Capítulo Cuatro

—¿Cómo está? —dijo la voz de Samson desde la puerta.

Gabriel levantó la vista del cuerpo dormido de Maya y le indicó a Samson que se acercara. Él había tomado la decisión de dejarla con ropa, pues estaba muy preocupado de que una vez que se despertara y se encontrara desnuda, su pánico podría ser aún mayor. Ella ya tendría suficiente a que hacer frente… la idea de un extraño viéndola desnuda, no ayudaría en esa situación—. Ella ahora tiene una oportunidad.

—Pareces cansado. Te he traído un poco de sangre. Es necesario que te repongas. —Samson le dio dos botellas de líquido rojo.

Gabriel miró las etiquetas «O-negativo» y dio un gruñido agradecido. —De la buena.

—Sólo lo mejor para mi gente. Oye, quería pedirte disculpas por lo sucedido anteriormente. Pero sabes lo que pienso acerca de la creación de nuevos vampiros en contra de su voluntad, y pensé que sentías lo mismo.

Gabriel lo miró y vio la preocupación en los ojos de su jefe—. Y así es. Pero hay veces en que no tenemos otra opción acerca de qué hacer. Es una vida… de cualquier forma. Lo que hará con ella, va a ser su elección. Pero al menos tendrá una opción.

Gabriel abrió la botella y bebió un buen trago. El líquido espeso revistió su garganta. Maldición, se sentía bien. Se había sentido agotado. Maya había tomado casi un litro de él, pero no había tenido el corazón para detenerla. El médico le había advertido, pero sabía que su instinto le diría cuánto necesitaba. Cuando por fin lo había soltado, volvió a caer en un profundo sueño. Su respiración era mejor ahora, y los latidos del corazón se habían acelerado. Las señales eran buenas.

—Tienes razón —asintió su jefe—. Gabriel, quiero que hagas algo por mí.

Gabriel lo miró directo a los ojos—. ¿Qué es?

—He decidido tomar con Delilah, unas cortas vacaciones hasta que Maya esté más estable. Llámenme demasiado cauteloso, pero nunca me perdonaría si ella fuera atacada porque Maya no pueda controlar sus impulsos todavía. Después de todo, Delilah es el único ser humano en la casa, y Maya se sentirá atraída por su sangre.

Hubo una pequeña pausa, y Gabriel notó cómo una suave sonrisa se deslizaba en los labios de Samson. Con un brillo en sus ojos, Samson continuó—: y yo, por sobre toda la gente, sé lo tentadora que es su sangre.

—Eres un afortunado hijo de puta, Samson. —Gabriel sonrió y por un momento olvidó todos sus problemas. Era bueno ver a su amigo tan feliz.

—Sí, yo lo sé. Quiero que te quedes aquí, Carl está arreglando el dormitorio principal para ti. Nos llevaremos a Oliver con nosotros.

—¿Te estás llevando un guardaespaldas humano? —Oliver, un ser humano, era el asistente personal de Samson y se hacía cargo de todas sus necesidades durante el día.

—Para Delilah. Estoy seguro de que querrá ver algunos lugares durante el día mientras me tengo que quedar en casa. Yo no quiero privarla de la ocasión. Oliver la mantendrá a salvo.

—Entiendo.

Samson se volvió hacia la cama—. Maya necesita ser vigilada las veinticuatro horas, los siete días de la semana. Thomas, Zane, e Yvette van a estar aquí para ayudarte. Enviaré a Quinn de regreso a Nueva York. Estará al frente de la oficina central, durante tu ausencia.

Gabriel no tenía objeciones en cuanto a que Quinn se hiciera cargo de la oficina en Nueva York, otro nombre, sin embargo, lo alarmó—. ¿Estás seguro de Zane?

—Él es tu mejor hombre. Ya sabes cómo mantenerlo a raya.

Samson tenía razón, pero tener a Zane cerca de Maya, hacía que Gabriel se sintiera incómodo. No podía precisar por qué. Zane era la máquina más maligna de lucha que había conocido, y tenerlo a su lado, significaba tener la mejor protección disponible.

—También he alertado a Amaury, y él se ofreció a ayudar, aunque estoy seguro de que preferiría hacer otra cosa.

Gabriel sonrió—. Voy a evitar llamarlo para esto… Prefiero no estar en el extremo receptor de la ira de Nina. Esa mujer sí sabe para qué tiene la boca.

Samson se echó a reír—. Y ella la necesita para domar a Amaury. Pero honestamente, si tú lo necesitas, llámalo. Estoy seguro que tiene maneras de calmar a Nina, cuando se pone demasiado salvaje.

