Capítulo 15

Heather fue la primera persona que la saludó al llegar al rancho.

—¡Has venido! ¿Sabes una cosa? Charlotte y yo estamos haciendo galletas. ¿Quieres ayudarnos?

—Será divertido —dijo y Heather la tomó de la mano para guiarla a la cocina.

—Charlotte, mira quién ha venido. ¡Ashley!

—Hola, Charlotte —dijo Ashley.

Charlotte James era una mujer de mediana edad, de carácter tranquilo y cálida sonrisa. Parecía y se comportaba como una abuela y era evidente que a Heather le gustaba.

—Quiero que sepa que Heather está encantada con usted —dijo Ashley—. Ayer me dijo por teléfono que le deja jugar en la bañera.

Charlotte se rió. Su risa era contagiosa y Ashley la imitó. Jake había encontrado una joya en ella.

—¿Le gusta vivir en Hill Country?

—Crecí en esta zona, no muy lejos de Fredericks Burg. Nos mudamos hace algunos años a San Antonio por el trabajo de Hal. Después de su muerte, quería volver a vivir por aquí. Este trabajo ha sido la respuesta a mis oraciones.

—¿Tiene hijos?

—Sí, dos chicos y una chica. Todos son mayores, pero ninguno está interesado en hacerme abuela. Heather ha sido un regalo para mí. Me hace sentir joven otra vez.

—Me alegro. Es muy especial.

—¿Quién, yo? —preguntó Heather.

—Sí, tú.

—¿Qué significa especial?

Las mujeres rieron.

—Que te quiero mucho —contestó Ashley.

—Eso me gusta —dijo y siguió haciendo las galletas.

Era fácil adivinar las que había hecho Heather, ya que cada una tenía una forma.

—Pensé que Jake habría regresado a casa a esta hora —dijo Ashley después del baño de Heather.

—Nos dijo que los viernes no le esperáramos.

Ashley se dio una palmada en la frente.

—¡Claro! Se me olvidó en qué día estábamos. Creo que esperaré a que regrese, tengo que hablar con él. Será divertido pasar el resto de la tarde con Heather.

No quería posponer un día más su encuentro con Jake.

Jake aparcó su camioneta junto a la de Ashley pasada la medianoche. No se alegraba de que estuviera allí. Si seguía el ejemplo de Tiffany, estaba allí para dejarle a su hijo. Claro que eso no era posible ya que sólo habían estado juntos una noche y. .

Quizá fuera ésa la razón por la que estaba allí, para decirle que estaba embarazada. ¿Podría saberlo tan pronto? No tenía ni idea de aquellas cosas. ¿Acaso habría decidido casarse con él después de todo? Suspiró. Había descubierto lo triste y solitaria que era la vida sin Ashley.

Abrió la puerta de su camioneta.

Entró con pasos decididos en la casa y se detuvo unos segundos, los suficientes para adivinar dónde estaba.

La encontró dormida en el sofá del salón. Se sentó frente a ella y la estudió en busca de algún cambio desde la última vez que la había visto. Tenía el mismo aspecto frágil y parecía haber perdido algo de peso.

Todavía deseaba tenerla a su lado durante los próximos cincuenta años y despertarse junto a ella cada mañana.

Ashley se estiró y miró su reloj. Se incorporó y entonces lo vio.

—No te he oído llegar. ¿Llevas mucho tiempo ahí?

—Ashley, no creo que estés aquí a esta hora de la noche para charlar. Dime lo que hayas venido a decirme.

—¡Oh! —exclamó frunciendo el ceño—. Esperaba que estuvieras de buen humor.

—Pues no lo estoy.

—Ya me doy cuenta —dijo y se quedó a la espera de que él hablara.

El miró su reloj. Confiaba en que captara la indirecta. Lo último que quería era que se diera cuenta de lo vulnerable que se sentía.

—Está bien —dijo mostrando una tímida sonrisa—. Te estarás preguntando qué hago aquí —

añadió.

Al ver que Jake no cambiaba de expresión, se encogió de hombros. Bajó la mirada hacia sus manos y volvió a mirarlo a los ojos.

—Antes de nada, te debo una disculpa y no quería esperar ni un día más.

Él seguía a la espera de saber el propósito de su visita.

