4.4. LA OPINIÓN DE ASIMOV: HOLMES EL QUÍMICO METEPATAS
Un gusano notable, desconocido para la ciencia.
Investidura de Isaac Asimov en los Irregulares de Baker Street
Isaac Asimov fue un profesor de química, un prolífico escritor, un orador enormemente popular y un erudito sherlockiano. En 1980 atacó los conocimientos de química de Sherlock Holmes, llamándole el químico metepatas (Asimov 1980). En una introducción en 1983 a «Sherlock Holmes sobre medicina y ciencia» (Simpson 1983), Asimov trató de achacar la culpa de lo que para él eran deficiencias químicas de Holmes al Dr. Watson primero y luego a Arthur Conan Doyle. Yo intento mostrar que quizá no haya culpa que achacar. Quizá sea simplemente que Asimov pasó por alto uno o dos puntos en su análisis. Quizá Holmes el químico no metió la pata. Analizo tres puntos principales en la crítica de Asimov: acetonas, gemas y el test de sangre de Sherlock Holmes.
Acetonas
En El misterio de Copper Beeches (COPP), Violet Hunter recibe una oferta de trabajo como institutriz en una hacienda rústica llamada The Copper Beeches. Antes de aceptar, ella consulta con Sherlock Holmes porque algunas condiciones han despertado sus sospechas. Primero, su salario va a ser dos veces y media mayor que el que tiene en su puesto actual. Además, su empleador, Jephro Rucastle, le proporcionará un vestido «azul eléctrico» que ella debe llevar cuando se le pida. Y, lo peor de todo, debe cortarse su «hermoso y exuberante» cabello castaño del que ella está muy orgullosa. Holmes confiesa que «no es la situación en la que me gustaría ver a una hermana mía». Cuando miss Hunter le recuerda el salario, él dice: «La paga es buena..., demasiado buena».
Violet Hunter decide aceptar el puesto de institutriz de Edgard Rucastle, de seis años de edad. Holmes dice a Watson: «Mucho me equivoco si no oímos hablar de ella antes de que pasen muchos días». Mientras espera tener noticias de la institutriz, Holmes se dedica «a una de esas investigaciones químicas que duran toda la noche». Pero cuando llega un telegrama de Violet Hunter a última hora de una noche Holmes dice:
Quizá sea mejor que aplace mi análisis de las acetonas.
Asimov señala que solo hay una molécula llamada acetona; no es el nombre de una clase de moléculas. Cualquier químico lo sabe, así que el hecho de que Holmes no lo sepa sugiere que él es incompetente en química.
La acetona pertenece a la clase de moléculas llamadas cetonas. Todas las cetonas tienen esta estructura:[45]
Las cetonas difieren entre sí por tener diferentes fragmentos moleculares R1 y R2. Estos fragmentos son generalmente moléculas de hidrocarburos que contienen diferentes números de átomos de carbono, tales como CH3, C2H5, C3H7 y mayores. La acetona es la cetona más simple (la más pequeña) porque R1 y R2 tienen solo un átomo de carbono, y ambos son grupos metilo, CH3. Así la fórmula química de la acetona es CH3(CO)CH3 y su estructura química es:
Asimov tiene razón sin duda en que, en el uso actual, la palabra «acetona» no se utiliza como nombre de una clase de moléculas. Pero era diferente en los tiempos de Holmes. En el Pequeño tratado de química orgánica de Adolph Strecker (citado en Redmond 1964), encontramos que el uso era entonces diferente. Leemos:
Reemplazando los dos átomos de hidrógeno de una parafina ligados a un mismo átomo de carbono, se obtienen derivados... cuyos compuestos oxigenados se denominan cetonas o acetonas.
Una parafina es una molécula que solo contiene átomos de hidrógeno y átomos de carbono (esto es, un hidrocarburo). Es el tipo de hidrocarburo en el que todos los enlaces químicos en la molécula son enlaces simples. Por esa razón se dice que está «saturada» y tiene el máximo número de átomos de hidrógeno por número de átomos de carbono. Siguiendo la receta de la cita anterior, si los dos átomos de hidrógeno sobre el átomo de carbono central de la «parafina» propano, C3H8, son reemplazados por un átomo de oxígeno (que, a diferencia del hidrógeno, puede formar un doble enlace con el carbono), el resultado es acetona.
