3.3. PISADAS
¿Pisadas? Sí, pisadas. ¿De un hombre o de una mujer?
Sr. Holmes, eran las pisadas de un perro gigantesco.
El sabueso de los Baskerville
Introducción
En la primera historia de Holmes, Estudio en escarlata (STUD), publicada en 1887, vemos que Sherlock Holmes ya estaba utilizando huellas de pisadas en su trabajo. Su descripción de los movimientos de Constable Rance es tan precisa que Rance le espeta: «¿Dónde estaba usted escondido para ver todo eso?». En La melena de león (LION), publicada en 1926, Holmes sigue usando las huellas. Aquí observa que las pisadas de Fitzroy McPherson son las únicas en el camino que va a la playa. Así, durante cuarenta años Conan Doyle hace que Sherlock Holmes utilice las huellas de pisadas en sus investigaciones. Las huellas se tenían en tan alta consideración como herramienta forense que, aproximadamente en 1890, una carta a The Times sugería que las huellas dactilares podrían ser casi tan buenas como las huellas de pisadas (Fido 1998, 89).
Una breve historia de las huellas de pisadas
En el Libro de Daniel (parte de la Biblia o de los Apócrifos, dependiendo de las creencias personales de cada uno), el rey de Persia deja grandes cantidades de comida cada noche para el ídolo Bel (o Baal). Los sacerdotes de Bel han convencido al rey de que Bel viene cada noche y se lleva la comida. Pero Daniel esparce cenizas en el suelo una noche y puede demostrar al rey que son los propios sacerdotes los que se están llevando la comida. Pese a este temprano ejemplo del uso de las huellas de pisadas, nunca se desarrolló una «ciencia» de las huellas para identificación (Moenssens et al. 1995, 614).
En los años ochenta del siglo pasado, la profesora Louise Robbins, de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro, trató de poner el análisis de huellas sobre una base científica, y publicó un libro con este objetivo (Robbins 1985). Ella actuó como testigo experta en huellas en al menos veinte juicios. Su testimonio fue clave en varios casos cuando fue capaz de testificar sobre identidades incluso cuando los propios laboratorios del Estado fueron incapaces de confirmarlas. Sus métodos, descritos detalladamente en su libro, han sido duramente criticados desde entonces (Moenssens et al. 1995, 619). Una página web, que la califica de «infame charlatana», informa de que la Academia Americana de Ciencias Forenses decidió en 1987 que su trabajo no tenía base científica (Zerwick 2011). Un profesor de derecho describía su trabajo de esta manera: «Apenas alcanza la dignidad de absurdo». Así, aunque las huellas de pisadas no son tan definitivas como las huellas dactilares, son «probablemente las más viejas de todas las técnicas de investigación» (Fisher 1995, 277).
Un caso interesante de pruebas basadas en pisadas se dio en los procesos criminal y civil de O. J. Simpson. Se demostró que las huellas en la escena del crimen eran de zapatos Bruno Magli de talla doce, de estilo Lorenzo. En su juicio criminal de 1994, Simpson negó tener un par de tales zapatos, algo raros y muy caros. La fiscalía no fue capaz de demostrar que él tuviera zapatos Bruno Magli. Pero para el momento de su posterior juicio civil se habían encontrado varias fotografías que le mostraban llevando esos zapatos el 26 de septiembre de 1993. Estas fotografías fueron admitidas como prueba en el juicio civil. Simpson fue absuelto en el juicio criminal y condenado en el juicio civil (Murray). Esto no quiere decir que la prueba de las huellas fuera el factor determinante en los diferentes veredictos, pero quizá hayan tenido cierto impacto.
Al parecer el «Unabomber», Ted Kaczynski, estaba interesado en las pruebas de pisadas. Fox News informó el 29 de noviembre de 2006 de que él había fijado suelas más pequeñas en las plantas de un par de zapatos que se encontraron en su cabaña de Montana. Él confiaba en utilizar estos zapatos para despistar a las autoridades que le estaban siguiendo. Las impresiones de pisadas han sido admitidas como prueba en un estudio caso-por-caso. Sherlock Holmes hizo buen uso de las huellas de pisadas en su trabajo detectivesco, como se muestra en el apartado siguiente.