—No entendí bien el motivo de tu propuesta de matrimonio.

—¿De veras? A mí me pareció que estaba claro —dijo arqueando las cejas.

—No me estoy expresando bien —dijo ella y se frotó los ojos.

Jake aprovechó aquel silencio para estudiarla. ¡Cómo amaba a aquella mujer! ¿Tenía idea de lo mucho que le había dolido su rechazo? ¿Acaso pensaba que una disculpa lo haría sentirse mejor?

Ella se aclaró la voz.

—Cené anoche con papá. Me dijo que te había hecho daño.

—Lo superaré —replicó él encogiéndose de hombros.

—Me dijo que estabas enamorado de mí.

—Yo te dije lo mismo.

—Yo no lo entendí así. Además, también me dijiste que te sentías culpable por hacerme el amor antes de la boda. Me hablaste de mi relación con Heather y pensé que querías casarte conmigo porque te convenía.

Jake se puso de pie y se quedó frente a ella con los brazos en jarras.

—Eres la mujer menos conveniente que he conocido en mi vida. Me vuelves loco y llevas haciéndolo años —dijo y tomando aire, hizo una pausa antes de continuar—: Te he querido durante toda mi vida. Pensé que te lo había dejado claro hace mucho tiempo. Te quiero desde que tenías dieciséis años, pero eras demasiado joven para mí. Después de divorciarme, pensé que no tenía ninguna oportunidad contigo, pero incluso entonces te quería. Así que sí, puedes decir que heriste mis sentimientos cuando me rechazaste. Pero así es la vida y hay que asumirlo.

Jake se acercó a la ventana en un intento por tranquilizarse antes de decir demasiado. Acababa de abrirle el alma, ¿qué más quería?

—¿Hay alguna manera de que puedas perdonar el que haya sido tan idiota? —dijo Ashley desde detrás de él.

Él se giró lentamente y la miró.

—Ashley, dime qué es lo que quieres de mí, no acabo de entenderte.

Ella se cruzó de brazos.

—Quiero casarme contigo.

Nunca sabía qué esperar de ella y esa noche no era distinto.

—No te burles de mí, Ashley.

Ella se acercó y apoyó las manos en su pecho.

—Te quiero mucho, Jake Crenshaw. Te he querido siempre. No puedo imaginarme casándome con otro que no seas tú, si es que todavía quieres casarte conmigo.

—Eso queda fuera de toda duda.

Lo amaba y quería casarse con él. Esperaba no estar soñando. La tomó entre sus brazos y la abrazó con fuerza.

—Yo también quiero casarme contigo —murmuró, sin estar seguro de que le hubiera oído.

Ella lo rodeó por la cintura.

—Te quiero tanto que me duele. No sé cómo decírtelo para que me creas.

—Te creo. Quiero casarme contigo cuanto antes, sobre todo si pretendes no hacerme el amor hasta después de la boda.

El se rió, haciéndola girar en círculos.

—Estoy seguro de que podremos hacer algo respecto a eso. Te sugiero que subamos arriba y lo discutamos.

Él la miró a los ojos y vio que estaban llenos de lágrimas.

—Eso me gusta —murmuró Ashley.

Jake la tomó en brazos y la llevó a su habitación. Nada más cerrar la puerta, la llevó hasta el cuarto de baño y la dejó en el suelo. Luego, abrió el grifo de la ducha.

—Creo que tenemos que repetir lo de la ducha de nuevo, ¿no te parece? Si no recuerdo mal, nos vimos obligados a terminar prematuramente.

Ashley sentía ganas de reír y de llorar a la vez. ¿Qué habría pasado si su padre no hubiera hablado con ella? Nunca habría sabido lo equivocada que estaba.

Jake se tomó su tiempo para quitarle la ropa y luego se desvistió él. Después, se metieron en la ducha.

Todo era igual que aquella tarde, sólo que esa vez Ashley sabía que no estaba soñando.

Jake tomó el jabón entre sus manos y después de hacer espuma, recorrió todo su cuerpo, dejando un rastro por donde pasaban sus manos. Ashley sentía que le temblaban las rodillas y no estaba segura de poder mantener el equilibrio. Se apoyó en la pared y dejó que él explorara cada centímetro de su cuerpo. Hasta aquel momento no había sabido que tenía otras zonas erógenas como la parte de atrás de las rodillas, el arco del pie, las orejas, el cuello. . Dejó de pensar.

