«A la tacha siempre es el amor ciego,

siempre inclinado su espíritu al goce,

Sin cárcel, con alas, sin ningún fuero,

del pensamiento las cadenas rompe.

 

Las almas se venden de hombres,

por oro en su tierna infancia,

la juventud, a un matadero llevada,

la belleza, por un mendrugo entregada».

 

WILLIAM BLAKE, «Libertad y cautiverio»