Capítulo 47

Sin hacer ruido, Amy entró en la habitación de Gilbert.

Acercándose a él, observó como este dormía a pierna suelta con sus dos manos metidas debajo de la almohada y el cuerpo a medio tapar.

Tirando suavemente de las tapas, la mujer lo arropó para luego acariciar suavemente el rostro del niño, y mordiéndose un labio, se acomodó en la cama de enfrente, sentándose a un costado de la ventana para observar el cielo.

Aquella era noche estrellada.

Respirando con lentitud y sintiéndose mortalmente infeliz, dejó que una a una, por fin, las lágrimas resbalaran en completa libertad por su cara.

Había sido muy estúpida creyendo que todo lo que estaba viviendo era de verdad.

Sabiendo de ante mano como es él… conociendo perfectamente cuáles son sus preferencias…

Luego de recriminarse, se pasó la mano por las mejillas y se secó con dureza la humedad en ellas.

Este no era un buen momento para sentimentalismos.

Jesse le había informado que Morán, ahora, tenía a Diana. Pero eso no lo podía saber Patrick.

-Dice el capitán que si lo sabe es muy capaz de entregarse él mismo.

Suspirando con fuerza, se dijo que aquello no sucedería.

A pesar de lo difícil que se viera, y sabiendo lo majadero que se iba a poner, él no iba a arruinar su misión, porque seguía ella estando al mando. Si había logrado mantenerlo a salvo todo el tiempo, podría seguir haciéndolo.

Ya sabría ella ponerlo en su lugar... claro que sí…

Ante ese pensamiento, extendió sus palmas por sus brazos mientras agachaba la cabeza contra su pecho, y al resoplar inspiró un aroma que le pararon los pelos.

Abriendo los ojos emocionada, curvo una sonrisa triste al darse cuenta que aquello que había exhalado era el perfume de Patrick, y pensó que aunque el hombre no le volviera a hablar en la vida no iba a permitir que nada malo le pasara.

Esto ya no es por trabajo

*******

-Te veo mejor, hermano – indico Jack mientras mordía un pan frente a su hermano, sentado en un taburete de la cocina americana de la cabaña.

Eran ya las 10 de la mañana.

-Lo estoy – respondió Paul con la voz un poco desvanecida, pero sintiéndose un poco más recuperado.

Aunque le había costado horrores ponerse los pantalones y la camisa, no deseaba por ningún motivo pedirle ayuda a Jack. El pobre había conducido todo el día de ayer, y aunque no le demostró, sabía también que se había excedido. El médico le había dicho muchas veces que tenía irse con tiento con respecto a sus piernas.

Además, todos estos años en la academia había aprendido a tener que hacerse cargo de sí mismo, y el capitán Parker insistía que ese era el deber de todo funcionario del cuerpo policíaco.

Para ser un buen policía, tienen que ser capaces de hacerse de cargo de si mismos… de otro modo, nunca podrán colaborar en las tareas que se le asignen…

-Entonces, tomate tu té… – escuchó de pronto decir a Jack y, acercándole la taza, se la entregó con mucho cuidado – tienes que recuperar fuerzas.

-Vale – resopló este recibiendo el tazón mientras que al soplar su contenido, aprecio que Lora aparecía detrás de su hermano.

Tenía un aspecto ojeroso, como si no hubiera dormido en dos días, y su cabello rubio, aún cuando estaba perfectamente peinado, caía alrededor de su rostro sin ninguna gracia.

-Buenos días – saludo ella tomando un tazón y vertiendo en su interior café recién hecho.

-Buenos será para los demás, menos para ti… - resopló Jack apreciando el lamentable aspecto de la mujer – parece que hubieras ido a la maratón de Corea y te hubiera dado un infarto.

-Jack, por favor – murmuró Paul haciéndole un gesto a su hermano para que se callará.

-¡Pero, si es verdad! – exclamó este en forma inocente – es más ¡creo que un rinoceronte le pasó por encima pero ella ni cuenta se dio!

-Jack…

-Déjalo Paul… - expresó Lora pasando por el lado de Jack sin mirarlo – él no sabe medir su lengua… de hecho, vive suelta.

