30 de Marzo
César Salas,164 que dejó ir su gente rica a Cuba, para no volver más que “como debe volver un buen cubano”, es hombre de crear, sembrador e industrioso, con mano para el machete y el pincel, e igual capacidad para el sacrificio, el trabajo y el arte. De las cuevas de San Lorenzo,165 allá en Samaná,166 viene ahora; y cuenta las cuevas. La mayor es como la muestra de las muchas que por allí hay, con el techo y las paredes de pedrería destilada, que a veces cuelga por tierra como encaje fino, y otras exprime, gota a gota, “un agua que se va cuajando en piedra”. Es grande el frescor, y el piso de huano167 blanco y fino, que en la boca no desagrada, y se disuelve. La galería, de trecho en trecho, al codear, cría bóveda, y allí, a un mismo rumbo, hay dos caras de figuras pintadas en la pared,168 a poco más de altura de hombre, que son como redondeles imperfectos, donde está de centro un rostro grande humano sobre el vértice de un triángulo, crestado a todo el borde, con dos rostros menores a los lados, y a todo el rededor dibujos jeroglíficos de homúnculos con la azada en una mano, o sin ella; de caballo o mula, de gallina: —la conquista acaso, y las minas bárbaras, ofrecidas a la religión del país, en los altares de las cuevas de asilo. —Allí ha hallado César Salas caracoles innúmeros, de que debió vivir la indiada; y hachas grandes de sílex, de garganta o de asta. Los caracoles hacen monte, a las aberturas. Por cuatro bocas se entra la cueva. Por una, espumante y resonante, entra el mar. De una boca, por entre bejucos, se sube al claro verde.169
1ro de Abril.
A paso de ansia, clavándonos de espinas, cruzábamos, a la media noche oscura, la marisma y la arena. A codazos rompemos la malla del cambrón. El arenal, calvo a trechos, se cubre a manchones del árbol punzante. Da luz como de sudario, al cielo sin estrellas, la arena desnuda: y es negror lo verde. Del mar se oye la ola, que se exhala en la playa; y se huele la sal. —De pronto, de los últimos cambroneras, se sale a la orilla, espumante y velada —y como revuelta y cogida— con ráfagas húmedas. De pie, a las rodillas el calzón, por los muslos la camisola abierta al pecho, los brazos en cruz alta, la cabeza aguileña de pera y bigote, tocada del yarey, aparece impasible, con la mar a las plantas y el cielo por fondo, un negro haitiano. —El hombre asciende a su plena beldad en el silencio de la naturaleza.170
3 de Abril.
La ingratitud es un pozo sin fondo, —y como la poca agua, que aviva los incendios, es la generosidad con que se intenta corregirla. No hay para un hombre peor injuria que la virtud que él no posee. El ignorante pretencioso es como el cobarde, que para disimular su miedo da voces en la sombra. La indulgencia es la señal más segura de la superioridad. La autoridad ejercitada sin causa ni objeto denuncia en quien la prodiga falta de autoridad verdadera.171
3 de Abril.
Pasan volando por lo alto del cielo, como grandes cruces, los flamencos de alas negras y pechos rosados. Van en filas, a espacios iguales uno de otro, y las filas apartadas hacia atrás. De timón va una hilera corta. La escuadra avanza ondeando.
3 de Abril.
En medio de la mar,172 recuerdo estos versos:
“Un rosal cría una rosa
Y una maceta un clavel.
Y un padre cría una hija
Sin saber para quién es.”