Capítulo 12

Ashley y Heather estaban pintando en uno de los cuadernos de la niña, cuando Jake llegó a las cuatro.

—Hola, papá. Mira lo que estoy pintando —dijo Heather a modo de saludo y le enseñó su dibujo.

Ashley había hecho lo que había podido para sobrellevar el día, pero al verlo, todas las emociones volvieron a resurgir.

—¡Qué dibujo tan bonito! Nunca había visto un coyote verde. Apuesto a que son muy raros de ver

—dijo Jake a la niña, sin mirar a Ashley.

—Sí y ¿sabes qué? El tío Jordan y yo hemos estado en un sitio en el que había toda clase de juegos. Luego me ha llevado a un sitio con mucho ruido y hemos comido una hamburguesa y. .

—Cariño. Habla despacio —dijo Jake sonriendo mientras la abrazaba—. Me alegro de que lo hayas pasado bien. Seguro que nada más llegar, te fuiste a dormir la siesta.

—Sí, Ashley durmió conmigo —respondió la niña, asintiendo con la cabeza—. Decía que tenía mucho sueño.

Jake miró de reojo a Ashley, que estaba sentada a la mesa con los brazos cruzados.

—Así que ahora estás más despierta y descansada.

—Sí y ¿sabes qué? He ganado un enorme perro en uno de los juegos.

—¿Un perro? ¿Qué clase de perro?

—Espera aquí y te lo enseñaré —dijo la pequeña y salió de la cocina.

Jake abrió la nevera y se sirvió un vaso de té helado.

—¿Quieres? —preguntó sujetando la jarra.

—No, gracias.

Jake se sentó frente a ella a la mesa.

—¿Qué clase de perro ha traído a casa?

Ella lo miró y casi rompió a reír al ver la aprensión en su cara.

—No te preocupes. Es un peluche.

—Es un alivio —dijo y dio un sorbo de té antes de seguir—. ¿Has dormido bien? —preguntó mirándola a los ojos.

—Probablemente, por eso no recuerdo cuándo volví a mi cama.

Él se sonrojó y miró su vaso.

—No me pareció buena idea que Heather nos pillara juntos.

—Estoy de acuerdo.

Se hizo un tenso silencio entre ellos. A Ashley no se le ocurría nada que decir que no tuviera que ver con el hecho de que se fuera esa mañana. La tensión entre ellos era tan intensa que se podía cortar con un cuchillo.

—Pensé que hablaríamos de estas cosas después de que Heather se fuera a la cama —dijo él por fin.

—Me parece bien.

Ashley sabía que ese momento llegaría en breve. Después de todo, Charlotte llegaría al día siguiente. Necesitaba recoger sus cosas e irse a casa, pero no antes de haber oído a Jake disculparse por lo que había pasado la noche anterior.

Realmente, no quería oírlo.

Heather regresó a la cocina, sujetando un enorme animal de peluche.

—Aquí está. ¿A que es bonito? Le he puesto de nombre Ralph.

—¿Ralph? —repitió Jake—. ¿Por qué Ralph?

—Porque me gusta ese nombre.

—Entonces, se llamará Ralph —dijo Jake estudiando el muñeco durante unos segundos—. Es muy grande.

Ashley lo observó hablar con su hija, sonriendo a sus historias y disfrutando de su compañía.

Había muchas cosas que le gustaban de Jake y eso le producía un gran dolor. ¿Por qué se había tenido que enamorar de aquel hombre? Bueno, ya sabía cuando accedió a quedarse allí que estar cerca de él podría causarle más daño. Lo cierto era que hacer el amor había sido una especie de cura. Cuando se fuera, lo recordaría haciéndole el amor, tierna y delicadamente. Esos recuerdos sustituirían los que tenía de su juventud.

Mientras esperaba, se preparó para ser rechazada una vez más.

Una vez Heather se metió en la cama, Jake le propuso sentarse en el patio. A Ashley no le importó porque allí fuera estaba más oscuro. Lo prefería a estar en el salón.

Se llevaron la jarra de té helado y un par de vasos y se sentaron a la mesa de cristal.

Ashley esperó a que él hablara. Sus primeras palabras la sorprendieron.

—¿Estás enfadada, verdad?

Ella frunció el ceño.

—¿Por qué lo preguntas?

—Hace mucho que nos conocemos y sé reconocer tus cambios de humor. ¿Quieres que hablemos de ello?

Ella respiró hondo.

