Capítulo 11

Ashley estaba soñando con Jake. No le había sorprendido oírle pronunciar su nombre. Abrió los ojos y supo que aquello no era un sueño. Se debía de haber quedado dormida y ahora Jake estaba junto a la bañera.

Se le veía acalorado, cansado y sucio. Tenía una marca del sombrero en la frente. El resto de su cara revelaba que había pasado el día al sol.

A pesar de su evidente cansancio, la deseaba y no podía ocultarlo. Poco a poco, ella se fue despertando y de pronto reparó en que si él estaba allí en el cuarto de baño, era porque algo debía de haber pasado.

—¿Estás bien? —preguntó, incorporándose.

Al darse cuenta de que la espuma no la cubría, rápidamente se tapó los pechos con las manos.

—No —susurró Jake suplicante y le apartó las manos—. Eres tan bonita y te deseo tanto que me duele.

Su voz se entrecortó mientras introducía los dedos en el agua y le acariciaba el pecho. Su suave caricia despertó en Ashley su deseo por él.

Ella alargó la mano para atraerlo, pero él se retiró.

—No, estoy sucio.

Ashley señaló hacia la cabina de ducha que estaba contigua a la bañera.

—Hay mucha agua y jabón ahí —dijo y sonrojándose, añadió—: Estaré encantada de ayudarte.

Si aquello no dejaba claros sus sentimientos por él, nada lo haría.

Como en trance, Jake se sentó y se quitó las botas y el resto de la ropa. Se puso de pie y abrió el grifo de la ducha. Tenía unos hombros anchos y una fuerte espalda que terminaba en un trasero firme.

Ashley lo miró entrar en la ducha, tomar el jabón y comenzar a hacer espuma. Como si hubiera sido atraída por su campo magnético y no pudiera escapar, Ashley se puso lentamente de pie y salió de la bañera. Él estaba de espaldas a ella y cuando la puerta se abrió, se giró sorprendido.

—Dame el jabón —dijo tomándolo entre sus manos.

Sin decir palabra, él se lo entregó y volvió a girarse hacia la pared, apoyando las manos en los azulejos como si se estuviera rindiendo.

Ashley hizo todo lo que siempre había soñado. Acarició sus hombros con sus manos enjabonadas.

Puso cuidado en masajearle la espalda y reparó en que le temblaban las piernas.

Tiró de su brazo y él se giró lentamente, dejando ver su erección. El cerró los ojos y se quedó de pie frente a ella sin moverse. Ashley se percató de que finalmente se había rendido a la inevitable pasión que había entre ellos.

Continuó enjabonándole los hombros, los brazos y el pecho, disfrutando del lujo de acariciarlo a su gusto.

El se quedó quieto y callado hasta que ella empezó a frotar la zona de sus ingles. Cuando Ashley acarició la fortaleza de su miembro, él jadeó y abrió los ojos.

—No puedo resistirme —susurró entrecortadamente—. No importa lo mucho que lo intente. Te deseo demasiado.

Jake tomó los pechos de Ashley entre sus manos y se inclinó para besarlos. Cuando su boca rodeó el pezón, ella se puso de puntillas mientras lo acariciaba sin parar, deseando sentirlo en su interior.

Él la rodeó con sus brazos y ella se agarró a él abrazándolo con sus piernas por la cintura. La besó y se giró, de modo que la espalda de Ashley quedara contra la pared. Todas las sensaciones que había estado reprimiendo lo invadieron.

Ashley podía sentir su miembro erecto, listo para penetrarla. Ambos jadeaban, cuando él se separó ligeramente y. .

—¿Hola? Jake? ¿Hay alguien en casa?

Se quedaron de piedra, mirándose sorprendidos. Jake dejó caer la cabeza hacia atrás con un quejido.

—¿Cómo se me ha podido olvidar? —murmuró dejándola cuidadosamente en el suelo—. Es Jordan, que trae a Heather a casa.

Ambos jadeaban y Ashley no estaba segura de poder mantener el equilibrio sin su ayuda.

—No podía haber llegado en peor momento —añadió Jake abrazándola.

Ella se quedó observando el fuego de sus ojos.

—Eso o que una imaginaria campana te ha salvado de romper tus reglas.

—Será mejor que salgamos de aquí antes de que suban a buscarnos.

