10 de octubre de 2009
Querido John:
¿Qué hacer? No hagas nada; o haz algo. Es decir, no hagas caso de la estúpida carta y no pienses más en ello. O si no, si estás tan profundamente irritado que te resulta imposible dejar de pensar en ello, envía una carta a esa inglesa y dile que has escrito una novela, no un panfleto sobre comportamiento ético, y que los comentarios desdeñosos sobre los judíos, por no hablar de antisemitismo declarado, forman parte del mundo en que vivimos, y que solo porque tu personaje dice lo que dice no significa que tú apruebes sus manifestaciones. Lección primera de «Cómo leer una novela». ¿Aprueban el asesinato los autores de novela criminal? Y tú, como vegetariano militante, ¿te revelas como un hipócrita si uno de tus personajes se come una hamburguesa? La carta de esa mujer es absurda, una idiotez. Pero la triste verdad es que todos los novelistas reciben misivas de ese tipo de cuando en cuando. Mi típica respuesta es arrugarlas y tirarlas a la papelera.
Imagino que ya habrás recibido mi última carta, junto con la ficha que incluye una lista de nombres de más poetas (desde entonces se me han ocurrido todavía más, muchos más). Te agradecería tus reflexiones sobre el concepto de estilo tardío de Adorno/Said, que, debo confesar, se me escapa un poco.
Espero que te encuentres bien.
Afectuosamente,
Paul