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¿Saben que es lo que los hace especialmente eficaces?

No se trata sólo de su entrenamiento intensivo y de que son genéticamente superiores. No es sólo debido a que obedecen órdenes sin cuestionarlas. Es porque todos están preparados para disparar a matar, en todo momento. Sólo un uno por ciento de la población civil está preparada para matar, y menos de un cuarto de los soldados ordinarios humanos, incluso bajo fuego.

—Sargento Kal Skirata, de su discurso de apertura del curso psicología militar hacia los Comandos.

El droide disparó una ráfaga de rayos sobre las puertas cerradas y selladas con aleación hasta que estaban al rojo vivo. Y seguían sin abrirse.

—¡Alto!

El droide parecía no escuchar.

La Dra. Ovolot Qail Uthan bajo corriendo por las escaleras, mechones rojos y negro de cabello salían detrás de ella. Llevaba un voluminoso camisón azul oscuro, que parecía tan caro como sus vestidos de día. Hokan la saludó cortésmente y se fue a observar el progreso del droide.

—¿Te has vuelto loco? —Susurró ferozmente Uthan. Ella no le pareció a Hokan como el tipo de mujer que tendría que alzar su voz para expresar su punto de vista—. Hay un riesgo biológico detrás de esa puerta.

—Lo sé —dijo Hokan—. Sólo es una prueba. En realidad todo está resistiendo muy bien. Los mamparos de seguridad son excelentes.

Uthan respiró discreta pero profundamente, mirando brevemente el dorso de sus manos.

—Este centro ha sido construido y probado para los más altos estándares de contención, Mayor. Usted no necesita preocuparse.

—Pero lo hago, Doctora. —Observó como el droide desperdiciaba pacientemente un rayo de energía disparado hacia la puerta. Se detuvo solo para intercambiar paquetes de energía—. Alto.

Se detuvo. Hokan sacó el sable de luz que había tomado de Kast Fulier y lo hundió con su luz azul pura hasta la unión entre las dos puertas. El humo ascendió de la superficie, pero no apareció ninguna brecha. Incluso a un Jedi le tomaría mucho tiempo cortar a través de este recubrimiento.

—¿Perdone mi insistencia, pero no podía esperar hasta la mañana? —preguntó Uthan—. Estoy trabajando en cómo hacer del tiempo un arma. Incluso duermo aquí. Yo preferiría estar haciendo eso ahora mismo.

—Mis disculpas, Doctora, pero me temo que no podemos darlos el lujo de perder tiempo.

—¿Qué tiene que ver el tiempo con esto?

—Creo que tengo que reubicarla.

Uthan tenía una manera de bajar un poco la cabeza, y luego levantarla como si fuera un dragón krayt. Era muy impresionante.

—Esta es una instalación biológica de alto riesgo. No puede ser trasladada como una tienda de campaña.

—Aprecio las molestias involucradas. Pero todavía creo que sería más seguro si empacara sus materiales y a su personal y se trasladaran a otro lugar.

—¿Por qué? Usted tiene la situación de la seguridad bajo control.

—Tengo más bajo control de lo que debería, esa es la verdad, pero las tropas enemigas han aterrizado. No sé su número, y no sé qué materiales y armamento tienen a su disposición. Todo lo que sé —todo lo que creo que sé— es por esto por lo que han venido.

—Esta es una fortaleza. Usted tiene un centenar de droides a su disposición. Que vengan. Usted puede rechazarlos.

—Con tiempo todas las fortalezas puede ser violadas. Le podría dar una lista de circunstancias en las que alguien muy ingenioso puede superar estas puertas, pero quiero que confíe en mi juicio y acepte lo que digo. Vamos a moverla a usted y a su trabajo a un lugar menos obvio hasta que haya una evaluación más precisa de la amenaza.

Uthan parecía completamente impasible, mirando un poco más allá de Hokan como si estuviera calculando algo.

—Puedo remover los biomateriales y a mi personal —dijo al fin—. El equipo puede ser reemplazado si es necesario. No voy a ser capaz de continuar trabajando sin un entorno de laboratorio seguro, por supuesto, pero si usted cree que el proyecto está en riesgo, entonces el tiempo de inactividad es una opción mejor que la pérdida de tres meses de trabajo.

Qué mujer tan espléndidamente sensible era ella, casi mandaloriana en su disciplina y dedicación. Hokan se condujo hacia la salida con los droides.

—¿Hasta cuándo? —Preguntó.

—Probablemente seis horas.

—¿Es este material tan peligroso?

Ella inclinó la cabeza ligeramente.

—Sólo si usted es un clon. Si no lo es, simplemente puede hacer que se sienta indispuesto.

—Debe ser extraño luchar contra armas que no puedes ver.

—La guerra es sobre la tecnología —dijo.

