La liga argentina no se parece en nada a las grandes ligas europeas. En España Madrid y Barcelona se disputan el título en un mano a mano parecido a un duelo de cualquier película del Oeste. En Italia Juventus, Inter y Milán convierten este duelo en algo parecido a la secuencia final de la película “El bueno, el feo y el malo”. En Inglaterra suelen ser cinco los candidatos a principio de temporada, pero Arsenal y Liverpool acostumbran a abandonar la pelea antes de tiempo. En Alemania y Francia, en los últimos años parece que nadie puede hacer sombra a los multimillonarios Bayern y PSG. En Argentina, por el contrario, la liga se parece más a los dibujos animados de Los autos locos, con muchos participantes persiguiendo el tesoro.
En la temporada 2015 Boca y River son los candidatos oficiales, aunque Marcelo Gallardo ya ha anunciado que el objetivo principal de los “Millonarios” es la Copa Libertadores. Sus grandes rivales no han empezado mal el torneo, pero este es un año peligroso para los “Xeneizes”. Al final de temporada habrá elecciones a la presidencia del club y eso hace que cualquier elemento, un comentario del ídolo retirado, Riquelme, una discusión en el vestuario o una simple derrota, puedan causar un terremoto por la ribera “bostera”.
Rosario Central aparece este año como el invitado sorpresa. El debutante “Chacho” Coudet ha armado un equipo sólido con el delantero Marco Ruben como figura estelar. Racing, como campeón vigente, entra en la lista de candidatos, pero pocos creen que pueda lograr dos títulos consecutivos; algo que no logran desde que, en tiempos de Perón, el ministro Cereijo, hincha confeso de la “Academia”, pusiera todos los medios a su alcance para ayudar al equipo. San Lorenzo ha logrado mantener buena parte del bloque con el que ganó su primera Libertadores, pero tendrá que demostrar si continúa su ciclo victorioso o no. En su contra juega que en el fútbol argentino los ciclos se acortan hasta los seis meses, un año quizás, pocas veces llegan a los dos y los “Cuervos” llevan ganando desde 2013.
Esta incertidumbre es uno de los aspectos que hacen la liga argentina más atractiva. Las últimas siete ligas han tenido otros tantos campeones distintos. En el profesionalismo ningún equipo ha ganado más de tres torneos seguidos y hay que remontarse al periodo amateur para encontrar el mismo ganador durante más de cuatro años.
CRECER O DESAPARECER
Racing de Avellaneda, la “Academia”, ha sido el único equipo capaz de dominar el campeonato argentino durante un largo periodo. Lo hizo en concreto a lo largo de siete años, entre 1913 y 1919. Eran los tiempos en que estaban desapareciendo los clubes británicos y los equipos más conocidos del fútbol argentino iban llegando a la Primera División.
En 1912 un conflicto entre los dirigentes de la asociación de fútbol y el club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires desembocó en la creación de una segunda asociación. Esta ruptura implicaba la convivencia de dos campeonatos diferentes y la multiplicación de las plazas en Primera División. Independiente, San Lorenzo, Boca Juniors, Estudiantes de La Plata, Atlanta, Banfield… Fueron muchos los clubes que aprovecharon la circunstancia para hacerse un hueco en la máxima categoría. Para cuando los dos torneos se volvieron a unificar en 1915, el fútbol criollo ya se había apoderado del campeonato.
La llegada a la Primera División implicaba también mayores responsabilidades para los clubes. La AFA exigía unas infraestructuras más exigentes que las del diario La Argentina y era necesario obtener dinero con el que llevar a cabo las mejoras necesarias y cubrir los gastos de mantenimiento. Para aumentar sus ingresos los clubes necesitaban contar con el mayor número posible de socios y optaron por ampliar la oferta de actividades. Los clubes de fútbol se convirtieron así en clubes deportivos multidisciplinares en los que un socio podía jugar un partido en el frontón, nadar en la piscina o dar clases de baile. También se convirtió en el lugar de encuentro de la gente del barrio, donde compartir el tiempo, organizar fiestas, asados… En pocos años unos equipos de fútbol que habían nacido tras juntarse varios amigos, habían crecido hasta convertirse en clubes deportivos en los que se concentraba la actividad social del barrio. Este crecimiento coincidió con el momento en que Buenos Aires se extendía más allá del centro histórico y se iban formando las señas de identidad locales. En esos tiempos la calle, la esquina, el café y el club de fútbol se convirtieron en los lugares que vertebraban la vida social y así, cuando acudían a los partidos, los hinchas no sólo defendían a su equipo, también defendían al club en el que convivían con sus vecinos y que formaba parte de su día a día.
