Capítulo Dos

En el momento en que Gabriel llegó a la casa victoriana de Samson en Nob Hill, respiró profundamente. Tenía que regresar a Nueva York ahora, cuanto antes mejor. Tal vez si estaba de regreso en su entorno habitual, estaría más relajado y no esperaría lo imposible. ¿Por qué de repente había empezado a sentirse como si pudiera hacer algo acerca de su problema aquí en San Francisco, cuando él había renunciado a eso hace muchos años?, no lo sabía.

Teniendo que informarle sobre su partida a su jefe, Samson, se alegró de que lo hubiese llamado para ir a su casa cuando salió de la oficina de Drake.

Con un paso determinado, Gabriel entró en el vestíbulo, dejando atrás la neblina y la bruma. La casa estaba iluminada a pesar de lo avanzada de la hora, como lo estaría la casa de un compañero vampiro. Cobraría vida al atardecer y se apaciguaría una vez que saliera el sol. Gabriel dejó que sus ojos recorrieran todo el vestíbulo de la entrada, con sus paneles de madera oscura, sus alfombras elegantes y sus decoraciones antiguas. Le gustaba la casa de Samson, había conservado todo el encanto de la época victoriana en la cual fue construida, eliminando la sensación claustrofóbica de sus pequeñas habitaciones. Samson había abierto el espacio, para dar una sensación aireada. Sin embargo, el encanto se mantenía.

Gabriel levantó la cabeza hacia el techo. Había una conmoción arriba. Pasos pertenecientes a varios hombres se dejaban oír desde el pasillo en la segunda planta. Un momento después, Samson bajó por las escaleras.

En primer lugar las piernas largas de Samson se dejaron ver mientras se apresuraba por las escaleras de caoba original. Luego todo su cuerpo quedó a la vista. Su pelo negro azabache, estaba en marcado contraste con el color de sus ojos avellana. Con más de un metro noventa de alto y buena complexión, era una figura impresionante. Su aguda inteligencia y su fuerza, le habían ganado la admiración y el respeto tanto de sus colegas como de sus amigos. Su decisión y determinación eran lo que lo distinguía: Samson era el jefe. Y Gabriel estaba orgulloso de ser su segundo al mando.

Cuando Samson se dio cuenta de la llegada de Gabriel, levantó la mano en señal de saludo—. Gracias por venir tan rápido.

Detrás de él, dos hombres bajaban las escaleras. Gabriel reconoció a uno de ellos como Eddie, ahora cuñado de Amaury, que trabajaba como guardaespaldas de la empresa de seguridad de Samson, Scanguards. Sin embargo, no había razón para que él estuviera en la residencia privada de Samson, a menos que hubiera un evento social planificado.

Samson se dirigió a los dos hombres—: Ya tienen sus órdenes, y ni una palabra a nadie por ahora.

Los dos gruñeron en acuerdo y, con una inclinación de cabeza a Gabriel, se dirigieron hacia la puerta.

—¿Qué están…? —comenzó Gabriel.

—Tenemos una situación. —La mirada en la cara de Samson era grave—. Ven, tenemos que hablar.

Samson le hizo un gesto hacia la sala de estar, decorada con muebles auténticos de la época victoriana. Gabriel lo siguió con una extraña sensación de presentimiento en el estomago. Su jefe y amigo de muchos años, siempre había tenido una actitud calmada, pero esta noche estaba diferente. Su pelo negro estaba erizado, los ojos preocupados, y las líneas en su cara lo decían todo.

Samson se detuvo delante de la chimenea y se volvió hacia Gabriel. Incluso en junio, la chimenea estaba encendida para proporcionar calor y atenuar la niebla de la noche—. Sé que estás ansioso por volver a Nueva York.

—Estaba pensando en tomar el avión a… —interrumpió Gabriel.

—Lo siento, Gabriel, pero voy a tener que abusar de mi rango sobre ti. Te necesito aquí. No te puedes ir. —El anuncio de Samson, lo sorprendió totalmente.

—¿Qué?

