5.4. OTRAS CIENCIAS

¿Qué marca el cristal? Veintinueve, por lo que veo.[53]

SHERLOCK HOLMES, El misterio del valle de Boscombe

Astronomía

Tenemos nuestra primera visión de Sherlock Holmes como astrónomo en la primera historia, STUD. Es en STUD donde Holmes hace su conocida evaluación de Holmes. Parte de la misma dice:

Conocimientos de astronomía: ninguno

Holmes parece desconocer cómo funciona el sistema solar. Y cuando Watson se lo describe, Holmes jura olvidarlo porque no le sirve para resolver crímenes. En las primeras historias estamos tratando con el Holmes superpráctico. Solo está interesado en cosas que tienen una aplicación directa en su trabajo. ¿A quién le preocupa el sistema solar?

Sin embargo, en el momento de la historia cuarenta y dos, BRUC, las cosas han cambiado. Holmes se sorprende al recibir un telegrama de su hermano Mycroft anunciando su inminente llegada a Baker Street. Ya no ignorante del sistema solar, Holmes afirma que para el celebérrimamente perezoso Mycroft, dejar el confort del Club Diógenes para ir a los alojamientos de Baker Street es tan poco probable como que un planeta deje su órbita. Pero mucho antes de eso ya había pistas de que Holmes había avanzado en astronomía.

Nuestro primer indicio aparece en El ritual de los Musgrave (MUSG), la vigésima historia. Holmes descubre la posición correcta del sol para su cálculo de dónde caerá la sombra del roble (véase la sección 5.1). También señala que la inteligencia de Brunton es «de primera fila». Por ello Holmes piensa que no necesitará tener en cuenta la «ecuación personal[54] como dicen los astrónomos». Está diciendo que Brunton no habrá cometido errores. Lo que cuenta aquí es que Holmes se está refiriendo a los astrónomos, lo que indica que ha leído sobre el tema.

La siguiente ocasión en que Holmes menciona la astronomía es en la vigesimocuarta historia, El intérprete griego (GREE). Watson y Holmes tienen una discusión sobre la «oblicuidad de la eclíptica». El plano de la órbita de la Tierra alrededor del Sol se denomina el plano de la eclíptica. Si la Tierra no estuviera inclinada y tuviera su eje de rotación perfectamente vertical, la oblicuidad de la eclíptica sería cero (Ridpath 2006, 132). Pero actualmente el eje de la Tierra está inclinado a unos 23,5º respecto de la vertical. Es esta inclinación del eje la que da lugar a las estaciones. El valor de la inclinación varía a lo largo de los años entre un mínimo próximo a 22,5º y un máximo próximo a 24,5º. Es esta variación de la inclinación de la Tierra, llamada oblicuidad de la eclíptica, lo que Holmes y Watson discuten en GREE. Sabemos que cuando ellos se conocen en STUD, Watson sabía más astronomía que Holmes. Quizá entonces fuera él quien abrió la conversación astronómica en GREE. No se nos ha dicho. Ahora Holmes sabía al menos astronomía suficiente para participar en tal conversación.

Es obvio que Conan Doyle era una persona muy instruida. Incluso así, es sorprendente que un médico/escritor insertara un comentario en sus escritos sobre «el cambio en la oblicuidad de la eclíptica». ¿Estaba Conan Doyle leyendo informes sobre la situación astronómica en su época? Alfred Drayson vivía cerca de Conan Doyle en Southsea, cerca de Portsmouth, en la década de 1880. Drayson era en realidad un paciente del Conan Doyle médico (Schaefer 1993). Drayson y Conan Doyle pasaban las vacaciones juntos. ¿Quién es este amigo íntimo a quien Donan Doyle dedicaría más tarde un libro?

