9
Hay algo muy conmovedor acerca de ellos.
Se parecen a los soldados, combaten como soldados, y en ocasiones incluso hablan como soldados. Tienen todas las mejores cualidades de los guerreros. Pero detrás de eso no hay nada… ni amor, ni familia, ni recuerdos felices de una vivencia real.
Cuando veo a uno de estos hombres morir, lloro más por él que por cualquier otro soldado raso que haya vivido una vida plena y normal.
—General Jedi Ki-Adi-Mundi
Darman había aplastado la cara de Jinart contra la pared y puesto su pistola en la cabeza de ella en el tiempo en que Etain saltaba para ponerse de pie.
—¡Alto!
—Con calma, chico —dijo Jinart tranquilamente—. Creo que no te hare ningún daño.
Él la había sujetado con seguridad. La expresión seria de su rostro era totalmente benigna, hasta ahora divorciada de la violencia potencial que utilizó cuando encontró estremecida a Etain.
—¡Déjala, Darman! —dijo—. Ella es una Jedi.
Darman se apartó de inmediato y dejó libre a Jinart.
—Ya te lo dije, no soy una Jedi —dijo Jinart irritada. Ella miró a la cara de Darman—. Así que le dispararías a una anciana, ¿verdad?
—Si señora —dijo Darman. Etain se quedó horrorizada—. Las amenazas vienen en todas formas. No todos los soldados son hombres jóvenes, y no todos los soldados llevan uniformes.
Etain esperaba que Jinart le tirara una patada en la ingle, pero la vieja rompió en una sonrisa satisfecha.
—Hay un chico sensible —dijo—. Vas a hacerlo bien. Confiemos en este, Etain. Él es muy bueno en su trabajo. —Ella miró la pistola, todavía firmemente en la mano—. DC-diecisiete, ya veo.
—Existen cuatro de ellos —dijo Etain, esperando que Jinart reaccionara con la misma decepción que ella sentía.
—Lo sé. —Entregándole la anciana un bulto a Etain—. Un escuadrón completo de Comandos Clon. Aquí tienes ropa seca. Nada elegante, pero al menos está limpia. Sí, lo sé todo acerca de ellos. He estado siguiendo a los otros tres.
—¿Están bien? —Darman era todo ansiedad de nuevo, seguía manifestado esa misma sensación de que era el niño que Etain encontraba difícil de soportar—. Tengo que reunirme con ellos. ¿Dónde están?
—Hacia el norte.
—Hacia RV Gamma.
—Lo que tú digas, muchacho. Todos ustedes me han llevado a una especie de baile. Ustedes son un desafió para rastrearlos.
—Así nos entrenaron, Señora.
—Lo sé.
Jinart seguía mirando la cara de Darman. —En realidad son una copia perfecta de Fett, ¿no? En su mejor momento, por supuesto—. Bajando el tono de su voz, en una forma menos ronca que la voz típica de las personas muy ancianas, y Etain se preguntó si éste era el momento en que ella se revelaría como una Sith. La padawan deslizó su mano lentamente dentro de su capa empapada.
Jinart de repente se puso negra como el mármol de Coruscant, carente de textura en el cabello, en la tela y en las arrugas, como si fuera cera vertiéndose sobre un molde en crudo. Su forma comenzó a fluir.
Darman con su cara incongruentemente inocente, esbozó algo parecido a una sonrisa familiar. Esta vez Etain estaba lista. Estaba enfocada, visualizaba el sable de luz como parte de su brazo. Estaba dispuesta a luchar.
—Tú eres el gurlanin —dijo Darman—. No nos dijeron que estarías en esta misión. ¿Cómo lo lograste?
—No soy Valaqil —dijo una voz suave y líquida—. Soy su esposa. —Jinart, ahora de cuatro patas, con un negro pelaje animal, incorporándose sobre sus patas traseras y parecía que se extendía hacia arriba como una columna de metal fundido—. Niña, pareces sorprendida.
Etain no podía discutir eso. Incluso si te hubieras encontrado con toda la diversidad de las especies no humanas y que sin duda había, incluso dentro de su propio clan Jedi… ver una metamorfosis de un cambiaformas ante sus ojos era fascinante. Pero por encima de todo, incluso este ingenuo soldado clon sabía lo que era esta criatura. Y Ella no lo sabía.
—Eres toda una revelación, Jinart. Pero ¿por qué puedo sentir algo tuyo como la Fuerza?
—Somos telépatas —dijo la gurlanin.
—Oh…
—No, no estoy profundizando en tú mente. No funciona así. Nos comunicamos sólo entre nosotros.
—Pero he escuchado tu voz como aquella noche, en mi mente.
—En realidad, estaba de pie cerca de ti. Por supuesto que no en una forma que fuera notoria para ti.
—¿Y yo, Señora? —Preguntó Darman, que parecía totalmente absorto en la conversación.