Hokan sonrió cortésmente y volvió a salir al patio para detenerse en la tenue luz del arco de la puerta. Era el primer indicio de frío en el aire de la noche, llegaba el invierno, y el panorama sería mucho más fácil para patrullar cuando las hojas se hubieran caído. Cuando llegue la nieve, sería aún más fácil. Pero sospechaba que este conflicto iba a ser uno rápido. Los informes de inteligencia estaban empezando a llegar indicando que la República estaba luchando en cientos de diferentes frentes. Cientos.

Su nuevo ejército debería tener millones de fuertes soldados para conseguir tal dispersión. Por lo que todos eran clones. Parodias tristes del gran Jango Fett.

Bueno, él sabía una cosa. La República no enviaría clones para hacer frente a este problema en particular. Ellos tenían que saber que los separatistas ya tenían el arma que podría detenerlos. Y este tipo de operación estaba más allá de la capacidad de la dócil infantería clon como los había descrito Uthan. Este no era un juego de números.

Hokan se colocó su casco y comenzó a visualizar el centro de investigaciones como una trampa. Así que querían venir y echar un vistazo, ¿no? Había que darles la bienvenida.

—Droides, fórmense. Dos filas a través de esta entrada.

Los droides se movían como uno solo, incluso en la oscuridad, y de nuevo Hokan admiraba su precisión. Ahora eran una señal de tráfico que indicaba el camino a la meta, confirmando lo que supuestamente la República sabía. Pero estaban equivocados. Estarían enviando a sus mejores hombres por un señuelo.

La guerra es sobre la tecnología.

—No —dijo Hokan en voz alta. Los droides se cuadraron—. La guerra no es sobre la potencia de fuego. —Tocando su sien—. Se trata de la aplicación del cerebro. —Luego se tocó el pecho—. Y se trata de coraje.

No esperaba que los droides entendieran eso. Probablemente los clones tampoco lo hubieran entendido.

* * *

La paja apestaba horriblemente, pero Darman estaba demasiado agotado para que le importara. Parecía que era lo suficientemente suave para sumergirse. Y eso era bastante bueno para él.

Pero primero caminó alrededor de las paredes del granero y visualizó una salida de emergencia por si la necesitaba. Había varias tablas sueltas en una pared. La construcción estaba tan desvencijada que parecía como si pudiera perforar un hueco de escape a través de cualquier punto frágil que hubiera elegido.

Se tranquilizó, dejó caer todo lo que llevaba y trató de sentarse en los fardos, pero se convirtió más en un desplome incontrolado. Ni siquiera se quitó su casco. Se echó hacia atrás y dejó escapar un suspiro.

La padawan comandante se inclinó sobre él.

—¿Estás bien, Darman? —extendiendo su mano hacia él con la palma hacia abajo, como si le fuera a tocar, pero no lo hizo.

—Estoy en condiciones de combatir, comandante. —Empezó a sentarse, y ella le tomó la mano en un gesto un poco diferente que claramente significaba Quédate dónde estás.

—No te pregunte eso —dijo—. Puedo sentir que estás un poco afligido. Cuéntame.

Era una orden. Venía de un Jedi.

—Me lesioné la pierna cuando aterricé. Aparte de que estoy cansado y un poco hambriento. —¿Poco hambriento? Estaba muerto de hambre—. Nada en absoluto, comandante.

—¿Aterrizaje?

—En caída libre desde mi nave.

—¿Con todo este equipo?

—Sí, Señora.

—Me asombras. —Él no sabía si eso era bueno o malo—. Sin embargo, dos cosas. Por favor, no me llames padawan o comandante… No quiero ser reconocida como un Jedi. Y prefiero que en lugar de Señora me llames Etain. —Hizo una pausa, sin duda pensando en alguna otra falla de su parte—. Y por favor quítate el casco. Es bastante inquietante.

Hasta el momento Darman se había reunido con tres Jedi y todos ellos parecían haber encontrado la manera de distraerle, con o sin su casco. Toda su vida le habían enseñado que él y sus hermanos habían sido creados por los Jedi, para ayudarles a luchar contra sus enemigos, por lo que esperaba algo de reconocimiento de ese vínculo, o por lo menos una expresión de satisfacción. Se quitó el casco y se sentó sintiéndose confundido, dividido entre la claridad absoluta de su experiencia militar, y la confusión de lidiar con el mundo civil al que había sido lanzado por primera vez.

El padawan —no, Etain—, había dado sus órdenes claramente, tomó una pequeña esfera de su manto y lo abrió con ambas manos. Derramando capa tras capa de imágenes holográficas fuera de ella, apilándose perfectamente como placas.

