Muestrario
Flotabilidad
Haz como Bob: practica el monólogo interior interrogativo
La próxima vez que te prepares para convencer a otros, reconsidera cómo lo haces. En lugar de automotivarte con declaraciones y afirmaciones, toma ejemplo de Bob el Constructor y en su lugar formula una pregunta.
Pregúntate: «¿Puedo convencer a esta gente?».
Como descubrieron los científicos sociales, el monólogo interior interrogativo es muchas veces más valioso que el declarativo. Pero no dejes simplemente la pregunta flotando en el aire como un globo perdido. Respóndela, directamente y por escrito. Haz una lista de cinco razones específicas por las que la respuesta a tu pregunta es afirmativa. Estas razones te recordarán las estrategias necesarias para ser eficaz en tu tarea, lo que te ofrecerá una base más sólida y relevante que la simple afirmación.
En otras palabras, pide y recibirás.
Controla su proporción de positividad
Es la regla de oro del bienestar, la fórmula mágica de la prosperidad, el código numérico secreto de los satisfechos: 3 a 1. ¿Qué puedes hacer para asegurar que tu equilibrio entre emociones positivas y negativas alcance esa difícil proporción?
Una forma de empezar es visitar la página web de Barbara Fredrickson (positivityratio.com/). Haz su «Autotest de positividad», una evaluación de veinte preguntas que se puede realizar en dos o tres minutos, que te dirá tu proporción de positividad actual. Luego puedes abrir una cuenta gratuita y hacer un seguimiento de la evolución de tu proporción en el tiempo. (Se puede ampliar la información sobre el test en el libro de Fredrickson Positivity: Top-Notch Research Reveals the 3 to 1 Ratio That Will Change Your Life, una excelente introducción divulgativa a su trabajo académico.)
Además, debes ser más consciente de tus emociones. Para ello, haz una lista de las diez emociones positivas de Fredrickson —alegría, gratitud, serenidad, interés, esperanza, orgullo, diversión, inspiración, sorpresa y amor— en tu teléfono, ordenador o pared de la oficina. Selecciona una o dos. A lo largo del día, busca la manera de desplegar esas emociones. Esto te dará un impulso psicológico, mejorará el estado de ánimo de las personas que te rodean, y aumentará tus probabilidades de convencer a los demás. ¿Seguro? Del todo.
Refuerza tu estilo explicativo
El trabajo de Martin Seligman ha demostrado que nuestra forma de explicar los eventos negativos tiene un enorme efecto en nuestra flotabilidad y, en última instancia, en nuestro rendimiento. Empieza a renovar tu estilo explicativo como la ciencia ha demostrado que resulta efectivo.
Cuando sucede algo negativo, hazte las tres preguntas siguientes, y piensa en una forma inteligente de responder «no» a cada una de ellas:
1. ¿Es permanente?
Mala respuesta: «Sí. He perdido por completo mi capacidad para convencer a los demás».
Respuesta mejor: «No. Hoy estaba en baja forma porque no he dormido bien».
2. ¿Es generalizado?
Mala respuesta: «Sí. En esta industria, todo el mundo es intratable».
Respuesta mejor: «No. Este tipo en particular era un imbécil».
3. ¿Es personal?
Mala respuesta: «Sí. No ha comprado porque yo he hecho muy mal la presentación».
Respuesta mejor: «No. Mi presentación podría haber sido mejor, pero la verdadera razón es que en este momento él no estaba dispuesto a comprar».
Cuanto más expliques los acontecimientos negativos como temporales, específicos y externos, más probabilidades tendrás de resistir frente a la adversidad.
Como han manifestado algunos psicólogos positivistas, la clave es «rebatir» y «desdramatizar» las explicaciones negativas. Para rebatir, hay que corroborar cada explicación como lo haría un astuto abogado al interrogar a un testigo: buscar lagunas en tu historia, cuestionar tus premisas, identificar las contradicciones internas. Para desdramatizar, hay que preguntarse: ¿cuáles son las repercusiones globales y por qué no son tan calamitosas como parecía a primera vista?
Para más información, visita la página web de Seligman (www.authentichappiness.sas.upenn.edu/Default.aspx), y realiza su «Test del optimismo» para tener una idea de cuál es tu estilo actual. Y consulta su clásico libro Learned Optimism: How to Change Your Mind and Your Life.
Prueba la estrategia de «enumerar y abrazar»
Una forma de mantener el optimismo es tener una idea más realista de lo que realmente puede hundirte. Para ello, puede ser útil contar los rechazos que has sufrido, y seguidamente celebrarlos. Es una estrategia que yo llamo «enumerar y abrazar».
1. Enumerar
Trata de cuantificar las negativas reales que obtienes durante una semana. Utiliza alguna de las numerosas aplicaciones estadísticas gratuitas para smartphones y registra todas las veces en que tus esfuerzos para convencer a los demás encuentran alguna resistencia. (Los que sean más analógicos pueden emplear una pequeña libreta de notas y un bolígrafo, que funcionarán igual de bien.)
