19

CO Majestuoso al Comando de Coruscant

Esperando para recuperar LAAT/i de Qiilura. Tenga en cuenta que hemos detectado dos buques de guerra de la Federación de Comercio acercándose por el brazo Tingel para reforzar Qiilura. El Venganza se está moviendo para proteger nuestro flanco.

—Estamos casi a un clic —se escuchó la voz de Darman—. Listo cuando ustedes lo estén.

Niner palmeo con su guante el lado izquierdo de su casco. Temía que esto se convirtiese en un tic nervioso.

—Bien. Nos veremos en el PE[19].

—Dame unos minutos.

Fi hizo un gesto rápido con los pulgares arriba y se ajustó la placa del hombro. Cinco minutos se sentirían como una eternidad en ese momento.

—¡Guau!, ¿qué está pasando aquí? —Dijo Niner—. Dar, aguanta. Espera.

La luz de las puertas delanteras habían muerto y su visor de visión nocturna entró en acción.

Le pareció que veía a Darman o a Atin, otra extraña regresión provocada por los estimulantes que llevaba encima, pero entonces se dio cuenta que la ranura del casco en forma de T que estaba saliendo por la puerta era la de Hokan. Abrió fuego. La duda le había costado medio segundo, una eternidad y no vio caer a nadie.

Fi aplicó una ronda de ráfagas de rayos de plasma y esperaron de nuevo. Nada. Luego hubo otra ráfaga en movimiento y alguien gritó «al suelo» pero las tres formas no lo hicieron, al menos no hasta que los disparos de plasma los golpearon.

Otra vez silencio. Niner hizo una pausa. Mientras que él y Fi comenzaron a arrastrarse hacia adelante para verificar, alguien se levantó del cráter de tierra provocado por la explosión y echó a correr por el lado opuesto del edificio.

Niner y Fi rociaron más fuego deteniéndose de nuevo. Pero no hubo ningún movimiento más.

—Si hay más dentro de ese lobby, Sarge, ¿puedo poner un poco de anti-blindaje allí? No me imagino corriendo con los droides detrás de nosotros.

Granadas estándar no accionarían la detonación térmica.

—Hacia lo alto en seis —dijo—. Y luego programa el E-Web para su autodestrucción.

Fi estaba alineado con su blaster, facilitando esto por el tripie. Niner escuchó un ruido agudo como la puesta en marcha de un disco repulsor, pero luego fue ahogado por el whump-whump-whump de los lanzamientos de las primeros tres granadas que explotaron.

Las puertas de la instalación eructaron llamas negras y humo.

—Eso sí que es endex —dijo Niner, y después ellos corrieron. Corrieron por los campos llenos de baches, estrellándose en los arbustos y antes de que se dirigieran hacia donde antes estaban los árboles, Niner ya había abierto su comunicador y había dado una orden a Darman, Hazlo, hazlo, hazlo.

Un destello blanco iluminó el camino de los fugitivos dos segundos antes de que la onda expansiva golpeara duramente a Niner en la espalda. Tirándolo hacia adelante. Su boca se estrelló contra el interior de su visor sintiendo un sabor a sangre. Cuando volvió la cabeza y trató de levantarse, Fi también estaba en el suelo sobre el pecho, con los brazos hacia el frente, girando su cabeza hacia él.

—No, Sarge —dijo Fi, pareciendo todavía totalmente satisfecho con la vida.

Eso fue Endex.

* * *

Ghez Hokan se encontró en el suelo con su moto-reductora volcada y aún en marcha. La explosión aún estaba sonando en sus oídos. Se quedó inmóvil, la cabeza cubierta, esperando por un nuevo bombardeo. Sin embargo, sólo siguió silencio.

Se puso de pie y logró colocar el reductor de velocidad en posición vertical una vez más. Una manivela direccional estaba un poco doblada, pero serviría. Se sacudió el polvo y luego se lanzó de nuevo al asiento del piloto.

Podía ver sus manos aferrarse a los mandos. El guante marrón en su mano izquierda parecía negro, aún estaba húmedo. Cheva se había aferrado a él. Ella había corrido, como él le había dicho. Su sangre se había rociado sobre él cuando fue alcanzada. Esto fue lo más cerca que había llegado al sentimiento de la compasión en muchos años.