Gabriel no quería pensar en ello, ya que de seguro las maneras de manejarla de Amaury, implicaba una maratón de sudoroso sexo… no era una imagen que necesitara en esos momentos. No con la mujer más perfecta a escasos centímetros de él… indefensa y vulnerable. La ingle se le endurecía con el recuerdo de cómo su cuerpo se sentía presionado al suyo, cuando él la había alimentado.

—¿Estás bien? —le preguntó Samson.

Gabriel se movió en su silla para ocultar su creciente erección—. Por supuesto. Yo me ocuparé de las cosas. Una vez que se haya despertado y aceptado el cambio, voy a averiguar lo que le pasó. Tal vez nos pueda dar una descripción del tipo. Tiene que haber visto algo.

—Bien. Carl estará aquí cuando lo necesites, y Drake se supone que debe pasar todas las noches, para ver cómo sigue. Precisamente llamó hace unos minutos.

Gabriel levantó las cejas en signo de interrogación. No sentía culpa por haber sido tan duro antes con el médico—. ¿Qué quería?

—Se olvidó de decirte qué hacer, cuando ella se despierte. Necesitará obtener sangre humana en las próximas seis horas de haberse despertado o su sed será demasiado para ella y a su vez la volverá loca. Dudo que sea un problema alimentarla… ella estará muerta de hambre, y sus instintos en las primeras horas serán tan fuertes, que no serás capaz de mantenerla alejada de la sangre. Te sugiero darle de la embotellada. Funcionó bien para Carl.

Gabriel asintió con la cabeza—. ¿Está la despensa surtida?

—He enviado a Carl por más provisiones, pero hay mucho para ti y para ella.

Un sonido proveniente de abajo, los obligó a ambos a mirar hacia la puerta.

—Y otra cosa —añadió Samson— mantén a Ricky fuera de ella. Creo que la ruptura con Holly realmente lo está golpeando fuerte. Francamente, me sorprendió un poco cuando me dijo que ella había roto con él. Siempre pensé que ella era la que se esforzaba realmente por la relación.

—Quién diría, nunca se sabe lo que pasa en el interior de una persona —coincidió Gabriel.

—De todos modos, he instruido a todo el mundo que le den un poco de espacio. Los muchachos sólo recibirán órdenes de ti.

—Entendido.

Se escucharon voces que provenían de la primera planta. Con un movimiento de su cabeza, Samson señaló las escaleras—. Parece que tenemos compañía. Vamos a ponerlos al tanto.

***

Las voces en su sueño no desaparecieron por completo. Si bien parecían haber dejado su área inmediata, Maya todavía podía oírlos de lejos. Ella se rio en su sueño, se sentía como la mujer biónica, que podía escuchar a la gente hablando a casi 200 metros de distancia. ¿Qué tan divertido sería eso? Ella sería capaz de escuchar lo que sus pacientes dijeran, antes de entrar en la sala de examen.

No podía recordar cuándo había llamado para excusarse por estar enferma y hacerles saber a sus colegas que tenían que cubrirla, pero estaba segura de que lo había hecho. Debía de haberlo hecho… era una persona responsable y nunca defraudaría a sus colegas.

Las voces iban y venían, las puertas se abrían y cerraban. Oyó el arranque de los motores de los autos y las puertas del garaje abrirse y cerrarse. Pasos por todas partes en ese piso y en el de abajo, como si un ejército estuviera pisoteando a través de su edificio de apartamentos. Tendría que presentar una queja ante el dueño sobre sus vecinos ruidosos. ¿No podían simplemente calmarse y dejar que durmiera?

Se dejó caer más profundamente en su sueño. Una mano cálida le acarició la mejilla y le apartó el pelo de su cara. Se sentía segura. Palabras de aliento que olvidaba tan pronto como las escuchaba resonaban en su cabeza. Alguien le habló en voz baja, susurrando, casi respirando las palabras en su oído. Las palabras la calmaban.

Un sueño llevaba al siguiente y al siguiente. Y con cada sueño se hacía más consciente.

El cuerpo de Maya se sentía descansado y extrañamente rejuvenecido, casi como si hubiera pasado veinticuatro horas en un spa de lujo. Su cama se sentía más cómoda de lo que nunca antes había sido. El colchón era más suave, las sábanas más frescas. Y más grande… de alguna manera su cama le parecía más grande a ella, demasiado grande para su pequeña habitación, donde todo lo que había sido capaz de encajar, era una cama matrimonial para aún tener espacio para su tocador.

Maya llevó sus brazos a sus costados y aún no alcanzaba el borde de la cama. ¿Estaba soñando? Tal vez ni siquiera estaba despierta.

Con más esfuerzo de lo que esperaba, abrió los ojos.

Un grito atravesó el silencio, y con horror se dio cuenta de que era el suyo.