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Insight nº 10: cambie con energía sus creencias y conductas
Usted puede expresar pensamientos, sentimientos y conductas con contundencia o ligereza, con suavidad o con energía, esto es fácil de ver. Puede sentirse ligera o intensamente triste por una pérdida. Puede estar muy preocupado o poco preocupado. Puede tener una gran adicción o una adicción moderada al tabaco o a comer en exceso.
¿Sus pensamientos también pueden ser débiles o fuertes?
Robert Abelson, Robert Zajonc y otros psicólogos dicen que sí. Como señaló Abelson hace algunos años, usted puede tener cogniciones «frías» y «calientes». Según la TREC, sus pensamientos «calientes» influyen más en usted y generan sentimientos más intensos que sus pensamientos «fríos».
Por ejemplo, si tiene que aprobar un examen para conseguir un puesto de trabajo, puede tener un pensamiento frío: «Trabajos como éste suelen requerir una prueba». Este pensamiento frío descriptivo despertará en usted pocas emociones o ninguna en absoluto.
También puede tener un pensamiento cálido o preferencial —lo que en TREC llamamos creencia racional— respecto a la prueba y el trabajo: «No hay duda de que quiero superar esta prueba y conseguir este trabajo y como la prueba no parece ser demasiado difícil, no me importa hacerla». Este pensamiento cálido probablemente haga que se sienta optimista y le ayude a hacer bien la prueba.
Por último, es posible que tenga un pensamiento caliente o altamente evaluativo: «¡Tengo que superar esta prueba y conseguir este trabajo para disfrutar de la vida y aceptarme a mí mismo como persona! Si la prueba resulta ser más difícil de lo que parece y no la supero, ¡será horrible y quedará demostrado que soy un estúpido que nunca conseguirá un trabajo decente!». Éste es un pensamiento caliente —lo que en TREC es una creencia irracional— que es muy probable que le haga sentir una intensa ansiedad e impida que haga bien la prueba.
La TREC también afirma que usted se aferra a algunos pensamientos calientes con mucha fuerza, rigidez y energía, mientras mantiene otros con más ligereza y menos vividamente. Usted puede creer que tiene que superar una prueba y que es un verdadero zopenco si no lo hace y puede creerlo: a) ocasionalmente o siempre: b) de forma flexible o ferviente; c) ligera o intensamente; d) de manera insulsa o vivida; e) en silencio o a voz en grito; f) de una manera limitada (a una situación) o generalizada (a varias situaciones).
Como puede ver, ¡sus pensamientos calientes pueden tener muchos tipos de calor! La TREC también sostiene que usted genera más sentimientos intensos —y especialmente sentimientos perturbadores— con sus pensamientos calientes que con sus pensamientos cálidos. El pensamiento caliente frecuentemente estimula en usted emociones y conductas contraproducentes más persistentes y más difíciles de cambiar.
Si cree con fanatismo que siempre tiene que superar las pruebas importantes y conseguir todos y cada uno de los trabajos que solicite, y también cree que es un panfilo sin remedio si fracasa de alguna manera, tenderá a ponerse extremadamente ansioso cuando vaya a hacer alguna prueba o alguna entrevista de trabajo. Esta ansiedad puede afectar a toda su vida, y le llevará mucho tiempo mitigarla. Además, a menudo sentirá un pánico y una incomodidad tan intensos que bien podría llegar a estar aterrorizado. Y después generar intensos síntomas secundarios de ansiedad por su ansiedad.
Como sus pensamientos calientes generan una ansiedad y depresión intensas y duraderas, lo mejor sería que adquiriera el insight nº 10: si sólo cuestiona suavemente sus creencias irracionales (Ibs) es posible que no las cambie ni mantenga los cambios que puede hacer en ellas. Por lo tanto, lo mejor es que las discuta convincente y persistentemente y que se con venza a sí mismo de que son falsas.
Cuando, por ejemplo, se pregunte a sí mismo —en el punto D, al debatir sus Ibs—: «¿Por qué tengo que superar siempre las pruebas importantes?», lo mejor es que se responda vigorosamente (y con frecuencia): «¡No tengo que hacerlo! Me encantaría superarlas y me esforzaré en hacerlo. Pero si no lo consigo, ¡pues no lo consigo! No hay duda de que quiero este trabajo, pero en ningún momento es que lo necesite. Puedo ser feliz si no lo consigo, aunque no tan feliz como si lo hubiera conseguido. Puedo superar otras pruebas y conseguir otros trabajos aunque no consiga éste. ¡Sólo seré una persona que fracasó esta vez y, evidentemente, no un fracasado sin remedio!».
La TREC dice que cuanto más empática y frecuentemente cuestione y discuta esos pensamientos negativos que están al rojo vivo, más rápida y completamente los eliminará, y más reducirá (y alejará de usted) los pensamientos perturbados que generan.
Así que volvamos al insight nº 10: cuando trate de averiguar cuáles son las Ibs que generan su ansiedad (y que hacen que su ansiedad le dé pánico), se convertirá en un científico vehemente que plantee respuestas racionales a sus creencias irracionales.