Basta ya de esto. Te la vas a llevar tranquila. Concéntrate.

—Señor. —Fue difícil identificar la voz de un solo grito. Hokan se volvió a ver, pero realmente había un solo hombre que hubiera luchado para quedarse con él.

—¡Señor!

Hurati lo rodeó por detrás y detuvo su speeder junto al de él. No traía a un segundo piloto. Hokan no tuvo necesidad de preguntar.

—Lo siento, Señor —dijo Hurati—. Ellos se congelaron cuando inicio el tiroteo. Ni siquiera se tiraron al piso.

—Los civiles tienden a hacer eso —dijo con cansancio Hokan.

—La explosión fue en los laboratorios. A juzgar por el color, fue una implosión de alta temperatura. No por un cañón láser.

—¿Eso importa?

—Nada pudo haber sobrevivido a eso, incluso en un recipiente a prueba de explosión. Si había alguna muestra del nanovirus, se ha ido ahora.

Así que ahora no hay nanovirus en las manos de los separatistas, y ningún científico con algún grado de experiencia en el programa. Eso hace imprescindible recuperar a Uthan.

Teniendo en cuenta el área de la explosión provocada por un dispositivo de implosión, ellos utilizaron detonadores remotos sensibles. Hokan se sintió aliviado de que tenía algunas granadas de PEM en su mochila.

—Hay que encontrarlos —dijo Hokan.

Ahora ni siquiera podía trazar la ruta de escape por el sistema de drenaje. ¿Por dónde comenzar? El enemigo tendría que salir de Qiilura. Deberían tener una nave en alguna parte. Si la inteligencia de Geonosis servía, tendrían fragatas artilladas para extraer y evacuar a los heridos.

Era un lugar tranquilo, un planeta rural. Se podían escuchar los motores a kilómetros, especialmente en la noche.

Hokan apaga el speeder y esperó, escuchando.

* * *

Etain pudo sentirlo antes de verlo o escucharlo. No había sido capaz de detectar a los droides, o eso ella creía, pero pudo sentir algo grande perturbando la Fuerza, y se estaba acercando. No estaba segura si era mecánico u orgánico. Y al no haber dado ninguna sensación de amenaza más allá de una leve ansiedad.

Entonces escuchó un zumbido corriendo en el aire, estable como una nave propulsora. Se detuvo y estiró el cuello. Atin y Darman también se detuvieron.

—Oh, me encanta ese sonido —dijo Darman.

—¿Qué es?

—El sonido de nosotros saliendo de este pozo negro de una sola pieza. Un larty[20]. Una fragata de asalto.

El sonido estaba prácticamente justo sobre ellos. Etain estaba vigilando el cielo nocturno y divisó una silueta contra las estrellas. La nave no mostraba las luces de navegación. Bajó un poco, y Darman reaccionó como si alguien estuviera hablando con él. Hizo un gesto y asintió. Luego agitó la mano. La fragata cogió velocidad y se elevó saliendo disparada.

—Nos rastrearan a través de nuestros comunicadores —dijo Darman—. Sabio Niner. Dios lo bendiga por derribar la estación de Teklet.

Atin sacudió sus hombros para levantar a Uthan un poco más alto sobre su espalda. «Su carruaje, princesa», le dijo a ella, mucho más alegre que lo que Etain había imaginado que fuera capaz de ser. Su presencia era casi curativa, pero no del todo. —¿Quiere sentarse al frente?

Uthan se había recuperado lo suficiente de los sedantes como para retorcerse. Etain se dio cuenta de que la científica era la única persona que había visto en su vida que podría transmitir tanta rabia con sólo retorcerse. No envidio al soldado que tuviera que desatarla.

—Tu turno, Dar —dijo Atin.

—Está bien. —Él parecía encantado. Etain podía sentirlo. Era algo más: lo habían conseguido. Quería preguntarle qué iba a hacer cuando regresara a su base, pero podía adivinar que se la pasaría durmiendo, tomando duchas calientes y comiendo. Sus sueños eran modestos. Ella pensó que era un buen ejemplo para definirlo, aunque sea por un padawan.

