Capítulo 13

Ashley se levantó y se sintió aliviada al comprobar que Jake se había ido, llevándose a Heather con él. Le había dejado una nota, avisándola de que pasarían casi todo el día fuera.

Los dos habían congeniado y ahora no la necesitaban. Recogió sus cosas y le dejó una breve nota diciéndole que regresaba a casa y se fue a su apartamento. Había hecho lo que había podido por él y su hija. Ya había encontrado ayuda, tal y como le había dicho y ya no la necesitaba.

Ahora había llegado el momento de olvidarse de él y seguir con su vida. Sabía que iba a ser difícil puesto que pretendía seguir en contacto con Heather. Al menos, no lo vería. Se aseguraría de ir a visitarla cuando él no estuviera. Porque no tenía ninguna intención de salir de la vida de Heather. Ya la habían abandonado dos veces en su vida, si se contaba la enfermedad de su bisabuela. Ashley no quería que Heather sufriera tanto como ella había sufrido cuando su madre la abandonó.

No. Ella siempre estaría allí para Heather.

Jake alquiló un coche en el aeropuerto de San Antonio y Heather y él fueron a conocer a Charlotte James.

—¿Por qué va a venir a vivir con nosotros?

—Porque necesitas estar con alguien cuando no estés con Ashley o conmigo.

—Ah.

Se quedaron en silencio durante unos diez segundos.

—¿Tiene la señora James hijos como yo?

—No lo creo. Quizá tenga hijos, pero serán mayores.

—¿Es vieja?

Jake se concentró en el tráfico antes de hablar para seguir la indicación de la calle que buscaba.

—Eso depende de lo que tú consideres viejo.

—¿Es tan vieja como tú?

Calculaba que la señora James tendría unos cincuenta y tantos años, así que no sabía cómo responder a aquella pregunta.

—Creo que es algo mayor que yo —dijo por fin—. ¿Por qué?

—¿Se pondrá enferma y vendrá una ambulancia que se la llevará y nunca más volveré a verla?

El miró a través del espejo retrovisor hacia donde Heather estaba sentada.

—No, no tienes por qué preocuparte de eso.

Al menos, eso esperaba. Porque si la señora James decidía no quedarse tras el período de prueba, tendría que enfrentarse a los temores de Heather.

Una vez llegaron a casa de Charlotte y la conoció, Heather pareció tranquilizarse. Al principio estuvo tímida, como solía ocurrir cuando conocía a alguien y Jake aconsejó a Charlotte que disfrutara del silencio mientras pudiera.

Pararon en un restaurante a comer y después se fueron al zoo.

Jake nunca había visto a Heather tan excitada.

—Ya veo a lo que se refería —dijo Charlotte a Jake después de escuchar durante más de una hora los incesantes comentarios de la niña, y ambos rieron.

Heather se quedó dormida en el avión. El zoo la había dejado rendida, aunque no era la única.

Una vez llegaron a la casa, Heather se despertó.

—¡Estamos en casa! —exclamó alegre.

No podía haber dicho nada que le hubiera hecho sentir más feliz a Jake. Se había adaptado perfectamente después de haber sido dejada con unos extraños.

—Tengo que ir a contarle a Ashley lo que hemos hecho hoy —dijo la niña a la vez que Jake reparaba en que su camioneta no estaba allí.

—Tendrás que esperar un rato porque no está aquí. Quizá haya ido a ver a su padre.

Jake sacó el equipaje de Charlotte y lo llevó hasta una habitación contigua a la de Heather.

Después, bajó para tomar algo.

Su nota seguía allí, pero había algo más escrito. La leyó y la tiró. Se había ido. ¿Por qué le dolía tanto que lo hubiera rechazado? Después de todo, era una chiquilla que no sabía lo que quería.

Pero. . ¿acaso también era una chiquilla la que se había duchado con él, la que se había ido a la cama con él?

Le dolía el corazón. ¿Cómo podía ser un insulto querer casarse con ella después de haberse acostado juntos? ¿Acaso no solían las mujeres quejarse de los hombres que se acostaban con ellas y luego las olvidaban?

Desde que había conocido a la Ashley adulta, se arrepentía más de haberse casado con Tiffany.

¿Por qué no había esperado hasta que Ashley creciera para casarse con una mujer con la que era compatible?

Ahora ya era demasiado tarde. Sus errores pasados lo perseguían en su cabeza. Tenía que aprender a vivir con ellos. No era la primera vez que era rechazado por una mujer a la que amaba. O en el caso de Tiffany, a la que creía amar. El rechazo de Ashley le dolía mil veces más porque finalmente había descubierto qué era el amor y lo enamorado que estaba de ella ya desde su adolescencia, aunque no hubiera sabido reconocerlo.

Ahora comprendía por qué había reaccionado tan mal por aquel beso en la fiesta de su cumpleaños. Era una lástima que no se hubiera dado cuenta de lo que sentía. Se las había arreglado para echar a perder su vida. Al menos tenía a Heather a quien querer y por la que preocuparse. Con ella tendría suficiente.

—Hey, Jake. ¿Tienes un segundo?

Jake acababa de regresar de supervisar el desplazamiento de un rebaño de ovejas hacia mejores pastos. No había nada más estúpido que las ovejas. Siempre se las arreglaban para meterse por los sitios más complicados.

