Capítulo 30
Baxter estaba nervioso cuando marcó el número de Noah. Se sentía muy frágil, nada seguro de poder gestionar los sentimientos que la voz de Noah evocaría. Pero permanecer alejado de él tampoco era fácil. Su grupo de amigos habían estado juntos desde la escuela primaria y los sucesos de las dos últimas semanas los habían sacudido a todos… como una colmena que hubiera sido atacada y se encontrara de repente en el caos.
–Bax, ¿de verdad que eres tú?
No pudo evitar sonreírse ante el alivio de Noah.
–Sí, soy yo. ¿Estás bien?
–He tenido una semana horrible, pero no peor que la tuya.
Mientras miraba a su alrededor y contemplaba su casa, Baxter se sintió como si la estuviera viendo por primera vez en mucho tiempo.
–Ambos hemos tenido mejores.
–Lo siento –dijo Noah–. Estoy seguro de que ya lo sabrás a estas alturas, pero fui yo quien se lo dijo a tus padres. Pero no lo hice porque quisiera hacerte daño. Espero que me creas.
Callie le estaba observando demasiado atentamente. Baxter le hizo un gesto como para que no se preocupara más.
–Te creo –dijo–. Quizá había llegado la hora de la verdad. Y quizá todo esto sea para mejor. No sé si yo habría sido capaz de reunir la fuerza necesaria para atreverme. La cara que puso mi padre cuando se lo dijiste… –esbozó una mueca, imaginándosela–, debió de haber sido terrible.
–Tu madre parece que lo está llevando mejor.
Baxter supuso que debía de haber tenido razón con lo de su padre cuando Noah esquivó su pregunta.
–Ha venido a verme un par de veces.
–Pero no tu padre.
–Todavía no.
–Me siento mal por ti, Bax. De verdad.
Baxter apoyó la cabeza en el respaldo del sofá. Había pensado que esa llamada sería difícil, pero la sensación de familiaridad de hablar con alguien que había jugado un papel tan grande en su vida compensaba de sobra cualquier incomodidad. Solo deseaba no haber besado a Noah. Estaba avergonzado de haber llegado tan lejos.
–No pasa nada. Sobreviviré.
–Nos diste un susto de muerte a todos. No volverás a hacerlo, ¿verdad?
Baxter no quería hablar de su intento de suicidio. Ni siquiera podía decir por qué lo había hecho. Había estado tan desesperado por encontrar una salida…
–No, no lo haré –a esas alturas no podía prometer demasiado, pero les debía a sus amigos alguna seguridad–. Voy a hacer algunos cambios en mi vida que deberían… ayudarme –terminó sin más.
–¿Como hacer terapia?
–Y alejarme de Whiskey Creek hasta que pueda aclararme y decidir quién soy y lo que quiero ser.
–Te echaremos de menos.
–No me iré tan lejos –repuso, aunque sabía lo que Noah quería decir. La distancia ya estaba allí–. Y nos estamos haciendo mayores. Las cosas cambian.
–Lo que no quiere decir que tenga que ser para peor.
–Cierto –deseoso de abandonar aquel tema, Baxter añadió–: Te debo una disculpa por mi comportamiento en la cabaña…
–Olvídalo. No hay necesidad de hablar de eso. Fui un imbécil por arrastrarte hasta allí.
Contento de poder superar aquel tema él también, Baxter suspiró profundamente.
–Entonces… ¿qué tal las cosas con tu familia?
–Lo estoy llevando con mis padres tan bien como tú lo estás llevando con los tuyos –respondió con una risa triste.
Baxter sonrió a Callie, que se había sentado a su lado y apoyaba en ese momento la cabeza sobre su hombro.
–¿Realmente crees que Cody violó a Adelaide, Noah?
Hubo un largo silencio.
–No quiero creerlo, pero…
–Lo crees.
–Sí. ¿Tú no?
–Al chico que recuerdo… no puedo verlo haciendo eso. Tenía a Shania, el mundo entero a sus pies.