Ahogando una sonrisita, el hermano menor apuró en tomarse un trago de su bebida, mientras Jack alzaba las cejas en señal de fastidio y Lora salía por el amplio ventanal hacia el jardín.

-No sé quien dijo que la verdad ahora era un pecado – refunfuño este haciendo morisquetas, mientras pensaba que su noche, probablemente, podría haber competido con la de ella.

Se había desvelado esperando que esa hada misteriosa apareciera en su sueño y pudiera liberar parte de esa energía que milagrosamente se acumulaba.

-No deberías ser tan grosero con ella… - expresó Paul mirando a su hermano con algo de reprensión - ¿o acaso pasó algo que yo no sepa? ¿intento escapar? ¿dijo algo inapropiado? ¿se…

-Nada de eso… - lo detuvo Jack pasándose una mano por sobre su espeso cabello claro, y luego de suspirar, expresó – tú sabes que a veces soy muy canalla con las mujeres… todas en general… después del maldito accidente soy un reverendo idiota… - y estiro los labios – no puedo evitarlo.

-Si puedes… - musitó su hermano curvando una leve sonrisa. Pudiera ser que hubiera alguna esperanza que el lobo en que se había convertido su adorado hermano pudiera dejar salir al hombre amable que realmente era – sólo tienes que hacer un pequeño esfuerzo… ser gentil… vamos, no cuesta mucho.

-No sé si pueda… - Jack meneó la cabeza – a veces, en vez de arreglar algo, la embarró más.

-Trata… no pierdes nada.

-No lo sé… - y esbozando una sonrisa más confiada, el hombre se arrellanó en la silla con haciendo un guiño travieso – ¿y si por ser tan caballero ella se enamora de mí?... - Paul se río - por eso debo ser tosco como para que las mujeres no me acosen.

Extendiendo una sonrisa al tiempo que movía la cabeza, Paul se palmeó los bolsillos de sus pantalones hasta encontrar su móvil. Probablemente, lo estuvieran buscando de la central, y nada más mirarlo, se dio cuenta que tenía más de 40 llamadas perdidas desde ahí.

-¿Puedes prestarme tu teléfono? – inquirió Paul mordiéndose un labio a Jack, quien lo observó con un gesto extraviado – es urgente que llame a la central.

-Aprovecha y dile a Parker que Patrick está en la hacienda – dijo este mientras le pasaba su móvil de alta cobertura.

-¿Patrick? – preguntó arrugando la frente sin entender.

-Sip… - y tomando sus bastones, Jack se equilibro mientras decía – Morán quiere verlo muerto… pero esa historia tú la conoces… de todos modos, al viejo capitán le dará una alegría inmensa saber que está bien.

Pestañeando intrigado, Paul se dispuso a hacer esa llamada, mientras Jack salía hacia el jardín.

Parpadeando muchas veces por el brillo del sol, distinguió claramente a Lora sentada en una de las sillas del camping con la taza de café en la mano con la vista hacía el valle que se extendía glorioso frente a ellos.

Aproximándose a ella, torció al labio al darse cuenta que ella lo ignoraba adrede, optó por sentarse en la butaca contigua y mirar el suelo.

-No era mi intensión ser grosero… - se disculpó él, y empuñó la mano como si quisiera detener una tos – no me hagas caso… nunca mido mi lengua y aunque sé que hago muchas veces daño está en mi naturaleza ser desconsiderado… - levantó la vista apenas y apreció que ella seguía viendo la nada – de igual modo, te pido disculpas.

Apretando los labios hasta formar una línea fina, Lora no sabía si creerle o no, pues había apreciado en él un hombre poco amable, y aunque por ahí debía considerarla una cualquiera después de haber estado en la cárcel, lo cierto es que no le gustaba como la trataba.

No debía importarle, sin embargo, si le afectaba.

De pronto, sintió una calidez en el borde la rodilla, y al volver su vista, aprecio como Jack estaba arrodillado mientras que su mano descansaba en su pierna.

-Perdóname – dijo Jack con voz sentida.

Inspirando con fuerza, Lora le sostuvo la mirada por un tiempo que ninguno de los dos pudo precisar.

-Esta bien… - dijo ella finalmente, y apartándose con suavidad del contacto del hombre, se levantó de la silla – confió en ti.