—Sí, te dije que durmieras un poco. Hago un árbol caído convincente, ¿no? —Jinart fluyó una vez más y cambió para retomar la personificación de la vieja otra vez—. Ya sé, estereotipado, pero eficaz. Las mujeres mayores son invisibles. Al igual que tú, Darman, nosotros vamos donde otros no y hacemos lo que otros no pueden. Aquí la red de comunicaciones está totalmente controlada por la Federación de Comercio, y en la práctica eso significa que una única retransmisión sería monitoreada por la estación terrestre de vigilancia en Teklet. Y aunque los de mi clase no podemos transmitir datos a través de distancias interestelares, nos podemos comunicar entre sí ideas generales y conceptos. Así que mi compañero y yo somos su comunicador. No es perfecto, pero es mejor que el silencio.
La gurlanin hizo un sonido líquido como agua hirviendo.
—He pasado los últimos dos días harapienta para reunir esta información, y es tanto para el joven como para ti. Ghez Hokan ahora está al mando de las fuerzas armadas aquí, tal como son, y no es tonto… se da cuenta que las tropas de la República están aquí por la caja de trucos de Uthan. Darman, él está rastreando a tus camaradas.
—Somos bastante buenos para la evasión.
—Sí, pero tienden a dejar cuerpos y partes detrás de ustedes. Hokan admite que no sabe cuántos de ustedes son, y esto lo perturba.
—¿Estás al tanto de sus preocupaciones, entonces? —Dijo Etain.
Ella ya no confiaba en nadie ahora. Ella aún no sabía quién había traicionado al Maestro Fulier, y hasta que no lo supiera se iba a mantener con la mente abierta y prudente. A pesar de que su Maestro no le había dicho sobre los clones, él debería haberlo sabido si hubiera descubierto las actividades de Uthan. Pero no había confiado en ella. Pese a todas sus palabras amables, cuando llegó el momento simplemente se limitó a confirmar —incluso desde la tumba— que ella no estaba en condiciones de convertirse en un Caballero Jedi.
—Sé porque Hokan está preocupado y es porque puedo hacer a un muy convincente hombre viejo, tanto como a una abuela excelente —dijo Jinart. La respuesta no tenía sentido—. Voy a alcanzar a los compañeros de Darman y tratar de dirigirlos hacia un lugar seguro. No cuentan con Intel[12] confiable, como tú la llamas, tienen una cantidad limitada de municiones, y ya no cuentan con ninguna ventaja por el factor sorpresa. Hokan sabe lo que ustedes han venido a hacer y tiene suficiente poder de fuego y droides para detenerlos. Eso hace que su misión sea casi imposible sin un cambio de planes o de alguna intervención.
Darman la sopesaba cuidadosamente. No había precedentes de que
las noticias de Jinart fueran de una confianza tangible: Etain no
vio un destello en su rostro.
—Podría ser peor. Me gustó bastante lo del transmisor.
—Podría hacer que los lugareños se unieran a ustedes a cambio de estar asquerosamente borrachos.
Darman miró a Etain. Ella se retorció.
—¿Sin ideas, soldado? —Preguntó.
—Espero sus órdenes, Comandante.
Era el colmo. Semanas de miedo, hambre y fatiga en la cima de años de duda y desilusión, convirtieron repentinamente a Etain en un frágil edificio a punto de derrumbarse. Ella había hecho todo lo que podía hacer, y no quedaba nada en ella para dar.
—Basta, deja de llamarme Comandante. —Sentía que sus uñas se enterraban en sus palmas—. Yo no soy tu maldito Comandante. No tengo ni idea de qué hacer a continuación. Estas por tu cuenta Darman. Tú eres el soldado. Se te ocurrirá un plan.
Jinart no dijo nada. Etain sintió que su cara ardía. Había perdido toda dignidad. Toda una vida de un cuidadoso entrenamiento en el arte del control y la contemplación había llegado a nada.
Darman cambió ante sus ojos. Su transformación no fue sentido físico como lo había hecho la gurlanin, pero el cambio fue tan sorprendente, porque el sentimiento del niño que Etain había detectado tan claramente simplemente se evaporó. Su lugar fue tomado por una calma resignada y algo más, un sentimiento más bien triste. El cual ella no lo pudo precisar.
—Si Señora —dijo—. Lo haré inmediatamente.
Jinart sacudió la cabeza en dirección a la puerta.
—Ve por un poco de aire, Darman… Tengo que hablar con la Comandante Tur-Mukan.
Darman vaciló un momento y luego se dirigió hacia fuera. Jinart rodeo a Etain.
—Escúchame, niña, —susurró siseante y áspera. Gotitas de fina saliva brillaron brevemente en la penumbra—. Ese soldado puede pensar que cada palabra de un Jedi es una declaración divina, pero yo no. Será mejor que te despabiles rápidamente. Los Comandos y yo somos todo lo que se interpone entre el mantenimiento de algún tipo de orden en la galaxia y su fragmentación, ya que si el ejército de clones puede ser eliminado, entonces los separatistas van a ganar.
—Puedes ayudarnos o hazte a un lado, pero no serás un obstáculo, y eso es lo que serás si no puedes liderar a estos hombres. Que han sido criados para obedecer sin lugar a dudas a los Jedis. Lamentablemente, en este caso esto te concierne.
Etain estaba acostumbrada a sentirse inútil. No había lugar más bajo del que la puso Jinart.
—Yo no pedí esta responsabilidad.
