13
CO Majestuoso al Comando de la República, Coruscant
En posición y esperando contacto del Escuadrón Omega. Todas las comunicaciones de la estación de tierra en Teklet han cesado. Nave separatista acercándose, permaneciendo alejada a babor a 50 kilómetros, no ha respondido las señales, pero es probable que se trate de un transporte armado de la Unión Tecno. Entablaremos contacto con la nave si pareciera estar tomando una acción hostil. Atentos.
—Al final todo bien de nuevo —dijo Fi, en algún lugar delante de la columna.
—¿Te metiste estimulantes? —preguntó Niner.
—Soy naturalmente alegre.
—Bueno, yo no, así que ¿de dónde lo has sacado?
A Niner no le gustaba estar en la retaguardia de una patrulla. Caminó hacia atrás explorando los árboles, preguntándose por qué estaban tan cerca de Imbraani sin un signo de contacto con el enemigo desde Teklet.
Los Tinnies no pueden trepar árboles. Era por la humedad por lo que estaba preocupado.
—¿Quieres cambiar? —Dijo Fi.
—Estoy bien.
—Sólo di la palabra.
Fi estaba a un centenar de metros más adelante. Atin caminaba detrás de Guta-Nay. El weequay llevaba una parte de la artillería y el equipo que había tenido que cargar sobre sus espaldas desde que abandonaron la excavadora droide y la motojet.
—Muy tranquilo, considerando todas las cosas —dijo Atin—. ¿Puedo enviar un remoto?
—Podría ser —dijo Niner—. Prueba visual entre nosotros, ¿puedes?
—¿Hemos llegado ya? —pregunto Guta-Nay.
—Pronto. —Niner no le había encontrado mucho uso al weequay hasta ahora, excepto como un animal de carga. Lo único que parecía saber acerca de las tácticas de Hokan era que ellas lastimaban mal—. Ahora, ¿vas a ser cooperativo, o te voy a regresar con tu jefe?
—¡No hagas eso! ¡Es cruel es!
—Probablemente sólo te dará un gran beso y te dirá lo mucho que te ha echado de menos.
—Él me va a cortar mi…
—Estoy seguro de que lo hará. ¿Quieres decirnos algo más sobre los droides?
—Cientos.
—¿Algunos SDB?
—¿Qué?
—Súper Droides de Batalla, —haciendo Niner una forma abultada con los brazos extendidos y lejos de sus lados, dejando que su rifle colgará de su correa—. Los grandes.
—No. No he visto a ninguno, de todos modos.
—Te dije que debería haberlo cortado —dijo Fi—. Sin embargo, lleva un poco de equipo. Supongo que para eso tendríamos que cortarlo con un poco de holgura.
La esfera metálica del remoto se elevó justo por encima del nivel de los árboles y disparó. El campo de visión de Niner se interrumpió en un cuadrante por una vista aérea del campo. A medida que el remoto rastreaba a lo largo de los caminos y barría entre las ramas, estaba claro que no había nadie en este punto, algo preocupante en sí mismo. Luego se sumergió para mostrar una figura familiar, con el torso desnudo, se inclinaba sobre una palangana improvisada de agua con jabón hecho con una sección de hoja de Plastoide.
El mando a distancia se cernía sobre Darman cuando cogió su rifle, sin siquiera levantar la vista.
—Sarge, ¿es usted?
Niner estaba mirando la punta del Deece de Darman. Fue un acercamiento soberbio.
—Estamos cerca de diez minutos del RV ¿vas a alguna parte agradable?
El rifle desapareció de la toma y Darman, medio afeitado, le devolvió la mirada.
—Toca primero, ¿quieres?
—Me alegro de verte, también. ¿De dónde sacaste esa herida?
—¿Esta? O ¿esta?
—La quemada.
—Un trandoshano. En realidad ex-trandoshano. Nos han prestado más atención de la que nos hubiera gustado.
—¿La Comandante sigue estando en una sola pieza?
—Bueno, este moretón es de ella. La estoy enseñando a pelear sucio. Ella está poniéndose al día.
—Entonces mantén la tetera hirviendo. Vamos a llevar a un invitado.
La expresión ligeramente impaciente de Darman se diluyó debajo del remoto y fue remplazada por una visión abierta sobre Imbraani. No era tanto una ciudad sino más bien una serie de granjas dispersas, con algunos nudos de edificios de aspecto industrial distribuidos entre ellas. Atin envió más alto el remoto y algunos cuantos edificios más alejados fueron visibles.
—Tomaremos la villa —dijo Niner.
—Campo abierto, Sarge. Un poco arriesgado.
—Creo que hemos perdido el elemento sorpresa.
—Está bien. Lentes largos.
—¿Qué haciendo? —Guta-Nay preguntó. Para él, ellos viajaban en silencio. No podía oír las conversaciones que se desarrollaban entre los comunicadores de los cascos. Niner cambió de canal con un par de parpadeos deliberados.
—Echando un vistazo a esa villa.
—Yo sé sobre villa.
—Todos sabemos acerca de la villa.
Niner habría acogido con satisfacción la visita de Jinart. No habían visto a la cambiaformas desde ayer. Ella podría estar en cualquier lugar, pero por supuesto, no se haría visible a sí misma. Esperaba que ella no tuviera problemas.