—Claro, Ken. ¿Qué necesitas?

—Es algo personal, así que me preguntaba si podrías venir a mi casa y tomarte una cerveza bien fría conmigo.

Jake miró su reloj.

—Claro. Heather todavía no me espera.

Ken le dio una palmada en la espalda.

—De acuerdo entonces, nos vemos en mi casa.

Mientras seguía a Ken en su camioneta, Jake se preguntaba qué le pasaría. ¿Acaso era su salud?

¿Le habría ocurrido algo a Ashley?

Cada vez que pensaba en ella, le costaba respirar. Era como si sus pulmones dejaran de trabajar.

Al entrar en casa de Ken, éste ya le estaba esperando con un par de botellines de cerveza fría.

Bebieron a la vez, se secaron los labios y sonrieron antes de sentarse en las cómodas butacas de Ken.

—Desde que Heather está conmigo, sólo bebo té helado en casa, pero deja que te diga que no hay nada como una cerveza fría en un caluroso día de Texas.

Ken sonrió.

—Parece que se ha adaptado bien. ¿Cuánto tiempo lleva aquí?

—Casi tres semanas. Pronto será su cumpleaños. Mis padres han prometido volver a tiempo para organizar una de sus barbacoas.

—Eso está bien. Me apetece volver a ver a Joe y Gail. Llevan bastante tiempo fuera.

—Ellos son listos. Les gusta pasar el verano en Washington y Oregón, lejos del calor. Todavía hará calor el veintiocho de septiembre, pero están dispuestos a dejar su comodidad para conocer a su nieta.

—Por cierto —dijo Ken—. Quería decirte que me llamó el sheriff hoy para decirme que había detenido a los ladrones de coches en el rancho de McGrady. Pensó que querrías saberlo.

—Me alegro.

Se terminaron las cervezas y Ken fue por más.

—Decías que tenías algo personal que contarme —dijo Jake cuando Ken regresó.

—Ah, sí, es cierto. Seguramente no es asunto mío, pero ya sabes que eso nunca me ha detenido.

Es habitual que un padre pregunte a un hombre si las intenciones que tiene con respecto a su hija son honestas. En este caso, las tuyas sé que lo son. Lo que quiero saber es por qué le pediste a Ashley que se casara contigo.

Jake se quedó mirándolo como si hubiera perdido la cabeza.

—¿Por qué crees, Ken?

—Imagino que tendrás varias razones. Necesitas ayuda con tu hija, disfrutas en compañía de Ashley, estás cansado de vivir solo. .

—Parece que tienes la misma opinión de mí que Ashley. Pensé que me conocías mejor —dijo tomando otra cerveza—. Le pedí que se casara conmigo porque no me imagino mi vida sin ella, porque estoy loco por ella. Creo que lo he estado siempre, pero he sido demasiado tonto para darme cuenta de lo que de verdad sentía. Aunque ya nada de eso importa. Me ha rechazado.

—Entiendo. Ashley tiene la impresión de que todavía estás enamorado de Tiffany.

Jake sacudió la cabeza sin poder creerlo.

—Eso son tonterías y lo sabes tan bien como yo. Dejé de querer a Tiffany hace mucho tiempo, si es que alguna vez la quise. Me enamoré de quien creí que era. Una vez llegué a conocerla, me di cuenta de mi error. Ashley lo sabe.

—¿Ah, sí? Si de veras la amas, entonces será mejor que encuentres la manera de convencerla.

Siempre le has gustado y, para ser franco, esperaba que se olvidara de ti. Pensé que lo había hecho, hasta que llegó tu hija. Entonces me di cuenta de que no era así, de que seguía sintiendo algo por ti.

—Tiffany es parte de mi pasado y eso no lo puedo cambiar. Lo único bueno de ese matrimonio fue Heather. Quiero pensar en el futuro y no en los errores cometidos en el pasado, que no se puede cambiar.

—Sé que te afectó mucho cuando te dejó.

—No lo niego, pero no era porque la amara. Me sorprendió que se fuera tan inesperadamente. No tenía ni idea de que estaba pensando en divorciarse. Pensé que había hecho todo lo posible para que nuestro matrimonio funcionara.

—Por lo que yo pude ver, creo que lo hiciste.

—Era el sentimiento de fracaso lo que seguía consumiéndome después de que se fuera.

Ken sonrió con amargura.

—¿Sabes, Jake? No podías haber elegido dos mujeres más diferentes para casarte.

Jake asintió.

—Lo sé. Quiero creer que ahora soy más maduro y más sabio. Pero Ashley ha dejado bien claro que no quiere casarse conmigo y tengo que respetar su decisión. Espero que encuentre a un hombre que la quiera, se lo merece.

—¿Has pensado en explicarle tus sentimientos?

—¿Qué quieres decir? ¿Qué le diga que ya no siento nada por Tiffany?

—Quizá sea una buena idea que lo hagas. Siento curiosidad por una cosa: ¿se te ha ocurrido decirle que estás enamorado de ella desde hace años?

—¡Por supuesto! Lo hice, pero no pareció importarle —dijo Jake pasándose la botella fría por la frente—. No sé, Ken. Creo que lo que te dijo de Tiffany es sólo una excusa. Pensaba que me quería, pero ya no lo sé. Lo único que sé es que me ha rechazado y se ha ido. Es una prueba de que hablaba en serio.