Ella sólo esperaba que pudiera convertirse en un oficial competente. Ella quería el respeto de Darman.

—Vamos, Dar —dijo Atin irritado—. Uthan empieza a pesar una tonelada. Tu turno.

—Prueba esto —dijo Etain, y la levantó con la Fuerza. Atin dio media vuelta para ver lo que estaba aliviando el peso en su espalda. Darman casi también se sorprendió.

Crack. Atin cayó hacia delante.

Etain pensó que se había tropezado solo, pero ahora era Darman quien estaba en el suelo, y ella hizo lo mismo. Estaba tendido sobre Atin con su rifle levantado. Atin no estaba gritando, pero estaba haciendo un ruido rítmico ah-ah-ah, como si estuviera tratando de tragar aire. Uthan estaba tendida sobre un montón de césped.

—Hombre caído —dijo Darman, extrañamente calmado. Etain le escuchó claramente: todavía tenía la unidad de la voz abierta—. Sarge, golpearon a Atin.

Fuese cual fuese la respuesta de Niner, Etain no lo oyó. Darman disparó rápidamente y vio rayos brillantes volando sobre su cabeza.

¿Por qué no sentía a nadie detrás de ella? Debido a que se había distraído. Esto era su culpa. Si Atin muere, ella lo tendría en su conciencia por el resto de su vida.

El tiroteo se detuvo. Durando como treinta segundos. El mundo se había ido de alguna manera para volver a la forma que tenía antes, excepto por Atin.

Darman, obviamente, podría ver algo a través de la mira de su rifle que Etain no podía. Ella lo vio levantarse, correr y apuntar hacia un objeto en el suelo. Encendió su lámpara del casco.

—Uno de los oficiales de Hokan —dijo Darman—. Un capitán.

—¿Está muerto?

Un solo disparo.

—Lo está ahora —dijo Darman.

Esta vez Etain no tuvo tiempo para horrorizarse como cuando Darman había despachado a los umbaranos heridos. Ella estaba envuelta en la preocupación por Atin. Su perspectiva había cambiado radicalmente.

Atin ahora estaba preocupantemente quieto. Cuando Darman lo giro cuidadosamente sobre su lado, había un agujero que había destrozado su armadura a unos veinte centímetros por debajo de la axila derecha que estaba goteando sangre. Darman tomó de su cinturón un contenedor pequeño rectangular de color gris, con los bordes redondeados y vació el contenido sobre el piso. Empujó lo que parecía un parche para tapar un agujero, pegándose a la armadura.

—Sigan adelante —dijo Atin. Su voz temblaba—. Adelante. Déjenme.

—No te hagas el heroico conmigo o te voy a golpear.

—Lo digo en serio. Tomen a Uthan y salgan de aquí.

—Atin, cállate, ¿quieres? No voy a dejar a nadie. —Darman estaba trabajando con toda la precisión de alguien que había sido perforado en varias ocasiones durante los primeros auxilios en combate. Asintió con la cabeza a Etain. Ella tomó la mano de Atin y se la apretó con fuerza—. Eso es lo que un proyectil verpine puede hacer en una armadura Katarn… tranquilo hermano. Te tengo. —Quitó una de las placas del muslo de Atin, desprendiendo esta sección del traje, quedando la piel expuesta. Tomó dos jeringas cortas en la mano—. Va a doler un poco, ¿vale? Tranquilo.

Darman enterró las dos agujas en el muslo de Atin en rápida sucesión. A continuación, garabateó algo en el casco de Atin con un marcador y volvió a colocar la placa del muslo.

Etain se quedó mirando las letras A y Z escritos en la frente del casco.

—A para los analgésicos —dijo Darman. Colocando a Atin sobre su espalda.

—Y la Z para el agente de control de pérdida de sangre, porque P se parece un poco a la A cuando estás en un apuro. Es para los médicos, en caso de que no lo revisen, para que sepan lo que le he dosificado. Ahora, esto va a parecer muy extraño, pero confía en mí…

Atin estaba boca arriba, respirando pesadamente. Darman cayó encima de él con su espalda sobre su pecho, y luego deslizó sus brazos abrazando a Atin, rodando ambos y quedando Darman boca abajo. Levantándose sobre sus brazos, colocando las rodillas sobre el piso y luego se puso de pie con Atin asegurado a su espalda. Se tambaleó un poco. Pero no se cayó.