Al mismo tiempo que la ciudad crecía, se producía también la consolidación de los medios de comunicación de masas. En la prensa la información deportiva cada vez tenía más importancia y la identificación de los clubes con los barrios era un recurso frecuente para los periodistas. San Lorenzo se convirtió pronto en el emblema del barrio de Boedo, Huracán de Parque Patricios, Atlanta de Villa Crespo…
En el barrio de la Boca dos clubes se habían consolidado como los más importantes, Boca Juniors y River Plate. Sí, hoy resulta extraño, pero los dos máximos rivales del fútbol argentino nacieron en las mismas calles. Convivieron en la Boca y allí se dieron sus primeros enfrentamientos. Hasta que en 1923 River Plate decidió edificar un nuevo estadio y se trasladó al barrio de la Recoleta. La necesidad de unos terrenos donde levantar una cancha les obligó a emigrar y el cambió marcó el devenir de los dos clubes más grandes del país. River se fue al norte, a la parte noble de Buenos Aires. Boca permaneció en el barrio, en la zona sur y popular de la ciudad, entre calles pobladas de emigrantes genoveses o, dicho en su propio dialecto, Xeneizes.
De los cientos de clubes que habían surgido en Buenos Aires en la primera década del siglo XX sólo los que lograron una importante cantidad de socios logró sobrevivir y, con el tiempo, integrarse en la AFA. Se habían hecho con una infraestructura notable, con sede social e instalaciones para practicar deporte, pero para seguir creciendo era necesario contar con un estadio que diera cabida a grandes masas de aficionados.
En 1910 se inauguró la primera línea de tranvía, que llegaba hasta el conurbano de la capital y tres años más tarde se abrió la primera línea de metro. El transporte por la ciudad mejoraba y con él la asistencia a los partidos de fútbol. La presencia de más de 10.000 espectadores ya no era exclusiva del Alumni o la selección. Los clubes tenían la posibilidad de multiplicar sus ingresos con la venta de entradas y, aunque desde la prensa los defensores acérrimos del amateurismo seguían pregonando que cobrar una entrada acabaría con el fútbol, estaban decididos a sacarle todo el partido posible. En 1920 Sportivo Barracas inauguró su flamante nuevo estadio con capacidad para 35.000 personas. River Plate lo haría en 1923. Independiente, Boca Juniors y San Lorenzo en 1928.
EUROPA
El fútbol argentino seguía creciendo y llegó el momento de ampliar fronteras. Si a principios del siglo XX las visitas de los equipos ingleses habían sido acontecimientos que marcaron el fútbol del momento, ahora eran los argentinos los que viajaban a Europa. Unos empresarios españoles pensaron que podían ganar algo de dinero organizando una serie de partidos de un equipo argentino por Europa y probaron invitando a Boca Juniors. La oferta fue debatida por la directiva del club durante más de un año, hasta que finalmente en 1925 se decidió dar el visto bueno a la aventura. Antes hubo que resolver los muchos problemas de logística que en aquella época implicaba un viaje a Europa. Los jugadores debían dejar sus puestos de trabajo durante los meses que estuvieran fuera y no aceptaron formar parte de la gira hasta que no acordaron con la directiva un salario de 10 pesos por día.
Finalmente el 5 de febrero de 1925 familiares, hinchas y vecinos del barrio de la Boca se acercaron al muelle para despedir a los jugadores. A la expedición se unió también el periodista del diario Crítica Hugo Marini y un hincha del club, Victoriano Caffarena. Este se dedicó a ayudar al equipo en todo lo que estuviera en su mano y se le empezó a conocer con un término que se ha convertido en una de las señas de identidad de Boca: el de su hinchada infatigable, el del jugador número 12.
Los primeros partidos se disputaron en Galicia, después viajaron a Madrid y el País Vasco. Boca demostraba en cada partido que el fútbol argentino estaba por encima del europeo y cada victoria era debidamente ensalzada por el periodista Hugo Marini, acentuando siempre los éxitos y tapando convenientemente las derrotas. Si perdían 4-0 frente al Real Unión de Irún después de que los jugadores hubieran disfrutado de una larga noche, Marini hablaba de la mala actuación del árbitro. Así el interés por la gira de Boca fue creciendo en toda Argentina. Las crónicas de Marini se esperaban con expectación, el diario Crítica duplicó sus ventas y los hinchas de Boca crecían con cada victoria.
Tras jugar en España, el equipo se marchó a Alemania y de ahí a Francia. En total fueron 19 partidos con 15 victorias, 1 empate y tres derrotas. Cinco meses después de su salida volvía a Argentina convertido ya en un equipo con aficionados por todo el país. El puerto de Buenos Aires se llenó de gente para recibir a los jugadores y hasta River Plate envió una delegación al muelle con un ramo de flores para los "Xeneizes". Eran otros tiempos.
Con la gira por Europa Boca Juniors consiguió expandir sus fronteras más allá del barrio y ganar numerosos seguidores que contagiaron su afición a las nuevas generaciones. Todavía hoy en día el club cuenta con muchos aficionados en el interior del país que nunca han estado en la Bombonera, pero que heredaron la afición de sus abuelos por la gira de 1925.