Agradecimientos

Si bien un libro se concibe en soledad, su alumbramiento está en manos de diestros parteros sin los cuales nunca lograría sobrevivir. Me siento especialmente en deuda con tres personas que se comprometieron a cuidar estas páginas hasta traerlas al mundo.

David Gernert, mi agente, quien con su alquimia y su imaginación ha obrado milagros para mí, desde los remotos comienzos hasta hoy.

Steve Rubin, el director de la editorial Henry Holt and Company, un visionario de posibilidades, desde los remotos comienzos hasta hoy.

Ha sido una tremenda suerte haber vuelto con ellos al punto de partida.

Y por último a Lauren Culley, mi editora de mesa, cuya orientación, persistencia y comprensión perspicaz de mis páginas han sido inestimables.