—La manera más fácil de levantar y llevar a un hombre fuerte —dijo Darman, su voz sonaba un poco tensa.

—Yo podría haber hecho esto por ti —dijo Etain.

—Sí, pero él es mi hermano. Además, tú vas a llevar a la Doctora Uthan.

Etain se sentía momentáneamente culpable por no haberla revisado. Pero la científica seguía tendida y atada, muy silenciosa y perpleja, sin duda. Etain se inclinó sobre ella.

—Vamos, Doctora —dijo levantándola, pero sus manos tocaron algo frío y húmedo. Había una pequeña porción irregular de aleación de plastoide de color gris pálido sobresaliendo de sus costillas. Era la metralla de la armadura de Atin. La Doctora estaba sangrando profusamente.

—¡Oh, no! Esto no. Mira. Darman, mira.

Fierfek Después de todo esto se pudrió.

—No, ella está viva.

—Llevémosla al punto de extracción. Ellos tendrán un médico a bordo.

La decepción fue repentina y aplastante. Etain lo sentía. Casi la hizo detenerse en seco, demasiado abrumada para moverse por la injusticia, pero esto no detuvo a Darman, por lo que ella estaba decidida a seguir adelante. Su disciplina absoluta era tangible. En pocos días había aprendido más de él de lo que había sido capaz de aprender de Fulier. Estar a segundos de la muerte tantas veces hacia las lecciones mucho más difíciles.

Etain también sabía que había forjado un vínculo que le causaría gran dolor en los próximos años. Era peor que enamorarse. Era un nivel totalmente diferente de entrega: se comparte el trauma. El Maestro Fulier dijo que podría caer por amor, pero Etain sabía que nunca podría caer con este, debido a que la historia nunca podría cambiar.

Levantó a Uthan por la espalda y tiró de ella hacia adelante hasta que estuvo cómodamente a través de sus hombros.

—Vamos a movernos, Darman —dijo ella, y apenas reconoció su propia voz. Por un momento, ella no sonó como un Jedi en absoluto.

* * *

Hokan todavía andaba suelto. Niner lo sabía. Él lo había visto —o al menos alguien en su armadura— salir de los laboratorios. El oficial a quien Darman había disparado había sido sólo un joven capitán. Y Hokan probablemente estaba haciendo lo que el capitán muerto parecía haber terminado, siguiéndolos hasta la fragata de combate. Su salvación también podría llegar a ser su perdición.

—Alrededor de un clic más —dijo Fi—. ¿Alguna noticia sobre Atin?

—¿No tienes conectado tu comunicador de largo alcance?

—No. Es una distracción más con la que no puede lidiar en estos momentos.

Niner estaba empezando a entender cómo lo tomaba Fi: el hombre solo se apagaba, a veces literalmente. Se preguntó quién o qué le había enseñado a hacer eso, porque no era Skirata. Kal Skirata se sentía, en ocasiones muy visible.

—Espero que podamos conseguir un despliegue urbano después de esto —dijo Niner. Mantén una actitud positiva. Mira hacia adelante—. Una bonita, ruidosa y confusa ciudad, con lugares para esconderse y un montón de agua corriente. Vigilancia. Extracción de datos. Calles fáciles.

—Nah, la selva.

—Estas enfermo.

—La selva es como una ciudad. Pasan muchas cosas.

—Estas preocupado por Atin.

—Cállate, Sarge. Sólo estoy preocupado por mí, ¿vale?

—Por supuesto que sí.

—¿Por qué no acabamos de golpear toda esta región desde el espacio?

—No hay inteligencia. El virus podría estar en varios lugares. No podrías haberle pegado a todos los puntos y nunca hubiéramos sabido hasta que hubiera sido demasiado tarde.

—Justo cuando estábamos haciendo un buen equipo.

