Capítulo 2

Jake la observó unos minutos antes de sacudir la cabeza, disgustado.

—Muy divertido, Tiffany. ¿Acaso necesitas que te diga que no tuvimos hijos? Si no recuerdo mal, cuando nos casamos me dijiste que no querías tener hijos porque estropearían tu figura —dijo y dio un trago a su cerveza, tratando de controlar su temperamento—. ¿A qué te crees que estás jugando?

Hace años que no te veo. ¿O es que has decidido que sería más fácil conmigo que con el padre de esa niña? Lo siento, pero no voy a pagar la manutención de esa niña, Tiffany. Quiero que subas, tomes a tu hija y salgas de mi casa.

No era culpa de aquella criatura que su madre no tuviera integridad, se dijo. No podía evitar sentir lástima por la niña, dadas las circunstancias.

Se llevó la botella a la frente para sentir frescor. Lo que necesitaba en aquel momento era salir de allí. Si se quedaba más tiempo en la misma habitación que Tiffany, se olvidaría de que su madre le había enseñado a comportarse como un caballero.

Sin decir palabra, salió al patio y se sentó en una de las mesas a contemplar la oscuridad de la noche. La luna estaba alta e iluminaba las colinas que rodeaban la casa. La contemplación del paisaje solía tener un efecto tranquilizador en él y esperaba que esa vez también fuera así.

No había razón para dejar que lo irritara tanto. Seguramente, su plan había sido molestarlo, a la espera de ver cómo reaccionaría. Bien, pues ya lo había visto.

La puerta se abrió tras él. Giró la cabeza y vio salir a Tiffany con las manos vacías. Tensó la mandíbula al verla acercarse hasta la mesa donde estaba. Se sentó frente a él y su cara quedó iluminada por la luz de la cocina.

Esperó a que ella hablara, pero al ver que no lo hacía, decidió tomar la palabra.

—¿No te olvidas algo? Quiero que tu hija y tú os vayáis de aquí. Ahora.

Tiffany levantó la barbilla y se quedó mirándolo fijamente. Parecía dispuesta a discutir con él si no se salía con la suya. Podía patalear todo lo que quisiera, pero no funcionaría. No estaba dispuesto a hacerse cargo de la niña como si fuera suya.

—¿Recuerdas la noche antes de que me fuera?

—¿Te refieres a la noche que te metiste en mi cama después de que me durmiera? —preguntó él.

Ella sonrió y asintió.

—Quería demostrarte que aunque me negaras otras cosas, nunca me negarías el sexo.

—Lo dejaste claro. Hacer el amor era lo único que te parecía bien. ¿Y qué?

—Yo estaba demasiado enfadada aquella noche y tú estabas medio dormido y no usamos protección. Imagínate mi sorpresa cuando descubrí que estaba embarazada —dijo bajando la mirada a sus manos cruzadas sobre la mesa—. La Madre Naturaleza me gastó una broma —su voz se entrecortó antes de acabar de hablar.

—¿Se supone que tengo que creerme eso?

Ella levantó la mirada y se encontró con la suya.

—No me importa lo que creas. Nació nueve meses después de aquella noche. Haz el cálculo.

—Dudo mucho que fuera el único hombre con el que te acostabas por aquella época.

—A pesar de lo que quieras creer, tu nombre figura en el certificado de nacimiento de Heather.

Si tienes alguna duda, hazte las pruebas.

Jake tragó saliva, recordando aquella noche. Le había hecho el amor hasta que los dos acabaron agotados. Tenía razón, no habían usado protección. La sorpresa habría sido que no se quedara embarazada.

—Si sabías que estabas embarazada el día del juicio, ¿por qué no lo dijiste en el juzgado?

Ella parecía irritada e impaciente.

—Porque no prestaba atención a mis ciclos durante aquella época horrible. Estaba tan disgustada que pensé que se debía a la tensión. Antes de descubrir la verdad, ya estábamos divorciados.

Aquello seguía sin justificar por qué no se lo había dicho. Conociendo a Tiffany, tan pronto como lo hubiera averiguado, habría puesto el grito en el cielo.

—¿Por qué no me lo dijiste cuando lo supiste?

