Lunes.
Es el día de la vuelta a Madrid.
Los chicos cargan su equipaje en el Cebojet. Eva ha metido en su maleta el Trofeo al Mejor Jugador del torneo, que decorará su habitación de Pekín.
Benja se despide de su primo y los demás Cebolletas y, al chocar la mano de Gaston Champignon, imita su voz:
—Au revoir, mon ami!
Tomi sube a bordo del autobús agitando una hoja.
—¡Chicos, yo también he recibido un mensaje de Pasquino!
—¡Léelo enseguida! —exclaman los Cebolletas, llenos de curiosidad y sentados como siempre al fondo del autobús.
—«Para ganar cuando des la cara o aprendes la vaselina o usas otra medicina. Te lo piden Sara y Lara» —declama el capitán.
En el Cebojet todos sueltan una carcajada.
Las gemelas extienden los brazos y ponen la sonrisa más pilla del mundo.
—Pues sí: éramos nosotras las Pasquinas…
—¿Estamos todos? —pregunta Champignon por el micrófono.
—¡Sí! —responde a coro el grupo de vacaciones organizadas Cebolletas.
—¿Socorro tiene todos los huesos en su sitio?
—¡Sííí!
—¿Cazo está durmiendo en su olla?
—¡Sííí!
—Superbe! —concluye el cocinero-entrenador—. Todo en orden. ¡Podemos partir, querido Augusto!
El Cebojet se pone en marcha.
En el salpicadero brilla la Bota de Plata.
Poco después de arrancar, Tino, con falso aire de indiferencia, se acerca a los Cebolletas que están al fondo del autobús y les pregunta:
—¿Queréis leer la Gazzetta de hoy?
—Gracias —responde Nico, que la va hojeando hasta que se detiene y pone unos los como platos, incrédulo ante lo que ve.
—¡¡¡Pero si salimos nosotros!!! —exclama el número 10.
Los Cebolletas se reúnen a su alrededor como un solo hombre.
En el centro de la página está la foto de Trigoria que les sacó Champignon: el grupo posa ante la portería y Totti lo supera con una vaselina. El titular, en negritas, reza: «Me quedo en Roma por amor».
Más abajo, también en negritas: «Le he dicho que no al Real Madrid porque quiero regalar un trofeo a la gente a la que quiero».
Antes del artículo firmado por Tino, hay un comentario: «El capitán del Roma escoge a un periodista que todavía va a la escuela para desvelar sus secretos…».
—¡Fabuloso, Tino! —grita Fidu.
Los Cebolletas, entusiasmados, felicitan al autor de la exclusiva, que cuenta de un tirón toda la historia, desde el encuentro con Totti hasta la presión de Massimo, el simpático periodista de la Gazzetta, padre de dos gemelas, que les había ayudado a entrar en Trigoria.
—¡Enmarcaremos esta página y la colgaremos en la parroquia! —concluye Champignon, guiñándole el ojo a Tino.
En Girona, el cocinero-entrenador recorre con una olla vacía el pasillo del autobús y recoge las respuestas de los Cebolletas.
Ha llegado el momento de escoger: ¿qué harán la próxima temporada, jugarán en una liga de equipos de siete jugadores o de once?
Gaston Champignon lee las papeletas que han echado a la olla los chicos y luego empuña el micrófono.
—Hay mayoría de seis votos contra cuatro. Así que queda decidido: el año que viene los Cebolletas disputaremos una liga con equipos de…