Cinco minutos ahora. No hay tiempo para nada. Ellos serían un escuadrón de nuevo, y tendrían un comandante. Estarían en el RV y entonces podrían descansar, comer, tomar un baño, y en general limpiar sus cabezas. Esto comenzó a sentirse como una buena noticia.
La cuestión era tomar a Uthan y al nanovirus, y salir de una sola pieza.
* * *
Etain ya casi estaba acostumbrada a pensar que el anonimato de la armadura de Darman era una cara amable. Entonces, tres más exactamente como él salieron de los árboles y perturbaron este precario equilibrio.
Y luego se quitaron sus cascos.
Era descortés, ella lo sabía, pero lo único que podía hacer era mirar, y ella se encontró, levantando lentamente su mano hacia su boca en un intento de ocultar su conmoción.
—Sí, lo sentimos por el weequay, Comandante —dijo uno de ellos. Tenía la voz de Darman y la cara de Darman—. Es un poco maduro, lo sé. Vamos a tener quien haga la limpieza.
Ellos eran completamente idénticos, a excepción de uno de ellos que tenía una terrible cicatriz en su rostro. Los otros dos parecían el mismo hombre con diferentes estados de ánimo, uno serio, el otro agradablemente tranquilo y despreocupado. Todos la estaban mirando fijamente.
—No puedo distinguirlos —dijo ella.
—Soy CC…
—No, ustedes tienen nombres propios. Sé que tienen nombres.
—Es —no es una regla, Comandante.
Darman bajó los ojos.
—Es un asunto privado.
—Todo el mundo me llama Fi —dijo el calmado, quien por supuesto que no se molestó por las reglas—. Y él es Atin.
—Niner —dijo el más serio, saludándola. Etain no pudo detectar muchas cosas de ellos, pero la cicatriz de Atin exudaba una sensación de pérdida que era casi sólida. Podía sentir su peso. Trató de concentrarse en el weequay. Ella no tuvo necesidad de recurrir a la Fuerza para decirle que estaba aterrorizado. Se inclinó como si fuera a caer de rodillas, mirando hacia ella.
No todos los weequays tienen el mismo aspecto. Ella conocía a éste. Él la había perseguido a través de un campo de Barq. Era un violador y asesino, sin distinguirse de cualquier descripción de los otros matones de Hokan. Tomó su sable de luz.
—Vaya —dijo Darman.
—¿Chiquilla? —dijo Guta-Nay.
—Te voy a dar tu chiquilla —dijo ella, pero Darman la agarró del brazo y ella se fue al instante avergonzada por su reacción. De nuevo fue la ira. Era lo que se interponía entre ella y el darle sentido a su vocación. Tenía que sacar lo mejor de la ira. Si Darman puede ejercer la fuerza sin veneno, entonces ella también.
—¿Qué hace él aquí? —preguntó, apagando la hoja.
—Pensamos que podría tener información útil —dijo Niner.
Etain estaba desesperada por ser de utilidad. Se sentía como si solo fuera capaz de realizar trucos de magia: habilidades suficientes para distraer, pero no lo suficiente como para ser un soldado funcional. Ella también quería que Darman la dejara de tratar como si fuera necesario instruirla un poco más. Quería que le dijera lo mucho que despreciaba todo el poder potencial desperdiciado en una niña que no tenía disciplina o enfoque. Él no era estúpido. Tenía que estar pensando en eso.
—¿Qué es lo que necesitamos saber, Niner?
—Cómo piensa Hokan, Comandante.
—Denme un poco de tiempo con él.
Guta-Nay se enderezó y dio un paso atrás, sacudiendo la cabeza. Esperaba el tratamiento estilo-Hokan.
Fi se rió entre dientes.
—Guta-Nay piensa que va a cortarle su… er, trenzas, Señora.
Trenzas. Se le había olvidado. Tomó una sección de su cabello que estaba libre en su cuello, trenzándolo tan rápido como pudo, y buscó en su bolsillo un trozo de cuerda para fijarlo. Esto es lo que eres. Vivir conforme a ello, aunque sólo sea para justificar la fe que Darman tiene en ti.
—Vamos a tener una pequeña charla —dijo. Echo hacia atrás la trenza cayendo dentro en su cuello—. Siéntate… Guta-Nay.
No iba a ser fácil para él sentarse en el suelo con las manos atadas, pero Etain no tomaría ningún riesgo. Se puso de rodillas y luego cayó de costado en una pose francamente indigna. Ella lo arrastró en una posición sentada y se sentaron fuera del refugio en silencio. Ella quería que se calmara antes de que tratar de influir en él.
Un chasquido repentino de armadura hizo que ella mirará por encima del hombro, y se sorprendió al ver que Atin le daba a Darman un abrazo torpe, dándole una palmada en la espalda. Ella captó los ojos de Darman: se miraba desconcertado.
Lo que hubiera provocado la reacción de Atin había tenido una carga emocional enorme, la cual había sido ligeramente aliviada por el desparpajo de Darman. Entonces los dos hombres se separaron como si nada en particular hubiera pasado. Etain volteo con Guta-Nay, de pronto muy consciente de que a pesar de su manera tranquila y aspecto poco natural, estos soldados eran tan dolorosamente humanos como ella.
Criados para luchar.
Una nueva duda fue creciendo en ella. Ella la sacudió y volvió con Guta-Nay, quién no podía mirarla a los ojos.