Estirando los labios, Jack se afirmó en sus bastones, y asintió.

Aunque no entendía bien porque, por alguna razón quería ser más agradable con ella. Después de todo, ella no tenía la culpa de su amargura.

*******

-¿Podemos hablar? – inquirió Yanine a Patrick mirándolo con precaución.

Este se estaba afirmado en una de las vallas del corral de los caballos masticando un trozo de paja, no dando muestra alguna de querer ponerle atención.

Al ver que Stevenson no parecía querer responderle, se ubico a prudente distancia mirando como algunos de los empleados hacían la doma de uno de los caballos.

-Desde que éramos niños, siempre fuiste un cabezota… - la mujer esbozo una sonrisa – y John siempre dejó que hicieras lo que quisieras, sin importar lo arriesgado o peligroso que fuera… pero, escúchame, hoy tenemos un problema grave. No sólo porque Morán es peligroso y está detrás de ti como un perro sabueso, sino porque vulneró nuestro sistema de seguridad… ¡imagínate que entro como Pedro por su casa! – y resoplando, la chica levantó uno de los mechones que le colgaban en la frente – menos mal que el capitán lo puso en su lugar, pero ya no podemos confiarnos… ¡hay alguien que nos esta vendiendo!

-Yo no necesito ayuda, Yanine… - indico Patrick haciendo una mueca sin mirar a la mujer – he sobrevivido todo este tiempo solo. Más bien…

-¡Por Dios, Patrick! ¿por quién te tomas? – farfulló la teniente alejándose de la valla con un gesto airado - ¿el capitán América? ¿uno de los x – men? ¡no puedes ser tan imprudente! 

-¡Yo, imprudente! – y colocándose una mano en el pecho, Patrick farfulló con molestia - ¡yo soy el imprudente y John es un santo! – y empequeñeciendo los ojos, inquirió - ¿sabías tú que él mando una mujer para protegerme?

-No estaba enterada, pero ese es el procedimiento… - contestó ella cruzándose de brazos – queremos atrapar a Morán a como a de lugar, y si estimo que si te refieres a Donovan, es la mejor agente que pudo enviar.

-¿La conoces? – preguntó este con curiosidad, y es que no lo podía evitar.

Todo lo relacionado con esa mujer le interesaba, y aunque lo había traicionado, querísa saber quien realmente era.

-Pues sí… fuimos compañeras de academia… - expresó Yanine alzando una ceja algo extrañada, sin embargo, observó atentamente a Patrick. No era común que él se interesará en alguien, aunque en este caso, podría tratarse sólo de información – es de un año más atrás… fue una de las mejores de su promoción y la primera en convertirse en agente, por lo que Parker la tiene en gran estima. También supe que fue hija de un policía muerto en acción.

-¿A sí? – dijo Patrick pestañeando y recordó cuando la vio observar esa antigua fotografía - ¿fue hace mucho tiempo?

-Creo… no estoy segura, aunque creo recordar que Parker mencionó alguna vez haberlo conocido… trabajo en el mismo tiempo que en estaba tu papá y el mayor Brown.

Aquel del cual se refería era el papá de Jack y Paul.

-¿Y dices que es una de las mejores? – quiso saber Patrick, intentando ocultar el agrado de saber que aquella mujer de ojos calmos pudiera ser buena en su trabajo.

Y cómo no, si lo había podido engañar.

-Es una de las mejores, disculpando lo presente.

Yanine se río de sí misma, a lo que Patrick le acarició un hombro.

-Eres una buena oficial, prima… - hacía mucho tiempo que no le decía de ese modo, por lo que Yanine se mordió el labio con algo de nostalgia. También era una mujer huérfana de familia – y estoy seguro que ascenderás a Mayor más pronto de lo que crees.

Pestañeando con emoción, la mujer sólo atino a asentir.

Mientras, a lo lejos, ajena a esa conversación, Amy contempló la escena y pensó en lo fácil que le resultaba a Patrick buscarle un reemplazo.

Claro, Yanine Smith era una mujer linda e inteligente, y seguramente, mucho más interesante en muchos aspectos que ella.

 

Viviendo al limite
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