Una vez fuera de la ducha, mientras la secaba, lo deseaba tanto que no podía dejar de temblar.

Él se secó a toda velocidad, tomó su mano y la llevó hasta la cama.

Una vez tumbados uno junto al otro, él se incorporó apoyando la cabeza en la mano.

—Veamos. Creí que íbamos a hablar de fechas para nuestra boda —dijo Jake, pero ella lo interrumpió con un beso.

—Sí, pensé que eso era de lo que estábamos hablando abajo —dijo ella a pocos centímetros de su boca.

Ashley deslizó la mano hasta la entrepierna de Jake. Él se estremeció y le retiró la mano.

—No es justo. Vas a terminar con todo esto antes incluso de que empecemos.

—¿De veras? ¿Y qué es lo que querías hacerme en la ducha?

El sonrió.

—Tienes un serio problema de memoria, ¿eh? Deja que te lo recuerde.

Jake se inclinó sobre ella y lamió su pezón mientras la acariciaba con las manos. Luego, comenzó a besarla en los pies y no se detuvo hasta llegar a los labios. Después, ella lo rodeó con sus brazos y piernas, atrayéndolo hacia sí.

Ashley gritó cuando su cuerpo explotó de placer. El gimió poco después que ella y continuó moviéndose rápidamente dentro de ella hasta que se dejó caer.

Ashley se sentía feliz y estaba a punto de quedarse dormida cuando él comenzó a besarla de nuevo. Sintió su erección contra su muslo y lo guió a su interior.

Hicieron el amor lentamente. Cada movimiento era pensado para satisfacer al otro. Ella le mordió el lóbulo de la oreja haciéndole estremecerse, mientras él le acariciaba el pecho.

Ashley le agarró el trasero haciéndole moverse más rápidamente y le hizo reír. Le gustaba oírle reír.

Esa vez, después de cruzar la barrera del placer, Jake se tumbó a su lado, boca abajo, sin moverse.

—Jake? ¿Estás bien?

—Sí.

—Gracias por decírmelo. Ya me siento mejor.

Jake giró la cabeza para mirarla.

Después, fue al cuarto de baño. Cuando volvió, Ashley apoyó la cabeza sobre su hombro.

—¿Sabes? Cuando llegué y vi tu camioneta aparcada ahí fuera, pensé que quizá habías venido a decirme que estabas embarazada.

Ella no dijo nada y él se inquietó.

—¿Estás embarazada?

—Todavía no, vaquero —dijo ella sonriendo—, pero al paso que vamos, es sólo cuestión de tiempo.

Epílogo

Los Crenshaw habían organizado una barbacoa y todo el mundo en kilómetros a la redonda había sido invitado. Joe y Gail Crenshaw habían vuelto de su último viaje. Jared había llegado de Arabia Saudí. Jude había regresado de su última misión secreta desde San Antonio.

El único que no estaba allí era Jason. Había hecho carrera en el ejército y trabajaba en operaciones especiales, así que podía estar en cualquier sitio del mundo. Nadie sabía muy bien dónde estaba o cómo contactar con él. Gail le enviaba regularmente correos electrónicos y él respondía cuando podía sin decirle dónde se encontraba.

Había luces en los árboles, música en directo, mucha comida y bebida y mucha diversión.

Todo el mundo estaba allí para conocer oficialmente a la hija de Jake. Tanta gente debía de haberla intimidado porque no se había soltado de Jake desde que llegaran los primeros invitados.

—¿No quieres ir a jugar con Mary Ann? —le preguntó Jake—. Mira, está allí con su madre.

—No —dijo apretándose contra el cuello de su padre.

—Entonces, ¿podrías soltarme un poco para que pueda respirar?

La niña lo soltó ligeramente.

—Creí que querías tener una fiesta de cumpleaños. Hoy cumples cuatro años. Estabas muy contenta mientras organizábamos la fiesta. Has ayudado a inflar los globos y a decorar el pastel. Se supone que estamos celebrándolo. No tengas miedo.

La pequeña hundió el rostro en su hombro.