—Y Darman tampoco. —Durante un segundo aterrador Jinart se transmutaba en una masa hirviente de ligamentos negros—. Esa es la naturaleza de su deber. Lo llama y lo da todo. Él lo hará. Así como sus compañeros, todos y cada uno de ellos. Necesitan que les ayudes a hacer su trabajo.
—Todavía estoy aprendiendo.
—Entonces aprende rápido. Si esos soldados no estuvieran condicionados a obedecerte, consideraría relevarte inmediatamente. Los de mi clase no tienen nada que agradecerle a los Jedi, nada de nada. Pero compartimos un enemigo común, y quiero ver de nuevo a Valaqil. Piensa en ti misma como afortunada.
Jinart zanjo el tema. Etain se dejó caer de rodillas en la hierba y se preguntaba cómo había llegado a esto. La puerta del granero se abrió lentamente, y Darman miró a su alrededor.
—No te preocupes por mí —dijo.
—¿Está bien, Señora? —Hizo una mueca visible—. Discúlpame. Etain
—Probablemente piensen que soy una inútil, ¿no es así?
—Se me ocurrió un plan, como lo has ordenado.
—Criados para la diplomacia, también, ¿eh?
—Si Hokan ha establecido la instalación como un señuelo, entonces tenemos que hacerle pensar que creemos que sigue siendo el objetivo real. Por lo tanto nos dividiremos.
—Voy a tomar eso como un sí.
Darman quedó en silencio.
—Lo siento —dijo—. Continua.
Se arrodilló frente a ella, y limpio el suelo con su mano, creando un espacio libre para demostrar algo. Alargó la mano hacia unos mendrugos de pan y un trozo de madera comida por insectos.
—¿Qué crees que soy? —preguntó en voz baja.
—Por lo que Jinart dice, un soldado clon criado para obedecer. —Ella lo vio romper la madera y corteza en trozos y los colocó en fila como piezas de un juego—. No hay opción.
—Pero yo tengo una opción —dijo—. Una opción en la forma en que interpreto tus órdenes. Soy inteligente. He visto luchar a los Jedi, así que sé de lo que eres capaz. Una vez que estés expuesta a situaciones que requieran de tus habilidades, tú no serás la misma.
Él era todo contradicción. Etain se preguntó por un momento si no fuera un soldado clon, sino otro gurlanin jugando juegos rencorosos con ella. Pero podía sentir una combinación de silenciosa desesperación y… fe. Sí, fe.
Él era la única persona en muchos años que había mostrado un cierto grado de confianza en ella, y el primero desde el Maestro Fulier que había mostrado su bondad real.
—Muy bien —dijo ella—. Esta es tu orden primordial. Pase lo que pase, ustedes van a intervenir en caso de que yo haga o diga cualquier cosa que ponga en peligro su misión. No, no me mires así. —Ella alzó la mano para sofocar la protesta que podía ver se formaba en sus labios—. Piensa en mí como un Comandante en entrenamiento. Tienes que entrenarme. Eso podría significar enseñarme la manera correcta de hacer las cosas, o incluso salvarme por mi propia falta de… experiencia. —Apenas se atrevía a decirlo—. Y… y eso es una orden.
Él estuvo a punto de sonreír.
—Es por esto que tengo confianza en obedecer a un Comandante Jedi. Su sabiduría es inigualable.
Etain tuvo que pensar en esto durante varios segundos. Si Jinart lo hubiera dicho, estaría hirviendo. Lo que Darman quería decir tal vez podría interpretarse de muchas maneras.
Sí, él era inteligente y sutil, absolutamente no era un droide. ¿Cómo un niño de diez años de edad obtuvo esto? Perturbador, se concentró en la comodidad de creer que él tenía cosas que ella nunca tuvo, por lo tanto sabía más.
—Vamos —dijo.
—Tenías un plan.
RV Gama, punto de reposo, anocheciendo.
—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó Niner.
Atin movió los brazos, doblando los codos en un movimiento de natación, probando sus músculos pectorales.
—Casi como nuevo. Sin problemas de respiración. No, sólo un duro golpe en la placa.
La voz sin cuerpo de Fi habló en los comunicadores de sus cascos. Estaba escondido debajo de un arbusto en el borde de una cresta, vigilando el camino de abajo.
—Soy un buen médico de campo. Esperen verme hacer una traqueotomía.
—Si estás de acuerdo, paso —dijo Atin, sacándose el casco—. ¿Cena?
—¿Qué prefieres? —Preguntó Niner—. ¿Raciones deshidratadas[13], raciones deshidratadas, o quizá raciones deshidratadas?
—Para cambiar vamos por las raciones deshidratadas. —Sí, Atin definitivamente se sentía mejor, y no sólo físicamente—. Entonces ¿Quién decía eso?
—¿Uh?
—Cosas sobre las raciones deshidratadas.
—Oh. Skirata. Nuestro viejo Sargento instructor.
Atín le dio un mordisco a un cubo blanco y se lo bajó con un trago de agua de su botella.
—Él nunca nos entrenó. He escuchado hablar mucho de él.
—También entreno a Fi y Darman. Nuestros escuadrones estaban todos en el mismo batallón.