–Quizá ese fuera el problema. Que se considerara con derecho a tenerlo todo.
–Puedo entenderlo. ¿Crees que tus padres creerán alguna vez en ella?
–Apuesto a que ya lo hacen. Lo que pasa es que no quieren afrontarlo. Pero yo no voy a dejar que la traten como si estuviera mintiendo.
–Tengo la impresión de que realmente amas a esa mujer.
–Ella es diferente de las demás –admitió Noah–. ¿Irás a la cafetería mañana?
–No lo sé.
–Me gustaría mucho verte.
–No sé si estoy preparado.
Callie alzó la cabeza para mirarlo ceñuda al escuchar su respuesta, pero él arqueó las cejas como diciéndole que solo estaba siendo sincero.
–Nosotros somos tus amigos, Bax –le estaba diciendo Noah–. Tus mejores amigos. No nos importa que seas gay. Lo único que nos importa es que estés bien.
–Lo agradezco, pero… superar lo mío contigo no va a ser fácil –Baxter había pretendido que eso sonara como un comentario frívolo, una broma que aligerara el episodio del beso. Pensaba que las cosas podrían resultar más cómodas entre ellos si ambos podían reírse de la situación. Pero aquello estaba demasiado cerca de la verdad para ser divertido.
–Encontrarás a la persona adecuada, Bax –le dijo Noah–. Esa persona no soy yo, pero… yo no quiero perderte como amigo.
Baxter no dijo nada.
–Hablo en serio –insistió Noah–. ¿Estarás allí mañana?
–Dudo que Callie me dejara quedarme en casa aunque quisiera.
–Tienes toda la razón –dijo ella, y le dio un beso en la mejilla.
Noah quiso que Adelaide le acompañara cuando fue a la cafetería a la mañana siguiente. Ella vaciló, porque no estaba segura de lo que sus amigos sentirían hacia ella. Ellos habían sido muy amigos de Cody, también. ¿Creerían que él estuvo implicado en una violación en grupo? ¿O creerían lo que Kevin, Tom, Derek y Stephen seguían contando a todo el mundo, con el apoyo de Shania y de los Rackham? Porque era esa la particularidad de Whiskey Creek. Todos estaban tan conectados, tenían tanta relación entre sí… Era difícil encontrar a alguien que fuera completamente imparcial.
Mientras caminaba al lado de Noah, Adelaide estaba pensando que habría sido más inteligente haber esperado un poco antes de presentarse en la cafetería. Pero Kyle, Cheyenne, Dylan, Eve, Riley, Brandon, Olivia, Ted, Callie y un hombre al que todavía no conocía… obviamente el marido de Callie, ya que sabía que habían estado de luna de miel… ya estaban allí.
–Siento mucho todo por lo que has pasado –murmuró Eve.
–Ojalá hubiéramos estado más unidas entonces, para haber podido estar a tu lado en aquellos momentos –le dijo Olivia–. No puedo ni imaginarme lo duro que debió de ser.
El abrazo que le dio Dylan fue un poco más fuerte que los de los demás.
–Todo saldrá bien –le susurró al oído. Luego compartió con el resto lo que había averiguado sobre la camioneta de Stephen, lo cual hizo que todo el mundo se indignara con el jefe Stacy por no esforzarse más por llevar a los responsables ante la justicia.
Cuando entró Baxter, el grupo entero pareció aliviado de verlo, pero también se mostró ligeramente incómodo. Addy percibió que no estaban acostumbrados a tener problemas dentro del grupo. Afortunadamente, porque sabían que aquel momento era muy importante para Noah, todos se quedaron sentados y permitieron que fuera él quien se levantara para acercarse a recibirlo.
–Hey, me alegro de que hayas venido –dijo Noah, y le abrazó.
Una vez que Baxter se reunió con ellos, todo el mundo se mostró tan feliz de haber superado la ruptura de la última semana que hasta Addy se olvidó de sus propios problemas por un rato. Luego Noah tuvo que irse a trabajar. No fue hasta que él la dejó en casa de su abuela que la esperanza y la felicidad que había experimentado en la cafetería desaparecieron.