—Él todavía está vivo, Fi. —Niner comenzó a caminar hacia la retaguardia—. Todavía está vivo. La Jedi puede curarlo. Darman ha hecho toda lo correcto con los primeros auxilios.

A Niner no le gustaba ser la retaguardia de la patrulla, especialmente de noche. Le gustaba menos cuando el hombre de avanzada gritaba: —¡Abajo!

Se dejó caer completamente sobre la hierba y miró hacia donde Fi estaba apuntando su Deece.

—Speeder —dijo Fi—. Adivina quién. Una cruz de derecha a izquierda por delante. Tiene que ser Hokan.

—¿Lo puedes derribar?

—Un tiro limpio cuando pase por los árboles.

—Entonces no pierdas el tiempo.

Niner contaba los segundos, siguiendo al speeder con su mira telescópica. El movimiento del deslizador detrás de la línea de los árboles kuvara creaba un efecto estroboscópico. Una llamarada de energía encendió su visión nocturna y el piloto fue arrojado fuera del vehículo en una nube de vapor.

—Esa es la manera de hacerlo —dijo Niner.

Esperaron unos pocos segundos obligatorios para comprobar que era realmente Hokan había caído. No hubo ningún movimiento en absoluto. Niner pudo ver el destello de los ojos de los gdans en la hierba, una señal de que al menos alguien pensaba que la lucha había terminado y que era seguro volver a salir.

Niner se puso en pie y Fi estaba levantando una rodilla cuando Hokan se levantó de la hierba como un espectro. Se tambaleo unos pasos y levantó su arma.

Niner no escuchó el disparo. Pero oyó un proyectil zumbando cerca de él, golpeando algo fuertemente con un chasquido. Las pistolas verpine eran silenciosas y muy precisas. Si Hokan no hubiera volado gracias a Fi, entonces Niner habría tenido el mismo agujero quemado como Atin.

—Sarge, cuando lo mate, ¿puedo quedarme su armadura? —Preguntó Fi.

—Tienes la oportunidad de quitársela personalmente.

—Yo necesitaba esa motivación. Gracias.

—¿Todavía lo ves?

—No.…

Una ráfaga de disparos golpeó la hierba a un metro frente a Fi y levantó remolinos de chispas. Su enemigo no era un insensato tinnie o un estúpido weequay. Era un mandaloriano, un luchador nato, incluso herido era peligroso.

Era muy parecido a ellos.

—¿Crees que la fragata nos va a esperar? —Preguntó Fi.

—No una vez que tengan a Uthan.

—Fierfek. —Quitándole el seguro a una granada y apuntando—. Tal vez no deberíamos haber dejado el E-Web. —La noche se iluminó con la explosión. Fi levantó la cabeza un poco y fuego de blaster venía de atrás, un metro más alejado que antes. «Vas por su derecha mientras lo mantienes ocupado».

Niner avanzó sobre sus codos y rodillas, Deece entre sus brazos. Se había movido unos diez metros cuando por encima de él pasaron varias ráfagas de blaster levantando el césped por encima de él.

Si no hubiera sido por esa verpine, las cosas habrían sido mucho más simples.

El Majestuoso no podía esperar mucho más tiempo. Los stims habían desaparecido por completo y Niner sentía el impacto de los días de trabajo duro, de dormir poco y de mucho ruido. Allí se hizo una promesa a sí mismo y entonces. Si él y Fi no podían salir de Qiilura, tampoco lo haría Ghez Hokan.

Pero mandaloriano o no, Hokan era sólo un hombre y se enfrentaba a dos hombres que estaban dispuestos a jugar. Niner no lo subestimo, pero el resultado final era casi seguro: tarde o temprano se agotarían sus células de energía. Sin embargo, el tiempo no estaba de su lado en ese momento.

—No es bueno en absoluto —dijo Niner—. Darman, aquí Niner. ¿Cuál es tu posición?

Parecía sin aliento.

—Vamos lentos, Sarge. A unos diez minutos del PE.

—Pregúnteles si van a mantener el taxímetro funcionando, ¿podrías? Hasta que le digamos adiós a Ghez Hokan.

—Voy a dejar a Atin y…

—Negativo, Dar. Podemos manejar esto una vez que rompamos su armadura. Atento.

