Extracto de Book News, 5 de agosto.
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Tania Teal, de Dalkin Emery, ha comprado Persiguiendo el arco iris, la primera novela de la escritora irlandesa Gemma Hogan. Representada por Jojo Harvey, de Lipman Haigh, el libro se vendió por sesenta mil libras. Descrito como un cruce entre Miranda England y Bridie O'Connor, se publicará el próximo mes de mayo como libro de bolsillo.
Estaba hojeando Book News, buscando una excusa para no escribir, cuando las palabras «Gemma» y «Hogan» saltaron de la página, esperaron a tener toda mi atención y me dieron un puñetazo en el estómago. Sujetando la hoja con exagerada firmeza, leí la reseña detenidamente y volví a leerla mientras la conmoción se abría paso en mi cabeza. «Gemma. Libro. Mi agente. Mi editora. Mucho dinero.»
Aterrada, contemplé las letras negras hasta volverlas borrosas. Probablemente había muchas Gemma Hogan irlandesas, no era un nombre tan raro, pero yo sabía que era mi Gemma. Había comentado muchas veces lo de escribir un libro, y el hecho de que trabajara con mi agente y mi editora era demasiada coincidencia. ¿Cómo demonios lo había logrado? Si ya era difícil conseguir que te publicaran un libro, no digamos obtener el agente y la editorial de tu elección. Probablemente se había convertido en una experta en magia negra. Hundí el rostro en las manos. Esto era un mensaje, como la cabeza del caballo en la cama de El padrino.
Yo tengo mucha intuición, incluso presagios, y supe que el juego acababa de empezar. Aunque había temido algún castigo, había pasado tanto tiempo que había empezado a confiar en que Gemma hubiera seguido su camino y hasta me hubiera perdonado. Pero me equivocaba: durante todo este tiempo Gemma había estado concibiendo su venganza. Ignoraba cómo planeaba destrozarme la vida, no podía dar detalles precisos, pero sabía que había llegado el momento de la verdad.
En un segundo vi cómo mi vida se desmoronaba. Gemma me odiaba. Contaría al mundo entero lo que le había hecho y pondría a todos contra mí.
¡Y el dinero! ¡Sesenta mil libras! A su lado las cuatro mil de mi anticipo eran una ridiculez. Su libro debía de ser muy bueno. Mi carrera estaba acabada, Gemma iba a echarme del ruedo con su obra maestra de sesenta mil libras.
Agarré el teléfono, soplé el polvo con labios temblorosos y llamé a Anton.
- Gemma ha escrito un libro.
- ¿Gemma Hogan?
- Y eso no es todo. Adivina quién es su agente. Jojo. ¿Y su editora? Tania.
- No puede ser.
- Te lo prometo. Sale en Book News.
Silencio. Luego:
- Dios, nos está enviando una advertencia, como la cabeza del caballo en El padrino.
- Eso mismo pensé yo.
- Llama a Jojo y averigua qué está pasando. Aunque esto tiene que ver con nosotros, ¿verdad?
- Sí, y lo peor de todo -casi no era capaz de pronunciar las palabras, tal era la envidia que sentía- es que ha recibido un anticipo enorme.
- ¿Cuánto?
- No te lo vas a creer.
- ¿Cuánto?
- Sesenta mil.
Anton guardó un largo silencio y luego le oí sollozar.
- ¿Qué? -pregunté casi a gritos.
- ¡Me equivoqué de chica!
- Qué gracioso, ja, ja -espeté malhumorada.
Telefoneé a Jojo. Aunque la cabeza me ardía por la necesidad de saber, conseguí el cortés «¿Cómo estás?» y luego, tratando de parecerle natural pero sonando como si me estuvieran estrangulando, dije:
- He leído en Book News que tienes una nueva escritora llamada Gemina Hogan. Me estaba preguntando si…
- Sí, es la Gemma que conoces -me interrumpió Jojo.
Joder. Joder. Joder. Joder.
- ¿Estás segura? ¿Vive en Dublín, trabaja de relaciones públicas y lleva el pelo a lo Liza Minnelli?
- La misma.
Temí echarme a llorar.
- Hace una eternidad que me pidió que te saludara de su parte -añadió Jojo-. Lo siento, lo olvidé.
- ¿Tenía… tenía un mensaje para mí?
- Solo me pidió que te saludara.
Me invadió el miedo. Toda esperanza de que se tratara de una extraña coincidencia se evaporó. Gemma había maquinado todo esto. Era un plan deliberado y con un objetivo claro.
- Jojo, puedo preguntarte… sé que supone romper la confidencialidad del cliente, pero… ¿de qué trata su libro?
- De su padre que abandona a su madre.
- ¿Y de una amiga que le roba el novio a otra?
- No, solo del padre que abandona a la madre. Es muy divertido. Te conseguiré un ejemplar en cuanto esté corregido.
- Gracias -susurré, y colgué.
Jojo me mentía. Seguro que Gemma ya la había iniciado en el lado oscuro.
«Ema ha huido con una pandilla de peritos contables -pensé-. Anton tiene un principio de gangrena en la pierna izquierda y perdí a mi madre jugando al póquer…»
Me obligué a concentrarme en lo atroz de esa situación. Arrugué la frente y lo intenté con todas mis fuerzas. Por un momento me hice una idea de lo asqueroso que sería compartir una casa con un hombre putrefacto. Luego me di mentalmente un codazo y me dije: ¡Tonta, nada de eso es cierto!
Normalmente este ejercicio me hace agradecer lo que tengo.
Hoy, no.