Alfred Drayson hizo carrera en el ejército, y se graduó en 1846 en la Real Academia Militar en Woolwich. Tras servir en la India, Sudáfrica y Norteamérica (Stashower 1999, 95), Drayson regresó a Woolwich para ser profesor de astronomía en su alma máter. También trabajó a tiempo parcial en el observatorio de Greenwich. En 1868 fue elegido miembro de la Real Sociedad Astronómica. Conan Doyle estaba tan impresionado por Drayson que le consideraba un genio (Booth 1997, 122) y le comparaba favorablemente con Copérnico (Stashower 1999, 95). En marzo de 1890 Conan Doyle publicó una colección de diez relatos cortos con el título The Captain of the Polestar (El capitán de la Estrella Polar). Dedicó el libro a Drayson (Booth 1997, 134):

A mi amigo el general A. W. Drayson como pequeña prueba de mi admiración por sus grandes y todavía no reconocidos servicios a la astronomía.

Drayson publicó los resultados de sus investigaciones en astronomía, pero parte de este trabajo no resistió la prueba del tiempo. Un artículo de 1875 de particular interés para los lectores de Sherlock Holmes llevaba por título «Variaciones en la oblicuidad de la eclíptica» (Schaefer 1993, 176). Propone una teoría que resultó falsa. También dio una conferencia en 1884 ante la Sociedad Científica y Literaria de Portsmouth sobre «La Tierra y su movimiento». En la conferencia describía la oblicuidad de la eclíptica (Booth 1997, 98). Conan Doyle era miembro de la sociedad y muy probablemente asistió a la charla de su amigo. El libro de Drayson de 1888, Thirty Thousand years of the Earth’s Past History (Treinta mil años de historia del pasado de la Tierra), discute variaciones en la oblicuidad de la eclíptica. Es casi seguro que Conan Doyle sacó la idea de utilizar la oblicuidad de la eclíptica de su amigo Alfred Drayson. En el apartado 5.1 vimos que la conversación entre los dos convecinos tenía un alto nivel matemático. Esto también es cierto en lo referente a astronomía.

El otro tema astronómico importante en el canon implica a ese otro astrónomo, el profesor Moriarty. En El problema final (FINA) se nos dice que su «Tratado sobre el teorema del binomio» le había asegurado a Moriarty una cátedra en matemáticas. Pero su trabajo más impresionante era en astronomía. Su La dinámica de un asteroide era «un libro que asciende a tan raras alturas de la matemática pura» que pocos podrían siquiera leerlo. Así que el profesor se había orientado a la astronomía una vez que se había convertido en miembro del claustro. Incluso después de trasladarse para convertirse en el señor del crimen de Londres, Moriarty mantuvo su interés por la astronomía. Cuando el inspector MacDonald va al estudio de Moriarty a interrogarle, el profesor no puede resistirse a explicarle los eclipses. Incluso da una explicación de cómo se producen los eclipses. Concluye prestando a MacDonald un libro sobre el tema (VALL).

Pero el trabajo más importante de Moriarty en astronomía trataba de los asteroides o «planetas menores». Desde el siglo XVII los astrónomos habían tenido una ecuación para calcular las distancias de los planetas al Sol. Se llama ley de Titius-Bode:

D (en UA) = 0,4 + (0,3 x N)

donde n = 0, 1, 2, 4, 8, etc. (duplicándose cada número sucesivo)

D está en unidades astronómicas (Se define como unidad astronómica la distancia de la Tierra al Sol.)

La ecuación da buenas estimaciones para las distancias reales, como se muestra más abajo (Kowal 1996, 2).

Mercurio
0
0,4
0,39
Venus
1
0,7
0,72
La Tierra
2
1,0
1,0
Marte
4
1,6
1,52
HUECO
8
2,8
2,77 (Ceres)
Júpiter
16
5,2
5,20
Saturno
2
10,0
9,54
Planeta n D calculada D medida