Que toda una «clase» de moléculas pueden formarse de esta manera es evidente si consideramos la siguiente molécula más grande de parafina o hidrocarburo, el butano C4H10. La cetona que resultaría de la sustitución de dos átomos de hidrógeno por un átomo de oxígeno tiene un grupo metilo, CH3, y un grupo etilo, C2H5. Se llama metil-etil-cetona (MEK), CH3(CO)C2H5.
La serie continúa con hidrocarburos con más átomos de carbono.
Toda esta clase de moléculas solía conocerse como «cetonas o acetonas» (Wislicenus 1885, 275). Así que en el mundo de la química de Sherlock Holmes era perfectamente aceptable decir «acetonas» para nombrar el conjunto de moléculas que ahora llamamos cetonas. Todos los químicos de la época de Holmes lo habrían entendido perfectamente. Al parecer Asimov no investigó la nomenclatura química a la antigua usanza.
En cuanto al problema de Violeta Hunter, Holmes responde a sus llamadas y llega a Hamsphire con «siete explicaciones independientes, cada una de las cuales tiene en cuenta los pocos datos que conocemos». Entonces Violet Hunter describe su experiencia como institutriz en The Copper Beeches. Además del vestido azul y el cabello cortado, ella debe sentarse de espaldas a un ventanal y oír al habitualmente taciturno Jephro Rucastle contar «chistes para morirse de risa». Durante una de estas sesiones, ella consigue discernir a un joven en la calle que observa esta representación. Equipado con esta información adicional, Holmes escoge una de sus siete teorías y dice:
Solo existe una explicación posible. La han llevado a usted allí para suplantar a alguien.
Ese alguien es Alice Rucastle quien no ha ido a Filadelfia, como se le dijo a Violet, sino que está encerrada en el ático. Jephro Rucastle quiere desanimar a Mr. Fowles, el pretendiente de Alice en la calle, para que no vuelva haciéndole ver que Alice (realmente su sosias Violet Hunter) es muy feliz sin él. De este modo, los Rucastle esperan que Alice siga soltera para así poder retener el control de su dinero. Afortunadamente, tanto Violet Hunter como la prisionera Alice Rucastle escapan de los planes de Jephro Rucastle y pasan a cosas mejores.
Se ha señalado que COPP tiene muchas similitudes con Jane Eyre de Charlotte Brontë (Duyfhuizen 1993). Estas historias, ambas con institutrices como personaje principal y una mujer encerrada en un ático, tratan de la independencia y el poder de la mujer. Este tema «era todavía muy atípico para 1891» (Duyfhuizen 1993, 143). Seguramente el ilustrado Conan Doyle estaba familiarizado con la novela de Brontë de 1847, que muy bien puede haber influido en el argumento de COPP.
Gemas
Isaac Asimov consideraba que el conocimiento de las gemas que tenía Holmes era deficiente. Basaba esta conclusión en varios comentarios de Holmes en BLUE. Cuando Watson pregunta si la gema que ha llegado a su posesión es al carbunclo azul perdido de la condesa de Morcar, Holmes responde:
Precisamente. No podría dejar de reconocer su tamaño y forma.
Asimov señala correctamente que cualquier químico competente debería saber que los carbunclos nunca son azules. El granate almandino rojo tiene la fórmula química Fe3Al2(SiO4)3 (Rutland 1974, 185). Es la piedra también conocida como carbunclo (Sinkankas 1962, 99). Luego, Holmes lo empeora al referirse a «la piedra preciosa» como «carbón cristalizado». Ahora Asimov afirma que Holmes está confundiendo un carbunclo con un diamante.