—Tienes que admitirlo, Jake —dijo Ashley sentada a su lado—. Ver a tantos Crenshaw reunidos en el mismo sitio puede ser abrumador. Dale tiempo y enseguida se acostumbrará.

—Tengo que ir a ayudar a mi padre —dijo Jake.

—Estás haciendo lo que se supone que debes hacer, ser el apoyo de Heather. Tu padre lleva años organizando barbacoas y no creo que necesite tu ayuda.

— Así que vas a pasar la noche en mis brazos, ¿no es eso? —dijo y besó a la niña en la cabeza.

Heather asintió y Jake se rió.

—¿Qué es tan divertido? —preguntó Jared, uniéndose a ellos.

—Cosas de mi hija. ¿Qué tal te va?

—Digamos que me alegro de volver a casa después de catorce meses en el extranjero.

—¿Tan mal te fue?

—Peor que eso, pero supe arreglármelas y he sobrevivido —y girándose hacia Ashley, añadió—: Me alegro de verte con Jake. Los tres parecéis una familia.

—Esa es una buena idea, ¿no te parece, Ashley?

Ella extendió la mano izquierda para enseñarle Jared su anillo de compromiso.

—Me alegro mucho. Nunca había visto a Jake tan feliz.

—Nunca antes había sido tan feliz.

—¿Papá? ¿Recuerdas cuando me dijiste que podía tener un perrito?

Jake abrió los ojos incrédulo y miró a Ashley en busca de ayuda. Ella le devolvió una sonrisa, arqueando una ceja.

—Sí, sí lo recuerdo, es sólo que. .

—¿Me puedes regalar el perrito hoy por mi cumpleaños?

—¿No prefieres esperar un poco? Los cachorros necesitan muchos cuidados.

La niña agitó la cabeza. Sus ojos estaban tristes.

Jake miró a Jared y a Ashley y suspiró.

—Si nos disculpáis, parece que tendremos que buscar un perro.

Jared se quedó mirando a Jake mientras se alejaba.

—No sé qué le has hecho, pero parece un hombre nuevo. Ninguno esperábamos que volviera a casarse. ¿Cómo lo conseguiste?

—Sólo le quiero, como he hecho siempre. Creo que por fin se dio cuenta.

—Todavía recuerdo una de tus fiestas de cumpleaños en la que no podía quitarte los ojos de encima. ¿Recuerdas? Sabía que se sentía confuso. Me alegro de que todo haya salido bien.

—Yo también.

Jared miró a su alrededor y bajó el tono de voz.

—¿Sabes si Tiffany ha hablado con él desde la noche en que dejó a Heather?

Ashley negó con la cabeza.

—Un abogado ha preparado todos los papeles para que renuncie a todos sus derechos sobre Heather. Creo que están esperando a que vuelva de su viaje para que los firme.

—Es difícil imaginar que alguien no quiera a su propia hija.

—¿Y qué me dices de ti, Jared? ¿Cuándo piensas casarte y sentar la cabeza?

—El matrimonio no está hecho para mí. Me gusta mucho disfrutar de mi independencia.

—Creo que todo el mundo se lo está pasando bien, ¿no os parece? —preguntó Gail.

—Ya sabes cuánto disfruta la gente en tus fiestas.

—Me alegro de oír eso —dijo Gail y girándose hacia Ashley, añadió—: Aprovechando que estás aquí, quiero que hablemos de organizar una fiesta de compromiso para Jake y para ti.

—Os veo luego —dijo Jared yéndose.

Gail se quedó mirando cómo se alejaba.

—Un día de éstos, conocerá a una mujer y estará loco por casarse. Recuerda mis palabras.

—Se lo merece. Ambas rieron.

—¿No te parece Heather adorable? —preguntó Gail unos minutos más tarde, mirando hacia donde estaba Jake, con Heather en un brazo y un cachorro blanco y negro en el otro.

—Completamente —contestó Ashley.

—Es tierno observar a Jake. Se ha acostumbrado rápidamente a la paternidad, teniendo en cuenta las circunstancias.

—Sí, pero no me sorprende. ¿Recuerdas cómo solía portarse conmigo cuando era una niña?

—Sí, claro. Siempre estaba muy orgulloso de ti, como si fueras algo suyo.

—Así es, Gail. Le pertenezco. Siempre le he pertenecido y siempre le perteneceré.

Fin.