—¿Quieres ir a buscar a tu papá?
Heather bajó la mirada y asintió con la cabeza.
—Quizá me pueda llevar a montar en poni.
—Bueno, supongo que tendrás que preguntárselo a él. ¿Por qué no esperas a que me duche y me vista? Después, bajaremos a desayunar. ¿Qué te parece?
—¿Tortitas? —preguntó Heather esperanzada.
—Me parece una buena idea.
Ashley se inclinó y besó a Heather en la frente. Antes de incorporarse, Heather la rodeó por el cuello con los brazos y le dio un beso en la mejilla.
—Me gustas, Ashley. Espero que te quedes siempre conmigo.
Recogió la ropa que llevaba el día anterior y se fue a la ducha.
Una vez vestida, regresó a su habitación y se encontró a Heather jugando con sus muñecos en la cama. Luego, decidieron juntas la ropa que Heather llevaría, después de que la niña hiciera algunos comentarios sobre cómo coordinar los colores.
Cuando bajaron, se encontraron la cocina vacía y una cafetera casi acabada. Sabía que Jake se levantaba pronto y trató de no sacar ninguna conclusión de por qué no estaba allí. Después de todo, no había motivo para que esperara hasta ver cómo se levantaba Heather aquella mañana. De todas formas, algo en el fondo de su mente le hacía creer que no deseaba verla a ella. Pero ya que había aceptado pasar allí unas cuantas noches, tendría que acostumbrarse a su presencia. Por supuesto que sólo lo hacía por Heather.
Una vez tuvo preparadas las tortitas y una segunda cafetera, oyó los pasos de Jake en el patio.
Entró en la cocina y enseguida sus ojos se detuvieron en Ashley.
—Buenos días —dijo él con una leve inclinación de cabeza.
Se dirigió hacia la cafetera y llenó su taza.
—¿Has dormido bien? —dijo mirándola por el rabillo del ojo.
—Sí. ¿Y tú?
—Bien —respondió entre dientes.
—Yo también he dormido bien —dijo Heather que ya estaba sentada a la mesa comiendo—. ¡Y
mira! —dijo sonriendo a Jake—. ¡Tortitas! ¿Podemos ir a montar en poni cuando acabe de desayunar?
Jake se quedó mirando a su hija y se rió. Su rostro se iluminó.
—Creo que podremos hacer algo para que montes a caballo esta mañana.
Ashley puso tres vasos de zumo de naranja sobre la mesa y rellenó de café la taza de Jake.
—Huele muy bien —dijo Jake sentándose—. Me alegro de que no te lo hayas comido todo antes de que yo llegara.
—Ashley ha hecho muchas tortitas, ¿ves? —dijo señalando la fuente que había en el centro de la mesa, con la boca manchada de sirope. Dio un sorbo de leche y continuó—: Es una buena cocinera,
¿verdad?
Se miraron sorprendidos. Era la primera vez que la niña se mostraba tan contenta desde que había llegado.
—Sí, claro que lo es —contestó.
Ashley se sentó junto a Heather, frente a Jake. Estaba muy guapo por la mañana, recién afeitado. La camisa de algodón que llevaba, con las mangas subidas, destacaba sus brazos y hombros musculosos.
Ashley se obligó a concentrarse en la comida y ambos permanecieron en silencio entretenidos por Heather, que explicó con gran imaginación todo lo que había visto el día anterior, agitando en el aire el tenedor para enfatizar algunos de sus comentarios. Una vez terminaron, Ashley recogió la mesa mientras Heather miraba a Jake con ojos suplicantes.
—¿Podemos ir a montar a caballo ahora?
El se puso de pie y tomó su mano.
—Vamos a lavarte la cara y las manos para limpiarte ese sirope y luego saldremos a buscar un caballo.
La niña se deslizó de la silla y se dirigió hacia él. Ashley contempló cómo tímidamente tomaba la mano de Jake.
—De cerca, eres muy grande.
Jake se puso en cuclillas.
—¿Quieres que te lleve en brazos para que lo veas todo desde aquí arriba?
Ella asintió y dejó que le lavara la cara y las manos antes de rodear su cuello.
—Vámonos.
Jake miró a Ashley y sonrió. Se sentía aliviada de que Heather estuviera siendo más amable con su padre aquella mañana. Se acercó hasta ellos y besó a cada uno en la mejilla.
La mirada que Jake le dirigió, hizo que comenzaran a temblarle las rodillas. El sonrió al ver que se sonrojaba.
—Gracias por el desayuno, Ashley. Me ha gustado.
—A mí también —dijo la niña.
—Ha sido un placer —dijo y mirándolo directamente a los ojos, añadió—: Por cierto, he decidido aceptar tu oferta de anoche.
El la miró confundido.
—¿Qué oferta?
—Pasar unas cuantas noches aquí, al menos de momento. ¿A qué creías que me estaba refiriendo?
—Ah, muy bien.
Ella se rió.
—Y ahora, vaqueros, id a montar a caballo. Luego nos veremos.
Una vez se hubieron ido, Ashley se quedó de pie junto al fregadero con las manos cruzadas bajo la barbilla, observando cómo Jake le explicaba algo a Heather. Se les veía muy bien juntos. Parpadeó repetidamente para no dejar aflorar las emociones que se agitaban en su interior. Sabía que disfrutaría pasando un tiempo con ellos.