—Tuvimos a Walon Vau[14].
—Eso explica dónde obtuvieron su actitud alegre.
—El Sargento Vau nos enseñó la importancia de planificar para el peor escenario —dijo con toda lealtad Atin—. Y maximizar tu tecnología. Ser duro es bueno, ser duro contando con tecnología superior es mejor.
—Estoy seguro.
—He oído que todo mundo amaba a Skirata. Incluso al ser un borracho malhumorado.
Niner nunca se había emborrachado y ni siquiera conocía el sabor del alcohol. —Le importaba lo que nos pasaba. Más o menos era uno de nosotros. No sólo porque no podía pertenecer más a un ejército, o porque tenía que desaparecer. No, él era un buen hombre—. Niner habría dado cualquier cosa por ver llegar en ese momento a Skirata cojeando a través de los árboles, exigiendo saber porque estaban descansando como un puñado de bailarinas Nahra Kaminoanas. —No tengo idea de donde este ahora, no desde que salimos de Kamino. El mejor hombre en operaciones encubiertas y sabotaje.
—Ustedes deberían saberlo, por supuesto.
—Todos vamos a saber eso pronto. Estoy confiando en lo que él nos enseñó nos ayudará a cumplir con esta misión.
Niner se comió por completo el cubo perfectamente balanceado, concienzudamente diseñado y sin sabor, y se sentó en silencio, a la espera de Darman. Ni siquiera podían atrapar algo y cocinarlo: el olor a carne asada y la luz del fuego revelarían su posición.
Con Fi vigilando, podría cerrar los ojos y dormir un par de horas. Se puso el casco de nuevo, en parte para estar listo para actuar con rapidez si había contacto con el enemigo, y en parte para mantener la temperatura de su traje. Estaba empezando a hacer frío. Se permitió una comodidad que en realidad no necesitaba, para el estado de ánimo.
Me asustas. Absorbes todo lo que te digo. ¿Alguna vez olvidas algo?
—No, mi Sargento —dijo Niner.
No tenía idea de cuánto tiempo había estado dormido. Se despertó con un sobresalto al oír el sonido de la voz de Fi.
—Posible contacto, hacia el este, rango cuarenta clics. Parece que se centra en Imbraani.
Incluso a través del visor, no estaba claro lo que vio Fi, pero Niner también podía verlo ahora. Un resplandor en el horizonte como un falso amanecer. Era constante, de una coloración gradual del ámbar al rojo intenso: no era una explosión.
Niner cambiaba entre los modos del visor, del espectro principal al infrarrojo al espectro completo y viceversa. También el resplandor era caliente. Así lo indicaban los rayos infrarrojos de largo alcance.
—Creo que viene un gran fuego —dijo Fi.
Esperaron, vigilando: Niner podía escuchar a Atin a pocos metros de distancia, recogiendo el equipo, listo para salir. Con los prismáticos de largo alcance, pudieron ver que el fuego estaba siendo eclipsado en algunos lugares por columnas de humo. Eventualmente, Atin se unió a ellos, y los tres observaron las distantes llamas en silencio.
—Ellos no son de los que queman el rastrojo de los cultivos por la noche —dijo Fi—. No han terminado aún de cosechar esa cosa apestosa a Barq. Han encontrado algo.
—Lo sé.
—Ya sea que hayan encontrado a Darman y le estén enseñando a la gente local no darle refugio al enemigo, o no han encontrado a Darman y están tratando de expulsarlo.
Niner pensó que era una noticia relativamente buena.
—Pero eso significa que hizo el aterrizaje —dijo—. Así que esperaré aquí hasta el último segundo, y tal vez un poco más de tiempo para estar seguro.
De nuevo Atin volvió a preparar el equipo. Él era muy profesional y disciplinado para colocarlo sobre el suelo, pero Niner encogió levemente sus hombros.
—¿Y si no se presenta para entonces? —Preguntó, con un tono que sugería que no quería mostrar por más tiempo su desacuerdo—. ¿El plan sigue?
—Debemos echar otro vistazo a toda la zona desde Teklet a Imbraani —dijo Niner—. Empezamos desde cero.
* * *
—Esto no es a escala —dijo Darman. Raspó marcas en la tierra suelta en el piso de la granja y colocó con cuidado trozos de madera a manera de un plano rústico—. Este es el río. Estos tres pedazos de corteza son los RVs Alfa, Beta y Gamma. —Rompió la madera en más piezas y las colocó—. Esta es la base de los droides… y esto es el laboratorio de Uthan.
Etain extendió su mano vacía. Dejando caer dos trozos de madera en la mano.
—Esta es la residencia de Lik Ankkit —dijo ella—. Es el señor neimoidiano, a falta de una palabra mejor. Dirige el negocio de exportación de los productos agrícolas, lo que lo hace un tipo de emperador aquí.
—Está bien. ¿Qué más tenemos?
Etain diseminó las piezas de madera restantes con cuidado en parches pequeños.
—Imbraani y Teklet, que es el puerto espacial, así como su almacén y centro de distribución.
—Y esta fue la última posición conocida de mi equipo.
