Capítulo 5
La mayoría de las personas consideraban a Jake un hombre fuerte y con el coraje necesario para enfrentarse a la vida sin vacilaciones. Nadie se atrevía a llamarlo cobarde, ni en su propia cara ni a sus espaldas. Podía enfrentarse a cualquier hombre o bestia sin estremecerse. Así que, ¿cómo podía aquella diminuta niña intimidarlo?
Se quedó parado en el camino de entrada, con las manos en los bolsillos de atrás, viendo cómo Ashley se alejaba en su camioneta con Heather en el asiento de atrás. Ambas parecían contentas con el plan del día. Antes de irse, Ashley había sugerido que comprara un asiento infantil para el coche, una silla para comer y cualquier otra cosa que pudiera necesitar una niña de su edad.
¿Cómo iba a saberlo?
Sacudió la cabeza ante el sentimiento de incompetencia que lo embargaba y, una vez se perdieron de vista, regresó a la cocina a esperar a April. Tenía que contarle el inesperado aumento de familia.
April se sorprendió al oír hablar de Heather y Jake supo que así reaccionarían todos.
La conversación provocó que se le hiciera tarde.
De camino a la ciudad, Jake hizo una lista de las cosas que tenía que hacer aquel día. No estaba seguro de poder arreglárselas con Heather a solas. Confiaba en que Ashley accediera a ayudarlo un par de días más, al menos hasta que le resultara más sencillo cuidar a la niña.
La imagen de Ashley dormida, aquella misma mañana, interrumpió sus pensamientos. Había abierto la puerta y la había llamado suavemente, con cuidado para que Heather no lo oyera. Por desgracia, ella tampoco lo había oído, así que había entrado en la habitación y se había tenido que detener, sorprendido por su belleza.
Una delicada esencia a perfume llenaba la habitación. Olía a flores y a días de verano. Alargó la mano y rozó su hombro, sintiendo sus delicados huesos bajos sus dedos.
—Vete —había murmurado ella.
—Ashley —había repetido él en voz más alta—. Despierta. Heather está despierta.
Había abierto lentamente los ojos y, adormilada, se había quedado mirándolo fijamente. Con el pelo revuelto, estaba más sexy que nunca.
El deseo de despertarse junto a ella cada mañana, lo asaltó de repente y se asustó. En aquel momento, lo que necesitaba era preocuparse de Heather y olvidarse de Ashley.
Aparcó frente al banco. Jordan acababa de llegar y estaba bajándose de su camioneta.
—Siento llegar tarde —dijo mientras se dirigían a la puerta del banco.
Jordan sonrió al acercarse a Jake.
—Estamos bien de hora —dijo dirigiendo una mirada especulativa a Jake—. Y dime, papá, ¿qué tal te trata la vida?