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Insight nº 13: amplíe su rechazo a amargarse la vida

La TREC le proporciona dos tipos de soluciones para sus problemas emocionales:

a) respuestas inmediatas, limitadas y pasajeras; y

b) respuestas duraderas, extensas y elegantes. Incluso sus respuestas menos elegantes y de más corto alcance son muy buenas, porque le enseñan a librarse rápidamente de sus sentimientos de ansiedad, depresión, odio hacia sí mismo, hostilidad y autocompasión. Y a reducir su letargo, su incompetencia, su indecisión, sus fobias, sus compulsiones y sus adicciones.

Pero las soluciones más extensas y de mayor duración de la TREC son las mejores. Porque le enseñan:

  • A mantener su mejora
  • A evitar volver a perturbarse de la misma manera
  • A recuperarse rápidamente cuando recaiga
  • A generalizar la mejora en su trastorno original a otros trastornos que pueda experimentar
  • A superar —y mantener su victoria sobre— cualquier tipo de problema neurótico durante el resto de su vida
  • A resistirse tenazmente a amargarse la vida con cualquier cosa —sí, cualquier cosa

Como la TREC insiste en que sus problemas neuróticos son producto de tres tipos de pensamiento de carácter perfeccionista, que expresan necesidades-perturbadoras, y en que si vence sus dogmas irreales y acientíficos, podrá darse cuenta de que todos sus problemas emocionales son producto de creencias irracionales similares, esto le permitirá aplicar las respuestas que ha obtenido de la TREC a sus otras conductas destructivas. De esta manera, la TREC da soluciones específicas y generales al dolor emocional.

Esto nos lleva al insight nº 13: una vez que haya entendido las creencias irracionales básicas (Ib) que crea para perturbarse a sí mismo, puede utilizar esta comprensión para explorar, atacar y vencer sus otros problemas emocionales presentes y futuros.

¿Cómo aplicar el uso que hace de la TREC para resolver una serie de problemas emocionales a minimizar otros sufrimientos? Aquí le ofrecemos algunas formas de trasladar sus resultados a otros posibles problemas:

  1. Demuéstrese a sí mismo que su perturbación presente y la manera que ha tenido de crearla no son únicas. Admita que prácticamente todos sus problemas emocionales se los crean sus propias creencias irracionales (Ibs). Por lo tanto —¡afortunadamente!— puede desbaratar estas Ibs cuestionándolas y contradiciéndolas con firmeza y constancia.
  2. Vuelva a reconocer que éstas son las creencias irracionales (Ibs) que utiliza fundamentalmente para perturbarse:

    a) «Debo hacer las cosas bien y la gente que es importante para mí tiene que aceptarme». Esta Ib le hace sentirse ansioso y deprimido, le hace odiarse a sí mismo, y a evitar hacer cosas en las que sería posible fracasar y huir de relaciones que podrían no salir bien.

    b) «¡Los demás deben tratarme con justicia y amabilidad!». Esta Ib le hace sentirse enfadado, furioso, violento y excesivamente rebelde.

    c) «¡Las condiciones bajo las que vivo deben ser cómodas y no provocar problemas importantes!». Esta Ib genera sentimientos de baja tolerancia a la frustración y autocompasión; y a veces también de ira y depresión. También provoca indecisión, compulsiones y adicciones.

  3. Reconozca que cuando emplea estos tres debo dogmáticos le es fácil llegar a otras conclusiones a partir de ellos. Como:

    a) «Como no lo estoy haciendo tan bien como debería, ¡soy una persona incompetente y despreciable!» (hundimiento de uno mismo).

    b) Que las personas que son importantes para mí no me estén aprobando, como deberían hacer, «es una catástrofe y es terrible! ¡Es el fin del mundo!» (pensamientos catastrofistas, aterrorizadores).

    c) «Como los demás no me están tratando de una manera tan justa y agradable como sin duda deberían, ¡son unas personas completamente despreciables y se merecen que les condenen!» (condena).

    d) «Como las condiciones bajo las que vivo no son tan cómodas como deberían serlo, y como tengo varios problemas importantes en mi vida, cosa que no debería suceder, ¡no puedo soportarlo! ¡Mi existencia es horrible!». (No-puedo-soportarlo).

    e) «Como he fracasado como no debería haber hecho y me han rechazado como no deberían en absoluto haber hecho, ¡siempre fracasaré y nunca me aceptarán como tendrían que hacerlo! ¡Mi vida estará llena de tristeza y desesperación para siempre!» (sobregeneralización; desesperación).

  4. Haga un esfuerzo para ver que estas creencias irracionales le perturban frecuente y generalmente. Vea que las aplica a muchos tipos diferentes de situaciones indeseables.

    Fíjese en que prácticamente en todos los casos en los que se siente ansioso y deprimido y en los que actúa estúpidamente está consciente o inconscientemente cayendo en una o más de estas Ib. Por consiguiente, si las rechaza en un área y hay alguna otra cosa que sigue perturbándole, puede utilizar los mismos principios de la TREC para descubrir sus creencias irracionales en la nueva área y para eliminarlas allí.