Ha habido varios intentos de explicar las afirmaciones de Holmes. Por ejemplo, Redmond menciona que Watson, el cronista, puede haber confundido deliberadamente la gema (Redmond 1964, 151). Esto parece una explicación poco satisfactoria. Bigelow refuta la afirmación de Beckemeyer de que la gema era un zafiro azul. Él dice que es un diamante azul (Bigelow 1961, 212), y que la condesa lo llamaba un carbunclo por ignorancia o capricho. Kasson (1961) coincide con Bigelow e identifica exactamente cuál es el diamante azul, el famoso diamante Hope. Así lo hace Hunt (2011), salvo que él dice que el carbunclo es realmente el diamante azul Brunswick. Redmond considera el Hope como un candidato plausible. Waterhouse (2004) opta por «un gran espinela de cobalto azul sin defectos». Blank (1947, 237) apoya a Asimov y afirma que Holmes tenía una «deplorable carencia» de conocimientos cuando dijo que el carbunclo de la condesa era carbón cristalizado. Reina la confusión. ¿Es el «carbunclo azul» un diamante, un zafiro, una espinela, un carbunclo o alguna otra gema? Todas estas explicaciones requieren que alguien, Watson, Holmes o la condesa de Morcar, haya cometido un error.
Una explicación alternativa es que nadie se equivocó. Muy probablemente la gema era un doblete. Los dobletes, que ya se hacían en tiempos de los romanos, eran habituales en la joyería victoriana (Rutland 1974, 56). El propósito de crear un doblete era aumentar el tamaño y la apariencia de una piedra preciosa o imitar una gema más valiosa. Los dobletes consistían en una gema, muy a menudo un granate, unida a la parte superior de una piedra que generalmente era de un valor menor, frecuentemente vidrio. Los granates eran la gema elegida para la parte superior de los dobletes porque conservaban su brillo y durabilidad y no se quebraban bajo fusión (véase la figura 4.5). Añadiendo una fina porción de granate rojo, «podía simularse cualquier gema coloreada» (Matlins y Bonanno 1993, 138). Ajustando el grosor del granate superior, el color rojo no se vería. Así empezamos a ver cómo surgió la confusión. Si se utilizó un carbunclo en un doblete para producir un color azul, sería bastante fácil referirse al mismo como un carbunclo azul.
Figura 4.5. Doblete con granate arriba.
Fuente: Jewelry & Gemas, The Buying Guide 7 Edition: Now to Buy Diamonds, Pearls, Colored Gemstones, Gold & Jewelry with Confidence and Knowledge 2009, por Antoinette L. Mattins PG y Antonio C. Bonanno, FGA, P, ASA. Con permiso de GemStone Press, www.gemstonepress.com.
La manera más fiable de detectar la presencia de un doblete es sumergirlo en alcohol desinfectante. Sin embargo, este método no funciona con dobletes con granate en la parte superior (Matlins y Bonanno 1989, 176). Sabiendo que el índice de refracción varía de una gema a otra, una persona muy bien podría medir esta propiedad. Para ello se lanza luz sobre la sustancia que se pone a prueba. La velocidad de la luz se reduce cuando atraviesa un material, en especial un sólido o un líquido. Esto da lugar al fenómeno por el que una caña de pescar parece doblarse cuando entra en el agua, aunque en realidad sea recta. El efecto puede medirse cuantitativamente y para cada sustancia tiene un valor. El índice de refracción, IR, es la razón entre la velocidad de la luz en el vacío y su velocidad en la sustancia. El IR del carbunclo está entre 1,76 y 1,83 (Matlins y Bonanno 1989, 108). Al comprobar un doblete, si la luz se lanzase sobre la fina capa de carbunclo, el valor del IR resultante sería el del carbunclo. Entonces una piedra preciosa que pareciera azul y tuviera un índice de refracción en el rango 1,76-1,83 muy bien podría ser llamada un carbunclo azul, incluso si el grueso de la piedra no fuera un carbunclo sino alguna otra sustancia.
Pero ¿qué vamos a hacer con el comentario de Holmes sobre el carbón cristalizado? Alguien tan rico como la condesa de Morcar no tendría necesidad de unir su granate a vidrio. Recordemos la palabra de Holmes de que «Es absolutamente único». Así que debemos considerar la posibilidad de que tuviera razón una vez más, y que la parte inferior del doblete fuera realmente un diamante. No se encuentran a menudo dobletes de diamante, pero existen (Matlins y Bonanno 1989, 171). Normalmente consisten en dos diamantes pequeños pegados para formar una piedra más grande. Parece que Holmes nos está diciendo que la famosa gema de la condesa de Morcar es realmente única, con un diamante debajo y un carbunclo arriba. No podemos calificar a Sherlock Holmes de químico metepatas cuando es posible una explicación tan lógica de sus comentarios.