El uso de las huellas por parte de Holmes
En la resolución de sus casos, Sherlock Holmes hacía mayor uso de las huellas de pisadas que de las huellas dactilares. Hemos visto que la ciencia entonces emergente de las huellas dactilares para identificación se menciona en solo siete de las sesenta historias de Holmes. Las huellas de pisadas, sin embargo, aparecen en veintiséis de los sesenta casos (Tracy 1977, 128). Claramente eran una de sus principales herramientas de investigación. Conan Doyle escoge varios materiales diferentes en los que quedan huellas: suelo de arcilla (STUD), nieve (La corona de berilos, BERY), alfombra (El paciente interno, RESI), una cortina (la mangosta en CROO) y cenizas (GOLD) (Vatza 1987, 17). Holmes las utiliza todas como prueba.
Hay unos pocos casos en donde Holmes obtiene algunos resultados utilizando huellas. En las dos primeras historias, STUD y SIGN, Holmes es capaz de rastrear movimientos de personas con tanta exactitud que sorprende. En SIGN, igual que en STUD, los movimientos de Jonathn Small y Tonga son tan exactamente determinados por Holmes como lo eran los de John Rance en STUD. De hecho, Jonathan Small está tan sorprendido por los comentarios de Holmes que dice: «Parece que usted sabe tanto sobre ello como si hubiera estado allí». Por supuesto, Holmes se ve ayudado aquí por el hecho de que uno de ellos, Tonga, es un pigmeo de las islas Andaman y el otro tiene una pierna de madera. Cuando Holmes revela las huellas de Tonga en el suelo polvoriento, el horrorizado Watson dice: «Holmes, un niño ha hecho esta cosa terrible». Holmes, por supuesto, tiene una interpretación diferente.
La suerte de Holmes en SIGN, tener dos huellas tan características, se repite en BERY. Aquí dejan huellas cuatro personas: la bota de sir George Burnwell, el zapato de Lucy Parr, el pie descalzo de Arthur Holder y la pierna de madera de Francis Prosper. Holmes declara: «Encontré escrita en la nieve una historia larga y complicada». Holmes procede a separar los movimientos por estas huellas dejadas en la nieve. Observa que Lucy Parr y Arthur Holder corrían. La doncella, Lucy Parr, iba a encontrarse con su novio, Francis Prosper. Ella corría cuando fue descubierta. Ellos no tenían nada que ver con el ladrón de la corona de berilos. Sir George Burnwell robó la corona enjoyada y Arthur Holder le persiguió rápidamente. La inocencia del acusado Arthur Holder queda establecida por la reconstrucción que hace Holmes de la escena del crimen basada fundamentalmente en la prueba de las pisadas. Esta idea de huellas de carreras se ve de nuevo en las primeras escenas de HOUN. Además de las huellas de un perro gigantesco, el sendero en Baskerville Hall tenía las huellas de sir Charles Baskerville. Holmes deduce que el cambio en las huellas de sir Charles a medio camino se debe a que huía del perro, y no a que iba de puntillas, como se había sugerido.[25]
En El pie del diablo (DEVI), Holmes encuentra una vez más dos huellas de pisadas de carácter muy diferente. Holmes es capaz de distinguir las huellas normales de Mortimer Tregennis de las zapatillas de tenis que lleva Leon Sterndale. Las huellas son parte de las pruebas que permiten a Holmes deducir que Mortimer Tregennis asesinó a su hermana Brenda. En venganza por la pérdida de su amor secreto, el Dr. Sterndale provoca la muerte de Mortimer Tregennis. Este es uno de los varios casos en los que Holmes resuelve el crimen pero permite que el culpable quede libre. Él decide que las acciones de Sterndale están justificadas.
En RESI, Holmes sorprende a Watson al utilizar las huellas en la alfombra para deducir el orden en que los autores del crimen subieron las escaleras. Luego Holmes procede a describir con precisión sus movimientos en la habitación de Mr. Blessington antes de que le colgaran.
Figura 3.1. El uso de las huellas por parte de Holmes en El misterio del valle de Boscombe fue plenamente efectivo.
Hay dos casos en los que Holmes actúa para «generar» una huella. En DEVI, Holmes da una patada a un puchero con agua para obtener una impresión de la suela de Mortiner Tregennis. En GOLD, tomándolo prestado del Libro de Daniel, utiliza las cenizas de tabaco caídas en la alfombra para mostrar la presencia de Anna Coram. Su frenético consumo de cigarrillos le hace parecer nervioso y molesta a Watson, que no se da cuenta de lo que Holmes trata de hacer. Cuando Holmes sale y regresa rápidamente a la habitación del profesor Coram, él es capaz de ver las huellas de Anna en las cenizas. De este modo, ella se ve obligada a salir de su escondite. Es notable que la ausencia de huellas de Anna en el camino exterior sea también parte de las pruebas de Holmes. Esa ausencia es lo que le hace sospechar y luego probar que ella está escondida detrás de la librería fijada con bisagras en la habitación de su marido. La ausencia de huellas es también un elemento en otros casos: Peter el Negro (BLAC), Las cinco semillas de naranja (FIVE), Los hacendados de Reigate (REIG), El tratado naval (NAVA) y 3STU (Tracy 1977, 129).