—Yo sé que quieres irte a casa, pero necesito que hacerte cargo de esta situación por mí. Ricky no me es inútil en este momento. Desde que Holly rompió con él el mes pasado, no es el mismo. —Samson pasó su mano por el pelo. Ricky era la contraparte de Gabriel en San Francisco, el Director de Operaciones. Gabriel no dijo ni una palabra. Algo andaba mal, muy mal, si Samson consideraba que era más importante que él se quedara en San Francisco, en lugar de regresar a su trabajo en Nueva York.

—Esto es demasiado importante. Créeme, me hubiera gustado que Amaury se hiciera cargo de esto, pero él y Nina necesitan un tiempo juntos. Está prácticamente en su luna de miel, encerrados en su casa. No puedo hacerle eso a él en este momento.

Gabriel asintió con la cabeza—. ¿Qué ocurre?

—Siéntate.

Gabriel se sentó y esperó hasta que Samson hiciera lo mismo—. Nunca te he visto así.

Samson soltó una risa amarga—. Creo que mi responsabilidad como esposo y futuro padre, no va de la mano con tener un vampiro recién convertido en la casa.

—¿Un vampiro recién convertido? —Esto era realmente un shock. Un vampiro recién convertido era un peligro, incapaz de controlar sus impulsos, dispuesto a atacar a cualquiera. El que Samson estuviera inquieto, tenía mucho sentido. Su esposa Delilah era un ser humano y estaba embarazada de su primer hijo. Ella sería un blanco principal para cualquier nuevo vampiro.

—Ella fue atacada esta noche.

—¿Delilah? ¿Delilah fue atacada? —Gabriel sintió la adrenalina disparándose a través de sus venas.

—No, no. Gracias a Dios. Delilah está muy bien. No. Esta mujer «un ser humano» fue atacada y se convirtió. Los dos guardaespaldas que acaban de salir: Eddie y James, ahuyentaron a su atacante y llegaron a ayudarla. Sus ojos ya se habían vuelto negros, así que sabían que el proceso se había iniciado.

Los ojos de un humano convirtiéndose eran completamente negros sin ningún rastro de blanco, era una clara señal de la transformación. Sólo una vez terminado el cambio, los ojos regresaban a la normalidad.

—Ellos la trajeron aquí, hace media hora —continuó Samson—. Debe haber sido atacada en el camino hacia su casa. Tenemos que encontrar a su agresor y matarlo.

Gabriel entendió—. Un sinvergüenza. Mientras él esté ahí afuera, es un peligro para todo el mundo y sobre todo si sabe que la estamos protegiendo.

Gabriel y sus colegas despreciaban a los vampiros que convertían a humanos inocentes, en contra de su voluntad. Se trataba de una infracción grave en su sociedad… de hecho, un delito… condenable con la muerte. La vida de un vampiro no era fácil… Gabriel más que todos los demás, lo sabía a ciencia cierta. Por lo tanto, creía en la protección del derecho de un ser humano para elegir, y no forzaría a tomar esa vida a nadie. Había que castigar a cualquiera que violara ese derecho.

—Sí. Es por eso que te necesito. Necesito a alguien en quien pueda confiar.

—¿Qué tenemos? —Gabriel era todo oídos ahora. Ese era su trabajo. Eso era lo que hacía mejor. Un caso en el cual abocarse, y olvidarse de sus pensamientos sobre su problema personal, era lo que necesitaba—. ¿Se sabe quién es la mujer?

—Ella es médico. Trabaja en el Centro Médico de la UCSF. Encontramos su documento de identidad. Su nombre es Maya Johnson, treinta y dos años, vive en Noe Valley. No hemos podido preguntarle nada todavía. Cuando Eddie y James la trajeron, estaba inconsciente. Espero que nos pueda dar una descripción del vampiro que la atacó cuando despierte. Mientras tanto, voy a mantener en silencio este tema. Podría ser cualquiera. Hasta que sepamos quién podría estar detrás de esto, no quiero que nadie sepa que ella está aquí.

—Eso es inteligente —coincidió Gabriel. Hasta que pudieran hablar con ella, tenían que ir a lo seguro. Por supuesto, asumiendo que ella les pudiera decir algo—. Sabes que ella será presa del pánico cuando se despierte —No sólo estará traumatizada por el ataque, sino que una vez que se dé cuenta en lo que se ha convertido, ella en verdad entrará en pánico.

