Canción de la buena gente

Canción de la buena gente

Irene Milleiro

Porque, ante todo y sobre todo, en este país somos buena gente. Y cumplidos los cuarenta, creo que no hay nada que importe más.

A la buena gente se la conoce en que resulta mejor cuando se la conoce.

BERTOLT BRECHT, Canción de la buena gente

Escribo esto a 10 000 metros de altura, volviendo a casa. Cuando era joven, los que me gustaban de verdad eran los vuelos de ida. Los nervios y las ganas de llegar a un lugar desconocido, diferente, las posibilidades infinitas, las ganas de explorarlo todo. Y un día, no sé cómo, todo cambió. Me hice mayor y de repente los que me encantan son los aviones de vuelta. Me siento en el avión, me pongo los cascos y saco la libreta amarilla donde apunto muchas cosas. Y pienso en lo que he vivido y aprendido en ese viaje y, sin querer, empiezo a compararlo con lo que tengo en casa. Hay cosas mejores, y cosas peores. Pero tras muchos viajes de vuelta, hay una cosa que tengo clara: ante todo y, sobre todo, en España somos buena gente. Aquí el porqué.

Dormíamos, despertamos.

Ésta fue mi frase favorita de aquellas inspiradoras semanas de mayo de 2011.

Dormíamos, despertamos.

Por eso, mi país es el de Elena, que creía que los libros de texto tenían que ser gratuitos para cualquier familia, y consiguió iniciar ese movimiento en la Ley de Educación.

El de Marcos, que grita #queremosoír y se niega a aceptar que una persona tenga que dejar de hacerlo por no tener dinero para arreglar su implante.

El de Gabi, que no ha dejado que nadie le diga que su discapacidad le impide hacer algo. Incluso ser juez.

El de Laura e Isidoro, que hicieron rectificar a dos ministros de Educación, salvando el Erasmus y frenando las reválidas.

El de Paloma y el de Mahesh, que han conseguido que la sanidad pública no abandone a los niños con daño cerebral sobrevenido y abra las primeras unidades para tratarles.

Mi país es el de Beatriz, que no ha parado hasta conseguir saber lo que pasó aquel 3 de julio de 2006 en el metro de Valencia. El de Rogelio, que ha hecho lo mismo con el accidente del Alvia.

El de Carmen, Álvaro, Pablo, Mónica, Juan Manuel, Mercedes, y todas las personas que están consiguiendo que nuestras calles, nuestros trenes, nuestros autobuses sean de una vez accesibles para todo el mundo.

Mi país es el que lleva veintiséis años siendo el número uno del mundo en donación de órganos y trasplantes, el de la gente que se vuelca cuando hay que limpiar chapapote en mi tierra, el que se vacía los bolsillos cuando hay un terremoto en Lorca, o en Haití, o un tsunami en Asia.

Mi país es el que tiene uno de los mayores grados de aceptación social de la homosexualidad y el matrimonio igualitario. El país al que mis amigos gais de Holanda se vienen a poder pasear de la mano tranquilos por la calle.

Mi país es el de Mercedes, Esther, Lourdes, Mar, y todas las mujeres que cada día luchan por darnos más visibilidad a todas. El de Fabio, Susana, Paco, Ana, Matías, Eneko, y todas las personas que se lanzan a emprender, a pesar de la crisis, los obstáculos, el miedo.

Mi país es el de las mujeres que hemos dicho que ya basta, y el de los pensionistas que todos los lunes toman las calles.

En estos últimos años he tenido la suerte de vivir muy de cerca cómo la gente ha dejado de callarse ante las injusticias, de cómo se une para ayudar a los demás, de cómo está cambiando las cosas. Y lo que queda. Porque, ante todo y sobre todo, en este país somos buena gente. Y cumplidos los cuarenta, creo que no hay nada que importe más.

Irene Milleiro (Pontevedra, 1976) es directora general para Europa de la plataforma de peticiones Change. Especializada en el uso de la comunicación digital para el cambio social, fue directora de Campañas y Estudios de Oxfam Intermón y trabajó en la Unidad de Derechos Humanos de la Comisión Europea en Bruselas. Ha impartido diversas conferencias sobre la utilización de la tecnología para el empoderamiento ciudadano y el impulso de cambios sociales.

Comprometida con la igualdad de las mujeres y personas LGTB, Irene es miembro honorario de las Top100 mujeres líderes en España y obtuvo el premio Mujeres a Seguir en la Categoría de Comunicación en 2017.

La España de Abel
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