la improvisación.
• La improvisación para el teatro, de Viola Spolin. Si la improvisación teatral tiene una Eva —alguien que estuvo presente durante la creación, aunque en este caso no necesitó a un Adán, ni cayó en ninguna tentación—, es Viola Spolin. Este libro, que apareció hace cincuenta años, pero cuya edición actualizada continúa vendiéndose sin pausa, recoge más de doscientos ejercicios de improvisación de Spolin.
• Creating Conversations: Improvisation in Everyday Discourse, de R. Keith Sawyer. Sawyer es el principal estudioso de la creatividad. Este libro, de 2001, se centra en nuestras conversaciones cotidianas y muestra lo mucho que estos intercambios cotidianos tienen en común con el jazz, los juegos infantiles y la improvisación teatral. También merece la pena consultar su libro Group Genius: The Creative Power of Collaboration.
• Improv Wisdom: Don’t Prepare, Just Show Up, de Patricia Ryan Madson. Madson, que enseñó arte dramático en la Universidad de Stanford hasta 2005, presenta trece máximas inspiradas en la improvisación que los lectores pueden aplicar en su trabajo y en su vida diaria.
• The Second City Almanac of Improvisation, de Anne Libera. Una parte historia del espectáculo, y otra parte guía de la improvisación, este almanaque traza el ascenso del gigante de la improvisación Second City. Está salpicado de interesantes ejercicios, citas provocativas sobre el oficio y un sinfín de fotos de humoristas célebres en su juventud.
Usa los pulgares
Ésta es una actividad grupal que puede utilizar para conseguir que se recuerde una cuestión. Además de ti, necesitarás por lo menos otros dos participantes.
Cuando todos se hayan colocado por parejas, pide a cada grupo que «junten los dedos de la mano derecha y alcen el pulgar». Después da una única instrucción: «Ahora consigue que tu pareja baje el pulgar.» Permanece en silencio y espera a que las parejas terminen el ejercicio.
La mayoría de los participantes supondrán que sus instrucciones significan que deben hacer una lucha de pulgares. Sin embargo, hay otras muchas formas de conseguir que tu compañero baje el pulgar. Pueden pedírselo con amabilidad. Pueden liberar sus propios dedos y poner su pulgar hacia abajo. Y otras muchas más.
La lección aquí es que nuestro punto de partida es casi siempre la competición, un enfoque de ganar-perder, suma-cero, en lugar del planteamiento de la improvisación, de ganar-ganar, suma-positiva. En muchas circunstancias que implican convencer a los demás, tenemos varias formas de llevar a cabo la tarea, la mayoría de las cuales pueden dejar en buen lugar a nuestros compañeros.