  5. Siga demostrándose a sí mismo que le será prácticamente imposible perturbarse a sí mismo de ninguna manera si abandona sus tendría que, debería y tengo que rígidos y dogmáticos y si los cambia por deseos y preferencias flexibles (aunque éstos no dejen de ser fuertes).
  6. Siga reconociendo que puede cambiar sus creencias irracionales (Ib) utilizando convincentemente el método científico. Con el pensamiento científico puede demostrarse a sí mismo que sus creencias irracionales son sólo suposiciones, no hechos. Puede cuestionarlas de una manera lógica y realista de muchas maneras:

    a) Se puede demostrar a sí mismo que sus Ibs son contraproducentes, que interfieren con sus objetivos y su felicidad. Porque si se convence rígidamente a sí mismo de: «Tengo que tener éxito en tareas importantes y todas las personas importantes que conozco tienen que aprobarme», algunas veces fracasará y le desaprobarán, y por lo tanto se provocará sentimientos de ansiedad y depresión en lugar de tristeza y frustración.

    b) Sus creencias irracionales no se ajustan a la realidad, y especialmente no se ajustan al hecho de que los seres humanos somos imperfectos y falibles.

    Si tuviera que tener éxito siempre, si el universo impusiera que usted debiera tenerlo, obviamente siempre tendría éxito. Y ¡por supuesto, a menudo no lo tiene!

    El universo obviamente no siempre le da todo lo que exige. Así que aunque sus deseos suelen ser realistas, ¡sus demandas perfeccionistas no lo son en absoluto!

    c) Sus creencias irracionales no se siguen de sus premisas o suposiciones racionales y por lo tanto son ilógicas y absurdas. «Deseo con todas mis fuerzas tener éxito» no lleva a «¡Por lo tanto tengo que tenerlo!». No importa lo deseable que sea la justicia, el hecho de que sea deseable no hace que tenga que existir.

    Aunque el método científico no es infalible ni sagrado, le ayuda a descubrir cuáles de sus creencias son irracionales y contraproducentes y cómo utilizar los hechos y el pensamiento lógico para abandonarlas. Si piensa científicamente, evitará los dogmas y mantendrá sus hipótesis sobre sí mismo, sobre los demás y sobre el mundo siempre abiertas al cambio.

  7. Intente establecer algunas metas y propósitos vitales, objetivos que le gustaría mucho alcanzar pero que en ningún momento tenga necesariamente que conseguir. Vaya comprobando si los va consiguiendo. Revíselos a veces. Vea cómo se siente cuando los logra. Usted no debe tener objetivos a largo plazo. Pero si los tiene, ¡le ayudarán!
  8. Si se queda estancado y empieza a llevar una vida que le parece lamentable o apagada, revise estos ocho puntos y esfuércese por ponerlos en práctica. ¡Difícilmente obtendrá algún beneficio sin ningún coste!

Muchos de mis clientes, lamentablemente, no quieren extender el uso que hacen de la TREC aunque les haya ayudado a superar rápidamente —a veces «de forma milagrosa»— el problema que les llevó a terapia. Porque, a menudo, tienen baja tolerancia a la frustración (BTF) y evitan llegar a obtener las soluciones extensas y elegantes de la TREC.

No fue así con Malvina, Cuando recurrió por primera vez a la TREC, era una estudiante muy atractiva de 19 años, que se estaba especializando en historia. Aunque era brillante y tenía talento (especialmente para la música), socialmente era un caso perdido. Era demasiado tímida para tener citas. No tenía amigas íntimas. Se consideraba a sí misma poco agraciada y no demasiado inteligente. Estaba seriamente deprimida y pensaba a menudo en el suicidio. No tenía objetivos profesionales reales. Odiaba a sus padres —que también estaban seriamente deprimidos— y les echaba la culpa de sus problemas.

Tres años de psicoanálisis habían hecho poco por Malvina; sólo la ayudaron a volverse más hostil con su familia y dependiente de su analista. Aunque sus amigos hacían todo lo que podían para conseguir que dejara de ver a su analista, nada funcionó hasta que este hombre tuvo un ataque al corazón, se retiró, y se trasladó a Florida. Ella intentó mantenerse en contacto con él por teléfono, pero al final acabó rechazando sus llamadas. La única razón por la que estuvo de acuerdo en verme fue que en esos momentos tenía exactamente su misma edad, 51 años, y me parecía algo a él.

Durante muchos meses avancé poco con Malvina, intentándole demostrar que sus propios pensamientos disfuncionales, con los que se culpaba a sí misma —y no a las «horribles enseñanzas» de sus padres— eran la principal causa de sus sentimientos de depresión. Al principio, no aceptó estas hipótesis de la TREC.