Ella salió rápidamente de la ducha mientras él cerraba el grifo y comenzaron a secarse apresuradamente.

—No puedo creer que me olvidara completamente de ella —dijo asustada.

—¿Y yo qué? Sabía que llegarían pronto y aun así se me olvidó.

—Quédate aquí. Te traeré ropa limpia enseguida —dijo ella en voz baja mientras se ponía la ropa interior y levantando la voz, gritó—: Un momento, Jordan, enseguida voy.

Jake terminó de secarse y se colocó la toalla alrededor de la cintura. Rápidamente recogió su ropa sucia del suelo.

—Creo que están subiendo. Si es así, llévalos abajo y así podré ir a mi habitación.

Ashley se puso un suéter y unos vaqueros y salió de su habitación descalza. Se encontró con Jordan en la escalera, cargando con Heather en brazos.

—Hola, Jordan —dijo sonriente, confiando en que no advirtiera nada en su expresión—. Parece que Heather está dormida. Siento no haberos oído antes —añadió agitando su pelo húmedo—. Estaba en la ducha.

Sabía que tendría las mejillas coloradas y confió en que Jordan pensara que se debía al agua caliente.

Ashley comenzó a bajar la escalera mientras seguía hablando.

—Pensé que Heather estaba con Jake. ¿Cómo es que está contigo?

Jordan dejó a la niña en el suelo.

—Te lo explicará cuando llegue a casa. Hemos pasado un día fantástico, ¿verdad, pequeña? La he llevado a conocer a mis padres. Creo que Heather se ha quedado muda, al menos por hoy.

—¿Puedes quedarte? Prepararé algo de cena y. .

—Ya hemos cenado en casa de mi madre. Además, tengo que irme.

—¡Ah!

—Dile a Jake que me llame cuando llegue.

—Lo haré.

Sin decir más, Ashley tomó a Heather en sus brazos y subieron. La pequeña estaba medio dormida y Ashley le pasó una toalla húmeda por la cara y las manos, le puso el pijama y la metió en la cama. Le puso el conejo rosa en el brazo y le dio un beso antes de salir de la habitación.

Al pasar junto a su cuarto, oyó el sonido de la radio en su cuarto de baño. Cuando fue a apagarla, vio que la bañera seguía llena y se fue en busca de Jake. Llamó a su puerta y él contestó en tono apagado sin invitarla a pasar.

—Jordan quería que lo llamaras cuando llegaras —dijo ella frente a la puerta cerrada.

—Lo haré.

Después de unos segundos de duda, Ashley volvió a hablar.

—Voy a preparar algo para cenar.

—No te molestes. Necesito ir a la ciudad. Comeré algo allí.

Se quedó sorprendida al oír que iba a marcharse.

—Está bien —consiguió decir.

Ashley se dio media vuelta y regresó sobre sus pasos hasta la cocina. Quizá él tuviera tanta experiencia en aquellas situaciones como para ignorar la urgente necesidad del cuerpo, pero ella no.

Apenas podía mantenerse en pie.

Un rato más tarde, mientras estaba en la barra de la cocina tomándose un sándwich, le oyó bajar la escalera, cruzar el vestíbulo sin detenerse y salir por la puerta.

Nunca antes había estado tan excitada y no sabía qué hacer. No era exactamente dolor, pero su piel era sensible al roce de la ropa. Sentía calor en todo el cuerpo.

¿Le serviría para algo una ducha de agua fría? Dadas las circunstancias antes de que Jordan llegara, no lo creía. Después de lo que casi había pasado, seguramente se excitaría cada vez que entrara en el baño.

Trató de ver la televisión, pero no había nada que le apeteciera. Tomó un par de revistas, pero volvió a dejarlas en su sitio. Buscó en las estanterías un libro para leer, pero nada llamó su atención.

Finalmente, se dio por vencida y se fue a la cama. Se quedó despierta horas, preguntándose adónde habría ido Jake. Antes de encontrarla en la bañera, ¿tendría ya pensado ir a la ciudad?

Todavía no sabía por qué Jordan se había quedado con Heather. Jake y ella apenas habían hablado.

Hundió la cabeza en la almohada y gruñó.

¿Habría acudido a otra mujer para satisfacer sus necesidades? Aquella idea la deprimía.