—Porque no quería tener nada más que ver contigo. Decidí criar a la niña yo sola. Habías sido tan odioso durante el divorcio que decidí que no te merecías saber que ibas a ser padre.

—Así que decidiste ocultarlo para castigarme, ¿no es así?

—¡Sí!

Si lo que decía era cierto, entonces él era el padre de aquella niña. Se le hizo un nudo en el estómago y comenzó a tener un sudor frío. Hacía más de tres años que tenía una hija a la que no conocía. —¿Por qué me lo dices ahora? ¿Acaso piensas que ya he sufrido bastante castigo? Me has ocultado su existencia durante todos estos años, Tiffany, incluyendo el embarazo. ¿Te importaría explicarme por qué después de tanto tiempo, la has traído aquí esta noche?

Parecía no saber qué contestar. Era divertido verla tan incómoda. Ella apartó la mirada y se mordió el labio inferior.

—Al poco de nacer Heather, mi agenda estaba tan llena que mi abuela se ofreció a cuidarla, lo que era perfecto para todos. Así ella estaba entretenida y yo podía estar con Heather siempre que me fuera posible sin alterar sus horarios —hizo una pausa y se frotó la frente, como si le doliera la cabeza—. El caso es que mi abuela tuvo un infarto hace dos semanas y ahora está postrada en la cama.

No podrá seguir cuidando de Heather.

—Ya estás cansada de criar a una hija tú sola, ¿no? —dijo Jake arqueando una ceja—. ¿O acaso me equivoco? Sin alguien que se ocupe de cuidarla, no sabes qué hacer con ella, ¿verdad?

—No, no es así. Algunas cosas han cambiado en mi vida, para que lo sepas. Ed me quiere y me respeta, algo que tú nunca hiciste. Quiere casarse conmigo. Habíamos hecho planes: íbamos a casarnos en Las Vegas e ir de luna de miel a Hawai. Luego visitaríamos Japón y Australia. Todo habría salido a la perfección si mi abuela no hubiera sufrido un infarto. No podía haber elegido un momento peor.

Jake se quedó mirándola asombrado. A aquella mujer sólo le preocupaba ella misma. La enfermedad de su abuela no era para ella más que un inconveniente.

—Aclárame una cosa. ¿Pensabas estar fuera meses y dejar a Heather a cargo de tu abuela?

—Habría estado en buenas manos. Se llevan muy bien. Además, ya he hecho otros viajes antes.

—Has tenido que verte desesperada para romper tu silencio y acudir a mí.

Tiffany se pasó la mano por su pelo impecablemente peinado. Otra señal de que aquel encuentro no estaba saliendo como ella había planeado. ¿Qué habría pensado que haría al verla? ¿Recibirla a ella y a la niña con los brazos abiertos? ¿Mostrarse emocionado al descubrir que era padre después de que ella se lo hubiera ocultado? Si así era, entonces era más superficial de lo que parecía.

—Creí que lo tenía todo organizado —dijo bajando la voz—. Le dije a Ed que tendríamos que llevarnos a Heather con nosotros.

Jake bajó la cabeza para ocultar su sonrisa.

—No sé por qué, pero me imagino que no le entusiasmó la idea —dijo mirándola—. La mayoría de los hombres confían en estar a solas con su esposa nada más casarse.

—Pensé que se había hecho a la idea, aunque desde luego ir de luna de miel con una niña de tres años no es algo normal.

—¿No puede tu madre ocuparse de ella?

—Ese es otro problema. Heather no soporta a mamá.

Otra prueba de que la niña era suya. Admiraba el gusto de Heather. La madre de Tiffany era una versión de su hija, pero con más edad. Era una pena que no se hubiera dado cuenta antes. Si lo hubiera hecho, nada de aquello estaría pasando.

Por otro lado, si la señora Rogers y su nieta se hubieran llevado bien, él nunca habría sabido nada de Heather. Era curioso lo divertida que podía resultar la vida.

—Salimos de Dallas esta mañana —continuó Tiffany—. Pensé que todo iba bien. Ed nunca dijo nada hasta que salimos a la carretera. Entonces, me dijo que no quería criar a la hija de otro. Cuando me propuso matrimonio, no esperaba convertirse en un padre. Me aseguró que la niña podría venir a visitarnos de vez en cuando, pero que no la quería tener siempre cerca.