—Está bien —dijo después de hacer una larga pausa. Era una manera como otra cualquiera de comenzar una conversación—. En las dos ocasiones en que hemos hecho el amor, has desaparecido.

Puedo entender que tuvieras que irte a tu partida de póquer de los viernes, así que esperé a tener ocasión de hablar contigo. Pero me has evitado toda la semana. Hasta anoche. Me desperté esta mañana y te habías ido. Creo que lo que me molesta es que puedas ser tan cariñoso un minuto y al siguiente desaparezcas. Lo de anoche fue la experiencia más maravillosa de mi vida y pensé que habíamos dado un nuevo avance en nuestra relación. Al parecer, estaba equivocada.

—Me fui antes de que te despertaras porque quería regresar cuanto antes —dijo y sacó algo del bolsillo que le mostró—. He volado a Dallas esta mañana para comprarte esto.

Ashley se quedó atónita mirando el anillo. ¿Era así como pretendía agradecerle su ayuda con Heather?

—El anillo es precioso, Jake, pero no es necesario. He disfrutado cuidando a Heather y no hay razón para que. .

—Creo que no me has entendido —dijo él. Parecía nervioso—. Este anillo es la manera de pedirte que te cases conmigo.

—No entiendo. Siempre has dejado bien claro a todos que nunca volverías a casarte.

La sorpresa del anillo y de su proposición de matrimonio la tenían confundida. ¿Qué estaba pasando allí? ¿Jake Crenshaw le estaba proponiendo matrimonio? ¿Acaso no había soñado con aquel momento durante años?

Ella se quedó mirándolo tratando de adivinar sus pensamientos.

—¿Por qué?

El parpadeó, evidentemente sorprendido por su inesperada pregunta.

—¿Que por qué quiero casarme contigo? —repitió él, como si no hubiera entendido la pregunta.

—Sí.

—¿Por qué se propone matrimonio, Ashley? Pensé que eso era lo que querías.

—Generalmente, ese tipo de propuestas se hacen cuando hay amor de por medio.

El parecía ofendido.

—Claro que te quiero y tú dijiste que me querías. Pensé que. .

—¿Tiene algo que ver con lo que ocurrió anoche?

El bajó la mirada.

—Claro que tiene que ver. Pero también está Heather. Necesita una madre y ya que te llevas tan bien con ella, pensé que esto podría funcionar para todos nosotros.

—Entiendo.

Buscaba alguien por interés, dado que no podía tener a Tiffany. Sus sentimientos no eran profundos, así que si lo rechazaba no le haría daño.

En aquel momento, estaba demasiado confusa para tomar una decisión. Había una guerra entre su cabeza y su corazón. Su cabeza no hacía más que recordarle lo que podría ocurrirle si aceptaba aquel matrimonio de conveniencia. Lo amaba y él la había querido de niña.

—Has sido una buena chica, así que te ofrezco lo que tu corazón tanto ha deseado y me casaré contigo —le escuchaba decir en su cabeza.

Pero su corazón le decía que si aceptaba, al menos así estaría con Heather y con él. Tendría la familia que siempre había deseado.

¿Merecía la pena el precio que tenía que pagar?

—¿Ashley? ¿Te has dormido? —preguntó medio en serio, medio preocupado.

—No, Jake, estoy despierta —dijo apoyando los brazos en la mesa—. El motivo de esta proposición de matrimonio es que hicimos el amor anoche, ¿verdad?

—Quizá anoche las cosas se precipitaron —dijo curvando los labios—. Digamos que siento que hayamos celebrado la noche de bodas antes de la proposición de matrimonio —añadió y se encogió de hombros—. Creo que está claro que no puedo controlarme.

—Dime una cosa, Jake.

—¿Qué?

—¿Propones matrimonio a todas las mujeres con las que te acuestas?

El se quedó mirándola como si acabara de abofetearlo.

—¿Qué clase de pregunta es ésa?

—Una que deberías detenerte a pensar. Dices que no puedes controlar tus reacciones en lo que a mí se refiere y ésa es tu manera de tener sexo sin sentirte culpable. Bueno, gracias por la oferta —

dijo sintiendo que el corazón se le rompía en pedazos—. Pero creo que la dejaré correr.

Seguramente, nadie lo había rechazado anteriormente. Ashley luchó por controlar las lágrimas.

Lo último que deseaba era que se diera cuenta de lo desolada que se sentía por culpa de su proposición. Y también de lo irónico de la situación. Durante toda su juventud había soñado con que le hiciera aquella proposición y ahora que se la había hecho, la había rechazado.