—No tienes miedo —dijo en voz baja, y visualizó el chorro suave de agua de la fuente de su clan en Coruscant—. Tú estás relajado y quieres hablar sobre Ghez Hokan.
Ciertamente lo hizo.
* * *
—¿No han visto a Jinart? —Dijo Darman.
—No desde ayer. —Niner estaba limpiando su armadura. No importaba qué tan visibles fueran ahora, y odiaba un equipo desaliñado. Darman se descolgó el Deece limpiando la cámara de ignición más de lo necesario. Fi deambulaba por el campamento provisional, sosteniendo su rifle, vigilando.
—Bueno, si ella está aquí o no, creo que nos encontraremos más pronto que tarde.
—¿En la villa o el laboratorio?
—Lo último de inteligencia que tenemos de Jinart indica que en la villa.
—Pero…
—Sí, pero. Encuentro difícil alejarme de un lugar que también podría defender. Esa villa será para la leña. —Bajando la hombrera de la armadura que estaba limpiando—. Muéstrame ese plan de nuevo.
Darman enganchó el DC-17 a su espalda de nuevo y alcanzo de su cinturón la esfera de los holomapas.
—Ella hizo bien en conseguir esto.
—¿Nuestro Comandante? Jinart parecía desdeñosa de ella.
—Vamos, Niner. Ella es un Jedi. Ella es un oficial.
—¿Y bien? ¿Qué piensas?
Darman se frotó el puente de la nariz.
—Tiene un montón de furia dentro de ella.
—¿Y?
—Ella es… bueno, ella no es exactamente Skirata. Pero está aprendiendo rápido. Y hay que ver las cosas Jedi que puede hacer. Hay más en esto que sólo las habilidades de combate.
Niner de vez en cuando tenía sus dudas acerca de los oficiales no clones. Todos ellos las tenían. Nunca lo admitían públicamente, pero Skirata les había advertido que, en silencio y en privado, los oficiales externos a veces necesitan ayuda, y al mismo tiempo que siempre obedeces órdenes, tenías que ser capaz de hacer interpretaciones útiles si el oficial fuera menos específico. Los oficiales podrían hacer que te mataran no intencionalmente.
—Nadie es Skirata —dijo Niner. Estaba mirando a la comandante discretamente. Lo que le había hecho a Guta-Nay lo había transformado en un verdadero conversador. Ella se veía realmente aburrida, como si hubiera sido acorralada por alguien que realmente quería explicar todos los detalles de ingeniería de un blaster de repetición.
—Tienes que admitir que eso está bastante cerca de una habilidad —dijo Darman.
Niner trató de no pensar en ello. Se le hizo incómodo, el no saber cuántas de sus acciones eran por su propia elección. Tampoco le gustaban los otros conflictos que ella creaba en él. Nunca antes había estado tan cerca de una hembra humana, y se sintió aliviado de que ella estuviera demacrada, despeinada, y en general nada atractiva. Aunque la proximidad todavía le hacía sentirse nervioso, y por la forma en la que Darman lo miraba, parecía que compartían esta pesadumbre.
Ambos observaron a Guta-Nay desahogándose con la comandante hasta que parecía que se había cansado de él y se levantó de su posición de piernas cruzadas. Ella se acercó y miró a los dos con incertidumbre.
—Lo siento, Darman —dijo ella dirigiéndose a Niner. Entonces se encogió de hombros avergonzada—. Lo siento. Por supuesto… tú eres Niner. Tengo un pequeño detalle con él, me temo que no es del tipo analítico. Puedo decirles que Hokan lleva una pistola verpine y un blaster personalizado KYD-veintiuno. Tiene una gran cantidad de equipo trandoshano, como cualquier milicia, no existen más de un centenar de droides de batalla en la guarnición. Hokan también aparenta ser algo así como un jugador de juegos que le gusta engañar y volver a engañar.
Niner consideraba la información.
—Eso es útil, Comandante. Gracias.
—Yo iba a ver si podía contactar a Jinart. Ella podría… probablemente ver lo que está pasando allá abajo en la villa.
—¿Puedes hacer eso? —Preguntó Darman.
—Puedo sentirla, cuando ella lo quiere. Voy a ver si me puede sentir. —Ella miró hacia sus botas—. Y por favor no me llames Comandante. No me he ganado el rango. Hasta que lo haga, si es que lo hago, soy Etain. Darman lo sabe, ¿verdad, Darman?
Él asintió con la cabeza. Niner no se sentía cómodo con eso. Le gustaba saber cuál era la jerarquía de las cosas.
—Lo que tú digas. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Por supuesto.
—¿Por qué dijiste, por supuesto, tú eres Niner?
Ella hizo una pausa.
—Tú te sientes diferente. Todos ustedes. Es posible que tengan el mismo aspecto, pero no es así. Normalmente no puedo identificar a los individuos por su efecto sobre la Fuerza, pero si me concentro puedo hacerlo.
—¿Parecemos diferentes ante ti?
—Tú sabes que lo son. Sabes que eres Niner y él sabe que es Darman. Tú eres consciente de eso como lo estoy yo, como cualquier otro ser humano.
—Sí, pero…
—Todos los seres son individuos, y su esencia en la Fuerza refleja eso. El acto de vivir nos hace diferentes, y de esa forma ustedes son como gemelos, pero más todavía. Atin es muy diferente. ¿Qué pasó con él para estar tan agobiado?
