Ya viene

 

 

Mi grito de dolor desgarró la noche. El momento había llegado, estaba de parto. Confiaba en Esteban, habíamos tenido ya bastantes conversaciones de cómo sería el parto, él había estado presente solo en otro parto de las mismas características que el mío pero no lo había dirigido, el solo era un niño, fue su padre quien había traído al mundo a Eva, la novia de Bruno.

Por una parte estaba alegre por ver la carita de nuestro pequeño pero por otra y esa parte era la que más influencia tenía en mi mente, tenía mucho miedo, ya no solo por el hecho de dar a luz por primera vez sino también porque mi hijo no sabía si sería  lo que se decía normal, por lo que mi parto no sería muy típico tampoco y no sabía a lo que me enfrentaba. En mi cabeza solo estaba la película de crepúsculo en la que la protagonista da a luz un vampiro y muere en el parto a causa de las heridas del mismo. Sabía que no debía pensar en esas cosas pero mi mente en esos momentos no me echaba mucha cuenta e iba a su bola.

Entre Eva y Alex me llevaron a una habitación que días antes Esteban había preparado para el parto. Había improvisado un pequeño quirófano por si fuese necesario. Todo estaba preparado para la llegada de nuestro bebé. Mientras, Bruno se había encargado de llamar a Esteban y dijo que llegaría en diez minutos. Mi madre se puso a mi lado y cogió mi mano mientras ayudaba a respirar y a la vez me tranquilizaba diciéndome palabras bonitas.

Las contracciones cesaron por un momento en el mismo instante en el que Esteban entraba en la habitación. Pidió a todo el mundo que saliese de la habitación pero ninguno lo escuchó, todos querían poner su granito de arena dándome ánimos y demás pero Esteban no lo permitió, dijo que me pondría nerviosa, que aquel parto sería difícil y que debía estar lo más tranquila posible. Finalmente salieron todos excepto Alex y mi madre, los necesitaba allí a los dos.

—Muy bien Cloe, ha llegado el momento, en un ratito verás la carita de tu pequeño al fin, pero antes tienes que ser fuerte y empujar cuando yo te lo diga, ¿de acuerdo? —dijo Esteban mientras se colocaba lo guantes.

Estaban siendo unas horas interminables, el parto era más complicado de lo que habíamos pensado. Eric era muy grande y le estaba costando muchísimo salir. Mi frente estaba perlada por el sudor y me sentía sin fuerzas.

—Venga cariño un último esfuerzo, que tú puedes —me animó mi madre mientras apretaba mi mano.

Y me dije a mi misma, venga Cloe que tú puedes, un último esfuerzo para ver la carita de tu hijo por primera vez. ¡Ahhhhhhh!

Jamás olvidaré el sonido de su primer llanto, ni la cara de Alex cuando vio a nuestro hijo por primera vez. Yo estaba agotada pero no pude evitar llorar cuando Esteban me puso al pequeño Eric en mi pecho mientras Alex cortaba el cordón umbilical.

—Cariño tienes un hijo precioso —dijo la estrenada abuela mientras miraba embelesada a su nieto, a la vez que cogía su cámara y nos sacaba nuestra primera foto. ¿Qué más podría esperarse de mi madre?

Alex se acercó a mí mientras mi madre y el médico hablaban de cómo había ido el parto.

—Mi amor ya estás aquí, esta que ves aquí tan cansada es tu mamá, que ha luchado como una campeona para traerte al mundo —Alex me dio un suave beso en los labios y tras dejarme besar a nuestro pequeño lo cogió y se lo llevó para bañarlo con ayuda de mi madre, a mí me quedaba todavía un rato con el médico.

Tras coserme, Esteban salió de la habitación y le dijo a mi familia que yo necesitaba descansar y pidió a Bruno si podía llevarme en brazos a mi habitación para que me aseara un poco y descansase mejor y más tranquila en mi cama. Eva y Angy me ayudaron a lavarme un poco y a cambiarme el camisón que llevaba y me acostaron. Tardé como dos minutos en quedarme dormida, estaba agotada. En mis sueños solo veía la cara de mi pequeño bichito.

Por lo que me contaron tras despertar, Alex no había dejado que nadie cogiese en brazos al pequeño Eric y cuando aparecieron los dos por la puerta de la habitación no pude más que volver a llorar, allí estaban los dos hombres de mi vida, a parte de mi padre claro está.

—Menos mal que has despertado mami, hay alguien aquí que estaba deseando conocerte —dijo Angy entrando detrás de Alex con un enorme ramo de flores silvestres en las manos.

Lo que sentí cuando cogí a mi hijo en brazos es algo que no puede explicarse con palabras, era una parte de mí, una parte del amor que sentía por Alex y que había tomado forma en mi interior durante dos meses y medio. ¿Cómo era posible querer tanto a una persona a la que acabas de conocer?

 

Una noche tras la cena escuchamos un coche que se paró en la puerta de la casa y a los pocos segundos escuchamos como llamaban. Era muy tarde para recibir visitas. Todos estábamos recogiendo la mesa y la cocina de las cosas de la cena y fue Bruno quien abrió. Cual fue su sorpresa al encontrarse a Chris al otro lado de la puerta, Bruno intentó echarlo pero este logró entrar y empezó a dar voces despertando al pequeño Eric, al escuchar al niño Chris se quedó helado. Al escucharlo salí corriendo e intenté consolarlo, mientras entre los tres chicos sacaban a Chris de la casa. Por la ventana vi como en un descuido de Cane, mi novio le daba un puñetazo a Chris en toda la nariz y esta comenzó a sangrar. Bruno consiguió parar a Alex antes de que le pegase de nuevo y Chris salió corriendo hacia su coche, pero en el silencio de la noche sus palabras resonaron como truenos:

—¡Os separaré, ella es mía!

Mi cuerpo temblaba como una hoja, era consciente que los problemas llegarían tarde o temprano, pero no iba a dejar que nada ni nadie arruinara aquel momento que estaba viviendo. Protegería a mi familia con uñas y dientes si hacía falta.