Finalmente, Ashley se quedó dormida y sus sueños estuvieron llenos de imágenes de Jake.

Jake condujo hasta la ciudad como si todos los demonios se hubieran apoderado de él. Sabía que había sido un cobarde por no haber hablado con Ashley antes de irse sobre lo que había pasado. ¿Qué podría haberle dicho? Su propósito de dejarla en paz se había desvanecido al verla dormida en la bañera. ¿Debería confesarle lo mucho que la amaba?

Cuando llegó al bar Mustang, Jake todavía no tenía respuestas, sino más preguntas. Al entrar, la mayoría de sus compañeros de póquer estaban allí, comiendo hamburguesas. Le hizo una señal a la camarera para que le llevara lo mismo y se sentó con ellos.

—Hola —dijo al grupo.

Kent y Lew, los otros ganaderos, se miraron entre ellos.

—¿Quién se ha muerto? —preguntó Kent.

La camarera llevó su cerveza y se bebió un tercio de un trago.

—Que yo sepa, nadie. ¿A qué viene esa pregunta? —respondió Jake una vez la camarera se fue.

Tom, el banquero, se rió.

—Parece como si hubieras perdido a tu único amigo, lo que no es posible porque estamos todos aquí —dijo Tom y los demás se rieron.

—Es sólo que estoy cansado. He montado a caballo durante todo el día y dejadme que os diga que prefiero la camioneta. Es mucho más cómoda.

Lew asintió.

—Estoy de acuerdo contigo. Por eso contrato a hombres para que hagan ese tipo de cosas por mí.

Jake les explicó por qué había estado recorriendo el rancho y, antes de terminar de cenar, la conversación había cambiado de tema.

Se fueron al cuarto de atrás y se sentaron alrededor de la mesa. Tom lo miró por encima de sus gafas.

—Espero que estés preparado para perder porque pienso recuperar mi dinero esta noche.

—No tengo inconveniente en que lo intentes —dijo Jake forzando una sonrisa.

Siguió pensando en Ashley y en lo que casi había ocurrido. No podía sacarse de la cabeza su imagen en la ducha junto a él.

—Es tu turno, Crenshaw —dijo alguien.

Mientras avanzaba la noche, su concentración fue disminuyendo. No le interesaba la partida ni las apuestas.

—He estado pensando en lo que te dijo el sheriff —dijo Lew—. Podía ser peor. En vez de robar coches, podían estar robando ganado.

—Yo no tendría problemas porque los animales que crío son difíciles de transportar, pero no puedo decir lo mismo de vuestras ovejas y cabras —dijo Kent, que criaba toros.

—Bueno, caballeros —dijo Tom—. Mientras habéis estado discutiendo sobre vuestro ganado, acabo de ganar la partida. ¿0 es que acaso nadie se ha dado cuenta?

—Maldita sea, McCain, no he dejado de prestar atención, pero aun así, he vuelto a perder —dijo Curtis, el abogado.

Jake bostezó y dejó sus cartas sobre la mesa.

—Chicos, me voy a casa. Estoy agotado y os las habéis arreglado para desplumarme. Hasta la semana que viene.

Una vez en casa, Jake se detuvo junto a la puerta de Ashley y se quedó allí un rato antes de irse a la cama.

Durante la semana siguiente, Jake trató de estar ocupado todo el tiempo posible. Heather y él habían caído en una rutina desde que la pequeña llegara. Solía quedarse con él por las mañanas mientras repasaba con Ken lo que había que hacer cada día y, a veces, supervisaba el trabajo.

A mediodía, regresaba a casa donde April les esperaba con la comida lista.

April se había ofrecido a vigilar a la pequeña durante la siesta, lo que le permitiría ocuparse de algunas cosas sin tener que estar pendiente de ella. April lo llamaría al teléfono móvil tan pronto como se despertara y él acudiría a recogerla para estar con ella hasta que Ashley llegara a casa.

Le había preguntado a la madre de Jordan si podía cuidar a Heather un par de tardes de esa semana mientras iba a recoger a las dos candidatas que consideraba adecuadas para cuidar a la niña.

No quería que Heather las conociera hasta que él no las hubiera evaluado en su entorno.

La primera candidata hablaba con entusiasmo de todo cuanto veía: la hacienda, los establos, los caballos,. . Hablaba tanto que estaba seguro de que le volvería loco en menos de una semana.