Un aspecto notable de estos cálculos es el hueco entre Marte y Júpiter. La existencia de este hueco hizo que los astrónomos buscaran un planeta ausente. Lo que se encontró en su lugar fue el primer asteroide. Fue en Sicilia en 1801 cuando Giuseppe Piazzi descubrió Ceres a 2,77 UA. Le llamó así en honor de la diosa patrona de Sicilia (Kowal 1996, 1). Nótese que su distancia al Sol encaja muy bien con el valor 2,8 UA dado en la lista anterior. Al descubrimiento de Ceres pronto siguió el de Pallas en 1802. Este segundo asteroide recibió su nombre en honor de Palas Atenea, la diosa griega de la sabiduría. Con el tiempo se encontrarían centenares de ellos en el «cinturón de asteroides» entre Marte y Júpiter.[55]

Estos descubrimientos provocaron una gran excitación en el mundo científico. Pronto hubo teorías que explicaban por qué se encontraban asteroides en lugar de otro planeta. Los químicos tomaron nota de estos avances astronómicos al poner nombre a los dos elementos químicos cuyos descubrimientos siguieron a los de estos dos asteroides. Cerio y paladio se encontraron en 1803. En la época de Conan Doyle y Holmes, la excitación por los asteroides había desaparecido, ya que para entonces se conocían cientos de ellos. Pero en 1898 se descubrió el primer asteroide «cercano a la Tierra», Eros. Nunca un objeto o suceso astronómico tiene un papel importante en ninguno de los casos de Holmes. Lo más interesante acerca de la astronomía en las historias es el modo en que llegó allí. La familiaridad de Conan Doyle con el trabajo de Alfred Drayson sobre la oblicuidad de la eclíptica y el continuo interés por los asteroides explican las referencias astronómicas en el canon. Conan Doyle pudo resaltar la formación científica de Holmes y Watson haciéndolos conocedores del estado de la astronomía en su tiempo.

Geología

La evaluación original de los conocimientos de Holmes como geólogo, dada en STUD, es «Prácticos, aunque restringidos». Cuando en Las cinco semillas de naranja (FIVE) trata de recordar la calificación, él rectifica como lo hizo con la química. En lugar de «prácticos», Watson dice ahora «profundos». ¿Era el conocimiento que tenía Holmes de la geología práctico o profundo? No hay modo de saberlo puesto que, a diferencia de la química, hay muy poca geología en las sesenta historias. En STUD y en FIVE, el análisis de Watson se centra en la capacidad de Holmes para identificar suelos y asociarlos a zonas de Londres, y quizá más lejanas. Esto difícilmente es geología profunda.

Hay varios ejemplos en los que Holmes hace uso de esta habilidad. En STUD, Watson informa de que Holmes:

después de un paseo me ha enseñado las manchas de barro de sus pantalones, y ha sabido decirme, por la consistencia y color de la tierra, a qué parte de Londres correspondía cada una.

En SIGN Holmes aplica este conocimiento a la tierra rojiza en el zapato de Watson. Es capaz de afirmar que Watson ha estado en la oficina de correos de Wigmore Street. Holmes sabe que el pavimento ha sido removido y ha dejado al aire la tierra rojiza que ahora es difícil de evitar al entrar en el edificio. En FIVE, Holmes hace una deducción similar acerca de un cliente. Deduce que John Openshaw ha venido a Londres desde el suroeste.

—Veo que viene usted del suroeste.

—Sí, de Horsham.

—Esa mezcla de arcilla y yeso que veo en sus punteras es de lo más característico.

Estos tres ejemplos de deducciones de Holmes sobre tierras y lugares son divertidos. Pero ni abundan en las historias ni son geología importante. De hecho, la deducción de Holmes sobre Openshaw y Horsham ha sido cuestionada (Klinger 2005, 137).

Un ejemplo de tierra que proporciona una clave que ayuda a identificar a un culpable se da en Los tres estudiantes (3STU), Se ha programado un examen para obtener una beca lucrativa. Pero el día antes de la prueba, Milton Soames, un tutor y profesor en la facultad, descubre que uno de los candidatos ha entrado subrepticiamente en su cámara y ha leído el examen. No se encuentran pisadas ni huellas dactilares en la escena. Holmes se dirige a las dos piezas de arcilla negra que se encontraron en la habitación de Soames. Advierte que la arcilla tiene trazas de serrín. Sospecha ya de Gilchrist. Solo él es lo suficientemente alto para haber mirado por la ventana y ver las hojas del examen sobre la mesa. Gilchrist compite en salto de longitud y es el único atleta entre los tres estudiantes. Holmes se levanta a las seis de la mañana siguiente para visitar las pistas de atletismo, donde encuentra arcilla negra cubierta de serrín en el foso del salto de longitud.