El test de sangre de Sherlock Holmes
Recordemos que en STUD, el joven Stamford lleva a Watson al laboratorio del Hospital St. Bart para presentarle a Sherlock Holmes. Cuando entran en el laboratorio, antes de la presentación, oyen a Holmes gritando:
¡Ya lo tengo! ¡Ya lo tengo! He hallado un reactivo que precipita con la hemoglobina y solamente con ella.
Después de ser presentado al Dr. Watson y percibir que este ha estado en Afganistán, Holmes le pregunta qué piensa del test de sangre de Sherlock Holmes. Watson responde:
Sin duda es interesante desde un punto de vista químico, pero en cuanto a su aplicación práctica...
El excitado Holmes interrumpe antes de que Watson pueda terminar su crítica:
Por Dios, se trata del más útil hallazgo que haya tenido lugar en el campo de la medicina legal en los últimos años. Fíjese: nos proporciona una prueba infalible para descubrir las manchas de sangre.
Asimov no cuestiona la existencia o la efectividad del test de sangre de Sherlock Holmes pero duda que sea tan sensible como este pretende. Utilizando la descripción de Holmes, Asimov calcula que los volúmenes relativos de sangre y agua en su test son de 1 frente a 50.000 (Asimov 1980, 12). Pero Holmes afirma, «La proporción de sangre no excederá de uno en un millón». Un buen químico, dice Asimov, se acercaría más a la verdad que eso y «no podría cometer este error».
Una potencial fuente de error en el cálculo de Asimov es que, en Europa, las cantidades se calculaban, y se siguen calculando, en términos de peso y no de volumen. Esto es cierto en particular en las recetas, pero también solían hacerlo los científicos (wikipedia.org/wiki/Apothecaries).
¿Está la proporción de sangre en agua en algún caso próxima a uno en un millón como pretende Holmes? Utilizando el mismo factor de dilución que Holmes y Asimov, se puede calcular una razón peso/peso próxima a 1 en un millón. El cálculo utiliza el hecho de que 1 gramo de agua es también 1 mililitro. También supone que hay 5 gramos de hemoglobina (Hb) en 100 mililitros de sangre. Esto no es del todo cierto. La cantidad de hemoglobina en 100 mililitros de sangre está más próxima a 15. Pero para un cálculo mental hecho hace 125 años, Holmes lo hizo bien.
Asimov [1 en 50.000]
0,02 ml sangre/1000 ml H2O = 1 ml sangre/50.000 ml H2O
O’Brien [1 en 1.000.000]
[5 g Hb/100 ml sangre][0,02 ml sangre/1.000 g H2O] = 1 g Hb/106 g H2O
Está claro que Asimov puede haber sido demasiado duro al juzgar al químico Sherlock Holmes.
Los estudiosos holmesianos han escrito muchas veces sobre el test de sangre de Sherlock Holmes. McGowan (1987) ha hecho una buena revisión de la historia del test de sangre en el siglo XIX. Allí aprendemos que se han utilizado varias sustancias químicas antes de la época de Holmes para detectar sangre. Los tests de principios del siglo XIX de Barruel en 1829 y de Bryk en 1858 utilizaban ácido sulfúrico concentrado como agente reactivo. El test de Teichmann de 1853 empleaba ácido acético glacial y cloruro sódico. En 1861, el test de Van Deen utilizaba guayacán seguido de trementina o agua oxigenada. Este es probablemente el test a que se refiere Holmes cuando dice a Watson en su primer encuentro:
La tradicional prueba del guayacán resultaba muy tosca e insegura.
Dos tests desarrollados en la década de 1870 eran el test de Zahn, que utilizaba agua oxigenada, y el test de Sonnenschein, que utilizaba wolframato de sodio y ácido acético. Incluso en 1911, Gran Bretaña estaba utilizando un test con trementina y bencedrina o guayacán para buscar una coloración azul (Fido 1998, 100). Así que parece que su test no era una mejora suficiente para generalizarlo en la práctica.
Huber (1987) ha propuesto el mejor candidato para el test de Holmes y demuestra que todavía se utilizaba un siglo después de que Holmes hiciera su descubrimiento en STUD. Su candidato para el test de sangre de Sherlock Holmes es el añadido de hidróxido de sodio seguido de sulfato de amonio saturado.[46] Ella señala que este test no distingue la sangre humana de la animal.