La segunda, Charlotte James, parecía perfecta. Era una mujer tranquila, lo que le vendría bien a Heather. Cuando regresó con ella a la ciudad, ajustaron el sueldo y acordaron un período de prueba de tres días para comprobar que a Heather le gustaba y asegurarse de que a la señora James le gustaba vivir lejos de San Antonio. Le dijo además que estaba dispuesta a empezar la semana siguiente, lo que a él le pareció bien.

Ahora que había encontrado a alguien, podía descansar. De todas formas, Jake sabía que Heather no se mostraría demasiado entusiasmada con la llegada de Charlotte si eso significaba que Ashley no iría a verla todos los días. Lo había dejado claro de muchas formas.

Heather se mostraba contenta de pasar el día con él, bien fuera dando una vuelta por el rancho, revisando la contabilidad o haciendo recados.

Pero por la tarde, era otra historia. Ashley había trabajado hasta tarde dos días de aquella semana y Heather había empezado a preguntar por ella nada más ponerse el sol.

¿Cómo se había complicado su vida en tan poco tiempo? Si Jordan no hubiera aparecido aquel día, habrían hecho el amor. Desde entonces, había pasado las tardes lejos del rancho, dejando a Heather disfrutar de la compañía de Ashley sin su presencia.

Ashley no había hecho ningún comentario sobre lo que había pasado. Quería haberse disculpado, pero ella parecía estar evitándolo también y nunca lograba estar a solas con ella.

Aquello no debía haber pasado y ambos lo sabían. Hacía tiempo que se había olvidado de la chiquilla que una vez había conocido. La imagen de Ashley en la bañera y en la ducha, le habían hecho olvidar recuerdos anteriores. La idea de un nuevo matrimonio le hacía sudar. No se consideraba preparado para afrontar otro fracaso. Aun así, estaba empezando a pensar que no tenía ninguna opción si lo que pretendía era protegerla.

Cuando llegó el viernes, se alegró de tener un sitio concreto al que ir, en lugar de seguir conduciendo por carreteras secundarias escuchando música hasta que regresaba a casa.

Aquella noche jugó mejor y cuando terminaron, iba ganando.

Era medianoche cuando llegó a casa. Entró en la habitación de Heather y le estiró las sábanas.

Después, se dio una ducha. No estaba lo suficientemente cansado como para dormirse enseguida, así que en lugar de meterse en la cama, decidió ir a la nevera a buscar algo que comer. Quizá viera algo de televisión hasta que le diera sueño. Había pasado demasiadas noches en blanco como para pasar una más.

Ashley se despertó, creyendo haber oído un ruido. Se preguntó si Heather habría tenido alguna pesadilla. No se molestó en encender la luz camino a la habitación de Heather.

La pequeña dormía plácidamente. Ashley sonrió. La iba a echar de menos cuando volviera a su apartamento.

Jake había mencionado, durante una de las breves conversaciones que había tenido con él esa semana, que había encontrado a alguien para cuidar a Heather. El lunes comenzaría a trabajar. Había sido una manera sutil de decirle que se tendría que ir pronto.

La tensión entre ellos había ido en aumento durante la última semana. Eran como dos imanes que se repelían cada vez que estaban cerca.

En lo que a ella concernía, el daño estaba hecho. Ahora, ya no tenía que imaginar cómo sería Jake desnudo. Sus sueños eran más eróticos y explícitos. En consecuencia, su calidad de sueño había empeorado.

Una vez de vuelta a su habitación, se dio cuenta de que estaba completamente despierta y decidió bajar por un vaso de leche con la esperanza de que la ayudara a volver a dormirse.

Al entrar en la cocina a oscuras, se dio cuenta de que acababa de oír algo. Jake, que estaba delante de la nevera abierta, debía de haber hecho el ruido. Lo único que llevaba puesto era unos vaqueros caídos de cintura.

Sintiendo que no estaba solo, Jake se dio la vuelta y la vio. Cerró la puerta de la nevera y la única iluminación era la de fuera de la casa.

—He venido por un vaso de leche —dijo ella en apenas un susurro.

Él se quedó allí en silencio sin moverse.