Seguí demostrándole que tenía fuertes creencias irracionales, especialmente: «¡Siempre debo ser excepcionalmente hermosa, brillante y adorable, y soy despreciable cuando me quedo corta en alguna de estas cosas!». Al final admitió: «Supongo que tienes razón. Me estoy deprimiendo estúpidamente a mí misma». Pero en lugar de esforzarse para abandonar sus creencias irracionales, inmediatamente empezó a reprenderse a sí misma «por ser tan estúpidamente irracional», y se deprimió aún más, si es que eso era posible.

En varias ocasiones, Malvina insistió tanto en lo del suicidio que la animé a buscar antídepresivos y a considerar la opción de ingresar en un hospital. Ella rechazó la posibilidad de tomar medicación, pero la amenaza de estar hospitalizada la animó a esforzarse para aceptar y utilizar la TREC.

En primer lugar, dejó de culparse a sí misma por estar tan perturbada. Se esforzó mucho para dejar de perturbarse por estar perturbada, y empezó a aceptarse a sí misma con su depresión.

Aunque cuando Malvina dejó de culparse a sí misma por estar perturbada, se convirtió en una de las depresivas más relajadas que he visto en mi vida; seguía culpándose a menudo a sí misma por su «poco atractivo físico» (tenía una nariz «demasiado larga»), por su «estupidez» (sólo sacaba notables en lugar de excelentes en matemáticas) y por su falta de objetivos profesionales. Pero —como ahora veía realmente los ABC de la TREC y había visto cómo el debate la había ayudado a abandonar la creencia irracional de que no tenía que estar deprimida— se decidió a esforzarse para superar todo aquello por lo que se culpaba a sí misma.

Y lo hizo. En primer lugar se aceptó a sí misma con su «poco atractivo físico», y más tarde se dio cuenta de que era bastante atractiva. Dejó de culparse a sí misma por su «estupidez», y entonces se dio cuenta de que era inteligente. Se convenció a sí misma de que era mala suerte pero no horrible no tener objetivos profesionales vocacionales, y entonces empezó a planear conseguir algunos.

Aunque ahora se daba cuenta de que era atractiva y brillante, Malvina utilizó la imaginación racional emotiva para imaginarse vividamente a sí misma volviéndose realmente fea y estúpida. Entonces se obligó a experimentar sólo sentimientos de tristeza y arrepentimiento, en lugar de sentimientos de depresión, porque se dijo a sí misma que incluso bajo esas condiciones desalentadoras podía —y lo haría— aceptarse a sí misma y esforzarse para llevar una existencia bastante feliz.

Después de varios meses de negarse a menospreciarse a sí misma, Malvina se sintió completamente libre de la depresión por primera vez en su vida. Y lo que es aún mejor, se dio cuenta de que pronto podría reducir sus otros sentimientos de ansiedad y vergüenza contraatacando con fuerza todos los desprecios que se hacía a sí misma.

Para hacer que sus logros fueran más sólidos, Malvina también se enfrentó a sus pensamientos catastróficos y concluyó: «¡No es horrible —sólo es un fastidio— no ser muy buena en matemáticas!». Trabajó contra su no-puedo-soportar-litis, hasta que se convenció a sí misma: «Puedo soportar mi gran nariz aunque nunca vaya a gustarme». Y luchó firmemente contra sus ideas de desesperación y las cambió por: «Aunque aún no me haya decidido por una carrera adecuada, no hay ninguna razón por la que nunca vaya a hacerlo. Es difícil encontrar algo que realmente vaya a gustarme. Pero ¡difícilmente sea un caso desesperado!».

Además de utilizar el pensamiento científico y atacar con firmeza sus debo dogmáticos, Malvina empezó a ayudar a sus amigos a ver y cuestionar sus propias creencias irracionales. Lo hizo tan bien que finalmente encontró su profesión. Se graduó en psicología clínica y durante los últimos quince años ha sido una excelente terapeuta racional-emotiva. Disfruta enormemente con su trabajo. Tiene varios amigos íntimos. Después de algunos años de citas agradables, se casó satisfactoriamente y es la feliz (¡y racional!) madre de una niña de 9 años.

¿Es Malvina feliz ahora porque tiene éxito como psicóloga, esposa, madre y amiga? Sí. Pero ella insiste, cuando la veo en encuentros profesionales, en que seguiría sin deprimirse ni sentirse ansiosa aunque hubiera fracasado en estos aspectos. La creo, porque ha hecho un esfuerzo excepcional extendiendo los ABC y DE de la TREC a cualquier sentimiento de ansiedad y depresión que experimenta. Ha conseguido una solución racional emotiva elegante.

Usted, después de haber utilizado la TREC para superar cualquiera de sus principales problemas, es posible que no tenga que esforzarse tanto como Malvina para generalizarla y extenderla a sus otras dificultades emocionales, Pero si tiene que hacerlo, ¡pues hágalo! Si hace caso del insight nº 13 de la TREC. puede utilizar las ideas racionales que le ayudaron a superar un problema para aprender a superar otras dificultades neuróticas. De nuevo, si se esfuerza ¡para hacerlo!