1 Esta primera parte de lo que en la presente edición es considerado un, cuerpo único —los dos diarios últimos de José Martí—, está integrada por un conjunto de 56 hojas sueltas, de semejante tamaño, pero de, diversa apariencia —rayadas, cuadriculadas, lisas—, encabezadas por el título: “M. Diario”, Fueron foliadas por una sola cara, de manera que resulta el doble el número cuartillas escritas. Abarca anotaciones hechas entre el 14 de febrero y el 8 de abril de 1895, durante su paso por República Dominicana, Haití y Gran Inagua. Fue dada a conocer por primera vez en 1932, gracias al celo de Manuel Sanguily Aristi y bajo el título muy apropiado de Páginas de un diario. A propósito, su editor refiere: “Hallé (...) este manuscrito sin rotular y hasta ahora inédito [...] Estas cuartillas deshilvanadas y a ratos en desorden [...] Son, según señalaba y se irá apreciando, expresiones inconexas, —denunciadoras de existencia intranquila y sin sosiego— pertenecientes a un Diario lamentablemente fraccionado” (José Martí: Páginas de un Diario, pról. Manuel Sanguily y Aristi, Molina y Cía., La Habana, 1932). En realidad, fue eso lo publicado entonces y reproducido por otras tantas ediciones sucesivas: un compendio de páginas desordenadas. Sanguily Aristi lo había hallado en el archivo de su padre, Manuel Sanguily y Garrite, a quien le fuera enviado en febrero de 1910 por Carmen Miyares, la compañera de los últimos años de José Martí. Del intercambio epistolar que se produce entre Sanguily Aristi y María Mantilla —hija de Carmen y Manuel Mantilla— en torno a la publicación del volumen cuando él decide solicitar su permiso, se deduce que su madre mantuvo oculto el paradero del manuscrito, a pesar de ser sus hijas las verdaderas destinatarias. Había cumplido, sin embargo, un deseo de Martí, quien le expresara, en carta de 2 de febrero de 1895, que en “tiempos más serenos, podría ser, para servir luego a la explicación de los hechos públicos”. En Diarios de campaña de José Martí, edición de 1996 (La Habana, Gasa Editora Abril), propongo un ordenamiento de las cuartillas originales, que reasumo ahora. Entre otros cambios notables respecto a mi transcripción de los manuscritos para esa edición precedente —que se apreciarán tanto en esta primera parte como en la segunda acá ofrecidas—, en función de propiciar una lectura más diáfana y contemporánea, el lector encontrará que se ha modernizado la ortografía y se ha preferido sustituir las abreviaturas martianas por palabras completas —no obstante, para mayor información, éstas aparecen reunidas en un anexo.<<