Y todo empezó con la llegada de la madre de Noah.
Cuando Noah volvió a casa de Milly pocas horas después, le sorprendió no ver en la puerta el vehículo de Adelaide. Durante toda aquella semana había estado aparcado en el sendero de entrada porque no había ido a ninguna parte, salvo a su casa.
–¿Dónde está? –le preguntó Noah a Milly, que le abrió la puerta.
Ella frunció el ceño mientras meneaba la cabeza.
–Lo siento, Noah. Ha hecho la maleta y se ha marchado.
–¿Por qué?
–Porque pensó que era lo mejor… para ti, para tu familia, para todo el mundo en Whiskey Creek.
–Pero… eso no es cierto.
–¿Seguro que no? –le preguntó ella, triste.
No supo qué decir. No estaba contento con lo que sus padres estaban haciendo, pero nunca había estado más convencido de que Addy estaba diciendo la verdad.
–¿Qué pasa con el restaurante? Ella… estaba diseñando menús nuevos y…
–Eso era cuando pensaba que su madre se volvería a Salt Lake. Ahora Helen se ha puesto a tramitar el divorcio. Se quedará aquí, al menos por un tiempo. Addy piensa que para su madre podría resultar muy saludable el hecho de asumir alguna responsabilidad y… de tener una ocupación cada día.
¿Pero Helen sería de confianza? Por lo que él había visto, ella parecía haberse serenado un poco desde sus años jóvenes, pero… ¿quién podía decir lo que haría si de repente decidía reunirse con su marido, dado que parecía cambiar de idea de un día para otro, o si conocía a otro hombre?
–¿Qué es lo que ha causado esto? –exigió saber–. Todo estaba perfecto cuando la dejé aquí antes.
Milly frunció los labios como si no fuera a decírselo. No se ablandó hasta que él le cubrió una mano con la suya.
–Estoy enamorado de ella, Milly. Creo que estamos destinados a estar juntos. Tienes que ayudarme. ¿Qué la ha impulsado a marcharse?
–Tu madre estuvo aquí –admitió.
–¿Mi madre? ¿Qué dijo?
–Dijo esto: «solo tengo dos hijos. Ya me has quitado uno. ¿Serás tan dura de corazón como para quitarme el otro?».
Con un suspiro, Noah se pasó una mano por el pelo.
–Oh. Dios.
–No creo que Addy pueda vivir con el odio y la furia constantes que encontrará aquí, Noah. Es por eso por lo que no he tenido corazón para intentar disuadirla –dijo Milly mientras cerraba la puerta.
Addy no sabía a dónde ir. No le importaba siempre y cuando fuera lejos de Whiskey Creek. Kevin, Tom, Derek y Stephen habían conseguido lo que querían, con alguna ayuda de sus amistades. Ojalá no hubiera sido así. Noah lo significaba todo para ella. Pero su madre le había hecho ver la verdad: que incluso aunque el jefe Stacy acometiera una investigación a fondo y lograra poner a los cuatro hombres entre rejas, quedaría un duradero resentimiento en el pueblo. Ella se encontraría con la esposa de Kevin o con sus padres en el supermercado o incluso en Just Like Mom’s. Vería a sus hijos por el pueblo. Y lo mismo ocurriría con los demás. Según la señora Rackham, no había razón alguna para que Addy hiciera la vida tan difícil a gente que era tan inocente como ella. Si Noah la amaba, ya se las arreglaría para visitarla allá donde ella quisiera vivir.
Pero Addy sabía que la señora Rackham no esperaba que ese fuera a ser el caso. Noah nunca había tenido un amor duradero. Su hogar y su negocio estaban en Whiskey Creek. Y lo mismo sus amigos. La señora Rackham pensaba que si podía conseguir que Addy se marchara, sería capaz de juntar a su familia otra vez.