—Planos —dijo ella. Su voz había cambiado por completo. Irradiaba alivio—. Planos de todos los edificios separatistas y neimoidianos en esta región. Planos arquitectónicos, distribución de utilidades, diagramas de cableado, de drenaje, ductos, especificaciones sobre los materiales utilizados… todos los detalles de cómo los contratistas los construyeron. Esto es lo que necesitas, ¿no? ¿Qué estás buscando?

Darman ya no se sentía cansado. Extendió su mano y rompió el rayo proyector, volteando verticalmente el plano para poder leerlo. Miró a través de todos y se escuchó a sí mismo dejando escapar un suspiro involuntario.

Etain estaba en lo cierto. Era casi toda la información que necesitaban, además de detalles más fluidos, como el número de personal y las rutinas. Con estos planos sabía cómo cortar la energía de los edificios, donde se deberían insertar agentes nerviosos en los conductos de aire o en los suministros de agua, y exactamente lo que iban a ver y dónde tendrían que ir cuando estuvieran dentro. Los planos mostraban la construcción de paredes, puertas, mamparas y ventanas, así que sabían exactamente el tamaño de la carga o el tipo de RAM que se necesitaría para violarlas. Esto era un conjunto de instrucciones claras para lograr su objetivo.

Pero Etain no parecía saber cuál era el objetivo.

—¿Qué vas a hacer con esto? —Preguntó.

—Hemos venido a secuestrar a Ovolot Qail Uthan y destruir su centro de investigaciones —dijo Darman—. Ella está desarrollando un nanovirus con la intención de matar a los clones.

Etain se acercó más.

—¿Clones?

—Soy un clon. Todo el Gran Ejército se compone de clones, millones de nosotros, todos comandados por los Generales Jedi.

Su cara era una hoja en blanco por la sorpresa. También fue fascinante en cierta manera como él no pudo definir este gesto. Nunca había visto a una hembra humana tan cerca, tan real. Se quedó asombrado por las pequeñas manchas de color café a través del puente de la nariz y las mejillas, y las diferentes líneas de colores en su largo y despeinado cabello, marrones ligeros, dorados, incluso rojos. Y ella era tan delgada como la gente del lugar. Podía ver las venas azules en el dorso de sus manos, y olía diferente de alguien con el que había compartido espacio. No estaba seguro si era bonita o francamente fea. Sólo sabía que era completamente extraña y fascinante, tan extraña como un gdan o un gurlanin. Esto casi le impedía concentrarse en el trabajo.

—¿Todos son como tú? —dijo ella al final, parpadeando rápidamente. Parecía inquieta por el escrutinio de él—. ¿Qué he dicho?

—No Señora… lo siento, Etain. Soy un Comando. Estamos entrenados de manera diferente. Algunas personas dicen… que somos excéntricos. Me doy cuenta de que no ha recibido mucha información al respecto por parte de inteligencia.

—Todo lo que sabía, todo lo que mi Maestro me dijo, es que Uthan estaba aquí y que los planos eran críticos para la seguridad de la República. Los clones nunca entraron en la conversación. —Ella lo estaba mirando justo como lo había hecho Jusik—. Una anciana me dijo que ibas a venir, pero ella no me dijo mucho más. ¿Cuántos de ustedes hay en Qiilura ahora?

—Cuatro.

—¿Cuatro? ¡Dijiste que había millones de ustedes! ¿Qué utilidad habrá con solo cuatro?

—Somos Comandos. Las fuerzas especiales. ¿Usted entiende este término?

—Obviamente no. ¿Cómo cuatro tipos de diez años de edad van a lidiar contra el Laboratorio de Uthan?

Le tomó unos minutos para darse cuenta de que estaba siendo sarcástica.
—Luchamos de manera diferente.

—Tendrán que ser muy diferentes, Darman. —Parecía absolutamente abatida, como si él la hubiera defraudado simplemente por aparecer—. ¿Tienes realmente diez años?

—Sí. Nuestro crecimiento es acelerado.

—¿Cómo es posible entrenar en ese tiempo a soldados competentes?

—Es un entrenamiento muy intenso. —Le estaba resultaba difícil no decir Señora cada vez—. Nos han creado a partir del mejor material genético. Proveniente de Jango Fett.

Etain enarcó las cejas, pero no dijo nada más. Luego se levantó, tomó una canasta que se balanceaba de una viga y se la entregó. Estaba llena de extraños objetos redondos que olían comestibles, pero él pensó que de todos modos los revisaría.

—¿Es comida?

—Sí. Pan local y una especie de pastel cocido al vapor. Nada emocionante, pero te llenan.

Darman tomó un trozo el cual cedió ligeramente en sus dedos. Fue glorioso. Era de sabor fuerte, pegajoso, y estaba entre las comidas más satisfactorias que había comido: no se comparaba con el pastel uj, pero si estaba muy lejos de las inodoras, insípidas y sin textura raciones de campo.