La respuesta sorprendió a Niner. Estaba acostumbrado a ser un producto. Su escuadrón y su sargento lo habían tratado como un hombre, pero los kaminoanos ciertamente no lo habían hecho. Esta fue la primera vez que un Jedi, un comandante, había confirmado la sospecha de que los comandos clon privados intensamente no eran menos que los hombres normales. Ya no era un secreto que la disidencia tenía que mantenerse escondida.
—Atin fue el único sobreviviente de su escuadrón, luego fue reasignado y perdió de nuevo a sus tres hermanos en acción —dijo Niner—. Se siente culpable.
—Pobre hombre —dijo—. ¿Acaso habla de ello?
—No mucho.
—Tal vez podría ayudarle a ver que no tiene nada de qué sentirse culpable. Sólo necesita un poco de aliento. Nada más como la influencia que utilicé en el weequay, lo prometo.
—Eso depende de ti.
—Tenemos que cuidarnos los unos a los otros.
En ese momento a Niner no le importaba si ella tenía menos idea que un Mott de la guerra de guerrillas. Poseía un elemento fundamental de liderazgo que no se podía enseñar en el transcurso de una vida: se preocupaba por los que lidera.
Ella se había ganado su rango por sí sola.
* * *
—Contacto, a quinientos metros —dijo Fi.
El equipo abandonó su comida improvisada de estofado de carne seca y se pusieron sus cascos otra vez. Etain se sorprendió de nuevo con la rapidez con la que se movían. Estaban tumbados boca abajo en la maleza, con sus rifles educados en su posición, en el tiempo que le llevó voltear y ver donde estaba el weequay.
No vas a hacer algún sonido, Guta-Nay. Vas a estar en completo silencio.
Él así estaba. Pero ella sentía lo que se aproximaba. Removió los arbustos con sus manos y rodillas, acercándose a Darman.
—Es Jinart —dijo—. Tranquilos.
Darman, Fi y Atin se sentaron sobre sus talones. Niner se quedó boca abajo, alineado con su mira, y manteniendo su mano alejada del gatillo en un gesto llamativo.
—A Niner le gusta estar seguro —dijo Darman—. Sin ánimo de ofender.
La hierba se agitó visiblemente, y luego una mancha viviente de aceite fluía más allá de los Comandos en cuclillas. Parecía que llevaba algo horrible en sus remolinos negros. La mancha se resolvió en la forma natural de Jinart, teniendo un enorme trozo de carne cruda en sus mandíbulas. Poniéndolo en el suelo.
—Te di un montón de advertencias —dijo Jinart, mirando fijamente a Niner. Ella olfateó el aire y parecían seguir un faro invisible, con su largo hocico. Su mirada se posó en Guta-Ney, durmiendo en un árbol, con las manos atadas en su regazo—. ¿Qué te poseyó para recoger ese recuerdo?
—Pensamos que podría echarnos una mano, —repitió Fi.
—Ni siquiera pueden comer weequays —dijo Jinart, y se transformó en su forma humana—. Por si acaso, es mejor no dejar que la criatura me vea como soy. ¿Han comido? ¿Quieren un poco de merlie?
Fi se quitó el casco y sonrió.
—Tenemos tiempo para eso, ¿verdad?
—Es lo mismo que pelear con el estómago lleno —dijo Jinart—. Tienen un trabajo duro en sus manos.
Fi cogió la pata de merlie y la enjuagó con agua de su botella. —Dar, ¿tienes alguna fruta seca que te sobre?—. Sacando la vibrocuchilla de su puño y empezó a cortar la pierna en trozos. Etain se preguntó cómo él había desarrollado su implacable buen humor; no podía imaginarlo disparándole a alguien. Una de las cosas que había descubierto en los últimos días era que los soldados profesionales no estaban habitualmente enojados ni eran violentos.
Ni siquiera hablaban fuerte. Eran una masa de contradicciones. Lavaron sus ropas, se afeitaron y cocinaron, en general se comportaban bien, bien educados padawans. Entonces salieron y volaron las instalaciones y mataron a personas totalmente desconocidas y dijeron chistes malos. Etain se estaba acostumbrando a ello, pero poco a poco.
Mientras Atin mantenía un ojo sobre Guta-Nay, el resto de ellos se sentaron dentro del refugio a escuchar a Jinart.
—He estado observando —dijo—. Hokan ha hecho mucho para reforzar la villa neimoidiana bajo estricta seguridad, y de hecho tiene a la mayoría de sus cientos de droides allí. Todo el edificio está lleno de explosivos, la mayoría de ellos en las bodegas de vino. Pero también ha trasladado de nuevo a Uthan a sus laboratorios.
—Entonces, nuestro fragante amigo weequay estaba en lo cierto acerca del doble engaño —dijo Etain.
Niner se encogió de hombros.
—Es lo que yo haría. Defender la posición más fuerte.
—Así que entonces vamos hacia los laboratorios —dijo.
—Vamos a tener que lidiar con ambos objetivos. Están separados sólo dos o tres kilómetros de distancia. Una vez que empecemos en el laboratorio principal, los droides de la villa nos harán una visita en cuestión de minutos.