Tiffany parecía haberse quedado sin fuerzas y estaba allí sentada, mirándolo.

—¿Y todavía piensas casarte con él? —preguntó Jake en tono neutral.

—Por favor, entiéndelo, Jake —dijo con lágrimas en los ojos—. Lo quiero, lo quiero de veras. Es un hombre maduro. Hace años que lo conocía, pero nunca pensé que pudiera interesarse por mí. Cuando lo hizo, creí que no sería ningún problema para él aceptar a Heather. La conocía y pensé que la quería tanto como yo —dijo sacando un pañuelo del bolso y secándose los ojos—. Cuando se enteró de que no pensaba dejarla en Dallas, lo preparó todo para que Heather se quedara con una niñera en Las Vegas mientras nosotros estábamos de viaje. Me quedé horrorizada. Me dejó claro que no quería que Heather viniera con nosotros, pero yo no quería que la niña se quedara con una extraña en Las Vegas.

No sabía qué hacer.

Jake no sabía qué decir. Si todavía pretendía casarse con aquella comadreja, era que se merecían el uno al otro.

—Fue entonces cuando me acordé de ti —continuó ella y suspiró—. Me acordé de que siempre habías querido tener hijos, así que decidí perdonarte por haber sido tan cruel conmigo. Pensé que Heather estaría mejor con alguien de su misma sangre durante unos meses que con una extraña en Las Vegas.

Quizá fuera cierto que la niña estaría mejor con él si aquélla era la manera en que la trataban.

—Tienes que entender algo antes de que sigamos hablando —dijo él y se recostó en el asiento—.

Si dejas a esta niña conmigo después de no haber tenido la decencia de hablarme de ella hasta esta noche, no voy a permitir que la uses como moneda de cambio entre nosotros sólo porque a ti te convenga.

Ella lo miró con el ceño fruncido.

—No sé lo que quieres decir, Jake. Es tu hija después de todo. Podemos llegar a un acuerdo para que pase temporadas con cada uno de nosotros. Así nos conocerá a ambos. Admito que he cometido un error ocultándote su existencia. La niña tiene derecho a conocer a su padre.

—La tratas como si fuera un juguete del que te hubieras cansado —dijo él cruzándose de brazos

—. Así que deja que sea claro. Si esta noche te vas sin ella o si la dejas en Las Vegas, haré todo lo que haga falta para que pierdas su custodia. Sólo la verás cuando yo estime que la niña pueda entender la situación.

Ella se quedó mirándolo como si le acabara de dar una bofetada.

—¿La apartarías de mi lado? —preguntó horrorizada y comenzó a sollozar—. Debería habérmelo pensado dos veces antes de traerla. Tenía que haber seguido mi intuición y haberte dejado fuera de nuestras vidas. Sabía que serías odioso. ¡Lo sabía!

Él se puso de pie.

—Vamos, te acompañaré hasta el coche.

—¡No! No puedo llevarla con nosotros. Sólo quiero lo mejor para ella —dijo y las lágrimas continuaron derramándose por sus mejillas mientras retorcía el pañuelo entre sus manos—. Es todo tan duro, Jake. No sé cómo tratarla, no me hace caso. El otro día sacó mi estuche de maquillaje del bolso y se pintó toda la cara. ¡Lo hizo sólo para enojarme! He intentado hacerlo lo mejor posible, pero no sé cómo criarla.

—Y crees que yo sí.

—Al menos sabré que está con parte de su familia. No creo que te resulte difícil, siempre se te han dado bien los niños. Es lo mejor para Heather. Encontrarás a alguien en el rancho que la cuide cuando tú no puedas hacerlo.

—¿A la una de la madrugada? —dijo Jake señalando su reloj—. Lo dudo.

Tiffany parecía haber retomado el control de sus emociones.

—Estoy segura de que estará bien durante un par de días, en lo que encuentras a alguien que se ocupe de ella —dijo Tiffany y miró a su alrededor como si deseara estar en cualquier otro lugar—. No me había dado cuenta de que fuera tan tarde. Ed y su chófer han sido muy pacientes al esperar durante horas a que llegaras a casa —añadió esbozando una media sonrisa.