Etain se quedó mirando la madera carcomida y las costras mohosas que podrían ayudar a salvar de la destrucción al Gran Ejército.
—¿Por qué estamos raspando mapas en la tierra cuando tenemos buenos y perfectos holomapas?
—Esto es lo que acostumbraba hacer el Sargento Skirata —dijo Darman—. No le gustaban los holos. Demasiado transparentes. También pensaba que sentir la textura de la tierra enfoca tu mente.
—Y no se necesita ninguna tecnología para hacerlo.
—Él era un gran creyente de la intuición.
Darman sacó su arma y se volvió de pronto. Abriéndose la puerta del granero. Relajándose dejó caer el brazo a su lado. Jinart sostenía más prendas pobremente tejidas en sus brazos.
—Se tienen que ir —dijo sin aliento—. Echen un vistazo afuera hacia el este. Están quemando los campos para hacerlos huir y que no estén cubiertos. Hay un sitio donde pueden pasar desapercibidos, pero tienen que pasar por agricultores-lo cual no va ser fácil para ti, muchacho. Eres demasiado grande y bien alimentado.
Etain no se sintió aludida. Sabía que ella iba a encajar bien con la gente local desnutrida y en mal estado.
—Tengo que tomar mi equipo —dijo Darman—. Puedo dejarlo por algún lado si tengo que hacerlo.
—¿No puedes dejar nada de eso?
—No, si vamos a volar esa instalación. Tengo toda la artillería para hacer frente al nanovirus, así como el cañón E-Web. Lo necesitamos.
—Entonces toma una carreta. Hay un toque de queda para los vehículos de motor. —Jinart lanzó uno de los bultos a Darman—. Y quítate esa armadura. No podrías ser más evidente incluso si llevaras puesto un vestido de novia.
—Intentaremos alcanzar el RV Gamma.
—No, vayan a la primera casa segura que puedan encontrar. Alcanzare a tu escuadrón y les informare, entonces volveré con ustedes.
Había una variedad de carretillas y carros de mano almacenada en el granero, todos ellos en diversos estados de deterioro. No llamarían la atención: por la red de caminos de terracería viajaba mucha gente tratando de conseguir su cuota de Barq y de otros cultivos que llevaban hacia Teklet a pie o en carros tirados por merlies.
Cargando las secciones del cañón blaster en la carretilla más sólida que pudo encontrar hizo darse cuenta a Etain de la pesada carga que Darman había llevado. Cuando ella trató de colocar uno de los paquetes grises en la carreta, casi se le disloca el hombro, por lo que decidió levantarlo con un poco de ayuda de la Fuerza. No esperaba que fuera tan pesado. No era la única con fuerza física engañosa.
—¿Estas son todas las armas? —Preguntó.
—Más o menos.
—Sin embargo no son suficientes para tumbar a un centenar de droides.
—Depende de cómo las utilices —dijo Darman.
Etain se preguntaba si era más visible en su siniestra armadura gris que lo que traía puesto. La armadura lo hacía ver mucho más grande, pero incluso sin ella estaba tan sólidamente construido que era obvio que había pasado su vida entrenándose, comiendo suficientes proteínas. Los agricultores no tenían esa inclinación distintiva desde el cuello hasta los hombros formada por los músculos trapecios superdesarrollados. Incluso los agricultores más jóvenes llevaban las marcas de la constante exposición hacia los elementos; Darman simplemente parecía sorprendentemente saludable y no quemado por el sol. Ni siquiera tenía callos en las manos.
Y luego estaba su postura muy erguida. Se veía exactamente como el soldado de élite que era. Él nunca pasaría como una persona local. Etain estimaba que los agricultores le iban a tener más miedo a él que el que le tenían a Hokan.
El horizonte nocturno era de color ámbar como el cielo urbano de Coruscant, pero era producido por las llamas, no por la luz de millones de lámparas, causado por la reflexión de las nubes. Parecía que posteriormente iba a llover; podrían cubrir el carro con una lona y no causar curiosidad. Capas de tallos de Barq, sacos de grano de Barq, y tiras secas de kushayan enterraban los «engranes» de Darman, como él les llamaba. Su lenguaje oscilaba entre la jerga y la sutilidad de un alto nivel educativo, ya que engrane, podría ser el nombre de cajón para cualquier artefacto, desde un DC-17 y DC-15 hasta un montón de números y siglas que dejaba perpleja a Etain.
—Mira allá —dijo Darman, evaluando el cielo—. El frente de la flama debe estar al menos a 4 clics.
—Eso es el valor de un millón o más de créditos de Barq hechos humo. Los agricultores van a estar furiosos. Los neimoidianos van a estar aún más enojados.
—Así es Birhan —dijo Jinart—. Niña, Ese es el golpe justo a su barq que van a utilizar como camuflaje. En marcha. —La gurlanin tomó el datapad de Darman e insertó una memoria—. Estas son todas las casas relativamente seguras que pude mapear. No delaten su identidad, ninguno de los dos. Incluso si el dueño de la casa a la que estén llamando sepa quiénes son ustedes, háganle el favor de no poner en peligro al que los vaya a admitir.
