PRÓLOGO
Tras la destrucción causada por la Guerra de los Espíritus, el pueblo de Krynn se enfrentará a un porvenir confuso e ignoto. El porvenir, diréis, es siempre un enigma para aquéllos que no saben descifrarlo, pero en la historia de Krynn todos los acontecimientos ocurridos en el mundo tienen alguna base histórica. El futuro de Krynn se construyó siempre sobre los sólidos cimientos del pasado. Por muy catastrófico que sea un acontecimiento, basta con mirar atrás para descubrir su origen previsible en los hechos pasados.
Cuando Takhisis soltó las amarras del mundo, lo dejó a la deriva del espacio y el tiempo, y desde entonces lo que fue ya no es y lo que será constituye un misterio insondable. Ni los propios dioses conocen el porvenir.
Aquella época se llamó Era de los Mortales. Al principio recibió ese nombre porque los dioses huyeron, pero luego, pasada la Guerra de los Espíritus, lo conservó porque hasta las propias deidades estaban confusas. El río de los tiempos se había desbordado y arrastraba consigo a las estrellas.
Los dioses tendrán algo que decir sobre el futuro del mundo, no cabe duda, pero también ellos, como los mortales, se abrirán paso a tientas, entre las sombras. El mal prosperará en esa atmósfera de temor e incertidumbre, pero cuanto más negra sea la oscuridad, más brillante será la luz.
Ha llegado la hora de que los minotauros impriman su huella en el mundo. Es tiempo de nuevos héroes y nuevos villanos.
La trilogía de Richard A. Knaak representa el primer paso hacia ese futuro.
MARGARET WEIS