—Hablo en serio, Tiffany. No voy a permitir que esta niña esté cada día en un sitio según a ti te convenga.

—Lo sé, Jake. La quiero mucho, pero no estoy preparada para todo esto de la maternidad.

Cuando descubrí que estaba embarazada, me horroricé. No sabía qué hacer. Mi abuela me convenció para que la tuviera, me prometió que la cuidaría y no me arrepiento. Es sólo que. . —se detuvo como si buscara las palabras—. Siempre he intentado tener paciencia, pero me ha resultado imposible. Mis nervios no pueden soportarlo un día más.

Bajó la mirada y lentamente se giró. El no dijo nada más mientras ella se alejaba del patio.

Estaba a punto de desaparecer tras la esquina, cuando se detuvo.

—Casi lo olvido, Jake. He traído todos los papeles que necesitas tener: el certificado de nacimiento, el listado de vacunas y ese tipo de cosas. Ya las tenía guardadas en el equipaje pensando en que lo necesitaría para viajar con nosotros al extranjero. También he traído su ropa y algunas otras cosas que le son familiares y que espero la ayuden a adaptarse. Adiós, Jake. Cuídala bien.

Jake se quedó allí plantado en el patio sin moverse. Estaba aturdido por todo lo que había pasado aquella noche. A los pocos minutos escuchó el sonido del motor de un coche y vio las luces alejarse por el camino.

El silencio de la noche regresó. Ahora que se había ido, necesitaba asimilar lo que había pasado.

Si Tiffany decía la verdad, tenía una hija. Una hija que había descubierto tener después de haber aceptado la idea de que nunca tendría una familia propia. Aquélla era la parte buena de la noticia. Pero la mala era que aquella niña se despertaría por la mañana en un entorno desconocido sin un rostro familiar que la tranquilizara. Tenía una hija que, al menos de momento, sentiría miedo de él.

Jake se frotó la nuca y agarró la botella vacía. Se dirigió a la cocina y dejó la botella en un contenedor de reciclaje tratando de asumir la idea de su recién descubierta paternidad.

Había un sobre grande sobre la encimera que no había visto antes. Se sentó en el taburete y lo abrió. Lo primero que sacó fue el certificado de nacimiento. Su nombre completo era Heather Anne Crenshaw y había nacido el veintiocho de septiembre, lo que significaba que en poco más de seis semanas cumpliría cuatro años. Él figuraba como su padre. Se quedó mirando fijamente el documento hasta que se volvió borroso. No había estado en el nacimiento ni la había visto aprender a caminar ni a decir sus primeras palabras. Se había perdido muchos detalles de su vida.

Jake se quitó el sombrero, lo dejó colgado junto a la puerta y subió a su habitación. Se sentó en la cama, se quitó las botas y fue descalzo hasta la habitación donde Heather dormía. Había cambiado de postura, pero seguía abrazada al peluche. Reparó en que había otros muñecos al pie de la cama.

Abrió el armario y los cajones. Sí, Tiffany le había llevado muchas cosas.

¿Qué se suponía que debía hacer? Al día siguiente, aquella dulce niña se despertaría y encontraría nuevas personas en un ambiente desconocido. Tendría miedo. Tendría que vestirse, comer y. .

Se quedó de piedra. Con tres hermanos, su única experiencia con chicas había sido ver crecer a Ashley. Ella sabría entender lo que Heather necesitaba. ¿Estaría dispuesta a ayudarlo durante unos días? No la había visto en los últimos años, desde que se fuera a la Universidad, pero hubo un tiempo en que habían sido grandes amigos.

Necesitaba a alguien de confianza en aquellos momentos. ¿Le ayudaría Ashley? Era veterinaria, lo que era casi lo mismo que ser médico. Además, era mujer, ella sabría qué hacer con una niña pequeña. En aquel momento no tenía otra opción. Estaba desesperado. Seguramente estaría dispuesta a hacer lo que hiciera falta por aquella niña.

Jake regresó a su dormitorio, buscó su número de teléfono y la llamó.