—Entonces, ¿de qué iba lo de anoche, Ashley? ¿Acaso querías pasar un buen rato y decidiste probar conmigo? ¿Es eso todo lo que fue para ti?

—No, claro que no. Pero no creo que lo que pasó anoche sea la razón por la que debiéramos casarnos —dijo devolviéndole el anillo.

Él se puso de pie.

—Siento que te haya ofendido tanto mi proposición de matrimonio —dijo y regresó al interior antes de cerrar la puerta tras él.

Tenía que irse o acabaría haciendo el ridículo. Como era habitual en el rancho, había dejado las llaves puestas en su camioneta, así que decidió irse a casa de su padre.

Al verla entrar, Ken la miró y después de cerrar la puerta, la abrazó.

—Papá, tenías razón —dijo entre sollozos.

—Como de costumbre. ¿De qué tengo razón esta vez?

—No debería haberme quedado con Heather y con Jake.

—Ah.

Se quedaron allí en medio del salón, hasta que ella logró controlarse. Él le entregó su pañuelo en silencio.

—He sido una idiota.

—¿Por qué dices eso? —dijo guiándola a la cocina y sirviéndole una copa de su vino favorito.

—Porque es cierto —dijo ella dando un sorbo al vino y deteniéndose para saborearlo—. Está muy bueno. Gracias.

—Sentémonos en el salón y así podrás contarme todo lo que ha pasado.

Se sentaron en sendos sillones, uno frente al otro. Ashley trató de ordenar sus pensamientos mientras bebía el vino. Lo último que quería decirle a su padre era que Jake y ella habían hecho el amor. ¿Cómo podía haberse convertido algo tan bonito en algo doloroso?

Suspiró.

—Me ha pedido que me case con él —dijo tranquilamente.

—¿De veras? Ahora entiendo por qué estás tan triste. ¿Quieres que tenga una charla con él por insultarte de esa manera?

Ella lo miró disgustada.

—No le veo la gracia, papá.

—Bueno, creo que deberías alegrarte, ¿no te parece? No veo por qué te entristece tanto que te haya pedido en matrimonio.

Ella tragó saliva.

—Porque le conviene casarse conmigo. Yo estaré ahí para Heather y para él.

Ken frunció el ceño y se inclinó hacia delante con los codos apoyados en las rodillas.

—¿Qué quieres decir? ¿Tienes miedo a la intimidad? Sé que nunca se me dio bien explicarte esas cosas y lo siento.

Ella dejó los ojos en blanco.

—Venga, papá, por favor. Todos los niños que viven en el rancho saben las reglas del apareamiento. Y no tengo miedo a las relaciones íntimas. Es sólo que no quiero que seamos tres en la cama.

—¿Tres? ¿Quieres decir que Jake. .?

—Me refiero al fantasma de Tiffany, la mujer a la que ama, pero que ya no puede tener. Pensé que yo sería la única capaz de hacerle sentar la cabeza, hasta que me ha hecho la proposición.

—¿Estás segura de que todavía está enamorado de ella? Se enfadó mucho cuando se enteró de que le había ocultado la existencia de Heather.

—Es evidente si te paras a pensarlo. Estaba muy enfadado la noche que vino aquí. En parte por lo de Heather, pero creo que también porque Tiffany iba a casarse. Claro que no me lo ha confesado, pero he visto el dolor en sus ojos.

—Es posible. No le gusta mucho hablar de sus sentimientos.

—Ni que lo digas —dijo ella sentándose otra vez en la silla, tratando de controlarse—. Cada vez que creo que me he recuperado de mi pasión por Jake, acabo cerca de él. Entonces, es cuando averiguo que no he logrado recuperarme. Probablemente, nunca lo lograré. Pero eso no quiere decir que tenga que tomar una decisión que nos haga a los dos unos desdichados —añadió y miró su reloj—. Necesito dormir bien para poder enfrentarme a todo esto mañana.

—Puedes quedarte aquí esta noche si quieres.

Ella negó con la cabeza y se puso de pie. Él la imitó.

—Muchas gracias, pero todas mis cosas están allí. Se supone que la niñera de Heather llegará mañana o el lunes. Esperaré y después me iré a casa a curarme las heridas.

Ken la acompañó hasta la puerta y le dio un beso en la frente.

—¿Sabes? Hay cosas mucho peores que casarse con Jake. Los dos sabemos que se ha portado muy bien contigo.

—Lo sé. Es sólo que no puedo casarme con alguien que no puede tener a quien ama. Tengo mi dignidad.