Prólogo
Hace poco más de dos meses, Cristina se puso en contacto conmigo para que le escribiera el prólogo de su novela. Esta misma semana me preguntaba si me había arrepentido. Mi respuesta seguía siendo la misma que hace dos meses. No me había arrepentido de hacer mi primer prólogo.
También me formuló otra cuestión. Ella tenía dudas sobre si debía seguir con su camino como escritora. Esta es una pregunta que yo no puedo responder por ella, ni yo ni nadie, y es más, le comenté que nadie tenía derecho a robarle sus sueños. En este largo camino que acaba de emprender, me gustaría decirle que escribir es un arte maravilloso que te adentra en mundos que son parte de ti y otros que son inventados. Este arte, como cualquier otro, exige mucho esfuerzo, y sobre todo dedicación. Esta es una carrera de fondo en la que cada día se aprende algo diferente. Los autores tenemos la capacidad crear emociones, de hacer de este lugar un mundo mejor.
También hace falta entusiasmo, mucho, que es justamente lo que me llamó la atención de Cristina. Por esto mismo acepté prologar su novela. Deseo que siga imaginando y trabajando duro en la siguiente novela que decida escribir. Estoy segura que mantendrá el mismo entusiasmo que ahora mismo, y más cuando su obra vaya adquiriendo forma y consistencia.
Bien es cierto que las dudas aparecerán en el camino, como también es cierto que todo artista se nutre de las mismas. Son estas mismas las que nos hacen crecer como artistas. Sin las dudas no existiría el arte.
Para acabar, desearía que fueran muchos lectores quienes le dieran una oportunidad a Un último te quiero, y a la historia que encierra. Cloe y Alex son una pareja que sorprende por su inocencia. También es importante para un autor que el lector le haga llegar sus impresiones sobre su obra. Esto mismo es lo que nos impulsa a mejorar día a día.
Ahora depende de vosotros adentraros en el mundo que ha creado Cristina.
Anabel Botella