¿Podía ser aquella situación todavía más extraña? Le había dejado claro a lo largo de toda la semana que no tenía ninguna intención de terminar lo que habían empezado la semana pasada en la ducha. De hecho, él se comportaba como si nada hubiera ocurrido, lo que era muestra de lo poco que le interesaba.

Ashley decidió irse. Ya no quería el vaso de leche. Lo que deseaba era desaparecer y ser llevada como por arte de magia hasta la cama. Por la mañana, pensaría que todo aquello no había sido más que un sueño, un mal sueño.

Ashley se obligó a dar un paso atrás, pero no pudo moverse al ver que él se acercaba. Jake cruzó la cocina en silencio y se detuvo frente a ella. Luego la atrajo hacia sí, la abrazó y hundió el rostro en su cabello.

Ashley apoyó la cabeza en su pecho y pudo sentir su corazón acelerado. Lo rodeó por la cintura y acarició su espalda. Él se estremeció y la estrechó aún más, haciéndole sentir su erección.

—Ashley —murmuró como si sintiera dolor.

Ella lo abrazó con fuerza.

—Sí —dijo cuando él levantó el rostro.

Ambos sabían lo que ella quería decir y aquella palabra parecía haberlo liberado de sus sentimientos reprimidos.

Él la tomó entre sus brazos y se dirigió hacia el salón atravesando el vestíbulo. Suavemente, la depositó en el sofá, se bajó los vaqueros y se arrodilló entre sus muslos.

Su corto camisón no supuso obstáculo para que Jake se lo levantara hasta la cintura. Después, se quedó mirándola, pero Ashley no pudo ver la expresión de su cara porque no había suficiente luz. Ella alargó los brazos y tiró de él para besarlo.

Jake la acarició hasta la base de sus curvas. Luego, jugueteó con la lengua en su pezón mientras con los dedos hallaba la humedad entre sus piernas.

Ashley explotó en un orgasmo, arqueándose hacia él mientras continuaba rodeándolo con las piernas y los brazos. Su respiración era pesada, mientras le daba tiernos besos en las mejillas, el mentón y las orejas, hasta llegar a su boca. Después, la penetró y se quedó quieto.

—Eres muy menuda —dijo—. No quiero hacerte daño.

—Si paras ahora, el que se hará daño serás tú —rugió ella.

—No podría detenerme ahora, ni aunque un tren estuviera a punto de arrollarme —dijo y de acuerdo a sus palabras, la penetró más profundamente.

Ashley trató de no moverse, pero tuvo que ajustarse a su tamaño. Era muy grande y además, ella no tenía experiencia en aquellos asuntos.

Jake se relajó y comenzó a separarse, pero ella lo atrajo hacia sí con brazos y piernas, sintiéndolo en su interior. Aquélla era la sensación que se había perdido en la ducha.

De pronto, él se dio cuenta de que era virgen, pero no se detuvo.

Jake la besó. Su lengua se movía al ritmo de sus embestidas. Ashley apretó su cuerpo contra el suyo al alcanzar de nuevo el clímax. El gimió y se dejó caer sobre ella. Tenía la piel húmeda por todo el cuerpo. Ashley recorrió su espalda lentamente con las manos, disfrutando del placer de explorarlo a su antojo.

Poco a poco, ella dejó caer las piernas a los lados y se quedaron tumbados unos minutos antes de que él se retirara.

—¡No! —susurró ella, abrazándolo.

El se puso de pie y se subió los vaqueros. A continuación, la tomó en brazos y se la llevó hasta su habitación. Después de cerrar la puerta con el pie, la dejó en la cama y se metió en el cuarto de baño.

Al volver, le puso una toalla húmeda entre las piernas.

Debería haberse sentido avergonzada, pensó mientras observaba lo que él estaba haciendo. Pero nada de lo que hiciera Jake podía avergonzarla.

Cuando se metió en la cama con ella, la atrajo hacia sí. Ella acarició su pecho y sintió los latidos de su corazón. Después, deslizó la mano hacia abajo y comprobó que estaba duro como una piedra otra vez.

—¿Jake? —susurró.

—Duérmete, amor mío. No quiero que te duela más de lo que ya te duele.

Ashley se inclinó sobre Jake y lo besó de la manera más seductora que sabía. Pasó la pierna por encima de él y se colocó a horcajadas, quitándose el camisón por encima de la cabeza.