Y quizá pudiera. Addy no llevaba con Noah el tiempo suficiente para esperar que hiciera grandes sacrificios. Se pondría a buscar un apartamento y un empleo. Solo que esa vez se iría a Los Ángeles o a algún otro lugar todavía más lejos. Necesitaba empezar de cero en un lugar donde nada le recordara su pasado.
Sonó su teléfono. Era Noah. Pero lo apagó. No estaba en absoluto en condiciones para hablar con él en aquel momento.
Cuando Noah llegó a casa de sus padres, encontró el coche de su madre en el garaje. Estaba en casa, aparentemente. Bien. Porque tenía unas cuantas cosas que decirle. A ella y a su padre.
Estaban cenando cuando entró en la casa.
–¿Cómo te has atrevido…? –estalló.
Su madre dio un respingo ante su interrupción, pero se limpió la boca, dejó a un lado la servilleta e intentó explicarse.
–Noah, tienes que entender que yo solamente fui sincera con Addy. No le dije nada que no fuera cierto. Todas eran cosas en las que ella tenía que pensar.
–Pues te equivocaste al tomar el asunto en tus manos, al implicarte. De hecho, durante todo el tiempo estuviste equivocada. Cody estaba de cocaína hasta las cejas la noche de su graduación. ¿Sabías eso? Llevaba meses consumiendo drogas. Yo no os lo dije. No podía. Sentía que eso habría sido una enorme traición. Pero, indirectamente, eso me convierte a mí en tan culpable de lo que le hizo a Addy como él, porque la violación probablemente no habría sucedido si hubiera sido capaz de controlarse. Eso no excusa su comportamiento, pero hace que me arrepienta terriblemente de no haber hablado.
–¿Lo suficiente para proteger a una mujer que puede que esté diciendo la verdad o que puede que no?
–Deja de simular que no crees que es cierto –le dijo él–. Cody y sus amigos violaron a la mujer a la que amo ahora. Es terrible para todos tener que convivir con eso. Pero… te diré una cosa: nada sería más terrible para mí que vivir sin ella.
Su padre chocó con la mesa mientras se levantaba, derribando casi las copas de vino.
–Noah, reconócelo. Las mujeres entran y salen de tu vida. Addy solo ha estado aquí unas pocas semanas. Dale algún tiempo. Deja que la intensidad de tus sentimientos se vaya apagando. A ver lo que sientes después.
Él se giró hacia su padre.
–Quizá no tenga un récord estelar por lo que se refiere a los compromisos, papá. ¿Pero cómo sabes que esa chica no es precisamente la que podrá cambiar todo eso? Nunca había sentido lo que siento desde que estoy con ella. ¿Estás dispuesto a sacrificar mi felicidad con tal de preservar una imagen falsa de mi difunto hermano? ¿Con tal de proteger a unos hombres que sienten tan poco remordimiento por lo que hicieron, y tan poca compasión por su víctima, que todavía pretenden convertirla en una paria? ¿No preferirías situarte del lado de la verdad y de la justicia?
Su padre arrojó la servilleta sobre la mesa.
–¡Lo haría si supiera cuál es la verdad!
–Sabes cuál es la verdad. Lo que pasa es que te niegas a aceptar el sacrificio que exigiría reconocerla.
Noah estaba de camino a su camioneta cuando su padre salió corriendo detrás.
–¡Noah!
Él se negó a volverse. Su padre golpeó la ventanilla cuando él ya estaba dentro, arrancando el motor.
–¿Quieres concederme un momento? Creo que querrás escuchar esto.
Algo en la expresión de su padre le hizo bajar el cristal.
–¿Qué es?
–Tú ganas –le dijo.
–¿Qué quieres decir?
–Sé quién nos envió aquella nota hace quince años. Ven a mi despacho. Quiero enseñártela.