Fi se dirigió hacia adelante en busca de una oportunidad clara. A Niner se le acaba la paciencia, miró a su alrededor por algún que pudiera utilizar como cubierta para obtener una posición al lado de Hokan. El flash de una descarga de arma le llamó la atención, pero no oyó nada, excepto que Fi comenzó a decir algo en el comunicador y luego un punzante y breve de ruido agudo.

Después, todo quedó en penumbras y en silencio.

Por un momento Niner pensó que había sido golpeado. No podía oír a Fi y no podía ver los datos de su PPA. No había ninguna imagen verde del campo y de los árboles detrás de el en su visor de visión nocturna. Pero podía sentir los codos en ángulo recto y podía sentir su Deece todavía en sus manos. No había dolor, pero si te lastiman tan severamente a veces no sientes nada.

Le llevó varios segundos darse cuenta de que los sistemas de su casco estaban totalmente muertos. Su rostro se sentía caliente. No recibía aire.

Se quitó el casco y miró a través de la mira de su DC-17. El alcance de visión nocturna tomó una imagen; Fi también se había quitado el casco y tenía su mano dentro de él, presionando los controles frenéticamente.

Granada de PEM, pensó Niner. Hokan nos ha droideado.

Ellos utilizaban las cargas de pulso electromagnético contra los droides. Pero eran igualmente efectivas contra la delicada electrónica que utilizaban los húmedos. Los cascos Katarn mejorados, tres veces más caros que la versión de un soldado común y corriente, estaban llenos de prototipos de sistemas sofisticados, sistemas vulnerables.

Niner se arrastró lentamente y con cuidado hacia Fi. Un par de rayos láser salieron desviados. Se quedó tendido, cabeza con cabeza.

—Nuestros cascos están fritos, —susurró Fi—. ¿No prueban correctamente estas cosas?

—Apuesto a que nadie pensó que los civiles usarían un PEM contra los húmedos.

—Sí, lo buscare hasta que regresen.

—Se pueden reiniciar.

—¿Hasta cuándo?

—No tengo idea. Sin embargo los Deece todavía funcionan.

—Mientras saque la cabeza.

—Yo podría hacerlo con uno de los dispositivos explosivos de Dar.

—No encaja en el Deece de todos modos.

—¿Lo puedes ver?

—No… no, espera. Ahí está.

Niner tuvo que barrer el terreno un par de veces antes de ver a Hokan a través de su mira telescópica.

—¿Tienes alguno de los artefactos explosivos improvisados al alcance de la mano?

—Seis.

—¿Hasta dónde los puedes lanzar?

—Lo suficientemente lejos.

—Todo lo que puedas. Espárcelas a través de él.

Niner agachado disparaba, mientras Fi rebotaba de arriba a abajo, lanzando las pequeñas bombas improvisadas y después se tendía sobre el piso otra vez. Niner tomó el control de detonación.

—Cuando le pegue a esto, lo rodeas para llegar a su lado.

Fi rodó ligeramente hacia un lado, apoyando en su brazo derecho para un comienzo rápido. Niner oprimió el detonador. Fi se balanceo hacia arriba.

No pasó nada. Una ráfaga de láseres quemó el pasto a su alrededor y Fi se tiró al suelo de nuevo.

—Realmente hay que hablar sobre los procedimientos sobre el armado de nuestros dispositivos electrónicos —dijo Fi ligeramente.

—Me temo que podría volver a la antigua milicia.

—Estoy recién salido con las bayonetas.

—El Sargento Kal tendría una idea.

—¿Pusiste su número en ti?

—Voy a gritar.

—¿Qué?

—No te rías. Ese hombre está loco. Si él piensa que estoy tirado y gravemente herido, no será capaz de resistirse a cortar mi garganta.

—¿Y entonces yo le doy una fiesta sorpresa?

—Cualquier cosa que lo resuelva rápido.

—Está bien, muchacho. Te vas.

Niner de repente se dio cuenta de que en realidad no sabía cómo gritar. Pero él había oído a hombres terriblemente heridos con una buena puñalada encima.

Echó hacia atrás la cabeza y se dejó llevar.