Etain lo observaba atentamente.

—Debes estar muriéndote de hambre.

—Es maravilloso.

—Eso no dice mucho sobre la comida del ejército.

Darman metió la mano en su cinturón y sacó un cubo de ración seca.

—Prueba esto.

Ella lo olió y lo mordió. La expresión de incredulidad vaga en su rostro cambió poco a poco en una de repulsión.

—Es terrible. No hay nada en él.

—Es el perfil perfecto para nuestras necesidades nutricionales. No tiene olor, por lo que el enemigo no puede detectarla, y no tiene fibra, por lo que las excretas son mínimas para evitar que nos rastreen y…

—Capte la idea. ¿Es así como te tratan? ¿Cómo animal de granja?

—No pasamos hambre.

—¿Qué te gusta hacer?

Realmente no sabía qué respuesta esperaba ella.

—Soy un buen tirador. Me gusta el DC-diecisiete.

—Quiero decir en tu tiempo libre. ¿Tienes tiempo libre verdad?

—Nosotros estudiamos.

—Por supuesto que no me refería a tu familia —dijo.

—Sí, tengo hermanos de escuadrón.

—Quiero decir… —se contuvo—. No, lo entiendo. —Ella empujó la canasta de pan cerca de él—. Mi vida no ha sido muy diferente a la tuya, excepto que la comida era mejor. Adelante. Puedes terminarte todo si lo deseas.

Y así lo hizo. Trató de no mirar mientras Etain exprimía el agua de su capa y sacaba sus botas. Ella le hizo sentirse incómodo, pero no sabía la razón, aparte del hecho de que ella no era exactamente el comandante Jedi perfectamente bien entrenado que él hubiera esperado.

Las hembras que sólo podía recordar eran técnicas médicas kaminoanas, con sus tonos silenciosos impersonales que le intimidaban más que un Sargento gritando. Y su pelotón habían tenido una vez una conferencia desagradablemente memorable en las técnicas de cifrado de una hembra sullustana.

Les temía a las hembras. Ahora le temía a su oficial Jedi y también sintió agitación por ella en una manera que ni siquiera tenía una palabra para definirlo. No se sentía aceptable.

—Tenemos que seguir adelante —dijo él—. Tengo que alcanzar el punto RV. No me he comunicado con mi equipo durante casi dos días, y ni siquiera sé si están vivos.

—Esto se pone peor cada segundo —dijo ella con cansancio—. En primer lugar tenemos cuatro. Ahora podría ser que solo tengamos uno.

—Dos. A menos que tengas otras obligaciones.

—Tú me has visto pelear.

—Tú eres un Jedi. Un comandante.

—Ese es un título, no una evaluación de mi capacidad. No soy precisamente la mejor de lo mejor.

—Tú debes serlo. Yo sé lo que pueden hacer los Jedi. Nadie puede vencerte siempre y cuando tengas a la Fuerza.

Ella le dedicó una extraña sonrisa y recogió la esfera holográfica. Parecía estar luchando por volver a ensamblarla. Tragó un par de veces.

—Muéstrame donde está el punto RV… Así es, ¿no? ¿RV? Enséñame donde ésta en este plano.

Darman sacó su datapad y vinculó los planos de su misión con la imagen proyectada de la esfera. Señalando las coordenadas.

—Es aquí —dijo—. Antes de proponer los ejercicios o misiones, estuvimos de acuerdo en que nos encontraremos aquí si algo salía mal. Nos tuvimos que poner a salvo cuando nuestro transporte se estrelló, por lo que nos dispersamos, y el procedimiento que sigue es vernos en un lapso de tiempo establecido en el punto RV.

Hizo un acercamiento a la zona noroeste de Imbraani. Etain inclinó la cabeza para seguirlo.

—¿Qué es esto? —Preguntó ella.

—El objetivo principal. Las instalaciones de Uthan.

—No, no lo son.

—Inteligencia dijo.

—No, esa es la base separatista. Su guarnición. —Sus ojos se movían adelante y atrás, explorando el plano. Señaló—. Este grupo de edificios son las instalaciones. Los ves. Mira. —Ella sobrepuso los planos de las instalaciones con la disposición de los edificios de la granja y redujo la imagen para ajustarla. Se alinearon perfectamente.

Darman sintió un nudo en el estómago.

—Entonces, mi equipo se dirige hacia los separatistas.

—Será mejor que nos aseguremos en interceptarlos —dijo Etain—. O se quedarán justo entre el fuego de cientos de droides.

Darman de repente se puso de pie, incluso antes de haber escuchado que alguien se acercaba.

—No lo creo —dijo una voz de mujer—. Ya que todos los droides se dirigen hacia Imbraani.

El arma de Darman estaba fuera de su cinturón y apuntando incluso antes de que Etain girara su cabeza.