Etain había cubierto la distintiva capa Jedi con una túnica Imbraani hasta los tobillos. Jinart señalo hacia el cabello.
—Y eso —dijo.
—¿También la trenza?
—A menos que quieras anunciar quien eres.
Etain vaciló. Había oído a alguien decir que nunca podría quitarse el anillo de compromiso, no hasta que muriera. Su trenza de padawan la sentía igual de permanente, como si su alma estuviera entretejida con ella, y que al quitársela después de tanto tiempo —aunque fuera temporalmente—, se desgarraría el tejido del universo y subrayaría su creencia de que no era material Jedi. Pero había que hacerlo. Se soltó la trenza en delgada líneas individuales y peinó los mechones de cabello suelto y ondulado con los dedos.
Se sentía menos Jedi que nunca, y no se acercaba ni remotamente a un Comandante.
—Me imagino que nunca pensaste que un comandante Jedi huiría de una pelea —le dijo a Darman, abriéndose paso con cuidado y sin prisas para tomar el camino.
—No es huir —dijo Darman—. Esto es un E y E. Escape y evasión.
—Para mí suena como huye.
—Retirada táctica para reagruparse.
—Eres un hombre muy positivo. —El niño estaba casi totalmente ausente ahora. Ella podía sentirlo enfocado y con un propósito. Él la avergonzó sin querer—. Lo siento, por haber perdido antes la compostura.
—Sólo en privado. No estábamos bajo fuego, Comandante.
—Te dije que no me llames así.
—Dónde nos puede escuchar, voy a obedecer su orden. —Hizo una pausa—. Todo el mundo pierde de vez en cuando.
—Se supone que yo no debo.
—Si ustedes a veces no se quiebran, ¿cómo saben qué tan lejos pueden llegar?
Era un buen punto. Por alguna razón él era mucho más tranquilizador que el Maestro Fulier. Fulier, cuando no estaba enganchado poniendo orden en la galaxia, era brillante sin ningún esfuerzo. Darman también era un experto en su oficio, pero había un sentido de habilidad ganada duramente, y no existía azar o misterio en eso.
A ella le gustaba Darman por ser tan pragmático. Cruzó por su mente que ella podría estar salvando soldados clon de una muerte por agentes biológicos para que pudieran morir a causa de un blaster o de un cañón. Era un pensamiento horrible.
No le gustaba tener que matar, ni siquiera por las acciones de otros. Iba a ser excepcionalmente duro el hacer una vida como Comandante.
* * *
Los droides avanzaban a lo largo del borde del bosque con lanzallamas que tomaron prestados del mismo agricultor cuyas tierras estaban quemando. Ghez Hokan y sus lugartenientes Cuvin y Hurati estaban como a trescientos metros de la trayectoria de las llamas, mirando hacia atrás.
—Señor, vamos a tener que quemar una gran cantidad de tierra para negarles toda la cubierta al enemigo —dijo Cuvin.
—Ese no es el punto —dijo Hurati—. Esto es tanto para crear la impresión de que protegemos las instalaciones, como para expulsar a las tropas.
—Correcto —dijo Hokan—. No existe punto para alinear a los nativos, y no puedo permitirme el lujo de compensar a todos por la producción pérdida. Es suficiente. Utilicemos a los droides en los límites restantes.
—¿Puedo sugerir que el uso de los cazadores strills? dijo Cuvin sin inmutarse. Podríamos traer a una manada y a sus manejadores en dos días. La Federación de Comercio no verá con buenos ojos la interrupción de la cosecha Barq, y la escasez de delicadeza será notada por algunas personas muy influyentes.
—No me importa —dijo Hokan—. La misma gente influyente será aún más molestada por la llegada a sus mundos de millones de clones de la República.
Ahora Hokan usaba completa su armadura de batalla mandaloriana, no tanto como protección sino para transmitir un mensaje a sus oficiales. A veces tenía que disfrutar de una pequeña puesta en escena. Sabía que el resplandor de las llamas daba un bello espectáculo al iluminar su armadura tradicional de guerrero, calculada para impresionar y atemorizar. Él estaba en guerra. Ya no tenía que prostituir sus habilidades marciales como un asesino o guardaespaldas de ricos cobardes y débiles por más tiempo.
Cuvin estaba en lo cierto sobre los strills, sin embargo. Esto no significaba que tuviera que lidiar con su disidencia, pero encontrar a las tropas de la República no sería fácil.
—¿Cuántos estimas que sean ahora, Hurati? —preguntó.
Hurati accionó un holomapa cobrando vida una imagen que volaba brillante a través de la oscuridad.
—La nave cayó aquí, confirmado un droide militar R5 de la República. —Señaló—. Los restos de dos weequay de la milicia fueron encontrados aquí, aquí y aquí… pero los gdans habían descuartizado y arrastrado los cadáveres en un rango de cinco clics, así que la ubicación exacta de las muertes es estimada. El aerodeslizador fue traído aquí. El circuito del deslizador fue encontrado desmantelado aquí, pero estaba a la entrada de madrigueras de los gdan, no se sabe dónde podrían haberlo encontrado al inicio. El enfrentamiento con la patrulla droide fue aquí, por lo que hemos desplegado la patrulla basado en esta averiguaciones.