Otro ejemplo del uso de la tierra en un caso se da en El pie del diablo (DEVI). Como de costumbre, solo Holmes advierte la tierra en el alféizar de la ventana de la casa de Mortimer Tregennis:

La gravilla en la ventana fue, por supuesto, el punto de partida de mi investigación.

Cuando descubre que la gravilla solo se encuentra cerca de la cabaña del Dr. Leon Sterndale, Holmes tiene a su hombre. Confrontado con esta prueba y con otras, Sterndale confiesa ser el asesino. Pero aquí tenemos de nuevo un caso en donde Holmes considera que Sterndale tenía buenas razones para vengar el asesinato de su amada Brenda Tregennis por su hermano Mortimer. Él dice a Sterndale, un cazador de leones y explorador africano, que está libre para regresar a África y continuar su trabajo.

Hay otro tema que entra en el área de la geología. En El dedo pulgar del ingeniero, la tierra de batán tiene un papel en la trama. Es un tipo de arcilla que tenía uso industrial en la época de Holmes. Hoy sigue teniendo aplicación. Desde los años sesenta del siglo pasado, los usos principales de la tierra de batán han sido absorber petróleo y grasa y como arena para gatos (Hosterman y Patterson 1992, 3). En el Londres victoriano se utilizaba sobre todo como un agente para eliminar el aceite (lanolina) de la lana, con la que luego podía hacerse ropa valiosa.

En ENGR, una banda de falsificadores se ha establecido en la villa de Eyford. Están utilizando una potente prensa en su actividad de acuñación. Cuando la prensa empieza a fallar, convencen a un ingeniero, Victor Hatherly, para que vaya una tarde a repararla. Su coartada es que ellos poseen un terreno que tiene depósitos de tierra de batán. Necesitan mantenerlo en secreto para poder comprar el terreno adyacente tras convencer a los inversores de que su operación será un éxito. Por ello, vendan los ojos a Victor Hatherly y le llevan en un carruaje en lo que él estima que es un viaje de doce millas hasta la casa en donde está situada la prensa. Hatherly corrige un cilindro defectuoso, pero luego comete el error de decir que sabe que la prensa no está siendo utilizada para comprimir tierra de batán. Uno de los rufianes, Col. Lysander Stara, encierra a Hatherly en la habitación con la prensa y la pone en marcha. Hatherly escapa pero no antes de que su pulgar sea seccionado por la máquina. Acude en busca de cura al Dr. Watson, quien se lo notifica a Holmes. Holmes hace una brillante deducción sobre la localización de la casa al preguntar a Hatherly en qué condiciones estaba el caballo cuando vino a recogerle. Holmes es el único que se da cuenta de que un caballo que hubiera recorrido doce millas para recoger al ingeniero no estaría fresco. Las doce millas de viaje eran simplemente seis millas alejándose de la estación y luego seis millas de vuelta. La casa de los falsificadores estaba junto a la estación de tren de Eyford. Pero ellos escapan antes de que Holmes llegue a Eyford, y nunca son detenidos.

Meteorología

Cerramos el capítulo con una discusión del tema científico más sorprendente de todos. En BOSC Holmes ha sido llamado por el inspector Lestrade para que le ayude en un caso de asesinato en el oeste de Inglaterra. Mientras viajan en tren hacia el oeste, Holmes cuenta a Watson lo que sabe del caso. También comenta que el tren va a «cincuenta millas por hora». En SILV Holmes calcula una velocidad del tren de 53,5 millas por hora. Allí nos dice que «el cálculo es sencillo» y explica cómo lo hizo (véase el apartado 5.1). El comentario sobre la velocidad del tren en BOSC ha despertado poco interés, quizá porque parece ser más una estimación.

