World of Darkness – Mundo de Tinieblas


Momia

El año del escarabajo III:

La tierra de los muertos

El dios miró a su progenie desde su

prisión etérea. Al igual que él,
habían languidecido en la memoria con
el paso de los siglos, hasta
convertirse en poco más que un mito.
Durante demasiado tiempo, sufrieron
la humillación de la derrota a manos
de su enemigo, fueron desahuciados de
su ancestral hogar y no se les
permitió más que observar cómo el
mundo quedaba estrangulado en el
avaricioso abrazo de la corrupción.

Entonces arreció la tormenta
fantasmal, sembrando de podredumbre el
plano espiritual y amenazando con
destruir las almas de los hijos del
dios. En esta hora oscura, cuando la
aniquilación rozaba las yemas de sus
dedos, el dios despertó de su
prolongado sueño e hizo brillar la
luz de la salvación. Percibió los
cambios retumbando en el inframundo,
mucho antes de que sus siervos
comprendieran el significado. Su
miedo era abrumador, pero también lo
era la esperanza que albergaban de
que él los protegería. Pese a que el
dios perdió a muchos de sus hijos en
la tormenta, aquellos que
sobrevivieron fueron ungidos con un
vigor renovado que habría de ayudarlos
en la lucha contra el arcano enemigo.
La progenie era valerosa, pero el
dios sabía que, por sí sola, serta
incapaz de derrotar al rival. Su
corrupción estaba demasiado extendida;
cubría el mundo con un grueso manto
de tinieblas. La única oportunidad de
redención residía en que el dios
volviera a caminar sobre la tierra
como lo hiciera ya en el pasado.

Mas su cuerpo estaba perdido, había

sido desmembrado por medio de unas
magias negras que rivalizaban con su
divinidad. Para volver a ser uno, sus
chiquillos debían recomponer su forma;
recuperar los pedazos escondidos en las
garras de aquellos que utilizaban su
carne en beneficio propio. Pese a su
majestad, el dios carece del poder
necesario para influir sobre su progenie
o sobre aquellos que cortejan su
divinidad. Debe confiar en sus hijos y
aguardar el día en que vuelva a ser
uno.