Samson cerró los ojos y asintió con la cabeza—. Puedo imaginármelo muy bien.

—¿Deberíamos traer a alguien más para ayudarla a pasar por esto? —Gabriel sabía que no era la persona adecuada para guiar a una mujer a través de una transición que cambiaría su vida, como lo era convertirse en un vampiro. Él no era bueno con las mujeres.

—Ya he enviado por Drake. Él sabrá qué hacer. Tal vez pueda calmarla cuando empiece a ponerse histérica.

Teniendo en cuenta sus propias interacciones con Drake, Gabriel dudó que el hombre lo hiciera mejor que él. Pero no iba a contradecir a Samson, que tenía claramente al médico en alta estima.

—Sí, esperemos que pueda. ¿No deberíamos tener una mujer aquí cuándo se despierte? Tener un montón de vampiros de más de un metro noventa algo sorprendidos frente a ella cuando despierte, podría ser un poco intimidante. —Gabriel miró a los ojos de Samson. No tenía ningún interés en ser el que le diera la mala noticia. Tampoco era tímido en delegar las cosas que él no tenía por qué hacer. Era mejor si una mujer, una persona con un poco más de sensibilidad, hiciera el trabajo.

—No será Delilah. No quiero que de ninguna forma esté cerca de la mujer. Tú sabes tan bien como yo lo que un vampiro recién convertido es capaz de hacer. Ella no será capaz de controlar su fuerza, incluso aunque no quiera herir a nadie.

Gabriel levantó la mano—. Yo no estaba pensando en Delilah. Yvette no ha viajado a Nueva York todavía. Le di un par de días libres para hacer un poco de turismo. —Yvette era un buen guardaespaldas y, a pesar de que ella pudiera actuar un poco escrupulosa, era seria y tenía un fuerte sentido del bien y del mal. Estaba seguro de que las dos mujeres, se llevarían bien al instante.

Samson soltó un suspiro—. Por supuesto. Yvette. Esa es una buena idea.

Pesados pasos se escucharon en la escalera. Un momento después, Carl, el mayordomo de confianza de Samson, se precipitó en la habitación. Era un hombre corpulento, de gruesa cintura y tenía alrededor de cincuenta años. Como siempre, llevaba puesto un traje oscuro formal. De hecho, Gabriel nunca lo había visto con ninguna otra cosa, y estaba seguro de que el hombre no tenía ni un solo par de jeans.

—Sr. Woodford, la mujer está empeorando.

—El Dr. Drake ya está en camino. No hay nada que podamos hacer hasta que llegue aquí. No deberías dejarla sola —dijo Samson.

—La señorita Delilah está con ella —respondió Carl.

Samson y Gabriel se levantaron.

El pánico golpeó la cara de Samson mientras subía corriendo las escaleras. Gabriel corrió tras él e irrumpió en la habitación de invitados.

—¡Delilah! —La voz de Samson estaba llena de alarma.

La menuda mujer de Samson estaba sentada en el borde de la cama y secaba la cara de la mujer con un paño húmedo—. Samson, por favor, estoy tratando de todo para que ella se sienta cómoda. Cuando entras gritando así en la habitación, no ayuda. —El regaño de Delilah era suave. Su cabello largo y oscuro, caía en su cara, mientras se inclinaba hacia la mujer. A pesar de que estaba embarazada, su cuerpo no mostraba ninguna protuberancia todavía. Según Samson, sólo tenía tres meses de embarazo, lo que significaba que había quedado embarazada casi inmediatamente después de que la pareja había hecho el vínculo de sangre, después del Año Nuevo Chino.

—No deberías estar aquí en absoluto. No sabemos cómo va a reaccionar. Es muy peligroso para ti. —Samson puso sus manos sobre sus hombros y la ayudó a levantarse y alejarse de la cama—. Por favor, cariño, estás quitándome décadas de vida haciendo esto —Miró sobre su hombro a Gabriel, haciéndole un gesto para acercarse hacia la cama—. ¿Gabriel te importaría?

¿Samson quería hacerlo jugar a la enfermera? Eso no era parte del trato. Él iba a investigar quién le había hecho esto a ella, incluso le daría su protección si ella todavía estuviera en peligro, pero bajo ninguna circunstancia se sentaría junto a la cama de la mujer y sería su enfermero.