Etain se frotó la frente. —Si siguieron los planos cuando se construyó la instalación, entonces la única forma de entrar será a través de la puerta principal—"
Darman se encogió de hombros.
—Podemos hacer nuestras propias puertas. Para eso son las cargas de los marcos y los cortes de agua.
—¿Disculpa?
—Hacemos agujeros en las paredes. Pero prefiero evitarlos si estamos tratando con materiales peligrosos. No quiero romper ninguna botella, supongo.
—No hay ni siquiera una salida de emergencia. Ni una puerta, ni ventanas, ni los conductos de ventilación son de gran tamaño.
—Parece que nadie cumplió con las normas de construcción por aquí" —Encogiéndose de hombros Darman—. Puerta principal, paredes, o los desagües. Paredes sería el mejor, pero otra cosa es cómo podemos llegar desapercibidos a la posición.
Niner miró Darman como si esperara una sugerencia.
—Un ataque podría dividirlos si es lo suficientemente ruidoso.
—Bueno, si Hokan tuvo la suficiente amabilidad de abarrotar la villa con cosas explosivas, sería una vergüenza para ellos que esto se fuera a la basura. —Darman estudió el holomapa de la villa—. No van a caer por un droide-bomba otra vez, pero sí tenemos una gran cantidad de explosivos que podríamos introducir a la mezcla.
—Haces que suene como si eso fuera a ser relativamente fácil —dijo Etain.
—No, va a ser difícil. Pero es para lo que estamos entrenados.
—Prefiero tener que efectuar una rápida entrada a la instalación principal —dijo Niner.
—Pero nosotros podemos poner nuestros propios explosivos en el interior de la villa, en los sótanos si podemos —dijo Darman—. Una explosión de alta energía pondrá en marcha el resto de sus cargas. Si somos capaces de colocar una bomba, ésta dirigirá la explosión hacia arriba, y si los droides están en la parte superior de la pila, esto resolverá también ese problema.
—De acuerdo, en términos reales, hay una capa sólida de droide en la parte superior de los sótanos. No podemos entrar en caída libre. Por lo tanto, será a través la puerta principal, las paredes o los desagües. Y los desagües parecen ser de treinta centímetros de diámetro.
—¿Explosivos de perforación? —Dijo Fi.
—No van a profundizar lo suficiente en el suelo para penetrar a los sótanos, de todos modos no son lo suficientemente poderosos. —Darman miraba fijamente el mapa holográfico—. Aunque podrían funcionar si Atin los modifica y los empaca con un poco de cinta térmica. La estaba guardando para las puertas blindadas de los laboratorios, pero podría prescindir de un metro. Con eso sería suficiente.
—¿Qué tal un remoto? —Dijo Atin—. Si lo podemos dirigir dentro del edificio, lo que si puede ser. Si pudieras sacar los componentes de grabación, podrías meter la cinta térmica… y fácilmente volar cerca de un par de metros.
—Van a ser capaces de detectar cualquier cosa que este volando.
Jinart, en el modo de anciana, miró a las caras idénticas.
—¿De qué tamaño es este dispositivo?
Darman formó un puño.
—Cerca de este tamaño. Te mostraré uno.
—Yo podría llevar uno de esos a la villa, directamente hacia los muros, si ustedes lo pueden dirigir desde allí.
Niner señaló dentro de la imagen brillante del edificio.
—Abajo del respiradero de la azotea, que lo pondría en el salón principal que se extiende desde adelante hasta atrás.
—O tal vez a lo largo del drenaje principal de esta alcantarilla a unos doscientos metros detrás de la casa. Eso me gusta más.
Etain se unió al ritual comunal de mirar fijamente la pantalla holográfica, como si eventualmente surgiera una respuesta por sí sola.
—El único punto para volar la villa es que ustedes pudieran derribar a tantos droides como fuera posible.
—Entonces tenemos que convencerlos de que todos vamos a salir para la villa —dijo Niner—. Eso significa hacer una finta de algún tipo, lo cual estaría bien si tuviéramos más hombres. Pero no los tenemos.
Luego Etain tuvo una idea, pero era una de la que no estaba orgullosa.
—¿Qué tal si le enviamos un mensaje directo a Hokan? —Dijo—. ¿Qué pasa si Guta-Nay se escapa y le dice que nosotros estamos planeando atacar la villa?
—Pero él sabe que sólo hay cuatro de nosotros —dijo Darman—. Lo siento, cinco.
—Seis —dijo con amargura Jinart.
—Podemos convencer al weequay que tenemos otro equipo o dos en el área —dijo Etain—. En este momento, va a creer cualquier cosa que le diga. Pero lo enviaríamos a su muerte.
Fi asintió con la cabeza.
—Sí, si Hokan lo ensarta sin esperar a oír lo que tiene que decir, estaremos arruinados.
Era alegre, benignamente insensible. Etain se horrorizó brevemente antes de dejar que la realidad pasara sobre ella. En cualquier oportunidad, Guta-Nay habría abusado de ella y la habría matado sin pensarlo dos veces. Aparte de eso, el objetivo del escuadrón era efectivamente una fábrica de armas, un arma que podría matar a millones de hombres como Niner, Fi, y Atin. Y Darman. Si ellos no pudieran matar, iban a ser asesinados.
No le tomó mucho tiempo para pasar de su reverencia por todos los seres vivos a pensar en desechar al weequay. Se preguntó si esa era la verdadera naturaleza de la corrupción.