Al final de la semana, te sorprenderá la cantidad de negativas que el mundo ha llevado hasta tu puerta. Sin embargo, aún te sorprenderá más otra cosa: sigues en la brecha. Incluso en ese océano de rechazo de toda la semana, te las has arreglado para continuar a flote. Ser consciente de ello puede darte la voluntad de continuar y la confianza de hacerlo aún mejor la semana siguiente.
2. Abrazar
Para las negativas realmente importantes, considera seguir el ejemplo de Jay Goldberg, fundador del Bergino Baseball Clubhouse, una galería de arte y tienda de objetos en la ciudad de Nueva York. Al principio de su carrera, Goldberg trabajaba para un importante consultor político estadounidense, pero lo que realmente deseaba era un puesto en la Major League Baseball (MLB). Así que envió una carta a los veintiséis equipos de la MLB solicitando una entrevista, un contrato en prácticas, cualquier cosa que pudiera darle una oportunidad. Veinticinco equipos le enviaron cartas de rechazo. (Los New York Yankees nunca respondieron.)
Goldberg conservó esas cartas. Y cuando abrió su propia agencia deportiva a comienzos de los años noventa, las enmarcó una por una y colgó las veinticinco en la pared de su despacho. «Fue mi forma de demostrar que nunca me rendí —dice—. Me enfrenté a todas aquellas negativas, pero continué adelante.» Aún mejor, los representantes de algunos de los equipos que le rechazaron en el pasado pudieron contemplar su anterior decisión cuando negociaban con Goldberg sobre alguno de sus clientes. «Las cartas me hacían sonreír cada vez que las miraba.» Hoy, Goldberg las tiene en su despacho en su popular espacio dedicado al béisbol, para recordarle cada día que la forma de ver el rechazo muchas veces depende de cómo la plantea uno mismo.
No olvides ser negativo de vez en cuando
No hay mal que por bien no venga. La flotabilidad, tanto la proporción de positividad como el estilo explicativo, no significa que haya que desterrar lo negativo. La negatividad y las emociones negativas son decisivas para nuestra supervivencia, pues evitan que los comportamientos improductivos se conviertan en hábito consolidados, proporcionan información útil para nuestro cometido, y nos avisan cuando vamos por el camino equivocado.
Tal y como explica Fredrickson, «la vida nos da numerosas razones para estar asustados, enfadados, tristes, y quizá algo más. Sin negatividad [...] se pierde el contacto con la realidad. No eres honesto. Con el tiempo, eso alejará a la gente». Así que concédete lo que ella denomina «negatividad adecuada»: momentos de ira, hostilidad, repugnancia y resentimiento que sirvan a un propósito productivo. Por ejemplo, supongamos que no logras convencer a un cliente de que firme por otro año. Si ello se debe en parte a que tu trabajo este año no estaba a la altura de tus estándares habituales, deberías enfadarte un poco contigo mismo. Esta vez lo has estropeado todo. A continuación, utiliza esa emoción negativa como el impulso para mejorar.
Y considera incluir unas cuantas dosis de lo que Julie Norem, del Wellesley College, denomina «pesimismo defensivo». Su trabajo ha mostrado que reflexionar a través de escenarios oscuros y pesimistas y prepararnos mentalmente para lo peor ayuda a algunas personas a manejar eficientemente sus ansiedades. Si este enfoque te parece útil, puedes plantearte una serie de condicionales: ¿y si todo sale mal? ¿Y si ocurre lo impensable? ¿Y si es la peor decisión de mi vida? Estas preguntas podrían provocar respuestas que no esperabas, que podrían tranquilizarte e incluso animarte.
Envía tu propia carta de denegación
Incluso en una época de mensajes de texto y tuits, la negativa llega muchas veces en una hoja de papel doblada dentro de un sobre. A nadie le gusta recibir este tipo de cartas. Pero una forma de reducir esa desazón, y quizá de evitarla del todo, es prever la negativa escribiendo nosotros mismos la carta.
Pongamos que debes realizar una entrevista para un nuevo empleo o que intentas reunir fondos de un inversor. Tómate una hora y escribe tú mismo una carta de parte de la persona a la que intentas convencer explicando las razones por las que su respuesta es «gracias, pero no». Elabora una lista de las razones de su negativa. Y, naturalmente, incluye las irritantes frases —«Después de considerarlo detenidamente...», «Lamentamos comunicarle...», y «Teníamos numerosos candidatos cualificados...», etc.—, que son estándares para este género.
Cuando leas tu carta, seguramente te reirás. Una vez que la negativa se ha puesto por escrito, sus consecuencias parecen mucho menos terribles. Y lo más importante: al articular las razones para rechazarte, esa carta podría revelar puntos débiles en tu presentación, en los que después podrás trabajar más para reforzarlos.
Y si eres demasiado vago para escribir la carta tú solo, prueba con el «Proyecto de generación de negativas» (ow.ly/cQ5rl). Simplemente tienes que elegir tu estilo favorito de denegación, escribir su dirección de correo electrónico y en cuestión de minutos recibirás en tu bandeja de entrada un destructor de sueños. Lamentamos informarte de que la página web está diseñada para escritores que aspiran a vender manuscritos a las editoriales, pero sus resultados pueden aplicarse a cualquiera, incluso a ti. Te deseamos lo mejor en tus futuros empeños.