De todas las veces que solía estropearse su vehículo, Addy no podía creer que hubiera elegido precisamente aquel día para hacerlo. Se había quedado tirada en el arcén de la carretera y estaba anocheciendo. Tenía que avisar a una grúa. Pero la de Joe Demarco era la única que conocía, y estaba radicada en Whiskey Creek. Temía que si volvía al pueblo, no pudiera reunir la determinación necesaria para marcharse de nuevo. Echaba ya tanto de menos a Noah que apenas era capaz de soportarlo.
–Si me marcho es porque le amo –se recordó a sí misma, y activó la aplicación de su móvil que buscaba el servicio de grúa más cercano. Estaba a punto de llamar a una en Jackson, aunque estaba más lejos, cuando recibió un mensaje de texto:
Ven conmigo.
Era de Noah. Ella había estado evitando sus llamadas. También había estado evitando sus mensajes, pero aquel era más intenso que los demás, que en su mayoría habían sido preguntas: ¿A dónde vas? ¿Por qué te marchas? ¿Qué ha pasado?
Estarás mejor sin mí, escribió ella.
No quiero estar sin ti. Te amo.
Se quedó mirando fijamente el teléfono. Estaba segura de que eso no se lo había dicho nunca a ninguna otra mujer. ¿Cómo lo sabes?
Porque venderé mi casa y mi tienda con tal de que podamos estar juntos.
Ella sonrió a través de las lágrimas que le nublaban la vista. Me sentiría demasiado culpable si te alejara de Whiskey Creek, le contestó.
No quiero estar aquí si tú no puedes ser feliz aquí, a mi lado.
Yo no puedo separarte de tu familia. Lo sabes.
Las cosas han cambiado desde que te marchaste.
¿Cómo es posible? Solo llevo unas horas fuera.
Tom confesó.
El corazón se le aceleró mientras miraba fijamente aquellas dos palabras. Había renunciado a esperar nada de Tom. Había terminado por concluir que su disculpa y todas las otras cosas que le había dicho aquella noche no habían sido sinceras.
¿Contigo?
Con el jefe Stacy, hace dos días. Stacy lo estaba manteniendo en secreto, pero mi padre ha consentido en quitarse de en medio para que Stacy investigue tan a fondo como lo habría hecho con cualquier otro caso.
¿Qué es lo que ha movido a tu padre a cambiar de opinión?
Dos cosas. Una nota que Tom le envió justo después del suceso.
¿Y?
Le dije que no quiero vivir sin ti.
Una sonrisa cruzó por su rostro mientras leía aquellas palabras. De repente sonó el móvil.
–¿Entonces vas a volver a casa? –le preguntó Noah cuando ella respondió.
–Me temo que vas a tener que venir tú a por mí –se enjugó las mejillas húmedas–. Y trae a Joe con su camión grúa.
–¿Se te ha estropeado el coche?
–Así es.
Ella le dio su localización.
–¿Podrás ser feliz aquí, viviendo en Whiskey Creek? ¿O debería poner mi casa en venta? –le preguntó él.
Aunque Helen había vuelto, Addy detestaba la idea de dejar a su abuela. Quería pasar el mayor tiempo posible con ella. La abuela no viviría mucho más, y Addy nunca había tenido una buena relación con su madre. Quizá eso pudiera cambiar si trabajaban juntas para convertir Just Like Mom’s en un mejor restaurante. Y Noah era feliz en Whiskey Creek. Eso ya se lo había dicho.
–Podemos intentar que funcione, Noah.
–No puedo imaginarme que alguien te dé problemas. No ahora que Tom ha confesado la verdad. Lo que les suceda a él y a los otros está fuera de nuestras manos. El jefe Stacy investigará, armará el caso y el fiscal los acusará. A partir de aquel momento, su destino dependerá de un jurado.
–Yo me contentaría con una disculpa y la libertad condicional.
–¿En serio? Eres demasiado generosa.
–Yo no busco venganza –dijo ella–. Siempre y cuando te tenga a ti. Eso es lo único que me importa.
Pudo escuchar la ternura en su voz cuando él respondió:
–Definitivamente me tienes.
Recordó haber pensado que el amor volvía a la gente débil. De alguna manera, ella ya no se sentía así.