El misterio del valle de Boscombe (BOSC) es un caso que Holmes resuelve mediante la casi exclusiva utilización de huellas. En este caso, John Turner ha asesinado al chantajista Charles McCarthy. Pero la sospecha ha caído sobre James, el hijo de McCarthy. La doncella de los McCarthy ha proporcionado a Holmes las botas de los dos McCarthys (véase la figura 3.1). Tras medirlas con mucha precisión, Holmes se dirige al estanque de Boscombe, la escena del crimen. Una vez allí, debe tratar con las extrañas huellas de varias personas, incluido el inspector Lestrade.
HOLMES: ¿Por qué se metió en el estanque?
LESTRADE: Estuve de pesca con un rastrillo. Pensé que tal vez podía encontrar un arma o algún otro indicio. Pero ¿cómo demonios...?
HOLMES: Oh, chist, chist, no tengo tiempo. Ese pie izquierdo suyo, torcido hacia dentro, aparece por todas partes.
Holmes es capaz de rastrear los movimientos de los dos McCarthy, así como los de Turner. Él deduce que James McCarthy dejó tres conjuntos de huellas, uno de ellos cuando estaba corriendo. Esto confirma su suposición de que él corría en ayuda de su padre al oír un grito. Convencido de que el McCarthy más joven no mató a su padre, Holmes utiliza el tercer tipo de huellas para reunir pruebas contra el verdadero asesino, John Turner. «¿Qué tenemos aquí? Pasos de puntillas. Y además, de unas botas bastante raras, de puntera cuadrada. Vienen, van, vienen de nuevo.» Turner tenía que volver para recuperar una capa que se había dejado en la escena.
Lestrade, desdeñoso de las teorías de Holmes y aún convencido de que James McCarthy mató a su padre tras una discusión, es reacio a aceptar la descripción que hace Holmes del asesino citada en el capítulo 2:
... un hombre alto, zurdo, que cojea un poco de la pierna derecha, lleva botas de caza con suela gruesa y un capote gris, fuma cigarros indios con boquilla y lleva una navaja mellada en el bolsillo.
Pese a toda esta información, Lestrade no consigue capturar a Turner. Este es uno de los casos en los que Holmes, tras dar a Lestrade la clave detallada, decide dejar que el culpable salga libre. Siente simpatía por el Turner enfermo terminal.
Hay que mencionar un último conjunto de huellas. En Charles Augustus Milverton (CHAS), el inspector Lestrade encuentra huellas fuera de la residencia de Charles Augustus Milverton, «el peor hombre de Londres». Poco sabe él que las huellas pertenecen a Holmes y Watson, que estaban dentro y presenciaron el asesinato de Milverton. Es otro caso en el que Holmes deja que el autor del crimen, esta vez lady Eva Brackwell, salga libre.
Resumen
Hay que rendir tributo a Sherlock Holmes por el hecho de que fuera capaz de resolver crímenes de una forma tan brillante pese a carecer de métodos modernos. En particular, su uso de las huellas de pisadas durante cuarenta años es impresionante. Se hizo tan adepto a su lectura que en El pabellón Wisteria (WIST) Holmes era capaz de determinar de un vistazo el tamaño de una pisada: «Un zapato del número doce, diría yo». En SIGN nos enteramos de que incluso escribió una monografía sobre el uso de las pisadas para identificar criminales. Sin embargo, las pisadas no son tan útiles como, por ejemplo, las huellas dactilares o el análisis de ADN. En esto se basaba un episodio de la serie de televisión Hawai 5.0 que se emitió por primera vez en 18 de abril de 2011. El comandante McGarret recoge una gran bolsa de plástico llena de zapatos de sospechosos. Nada resulta de este esfuerzo para identificar una huella en la escena del crimen. Los zapatos actuales producidos en masa son difíciles de distinguir unos de otros. En la época de Holmes, los zapatos se hacían de uno en uno y por ello eran más fáciles de distinguir (Wagner 2006, 142). Esto sin duda ayudó a Holmes a hacer tan buen uso de las huellas de pisadas durante tantos años. Ahora, debido a su limitada utilidad, las huellas están casi ausentes de los libros modernos sobre métodos de detección criminal (Saferstein 1995; Moenssens et al. 1995).