Tomemos a Tom, por ejemplo. Aunque era alto y atractivo, tenía 35 años, y era un médico con éxito en su carrera, espantaba a todas las bellas mujeres de las que se enamoraba locamente. Le encontraban demasiado inseguro, demasiado necesitado. Como suelo preguntar a mis pacientes: ¿quién necesita una persona necesitada? Desde luego, ¡las amigas de Tom no!
Tom entendió la TREC y sabía exactamente lo que se decía a sí mismo para ponerse a temblar cada vez que conocía a una persona encantadora: «La quiero tanto y me sentiría tan falto de amor si no sintiera lo mismo que yo, que tengo que ganármela necesariamente. ¡Tengo que hacerlo! ¡Tengo que conseguirlo! ¡Debo hacerlo!».
Al darse cuenta de este tipo de necesidad-perturbadora y ver que no funcionaba, utilizó la TREC para intentar abandonarla, preguntándose a sí mismo: «¿Por qué tengo que ganarme a esta mujer de la que estoy enamorado? ¿Realmente tengo que gustarle? ¿Me moriría sin su amor?».
Respondió de una manera correcta y racional a estas refutaciones, ayudándose de alguna manera a sí mismo. Durante un tiempo. Pero después volvió a caer en su gran necesidad. Y en su inseguridad.
Le di je que como ejercicio de TREC mantuviera un enérgico diálogo racional consigo mismo y que grabara el diálogo. Intentó hacerlo y me lo trajo en una cinta de casete en la que cuestionaba muy bien sus Ibs respecto a ganarse el amor de una mujer especial, pero cuando otros miembros de su terapia de grupo y yo la escuchamos, encontramos que sus argumentos eran buenos, pero su tono flojo. Sabia las palabras racionales con las que tenía que combatir su necesidad, pero obviamente no se las creía.
Así que hice que Torrt volviera a grabar la cinta, pidiéndole que fuera mucho más duro con sus creencias irracionales.
No hubo manera. Su segundo diálogo grabado sólo tenía un tono algo más fuerte que el primero. Y él seguía siendo un desastre en el amor.
Su tercera cinta fue mucho mejor. Parte de ella decía lo siguiente:
Voz irracional de Tom: Si Cora, que es prácticamente la mejor mujer que he conocido en años, no me quiere realmente, ¿qué mujer decente va a quererme? ¡Ninguna!
Voz racional de Tom: ¿Ninguna? ¡Vaya gilipollez! ¿Con todas las buenas mujeres que puedo conocer? Obviamente, a alguna le gustaré. ¡Aunque sea estúpida por hacerlo!
Voz irracional de Tom: Pero imagina que sólo le importaras porque fuera estúpida. ¡Esto demostraría que eres un gilipollas indigno de ser querido!
Voz racional de Tom: ¡Y un infierno! Como mucho, demostraría que desgraciadamente me faltan algunos rasgos positivos. Pero esto no quiere decir que sea completamente incapaz de hacerme querer. Tampoco el hecho de que ninguna mu jer me encontrara deseable demostraría que soy un completo gilipollas. Sólo sería un fracasado en esa área.
Voz irracional de Tom: Sí, el área más importante de todas. ¡Esto te convertiría realmente en un condenado perdedor!
Voz racional de Tom: No; un perdedor en el amor. Pero no en todas las áreas. ¡No en la vida! Un perdedor con las buenas mujeres. Pero, maldita sea, ¡no conmigo!
Voz irracional de Tom: ¡Ya estás racionalizando otra vez! ¿Tu vida será igual de buena si no puedes tener un amor verdadero? Así que serás un gran médico. ¡Ah!
Voz racional de Tom: Sí —espero— un gran médico. Y ¡un buen deportista!, y ¡un buen lector! Hay montones de cosas con las que puedo disfrutar, aunque nunca encuentre una buena compañera.
Voz irracional de Tom: ¿Nunca? ¿Nunca?
Voz racional de Tom: Sí, ¡nunca! Immanuel Kant nunca tuvo una pareja, y es probable que ni siquiera tuviera una sola cita en toda su vida. Y ¡tuvo una buena vida! Muchas otras personas destacadas también fueron felices sin amor. Pero lo fueran ellas o no, ¡yo voy a serlo! ¡Tan pronto como deje de lloriquear por ser «incapaz de hacerme querer»!
En cuanto Tom le encontró el truco a debatir vigorosa y potentemente sus propias creencias irracionales —a las que ahora se refería como sus gilipolleces— empezó a hacerlo muchas veces. Los miembros de su grupo de terapia y yo no tuvimos que decirle, después de haber grabado un diálogo como el anterior, que era lo suficientemente duro. La sensación que tuvo de inmenso alivio de su ansiedad y depresión le demostró que lo era. Inmediatamente creyó que no necesitaba (aunque aún deseaba profundamente) el amor. Y lo creyó durante las semanas siguientes.
Al ir discutiendo duramente consigo mismo la cuestión de si era un desastre en el amor, se sintió mucho menos necesitado. Cuatro meses después estaba prácticamente curado, y, como consecuencia, las mujeres con las que quedaba solían querer seguir viéndole, y ¡algunas altamente deseables intentaban llevarle al altar! Un año después, empezó a vivir con la que más le gustaba y tres años después se casó con ella. Ahora le está enseñando a hablar consigo misma activamente —y muy vigorosamente— de algunas de sus gilipolleces emocionales.