—Voy a hacer mi mejor esfuerzo para darle una buena línea de apertura —dijo Etain.
—Es escoria —dijo Jinart repente—. Si su muerte puede ayudar a eliminar a la Federación de Comercio y todos sus secuaces de mi mundo, entonces es un precio barato a pagar.
¿Mi mundo? Etain obviamente tenía el mismo pensamiento que los comandos, ya que todos ellos reaccionaron, mirando expectantes a la cambia-formas.
—No nos dimos cuenta de que era tu planeta natal —dijo Niner.
—Lo es —dijo Jinart—. Estoy entre los últimos de mi especie. Varios invasores nos han expulsado de nuestro hábitat sin vernos… y ahora dudo que lo hubieran hecho de manera diferente si hubieran sabido que estábamos aquí. Sí, nosotros les ayudaremos a liberar este mundo de los neimoidianos y de cada especie exótica hostil que este aquí. Ese es nuestro trato con la República. Ustedes nos ayudan, nosotros los ayudamos. Es por eso que corremos el riesgo de nuestras vidas. No es por la gran gloria de su causa.
—Nadie nos lo dijo —dijo Etain—. Lo siento. No puedo hablar en nombre de la República, pero nosotros haremos nuestro mejor esfuerzo para ver que ellos cumplan su palabra.
—Marca que hacer —dijo Jinart. Indicó hacia los Comandos con una oscilación de su fina y negra cabeza—. Al igual que tus jóvenes amigos, nosotros somos pocos, pero no tenemos ningún problema en infligir un gran daño.
Etain sólo pudo asentir con la cabeza. Por lo menos Jinart fue brutalmente honesta. Tal vez eran telépatas, privados de pensamiento secreto, no tenían otro estilo de interacción. La criatura la estaba mirando, con los ojos de color naranja sin parpadear, y ella pudo ver por primera vez los cuatro colmillos que sobresalían sobre el labio inferior de la gurlanin terminando cada uno en una doble punta.
—Voy a colocar las marcas de olor alrededor de este campamento —dijo rígidamente Jinart—. Los gdans no les molestarán esta noche. —Ella se deslizó lejos y se fusionó con la tierra, dejando un rastro de rasposos ruidos mientras se movía entre los arbustos.
—Bueno, vamos a ver lo que Guta-Nay puede manejar —dijo Niner—. Si no vemos señales de movimiento hacia la villa por la mañana al mediodía, vamos a ir de todos modos, y significará que dividiremos al escuadrón y tomaremos a los dos grupos de droides. Realmente no quiero hacer eso si podemos evitarlo.
—Esto tiene los ingredientes de una noche divertida —dijo Fi—. ¿Alguien quiere cenar?
Se trataba de una farsa elaborada, y lo extraño era que no necesitaban ensayarla. Guta-Nay no pregunto nada: Etain había comenzado a verlo como un niño monstruoso y sádico, incapaz de comprender los sentimientos de los demás, o de controlar los propios. Se sentaron y se comieron el guisado de merlie con kuvara seca, hablando de dejar suficiente para que el «otro escuadrón», cuando se presentaran. Hablaron en voz baja acerca de cómo «la villa» era su objetivo. Si este es el juego de la desinformación, era uno muy fácil.
Aun así, Etain definitivamente no se sentía orgullosa de su treta cuando cortó los lazos alrededor de las muñecas del weequay, aparentemente en un acto de bondad para que pudiera comer. Estaba diseñado para mandarlo a su muerte. Por lo menos sentía un poco de alivio de que tan pronto como estuviera oscuro, y le diera la espalda fingiendo estar preocupada, Guta-Nay trataría de escapar, y confirmaría el juicio de Jinart de que era escoria.
La decisión seguía pesando en ella.
Fi y Darman estaban dormidos a juzgar por la posición de sus cabezas. Era imposible decir si tenían los cascos puestos, pero estaban sentados contra un árbol, el mentón descansando sobre sus corazas y los brazos cruzados sobre los rifles sujetos al pecho. Ella no tenía ninguna duda de que si se acercaba, se despertarían y estarían de píe en un segundo.
Ella levantó la vista. Niner estaba de guardia, encaramado en una bifurcación de un árbol con una pierna colgando, a veces apuntando su rifle hacia algo abajo.
—¿Qué puedes ver? —Preguntó.
Atin, cruzado de piernas con una serie de cables y detonadores extendiéndose alrededor de él, miró hacia arriba. Se había quitado la sección de la armadura que protegía su parte posterior y la estaba usando como apoyo para los componentes mientras trabajaba.
—¿La línea de visión? Hasta treinta kilómetros con buena visibilidad. ¿Conectado a un sistema remoto de una nave? Bueno, lo que sea, Com, lo siento, Etain. —Señalando su rifle, y luego se puso a empacar apretadamente cintas negras y blancas de explosivos dentro del remoto—. Echa un vistazo a través del Deece. Con el seguro puesto, pero no presiones nada.
Etain se puso al hombro el rifle. Era mucho más ligero de lo que parecía, y la visión a través de la mira era sorprendentemente nítida a pesar de la falta de luz. Le costó apagar la pantalla que se superponía a su campo de visión. Reduciéndose el campo de visión en un foco apretado sobre el objetivo.
