Jojo

Y entonces, a medio camino de sacudir la melena sobre la copa de Kathleen Perry, Jojo lo vio: en la pared del fondo, con un traje oscuro. La estaba mirando. Sus ojos se encontraron y lo sintió como un puñetazo en el estómago. Tuvo la sensación (otra vez esos novelistas de las pupilas dilatadas) de que eran las dos únicas personas de la sala.

El corazón le latía con fuerza, la mano que sostenía la copa le sudaba y todo le pareció superreal. Él le pronunció algo con los labios: «Espera», y luego: «Por favor», y empezó a abrirse paso entre la gente.

- Se está acercando -susurró Becky-. ¡Huye!

- No.

Tenía que quedarse. Solo podía haber una primera vez en que se volvieran a encontrar y mejor que fuera esta.

Él desapareció de su vista y reapareció avanzando por un bosquecillo de jóvenes revelaciones. Becky se fundió con el gentío.

Y allí estaba, justo delante de ella.

- ¿Jojo? -Sonó a pregunta, como si estuviera comprobando que era real.

- Mark. -Hasta decir su nombre era un alivio.

- Estás… -Buscó la palabra adecuada-… estupenda.

- Lo sé -bromeó Jojo. El rostro de Mark se iluminó y por un momento fue como en los viejos tiempos. Hasta que Jojo preguntó-: ¿Cómo están Cassie y los niños?

- Bien -respondió él con cautela.

- ¿Tú y Cassie seguís juntos?

Mark titubeó.

- Se enteró de lo nuestro.

- Mierda. ¿Cómo?

- Cuando te fuiste se hizo evidente que algo estaba pasando. -Esbozó una media sonrisa-. Me desmoroné.

Ella tampoco había estado precisamente en el séptimo cielo.

- ¿Hacía tiempo que lo sabía?

- Había imaginado que existía alguien, pero no sabía que eras tú.

- Lo siento. Lamento haberle hecho daño.

- Ignoro si es cierto, pero dice que fue un alivio descubrirlo, que el hecho de fingir que no notaba mi ausencia la estaba destrozando. Durante los últimos meses hemos estado intentando arreglar las cosas.

- ¿Vais a hacer una gran fiesta para renovar vuestros votos nupciales?

Mark consiguió sonreír.

- No, pero vamos a terapia juntos. Nos estamos esforzando. -Hizo una pausa-. Pero sigo pensando en ti todo el tiempo.

Jojo había estado acercándose, absorbida por él. Enderezando los hombros, se alejó, temerosa de captar siquiera un pizca de su olor. Eso sería su perdición.

- ¿Podríamos vernos algún día? -preguntó Mark-. ¿Para tomar algo?

- Sabes que no.

Entonces él dijo, sin más:

- Cada día, todavía ahora, me cuesta creer que me equivocara tanto. Fui un egoísta al pensar en nosotros en lugar de pensar en ti. Si pudiera recuperar aquella hora en aquella reunión…

- No sigas. Yo también he estado pensando. El problema no fue únicamente la elección del socio, sino la culpa que yo sentía con respecto a Cassie y tus hijos. A la hora de la verdad, creo que no habría podido hacerlo. ¿Y sabes una cosa? No creo mucho en la psicoterapia, pero pienso que tú tampoco habrías podido dar el paso. Por eso me la jugaste.

- No -repuso él-. Ni mucho menos.

- Sí -dijo firmemente ella.

- Ni mucho menos.

- No importa… Es solo una teoría.

No quería insistir. No era lo bastante importante. La gente lo estaba mirando. Su intimidad era demasiado evidente.

- Mark, tengo que irme.

- ¿En serio? Pero…

Jojo procedió a abrirse paso entre la gente, saludando a todo el mundo, sonriendo, sonriendo hasta la salida.

Una vez en la calle, aceleró el paso mientras Becky se esforzaba por darle alcance. Cuando se hallaron a una distancia prudente Jojo se detuvo bruscamente en un portal y se dobló, sosteniéndose el estómago, el pelo vertido hacia el suelo.

- ¿Vas a vomitar? -susurró Becky, rodeándole la espalda con un brazo.

- No, pero duele.

Permanecieron así unos minutos, mientras Jojo emitía unos quejidos que a Becky se le hicieron insoportables. Finalmente se levantó, se echó el pelo hacia atrás y dijo:

- Kleenex.

Becky encontró uno en su bolso y se lo pasó.

- Sabes que podrías volver con él.

- Imposible. Lo nuestro ha terminado.

- ¿Cómo puedes decir eso? Le echas terriblemente de menos.

- ¿Y qué? Lo superaré, ya casi lo he superado. Y si quiero, algún día conoceré a otro hombre. Mírame. Tengo mi propio negocio, conservo todos los dientes y el pelo, sé reparar bicicletas…

- Te pareces a Jessica Rabbit.

- Soy un fenómeno con los crucigramas.

- Imitas muy bien al pato Donald.

- Exacto. Soy fabulosa.

¿Quién te lo ha contado?
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