—Todo se dio aproximadamente en cinco kilómetros de un corredor que abarca cuarenta kilómetros. Es obvio para mí que se dirigen hacia Teklet, probablemente para tomar el puerto antes de dirigirse hacia los laboratorios.
—Se puede ver de esa manera, Señor.
—¿Números?
—Me han dicho que no más de diez, Señor. Tenemos informes de agricultores que han encontrado evidencias de movimientos a través de sus tierras. Cuidan muy bien sus cultivos, por lo que se dan cuenta de estas señales sutiles, a diferencia de los droides, Señor.
—Y ¿qué sugiere con eso, entonces?
—Múltiples rastros cruzando una zona de cuarenta por treinta kilómetros, Señor. Hechos por expertos, los lugareños piensan que podría ser la fauna silvestre, pero estas pistas no son aleatorias. Yo diría que estamos siendo engañados.
Diez soldados. Diez: ¿exploradores, fuerzas especiales, saboteadores? ¿Estarán preparando el terreno para más tropas?, o ¿estarán encargados de completar la misión por su cuenta? Hokan hubiera deseado contar con algunos mercenarios mandalorianos, no droides y oficiales de carrera. Mantuvo su preocupación bien escondida detrás de su casco. También deseaba tener más aerodeslizadores, nunca había necesitado más de uno para mantener el orden en las granjas, y tomaría días para que los enviaran desde Qiilura.
—Los agricultores pueden ser muy cooperativos, ¿no?
—Cabe destacar que, desde que uno encuentra el modo, Señor.
Hokan dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el centro de investigaciones que ahora estaba vacío, pero prolija y magníficamente vigilado. Hizo una seña a Hurati para que lo siguiera. Cuvin también los siguió, pero Hokan levantó la mano para indicarle que se quedara en su puesto.
—Teniente —dijo en voz baja—. ¿Alguna señal de mi ex-empleado, Guta-Nay?
—Todavía no, Señor. Las patrullas han sido informadas.
—Bien, y échale un ojo a Cuvin por mí, ¿quieres? No creo que él vaya a llegar a capitán.
Hurati hizo una breve pausa.
—Entendido, Señor.
Era increíble lo que podía hacer una promesa tácita de promoción a un rango superior. Hokan se preguntaba qué había pasado con el código de conducta.
Así que había unos diez Comandos operando en la región. Darles caza consumiría muchísimo tiempo. A menos de que hubiera suerte, Hokan nunca los capturaría, no con droides y los jóvenes teóricos de academia. Tarde o temprano, el enemigo tendría que reabastecerse, tarde o temprano, ellos tendrían que mostrarse.
La República estaba jugando juegos de señuelos con él, y él con ellos. Se veía mejor a cada momento. Ellos no parecen estar adoptando la táctica habitual del aterrizaje de la infantería por la fuerza. Era un juego de ingenio, y si fuese necesario se sentaría tranquilo y dejaría que la fuerza de la República viniera por él.
Si quería llevaría a la República lo suficientemente cerca para disparar, entonces pudiera ser que necesitase un cebo aún más convincente.
La Dra. Uthan lo entendería. Ella era una mujer pragmática.
* * *
Fi estaba nervioso. No era como él. Niner lo había conocido solo hace unos días, pero uno hace juicios rápidos en los pequeños detalles, si eres un Comando clon, especialmente entre el tuyos.
No estaba dormido cuando Niner lo relevó de la guardia, y después de quince minutos Fi se adelantó a la posición de observación y se sentó a su lado. El fuego parecía haberse detenido, la luz todavía era visible, pero era estática. Probablemente había alcanzado uno de los arroyos y se estaba apagando.
—De todos modos ellos saben que estamos aquí —dijo Fi. Niner no necesitaba de telepatía para saber que estaba preocupado por Darman—. Podríamos probar el comunicador de largo alcance.
—Ellos podrían ubicar nuestra posición.
—Tendrían que tener suerte.
—Y nosotros sólo tenemos que tener mala suerte una vez.
—Está bien. Lo siento, Sarge.
Él volvió a sumirse en el silencio. Niner ajustó su filtro infrarrojo para eliminar la distracción de la luz del fuego. De repente, todo anormalmente silencioso, y eso significaba que los gdans habían detenido su incesante merodeo, lo cual no era bueno.
Niner bajo su rifle y ajusto la mira con una sola mano para conseguir un enfoque más limitado de los arbustos que estaban delante de él. Recorrió una vista de 180 grados, vio unos pocos reflejos en pares, los ojos atentos de los gdans acurrucados en un silencio poco característico para evitar algo.
Movimiento. Su mira brillo en azul en un cuadrante, advirtiéndole. Tal vez de lo que se trate podría verse en infrarrojo. Elimino al objetivo, al cambiar el intensificador de imagen y al primer modelo de oído, como Skirata le decía. Tienes buenos ojos y oídos, hijo, unos buenos. No confíes demasiado en la tecnología. Algo se acercaba, algo lento, sigiloso, más pequeño que un hombre, más astuto que un droide.
Niner puso su mano sobre el hombro de Fi —mantente abajo— no se atrevían a hablar, incluso en el comunicador.