—¿Es esto lo que se ve a través de ese visor?
—Más o menos.
—¿Puedo probar el casco? Quiero saber lo que es estar dentro de él.
Atin le dirigió una mirada dudosa y se encogió de hombros.
—No podrás recibir todas las lecturas, sin el resto de los sistemas de la armadura, pero vas a ver lo suficiente. Es de primera categoría. Lo acaban de actualizar para esta misión.
Ella levantó el casco y lo mantuvo por encima de su cabeza, una coronación bizarra. A medida en que lo bajaba a su lugar, la sensación de encierro y el calor sofocante casi la hicieron tener náuseas, pero se armó de valor para tolerarlo.
—Caliente —dijo.
—Está bien cuando está sellado con el resto del traje —dijo Atin. Se puso de pie y se alzó dentro del campo de visión de ella—. ¿Ves la luz roja en la esquina superior?
—Mm.
—Mírala y parpadea dos veces, rápido.
Ella lo hizo. Se desató el caos. Todo lo que podía ver era un derroche de líneas y números y símbolos intermitentes. Ella era consciente de la vista normal más allá de ella, pero el resto de la danza de datos ante sus ojos fue abrumadora.
—Ese es el HUD —dijo Atin—. Pantalla Para Advertirte. Un verdadero salvavidas. Los proverbiales ojos en la retaguardia.
—Es una distracción. ¿Cómo lidiar con él?
—Uno se acostumbra a ella rápidamente. Hemos utilizado estos sistemas durante toda la vida. Puedes filtrar la información de fuera, como escuchar una conversación entre la multitud.
Etain levantó el casco e inhaló el aire fresco de la noche.
—¿Y puedes comunicarte sin ningún tipo de sonido audible fuera del casco?
—Sí, y aun sin mando y control nos escuchan en ciertas frecuencias. No creo que las tropas clon ordinarias pueden hacer eso, pero somos diferentes.
—¿Entrenamiento separado especializado?
—Ellos están entrenados desde el primer día para ser más obedientes que nosotros. Y nosotros somos más obedientes que los soldados ARC. Son como un Jango salvaje.
Él estaba hablando de sí mismo como si fuera una mercancía. Etain lo encontró incómodo: si, estos jóvenes eran extraños porque eran idénticos al exterior, pero seguían siendo hombres individuales, y no como las plantas exóticas de interiores o variedades de granos. Ella entendió que la República encaraba tiempos desesperados. Se preguntaba cuántas medidas desesperadas sé podrían justificar. De alguna manera le pareció una afrenta a la Fuerza por hacerle esto a otros seres humanos, aunque ellos parecieran muy optimistas al respecto.
Ella le devolvió su casco.
—Nosotros los utilizamos, ¿no es así, Atin? A todos ustedes.
—Ningún soldado la tiene fácil. —Manejando torpemente un cable, claramente confundido con el ceño fruncido en simulada concentración.
La cicatriz reciente de la mejilla hasta la barbilla era el más impactante grabado en la piel joven y fresca, y no en una endurecida por la batalla con el rostro arrugado que indicaba una vida plena.
—Pero me gusta este trabajo. ¿Qué otra cosa podría hacer?
Era una dolorosa buena pregunta. ¿Qué haría cualquiera de ellos si fueron dados de baja del Gran Ejército? Alargó la mano y le apretó el brazo instintivamente, pero todo lo que apretó fue la placa de aleación-plastoide.
—Yo sé lo que te pasó —dijo. Se concentró, un trabajo de precisión: sólo lo suficiente para influir en él para ver qué era verdad y razonable, pero no para burlarse de su dolor natural—. Lo que le pasó a tus hermanos no fue tu culpa. Eres un buen soldado. A veces, las probabilidades están demasiado en tu contra.
Él miró hacia sus botas. Finalmente, levantó la cabeza y se encogió de hombros. —Entonces, voy a hacer mi mejor esfuerzo para asegurarme de que este grupo se mantenga vivo—. Había pocos indicios en su cara de que el suave empuje hacia la aceptación había funcionado, pero Etain sentían un pequeño desgarre en la Fuerza a su alrededor. Él podría sanar, con el tiempo.
Y tiempo era algo que ninguno de los Comandos clon tendría. Eso la hizo avergonzarse.
—¿Puedo ayudarte en algo? —Dijo Etain.
—Me podrías ayudar colocando un poco de dets remotos dentro de estos. Le dije a Dar que los terminaría por él. —Atin señaló unos pequeños paquetes de explosivos de la mina, y le entregó algo que parecía un paquete de palillos de dientes de acero—. Desliza éstos entre la cinta y la carga principal. Hace que cualquier fiesta se termine con una gran explosión.
—¿Qué son?
—DEI’s —dijo—. Fantásticos para ser sembrados en sistemas de drenaje y conductos de aire acondicionado.
—No más acrónimos.
—Dispositivos Explosivos Improvisados. Asegúrate de que se vean ordenados. Dar es quisquilloso con sus artefactos.
Fue una tarea relativamente simple, pero incómoda: Etain aprendía rápido. Se sentaron en una concentración silenciosa, fabricaban bombas con tanta naturalidad como si estuvieran pelando frijoles de Qana. Esto es lo que sucede, pensó. Así es como nos deslizamos de preservadores de la paz a soldados y a asesinos.