Lo mejor era decírselo a su jefe en esos momentos. Ser la niñera de una mujer vampiro recién convertida, no era lo que necesitaba en esos momentos, especialmente cuando no esperaba interactuar realmente con ella, en un nivel tan íntimo. Estaría más que dispuesto a realizar algunos interrogatorios, seguro, pero no eso, no se sentaría junto a su cama a cuidarla.

Demonios, él no tenía idea de qué hacer. Su conocimiento del cuerpo de una mujer se limitaba a algunas rápidas interacciones sexuales y muchas películas porno no tan apresuradas. Sin duda, nadie podía esperar que cuidara de una mujer vampiro. ¿Dónde diablos estaba Drake? ¿No debería estar ahí?

Gabriel se volvió hacia Samson, que llevaba a Delilah hacia la puerta, listo para rechazar el trabajo que se esperaba de él. Sin embargo, un gemido de la mujer en la cama, le hizo mirar en su dirección.

Su aliento se quedó atrapado en su pecho cuando la vio por primera vez.

Gabriel oyó cerrarse la puerta y supo que estaba solo con ella.

La mujer yacía sobre las sábanas, la ropa manchada de sangre. Llevaba pantalones y una camiseta, una bata blanca de médico encima. En letras rojas, su nombre estaba bordado por encima del bolsillo de su pecho: Doctora Maya Johnson, Urología.

La cara de Maya estaba pálida y parecía aún más pálida por el enmarcado de su pelo oscuro hasta los hombros. No era perfectamente lacio, caía en grandes ondas que parecían acariciar su rostro. Sus ojos estaban cerrados, gruesas pestañas oscuras los protegían. Se preguntó de qué color serían sus ojos, una vez que regresaran a su estado normal. Su piel tenía un tinte de oliva haciéndola parecer Latinoamericana, del Mediterráneo, o del Medio Oriente.

Ella tenía contusiones y cortes en la cara, principalmente alrededor de los labios que eran perfectamente gruesos y curvos. Había luchado con su agresor, lo supo al instante. En cuestión de horas, sus heridas habrían desaparecido, su cuerpo ya vampiro se curaría a sí mismo, mientras dormía.

Sólo podía imaginar el dolor que había sufrido y el horror cuando se diera cuenta de lo que estaba pasándole. Había muerto esa noche a manos de un rufián, y él la había traído de regreso desde el borde del abismo. Ella había tenido que experimentar la muerte, para ganar una nueva vida. ¿Qué tan dolorosa había sido su muerte?

Gabriel sabía que la transformación de todos los vampiros era diferente. Muchos tenían recuerdos horribles del suceso, cosas que nadie hablaba. Y los recuerdos de esta mujer serían terribles… Ser convertida en contra de su voluntad, sería traumático. Sus heridas lo atestiguaban.

Gabriel miró más allá de las lesiones y la fealdad de la herida por la mordedura en el cuello. Estaba claro que habían interrumpido al rufián, ya que no había tenido la oportunidad de cerrar la herida con su saliva. Necesitaría más tiempo para cerrarse sin eso. Si hubiera lamido la herida de la mordida, ya ni siquiera sería visible.

Gabriel sólo vio a la mujer por debajo de las lesiones: la curva sensual de su nariz, las líneas fuertes de sus pómulos, y la gracia de su cuello. Su figura esbelta bien podría haber estado descubierta, ya que casi podía imaginar cómo se vería su cuerpo desnudo.

Elegantes dedos largos se extendían de sus manos delgadas, manos que quería sentir en su propia piel acariciándolo. Piernas largas, que él quería que ella envolviera alrededor de su cintura mientras le hacía el amor. Pechos rellenos que podría mamar mientras besaba cada centímetro de su cuerpo. Labios rojos que saborearía con los suyos.

Había algo tan apasionante en su aroma, algo tan extraño, pero tan familiar al mismo tiempo. No había otro aroma que pudiera comparársele. Rico y profundo, lo envolvía, cubriéndolo como un capullo en un aura de calidez y suavidad. Cada célula de su cuerpo respondía a su llamada.

Ella era perfecta.