Epilogo

Cuando todo hubo terminado y el fuego comenzó a extinguirse, la pandilla y Bum regresaron al pueblo en la camioneta. En esta ocasión era Bum quien iba al volante. Él tampoco tenía carnet de conducir, sin embargo parecía estar bastante familiarizado con el cambio de marchas manual. Cindy viajaba en el asiento delantero junto a él. Adam y Sally iban en el asiento trasero escoltando a Watch.

Lo último que Watch recordaba era estar derritiendo un bloque de hielo.

Ni siquiera se acordaba del hombre de hielo, aunque no dudaba de la historia que sus amigos le habían explicado. Y no pareció conmoverle el hecho de que había estado a punto de acabar con la vida de sus amigos. Sally frunció el ceño ante la falta de sensibilidad de su amigo.

—Creo que eres un poco frío, —se burló.

—Siempre lo he sido, —reconoció Watch—. Pero lo que todavía deseo saber es por qué esas criaturas decidieron aparecer justamente ahora. ¿Cómo llegaron hasta Fantasville?

—Mejor dejamos esa historia para otro día, —razonó Bum desde el asiento delantero.

—Espero no estar viva el día en que esas criaturas decidan regresar, —dijo Cindy.

—Bueno, bueno, ¿por qué no lo miramos por el lado positivo? —dijo Adam—. Hemos vivido otra aventura extraordinaria y hemos salido victoriosos. Deberíamos celebrarlo.

—Sí —convino Watch—. Vamos a tomar un helado.

Un profundo silencio invadió la camioneta.

A ninguno de ellos le pareció una buena idea.