—¿Puedo pedirte un favor? —Dijo Atin, sin levantar la vista de la bomba que estaba armando.
—Por supuesto.
—¿Puedo ver tu sable de luz?
Etain sonrió. —Bueno, tú me has mostrado lo tuyo, por lo que es justo que debo enseñarte lo mío—. Ella tomó la empuñadura y lo levantó hacia él. Él se limpió las manos en su traje y tomó el sable con cuidado. —Ese es el final peligroso, y este es el control.
Él no mostró ninguna inclinación para activarlo. Parecía absortó por la empuñadura y sus marcas.
—Vamos —dijo Etain.
El sable de luz se encendió en una luz azul con un vzzmmm. Atin ni siquiera se inmutó. Él simplemente se quedó mirando la longitud de la hoja y parecía que estuviera comprobando que fuera real.
—No se siente como un arma —dijo—. Es una cosa hermosa.
—Yo lo hice.
Eso cambió su expresión. Había tocado una fibra sensible en él, un constructor de aparatos con otro.
—Ahora eso es impresionante.
Etain gozaba del respeto. Ser tratado con deferencia como un oficial la hizo retorcerse, pero se sentía bien. Así que creo que soy bastante buena en algo. Y hay alguien que también piensa que soy buena en eso. Fue un levantón de ánimo que necesitaba urgentemente.
Atin apagó la hoja y le entregó a ella la empuñadura con adecuada reverencia.
—Yo todavía prefiero tener un montón de distancia entre mí y el enemigo —dijo—. Esta es un arma de corto alcance.
—Tal vez tengo que practicar mis habilidades a distancia —dijo Etain—. Uno nunca sabe cuándo la telequinesis puede serte útil.
Estuvieron agrupando los explosivos con la cinta, apilándolos en un montón de paquetes. Ella escuchó y sintió que Darman relevó a Niner de la vigilancia: sus respectivas presencias iban y venían, fusionándose en cierto momento en el que se cruzaban sus caminos.
A través de la noche Etain alternaba entre dormitar y vigilar a Guta-Nay. Teniendo cuidado en que él no se diera cuenta de que lo estaba observando, y se concentró en detectar si aún estaba allí, sentado al abrigo de un árbol con sus rodillas flexionadas hacia el pecho. A veces dormía, ella podía sentir la ausencia de la actividad mental, casi como detectando una planta. Otras veces se despertaba y se sintió más vivo y caótico, como un depredador.
Estaba aclarando de nuevo. Había sido una noche larga y agitada.
Y todavía Guta-Nay estaba allí sentado. No había hecho ningún intento por escapar.
Por supuesto que no. Etain sintió un nudo en el estómago. Está aterrorizado de Hokan. Él quiere quedarse con nosotros. Nosotros somos los buenos, los chicos civilizados.
Una vez más, se horrorizó por su cálculo despiadado y casi involuntario de beneficio contra maldad. Ella vagó más allá del refugio hecho de hojas, cubiertas de lona, y una red de camuflaje que parecía estar hecha a mano. Niner, ahora claramente dormido, todavía con su armadura completa, se acurrucó sobre su lado con un brazo doblado bajo la cabeza. Atin estaba leyendo su datapad, Fi estaba terminando con los restos fríos del guiso de merlie. Él la miró y le tendió la cacerola.
—Yo paso, gracias. —La grasa se había congelado en la superficie formando unos nada apetitosos glóbulos amarillos. Al parecer los soldados podían dormir en cualquier lugar y comer cualquier cosa.
Esto no puede ser un dilema moral. Era obvio. Estos hombres se habían convertido en su responsabilidad, tanto como individuo y como Jedi: ella procuraría que sobrevivieran. Le gustaban. Le importaba lo que les pasaba, y ella quería ver vivir a Atin lo suficiente para superar sus demonios.
Y ella podía hacer algo que incluso ellos no podían.
—Guta-Nay —dijo ella, poniendo su mano sobre el hombro del weequay. El abrió los ojos. «Guta-Nay, no tienes miedo. Quieres ir con Ghez Hokan y dile lo que sabes. Quieres ofrecerle información acerca de la fuerzas de la República, a cambio de tú vida. Quieres decirle que ellos van a atacar la villa porque piensan que las fuerzas en los laboratorios son un señuelo».
Guta-Nay se quedó junto a ella por un momento, y luego se puso de pie. Se abrió camino por entre los arbustos y se dirigió hacia el este, hacia Imbraani.
Etain sabía que había tomado una segunda vida.
Se pellizcó el puente de la nariz y cerró apretadamente los ojos cerrados, preguntándose qué le había sucedido, lo que habría pensado el Maestro Fulier si hubiera estado vivo. Entonces ella fue consciente de que alguien la miraba.
Ella levantó la vista. Darman, encaramado en la misma bifurcación de las ramas donde había estado Niner, miró hacia abajo.
—Es difícil enviar a alguien a la muerte —dijo, respondiendo a su pregunta silenciosa.
Su expresión se ocultaba detrás de la visera de su casco. Ella no tuvo necesidad de recurrir a cualquiera de sus habilidades como un Jedi para saber lo que estaba pensando: que un día haría lo mismo con los hombres como él. Esta realidad la cogió por sorpresa.
—Ya te acostumbrarás a ello —dijo.
Ella lo dudaba.