—Ashley. .

Pero ella no tenía ninguna intención de escucharlo. Torpemente, lo guió a su interior, suspirando de placer cuando él empujó sus caderas contra ella.

Sentía que tenía el control, mientras se movía sobre él, lo besaba y jugueteaba con su lengua sobre sus pezones, haciéndole gemir de placer.

Aunque Ashley quería mantener el ritmo lento, su respiración se agitó. Se estaba dejando llevar por aquellas nuevas y maravillosas sensaciones. De pronto, Jake la agarró por las caderas y comenzó a marcar un ritmo más rápido hasta que ambos explotaron, gimiendo al unísono de placer.

—Guau —dijo ella cuando consiguió articular palabra.

Él le acarició la espalda con los dedos.

Quería hablar con él de lo que había pasado y de cómo eso había cambiado su relación, pero se sentía tan relajada que su cabeza apenas podía pensar.

Se quedó dormida sobre él y no fue consciente de nada más hasta que se despertó en su propia cama al día siguiente. Al principio, se preguntó si todo había sido un sueño, hasta que se movió y descubrió que estaba dolorida, tal y como Jake había predicho.

Se desperezó y sonrió. No le importaba. Estaba quedándose dormida de nuevo cuando oyó unos suaves golpes en la puerta. ¿Sería Jake? Eso esperaba.

—Adelante —dijo.

Heather se asomó por la puerta.

—Buenos días, tesoro. Seguro que estás deseando desayunar, ¿verdad?

Heather negó con la cabeza.

—Papá me ha preparado el desayuno y me ha dicho que tenía algunas cosas importantes que hacer y que me quedara contigo hoy.

Ashley se incorporó y rápidamente se cubrió con la sábana el cuerpo desnudo.

—¿Te ha dicho cuánto tiempo estaría fuera?

—No, pero ha dejado una nota en la cocina.

Se le encogió el corazón. ¿Continuaría evitándola después de lo que había pasado la noche anterior?

No si podía evitarlo.

—¿Por qué no te vas a jugar a tu habitación mientras yo me ducho y me visto?

—Bien.

Quince minutos más tarde, Ashley fue a la cocina. Tal y como Heather le había dicho, había una nota en la encimera y la leyó.

Siento dejarte con Heather, pero tengo algunos asuntos de los que ocuparme y no creo que quiera venir conmigo. Si no quieres llevártela a la clínica, Jordan me ha dicho que puede quedarse con ella hasta que vuelvas a casa. Te veré esta noche y nos sentaremos a hablar de nuestra relación, Jake

—No eres muy romántico escribiendo notas —dijo Ashley en voz alta para sí misma.

—Con quién hablas, Ashley? —dijo Heather desde detrás de ella.

—¿Quieres quedarte con el tío Jordan mientras yo voy a trabajar?

—¿Por qué?

—¿Por qué tengo que ir a trabajar?

—¿Por qué no puedo ir a trabajar contigo?

«Voy a matar a ese hombre en cuanto lo vea».

—Voy a estar muy ocupada y no quiero que te aburras.

—¡Oh!

—Pero volveré a casa a tiempo de comer contigo y pasaremos juntas la tarde. Será divertido.

Heather sonrió.

—Está bien.

Después de desayunar, Ashley salió con Heather en busca de Jordan. Era fácil dar con él porque solía estar con los caballos. De hecho, lo encontró en los establos.

—Hola, Jordan —dijo Ashley tan pronto como lo vio—. ¿Puedes ocuparte de una joven visita esta mañana?

Estaba limpiando uno de los caballos y se dio la vuelta al oírla.

—Por supuesto. Hola, Heather, tengo pensadas muchas cosas para que hagamos hoy —dijo y guiñándole un ojo a Ashley, añadió—: No trabajes demasiado. Estaremos aquí cuando vuelvas.

Todavía enfadada con Jake, Ashley se fue a la ciudad. La noche anterior había sido la noche más mágica de su vida y pensaba que para él también lo había sido.

Así que Jake quería hablar de su relación, ¿no? Bien, pues ella también tenía algunas cosas que decir, empezando por la costumbre de desaparecer después de hacer el amor.

Por suerte, la señora James estaría allí el lunes y ella podría seguir con su vida sin aquel hombre tan testarudo.