Cuando llegan a Herefordshire, el inspector Lestrade tiene un carruaje listo para llevar a Holmes a la escena del crimen. Sorprendentemente, Holmes declina la oferta. Normalmente él quiere examinar la escena del crimen antes de que otros la alteren. Recordemos cómo se quejó en STUD sobre la «manada de búfalos» que borró casi todas las huellas. Además, puesto que el asesinato se cometió al aire libre, parecería más urgente todavía ir directo a la escena. Si empezara a llover, por ejemplo, los datos de la escena del crimen podrían hacerse confusos. Pero Holmes confía en que no va a llover, y por eso no hay necesidad de apresurarse en ir al estanque de Boscombe. ¿Cómo sabe que no va a llover? Holmes comprueba el barómetro (el «cristal»). Presumiblemente se guía por el viejo principio de que la lluvia acompaña a la baja presión.

Los barómetros de mercurio hicieron su aparición a mediados del siglo XVII. Pero desde octubre de 2009, la venta de barómetros nuevos se ha prohibido en el Reino Unido. El mercurio líquido que llena el tubo invertido en dichos barómetros se considera ahora demasiado tóxico. Los viejos barómetros de mercurio pueden ser recuperados, y cada persona puede construir los suyos. No hace falta decir que los barómetros eran mucho más habituales en la Inglaterra de la última década del siglo XIX que lo son ahora (Rothman 1990, 137):

Un barómetro era algo habitual en el salón de cualquier hogar inglés de clase media.

Probablemente los barómetros se veían como un accesorio atractivo en los hogares. Watson considera que el barómetro en el salón de la casa de Mrs. Cecil Forrester es una señal de un «tranquilo hogar inglés». Él está contento de que Mary Morstan, su futura esposa, se aloje allí durante los sucesos que rodean al tesoro de Agra en SIGN. Como informa Klinger (2006, 284): «Barómetros marinos, tubos circulares y rectos llenos de mercurio, bellos objetos de vidrio y madera utilizados para predecir el tiempo y ahora preciados como antigüedades, se solían encontrar en los hogares victorianos». Esta familiaridad sugiere que, en la Inglaterra de entonces, casi todos podían distinguir una presión barométrica baja de una presión alta. ¿Era Sherlock Holmes una excepción?

En un barómetro de mercurio, la presión ejercida por la atmósfera de la Tierra es suficiente para sostener una columna de mercurio de 76 centímetros de altura. Este es un valor normal al nivel del mar. A alturas superiores, la lectura del barómetro será menor que ese valor promedio. También variará localmente con el paso de frentes de presión. Cuando Holmes ve que el valor es de 73,7 centímetros, está seguro de que no viene mal tiempo. Más tarde dice:

El cristal aún está muy alto. Es importante que no llueva hasta que hayamos podido examinar el lugar de los hechos.

Increíblemente se retira por la noche sin ver siquiera el terreno en el lugar del asesinato. El valor de 73,7 centímetros es muy bajo. Es un fuerte indicio de clima tormentoso. Pero la suerte de Holmes se mantiene porque al día siguiente «la mañana amaneció despejada y sin nubes». Como vimos (apartado 3.3), Holmes resuelve este misterio utilizando las huellas aún intactas.

¿Quién tendría aquí la culpa de la mala ciencia? ¿Era Sherlock Holmes ignorante cuando se trataba de meteorología? ¿Lo era Conan Doyle? ¿Aceptaremos la ingeniosa explicación ofrecida por Schweickert (1980, 244) según la cual la presión barométrica era tan baja que las percepciones de Holmes (y de cualquiera) estaban alteradas, lo que llevaba a la confusión? Los sherlockianos tienen tendencia a no culpar nunca a Holmes. Muy bien podrían atribuir el comentario a un error de Watson cuando redactó el caso para su publicación. Como sucede con todas las cuestiones holmesianas, uno es libre para formarse su propia opinión.

La ciencia de Sherlock Holmes
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