Estaba a diez metros de distancia, viniendo directamente hacia ellos, sin hacer ningún intento por acechar. Tal vez no sabía lo que eran. Entonces iba a recibir una sorpresa.
Niner encendió su lámpara táctica, y el rayo cegador captó una forma de color negro brillante. Corto el haz de luz de inmediato, relajando todos los músculos. La criatura era tan plana en el suelo, que ahora se veía como si fuera agua fluyendo. Fue sólo cuando estaba justo frente a ellos que se incorporó y se convirtió en Valaqil.
—Yo pensé que me dejarían acercarme para que me vieran, dado su armamento —dijo una voz que no era la de Valaqil, pero era igual de líquida e hipnótica—. Tengo una regla no asustes a un humanoide con un rifle.
—Menos mal que hemos visto antes a un gurlanin —dijo Fi, y tocó su casco con su guante como cortesía.
—Tampoco me parece que haya sorprendido a tus colegas. He venido a informarles. Soy Jinart. Por favor, no me llamen señora cada dos segundos como lo hace Darman.
Niner quería hacer un centenar de preguntas sobre Darman, pero la gurlanin había hablado en tiempo presente, así que estaba vivo. Niner se alegró de tener el casco en su lugar. Mostrar emoción no era de profesionales, bueno, no a los extraños.
—Se dirigen hacia el objetivo equivocado —dijo Jinart—. Están en curso hacia la base separatista. Normalmente deberían estar llamando a la puerta de un cuartel con un centenar de droides en el interior, pero la mitad de ellos se ha movido para defender las instalaciones de investigación y para patrullar la zona. Tanto Uthan como su nanovirus ya no están más en las instalaciones actuales.
—Así que todo va excelente —dijo alegremente Fi.
—Sus objetivos están en una villa a las afueras de Imbraani, a pesar de las evidencias que ustedes pueden ver de las defensas de las instalaciones. Es una trampa.
—¿Qué está haciendo Darman? —Preguntó Niner.
—Tiene sus armas especiales y planos detallados de sus objetivos. Le he enviado a la clandestinidad con un Jedi.
—¿General Fulier? Pensamos que…
—Tus pensamientos son correctos. Él está muerto. El Jedi es su padawan, Tur-Mukan. No se hagan ilusiones. No es lo que pudiera considerarse como un Comandante… aún no, probablemente tal vez nunca lo sea. Por el momento, esta sigue siendo su guerra.
—No estábamos planeando un asalto frontal, no sin infantería —dijo Niner—. Ahora que hemos perdido la ventaja de la sorpresa, vamos a tener que volver de nuevo.
—Tienen un elemento… Ghez Hokan no tiene una idea precisa de cuantos son ustedes. Me he asegurado de que haya muchas señales, muchas de ellas obvias que señalan movimiento a través de los bosques y campos.
—Usted ha estado muy ocupada.
—Puedo hacer una buena imitación de un pequeño ejército, o por lo menos en movimiento. —Jinart miró a Atin y Fi como si los estuviera verificando. Tal vez estaba trabajando en cómo iba a imitar la forma de un Comando—. No han pensado en disparar y comer algunos merlies, ¿verdad?
—¿Por qué?
—Esas armaduras no están tan bien ajustadas como deberían estarlo.
Fi asintió con la cabeza.
—Ella tiene razón. Gastamos cerca del treinta por ciento más de calorías de lo previsto, Sarge. Ellos no calcularon que llevaríamos nuestro equipo por tierra.
—Pronto van a agotar sus raciones —dijo Jinart—. Los merlies son deliciosos. Simplemente nunca le disparen a uno, por favor. Si es necesario, yo podría cazarlo y dejarlo para ustedes.
—¿Por qué?
—Porque al que le disparen podría ser yo.
Era un punto de vista más que no habían considerado en los ejercicios. Ni siquiera Kal Skirata se había ocupado de los gurlanins, al parecer, o si lo había hecho no lo había mencionado. A Niner le agradaban. Se preguntaba de qué mundo vendrían. Tenía que ser fascinante.
—¿Hacia dónde se dirigen ahora? —Preguntó Jinart—. Tengo que dejarle saber a Darman dónde se encuentran.
—Diría que al RV Gama, pero por lo que nos has dicho, ese es el camino equivocado.
—Les puedo dar la ubicación de un lugar adecuado cerca de Imbraani, y cuando regrese con Darman, yo le daré las mismas coordenadas.
Atin interrumpió: —Existen minas de gemas aquí, ¿verdad?
—Sí, principalmente de cuarzo zeka y diversos silicatos verdes.
—¿A picos y palas o mecanizadas?
—Mecanizadas.
—Entonces deben tener explosivos para voladuras. Así como bonitos y seguros detonadores a larga distancia.
La gurlanins se echó a reír como un ser humano. Hasta parecía un poco divertida. Por otro lado, podría haber estado pensando en que Atin era un loco. Pero a Niner le gustaba la dirección que estaba tomando la mente inventiva de Atin.
—Tomen sus holomapas —dijo Jinart—. Déjenme darles una guía virtual por la industria minera de la región de Imbraani.